Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Se
pregunta Jennifer Lawrence en qué mundo vivimos. Hace bien en preguntarlo. Si
todos hiciéramos lo mismo, puede que llegara un momento en el que hubiera que
dejar de preguntárselo. Le tengo una inmensa admiración como actriz y esperanza
por los momentos de felicidad que nos puede dejar a todos en el futuro ante una
pantalla. Es una actriz que aúna temperamento e inteligencia, técnica y pasión.
Es algo que percibes cuando la ves en la pantalla, su trabajo apasionado en la
interpretación, la construcción minuciosa de papeles distintos. Alguien que
puede componer dos papeles tan diferentess como los que ha interpretado en
"El lado bueno de las cosas" (Silver
Lining Playbook 2012) o "La gran estafa americana" (American Hustle 2013), hacer de Misty en
X-Men o de campeona en "Los juegos del hambre", tiene mucho mérito y
merece todo el respeto, como han hecho sus compañeros de la Academia premiándola con un
Oscar y varias nominaciones con solo 24 años.
Ver a Lawrence
en papeles interesantes es una delicia y ese esfuerzo profesional se agradece.
No hablo del "fan", sino de las personas que, tras la ilusión del
personaje, recuerdan que detrás hay una persona que ha trabajado duro para que
nos olvidemos de que existía el actor. Esa es la paradoja del actor que su
trabajo consiste en anularse él para dar vida a otros. Lawrence lo consigue y
tiene un camino por delante en el que puede dejar interpretaciones memorables.
El robo
de unas fotos íntimas de su "nube" la ha puesto en una situación
humillante a la que se ha enfrentado directamente. Me imagino que a la ira del
robo de las fotos y su lanzamiento por las redes le seguirá otra más fuerte al
escuchar los comentarios de algunos. Están los del "que no se las hubiera
hecho" y los del "los actores vive de eso", dos teorías que se
escuchan con frecuencia cuando suceden cosas de este tipo. Ambas son teorías insultantes, fatalistas y exculpatorias de los que se dedica a este tipo de actividades. Son
el complemento perfecto de los ladrones de intimidad. Los primeros desprecian a
la persona; los segundos a la profesión. Van dejando sus sentencias filosóficas
con satisfacción al ver que sus leyes se cumplen. Es una versión de otros
argumentos que también se escuchan con frecuencia: la violaron por cómo iba vestida o porque fue por donde no debía. Responsabiliza a la víctima y
convierte el crimen en algo necesario derivado de quien lo padece.
Lawrence,
que ha demostrado inteligencia sobrada, pone el acento en el punto clave:
"No es un escándalo; es un crimen sexual". Tiene razón. Y va más
allá: los que ven esas fotos robadas participan de una violación colectiva. Son
responsables también. Una foto robada es un crimen que se repite una y otra vez, se le niega el derecho a esa persona a decidir sobre su imagen.
El País anticipa la entrevista en Vanity Fair con la que ha roto el
silencio sobre esta cuestión:
“Esto no es un escándalo. Es un crimen
sexual. Es una violación. Es asqueroso. Porque sea una figura pública, porque
sea actriz, no quiere decir que vaya buscando esto. No es parte de la
profesión. Es mi cuerpo y debe de ser mi elección”, afirma con claridad. En
esta misma entrevista, que saldrá publicada en el número de noviembre, la
ganadora del Oscar por El lado bueno de las cosas hace un llamamiento a un
cambio en la legislación que penalice estos crímenes. “Tienen que cambiar las
leyes y tenemos que cambiar. De ahí que las páginas web también sean
responsables”, subraya. Nadie se libra. Como añade la actriz, cualquiera que
mire esas imágenes está perpetuando la ofensa sexual. “Se cubre de vergüenza”,
añade. “No puedo creerme que vivimos en un mundo así”.*
El
hecho de que el diario haya colocado esta noticia en la sección
"Estilo" ya es bastante reveladora de nuestra incapacidad para
valorar los acontecimientos de este tipo. ¿"Estilo", de quién? Contradicen así su propio titular
en el que Lawrence afirma que no es un "escándalo" frívolo sino un
"crimen sexual". Pero vivimos en un mundo así de incongruente. No
deberíamos, pero lo hacemos.
Los
mismos que se rasgan las vestiduras por el espionaje masivo, las escuchas de
teléfonos, etc., deberían entender que todas son fruto del aplastamiento de la
intimidad que es, a su vez, resultado de pisotear la individualidad y sus
derechos. El gran éxito de este mundo absurdo es hacernos creer en el
individualismo cuando lo que se ha dado es el proceso contrario. Al igual que
se dice que el éxito del diablo es
hacernos creer que no existe, el éxito de los déspotas es hacernos creer
que somos libres. "Los juegos del hambre" no son tan exagerados como
parecen; se le da a la gente lo que quiere. Es barbarie de luxe.
Me ha
impresionado la sinceridad de Lawrence. Ha explicado —no tenía por qué— el
origen de las fotos y sobre todo ha explicado que hubiera dado el dinero de
cualquier película porque esas fotos no salieran, solo por evitarse tener que
hacer la llamada a su padre para explicarle el asunto.
Nos
dicen en el diario:
La actriz reconoce que temió por su carrera
pero lo más duro de este crimen, agrega Lawrence, fue hablar con su padre.
“Cuando tuve que hacer esa llamada a mi padre para explicarle lo que había
sucedido… No importa cuánto dinero gane por Los
juegos del hambre. Te puedo prometer que si te dan la opción entre una
cantidad de dinero así o hacer esa llamada para decirle a tu padre que algo así
te ha pasado, no vale la pena”, agrega la intérprete. Según la revista Forbes,
la fortuna de Lawrence está en los 34 millones de dólares (26,8 millones de
euros) lo que la sitúa este año como la número 12 entre las estrellas mejor
pagadas de la industria.
Aunque el FBI continúa investigando cómo
llegaron estas y otras muchas fotos de otras estrellas a la red, obtenidas al
parecer de sus iCloud privados, Lawrence asegura que no espera mucho, que ha
conseguido hacer las paces con este incidente y continuar con su vida. Incluso
se permite bromear sobre esa incómoda llamada a su padre cuando añade en la
misma entrevista que “afortunadamente” Gary Lawrence estaba jugando al golf
“así que estaba de buen humor”.*
La
naturaleza humana es penosa en muchas ocasiones. Hay cierto gusto por humillar
a las personas que triunfan y más si son jóvenes. Lawrence no le debe nada a
nadie y se ha merecido el puesto que tiene ahora mismo. Tiene un largo camino
interior para intentar comprender ese deseo de hacer el mal por el mal que lo
sucedido con estas fotografías le han supuesto. Dice que ha dejado de llorar por la rabia, que sigue adelante. Y así debe ser por su bien y el de todos los que disfrutamos de sus interpretaciones.
La
única "compensación", si se puede decir así, que tiene un actor por esto es la experiencia de un grado
superior de indignación y rabia que no había alcanzado hasta el momento. Tendrá
un recuerdo que evocar en las situaciones extremas de próximas películas y podremos ver la ira y el dolor en sus ojos. Pero, aún así, no compensa.
*
"Lawrence: “No es un escándalo, es un crimen sexual”" El País
7/10/2014 http://elpais.com/elpais/2014/10/07/estilo/1412701030_253903.html
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