Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
reacción contra violencia contra las mujeres es uno de los indicadores de la
salud mental y jurídica de un país. Lo jurídico proviene de la costumbre y la
costumbre se instaura en los patriarcados. Solo la reacción conjunta de la ley
y de las mentalidades nuevas pueden cambiar las costumbres que crean el dolor y
la injusticia sobre unas mujeres a las que se les va reconociendo duramente el
derecho a su ser individual, a tener una voluntad propia, un cuerpo propio y
unos sueños propios.
Ayer
estaba en la prensa de todo el mundo el ahorcamiento de la iraní Reihané Yabarí,
acusada del asesinato de un hombre que, según su declaración, había intentado
violarla. El Mundo lo cuenta así:
El suceso tuvo lugar en 2006 y Yabarí, que
tenía entonces 19 años, fue condenada a muerte tres años más tarde en un
proceso que, según varias organizaciones internacionales, no tuvo las garantías
necesarias e incluyó confesiones extraídas bajo tortura.
"Esto no es justicia, si alguien actúa
en defensa propia ninguna sociedad lo considera un crimen, nuestra ley también
lo contempla, pero los jueces se negaron a ver que mi hija se estaba
defendiendo", dijo a Efe Pakravan entre lágrimas.
Sin salida
El padre, Fereidún Yabarí, recomendó a las
jóvenes iraníes que "para no acabar en la horca, dejen que las
violen".
"En Irán, las jóvenes tendrán que elegir
entre dar su juventud (perder la vida) o su honor sexual", señaló con rabia
contenida, antes de preguntarse: "Si esto le sucede algún día a una mujer
casada, ¿qué ocurriría?".
"Si la mujer acepta la violación, la
tendrán que lapidar y si se resiste, la ahorcarán por el guesas (ley islámica de "retribución" que exige el pago de
sangre con sangre)", dice indignado.*
En su
dolor, las palabras del padre no exageran las dimensiones del problema y lo que
tiene de mensaje perverso para el futuro, especialmente para el de las mujeres.
La ejecución —se ha resaltado en todos los medios— no se ha podido impedir por
el expreso deseo de la familia del médico muerto por la joven y del que ella se
defendió. El País recoge la información de EFE: «Jalal,
el hijo mayor de Sarbandi se negó reiteradamente e insistió en la aplicación de
la ley del Talión. Tal como permite la Sharia, él mismo abrió la trampilla que
activó el cadalso»**. Le debió proporcionar un gran placer hacerlo. Era el signo
que mandaba a una sociedad como garantía de que la versión de la familia, la
que ha servido para la condena de la muchacha, es aceptada. El perdón a la
joven significaría la sombra de una duda en una ley social implacable. Es nombre
contra nombre, familia contra familia: la de víctima y la de los acusadores.
La
Oficina de Derechos Humanos de la ONU asegura que, según “fuentes fiables”,
Sarbandi contrató a Jabbari para rediseñar su oficina, pero en lugar de
dirigirse allí, la llevó a una casa donde la asaltó física y sexualmente. De
acuerdo con esa reconstrucción de los hechos, “al parecer Jabbari apuñaló a
Sarbandi en el hombro en defensa propia, huyó y llamó a una ambulancia
preocupada por el estado de su presunto agresor”.
Desde
entonces, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y otros grupos se han
movilizado para intentar evitar la muerte de Jabbari. Cerca de 250.000 personas
firmaron una petición online y los activistas se movilizaron en defensa de su
causa a través de Facebook y Twitter. Dentro de Irán, donde la madre
de la joven, Shole Pakravan, es una actriz conocida, artistas y destacados
miembros de la sociedad civil lanzaron llamamientos a la clemencia.**
Lo que ocurrió allí, en aquella casa estaba claro
para un tribunal que parte del principio de que la mujer tenía que explicar
porqué llevaba un cuchillo en su bolso. Es algo que muchas mujeres podrían
explicarles, pero que probablemente no estén interesados en escuchar. También
se le pedía que apuñalara de frente y no por detrás, algo que es más complicado
para quien debe aprovechar un descuido para intentar huir de su agresor. Pero,
una vez más, para ellos no existe duda razonable porque no hay duda: la mujer
es culpable si no consigue demostrar claramente lo que ocurrió, algo difícil en
la soledad de los intentos de violación, que tienden a ser discretos. Pero da
igual. Como bien señala el padre de la mujer ejecutada, el mensaje es que se
dejen violar y que no digan nada en casa, no sea que la familia se sienta
deshonrada y sean ellos quienes la maten en aplicación del honor que ley y
costumbre les permite.
