martes, 28 de octubre de 2014

La última o no

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El panorama informativo español se hace más asfixiante entre noticias sobre "el clásico", la gastronomía, el "pequeño Nicolás", las "tarjetas opacas", el "9-N", el "ébola ganancial" y lo de ayer, que más que goteo fue riada. Disponemos los españoles de un masoquismo a la carta para delicias de los degustadores de placeres perversos. Ahora que hay que resintonizar canales digitales. algunos aprovecharán para desconectar la antena y entrar de lleno en el apagón, aunque solo se a unos días, como el que va a hacer una cura de sueño en una clínica.
No sé si la decisión de la cadena Fox de sustituir "Fox Crime" por "Fox Life" se ha debido al desinterés de los españoles por una criminalidad que se satisface en los telediarios. ¿Por qué no lanzarse a las Kardashian como otros se tiraban desde del Empire State en los momentos del "crack"?
Las palabra de autoconsuelo de Esperanza Aguirre —Fast & Furious 8— advirtiéndonos de que cada uno es como es me imagino que nos dejaron con una ceja levantada, como Ancelotti, o las dos, como Luis Enrique, es decir, escépticos ante pregunta tonta del que ya no sabe qué preguntar en el tercer o cuarto clásico de la temporada. Sí, porque lo de ayer fue un "clásico" con todas las de la Ley. Yo ya no bajo las cejas; se me han quedado así por agarrotamiento crónico del reflejo que las eleva.


Tampoco se me bajaron las cejas con las buenas intenciones del Ministro de Justicia señalando que "el Estado de Derecho funciona". Me gustaría que funcionara un poco antes, no es por nada. Es como si la Sanidad presumiera de que las incineraciones funcionan, después de que haya fallado todo y no haya quedado más remedio que reducir a cenizas al paciente.


Pues sí, señor Ministro, las incineradoras funcionan. Pero tenemos España como Pompeya, cubierta de cenizas de tanto incinerar. Y uno se siente como esa pareja de abrazaditos aterrados, pillados por la explosión volcánica. Solo que aquí se nos acabaron las sorpresas y cuando les preguntan por la "última" te dicen que no, que esa es la penúltima y te cuentan una nueva. Te despistas un rato, un par de horas de clase hablando de cosas raras como lo que supone el "reduccionismo" y cuando sales contento del aula, superviviente al desánimo, ¡zas! te enteras que en esa dos horas han detenido a alcaldes, empresarios ex consejeros y hasta presidentes de diputación, más los emprendedores de turno, esos de los que cada país debe alegrarse porque son los que crean empleo. 
A veces tienes la tentación de no salir del aula, de quedarte allí, como esos japoneses que aparecían treinta años después defendiendo aquella isla en la que quedaron olvidados; te gustaría quedarte allí, dejarte crecer la barba, camuflarte hasta que se te pudra la ropa y queden solo algunos harapos (esta parte no es necesaria) y salgas con una espada gritando "¡banzái!" cuando lleguen los periodistas con la cámara a preguntarte si te has enterado de la última.


¿La última? Te imaginas una larguísima fila de delincuentes y llegas a la cola y preguntas "¿Es usted la último?", como se hacía antes, para que te respondan "—no, es un señor que ha ido un momento a sacar dinero del cajero con su tarjeta black". Sí, solo nos queda que salga el director de la Real Academia de la Lengua a decirnos que el "estado de derecho funciona". Es raro que nadie haya ido a preguntar la Academia si se puede decir "tarjeta black" o si es incorrecto, en cuyo caso todos nos rasgaríamos las vestiduras y la fiscalía anticorrupción del idioma tendría que intervenir. ¡Da un toque tan sofisticado lo del black que sería una lástima! Pero todo por la norma.
Se ha estafado mucho en cursos de formación, pero ¿y lo que estamos aprendiendo todos? Hemos tenido que aprender a toda prisa el funcionamiento del sistema financiero, descubriendo que las "preferentes" eran algo más que las entradas para los toros; otros se han hecho expertos en hipotecas y desahucios. En técnicas de blanqueo podemos asesorar a todo tipo de mafias con lo que aprendemos en cada redada. Y así una detrás de otra demostrando que, ¡eureka!, el Estado de Derecho funciona en esta faceta educativa.


Tiene razón esa señora indignada de Valdemoro que, con su equipo completo de protestadora, exhibe una pancarta desde la primera línea fotográfica de El País: "Fuera #corruptos y #mafiosos de nuestra vida". La señora lleva la camiseta de la "marea verde", la de las protestas educativas, con una pegatina encima del "stop desahucios" y ahora la pancarta. Seguro que, como a mí, le ha pillado por sorpresa el escándalo y no le ha dado tiempo a ir a casa a cambiarse. Si vas a una manifestación, mejor lleva cartulina y un rotulador grueso por si sale algo mientras vas de camino. Hay que estar preparado, no bajar la guardia.
Puede que mientras escribo esto ya haya otra y que la última ya no sea la última, sino una más. Así estamos. Es una lástima que no hagan las cápsulas del tiempo más grandes. 









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