Pero la ejecución en Irán no debe tapar otro caso en Afganistán. The New York Times nos contaba la resolución del
juicio contra un mulá, un clérigo, acusado de violar a una niña de diez años en
la mezquita. Así resume el diario el caso:
A mullah
who raped a 10-year-old girl in his mosque was sentenced to 20 years in prison
after a dramatic trial here in Kabul on Saturday during which his accuser,
weeping and shaking, summoned the courage to confront him.
Women’s
activists attending the packed proceedings hailed the sentence as a victory
because the mullah was successfully prosecuted under a 2009 law meant to fight
violence against women in a country where rape had long been treated as
adultery, implicitly placing partial blame on the victim. The judge in this
case dismissed the mullah’s Shariah law defense.
In
addition, intervention by Women for Afghan Women, a group that had earlier
sheltered the girl, persuaded the victim’s family members to support her. The
group paid her family’s travel expenses from their home in the remote province
of Kunduz, where the crime occurred, so they could attend the trial.
Dr.
Hassina Sarwari, the head of Women for
Afghan Women, showed photos of a girl who reported being raped by a mullah.
Struggling to Keep Afghan Girl Safe After a Mullah Is Accused of Rape JULY 19,
2014
After
the rape occurred last May, family members of the girl had been overheard
plotting to kill her out of shame at what had happened, according to the police
and women’s activists in Kunduz. Such “honor killings” of rape victims are
common in Afghanistan. Until the Elimination of Violence Against Women law was
passed in 2009, rape was not even a crime.***
De no
existir la ley de 2009, la niña de diez hubiera sido, como señala el diario,
considerada como parte del delito de adulterio. Los intentos del mulá violador
porque se le aplicara la Sharia y no las nuevas leyes fueron infructuosos, pero
reveladores de cómo la ley islámica es el refugio de la agresión contra las
mujeres, que es allí donde se encuentran el núcleo de la concepción patriarcal.
Es allí donde se funden ley y costumbre, donde el pasado se actualiza para
seguir actuando impunemente en el presente. Es la misma ley costumbre que
guiaba a los familiares de la niña que pretendían matarla para evitar el
deshonor de que hubiera sido violada por el mulá. Gracias a la ayuda de las
organizaciones de derechos la familia directa pudo asistir al juicio para
enfrentarse al violador infantil.
La
descripción del juicio nos muestra el valor de la joven que se enfrentó su
violador tapada por un velo:
Shackled
with chains around his waist, attached to handcuffs, Mullah Amin was obliged to
kneel on the floor of the crowded judge’s chambers, which were used as the
courtroom, while everyone else sat on chairs. The girl, whose name is being
withheld for her safety outside her village, sat about six feet away and
covered her face entirely with her veil so she would not have to see Mullah
Amin, who did not once look at her.
She wept
uncontrollably as the prosecutor, Mujahid Raidan, read the mullah’s earlier,
detailed confession and the investigative report detailing her horrific
injuries. But when the mullah spoke in his own defense and claimed she had
seduced him, the girl stopped sobbing and pulled aside her veil enough to speak
directly to him. “Hey liar, hey liar,” she said. “God hate you, you are dirt,
you are dirt, you are a vampire.”***
La
rabia de la joven frente a la hipocresía vergonzosa del mulá, acusándola de ser
ella la seductora es un momento que simboliza lo que no pudo ser en el juicio
iraní. Y la diferencia es esa ley aprobada en 2009, un instrumento para evitar
las argucias que la tradición ha ido acumulando para seguir manteniendo las
agresiones contra las mujeres en la más absoluta impunidad. Es la fractura en
la tradición patriarcal impuesta por la ley la que permite un luz de justicia a
las víctimas fuera de un sistema establecido en un momento en el que las
mujeres eran poco más que una propiedad material para intercambio entre
familias y procreación de herederos. Las restricciones impuestas a las mujeres
que dependen de la familia son el reflejo de la violencia que se ejerce contra
las otras. Es en su "vigilancia" en donde reside el honor familiar
dentro de una concepción negativa de la mujer.
La
familia de la niña no se encuentra satisfecha con la sentencia de 20 años
contra el mulá. La propia víctima se lo dijo al juez: «“You shamed me,
liar, you destroyed my life, you brought shame to my father,” she called out.
Addressing the judge, she said, “Please, director, hang him.”»*** Las palabras de ella pidiendo
muerte, que son la forma de dejar clara su inocencia, como la ejecución en Irán
suponían la garantía social frente a las acusaciones de violación de la joven.
La mujer acusada no se ha librado de la ejecución; el hombre, en cambio, sí.
Nos dice The New York Times, recogiendo las declaraciones de los activistas, que ningún caso de violencia contra las mujeres recoge la pena de muerte. El robo a mano armada, en cambio, sí. Es lo que permitió ahorcar a uno acusados de violación múltiple. Si no hubieran ido armados ni se hubieran llevado nada, la sentencia habría sido otra mucho más leve. Hay propiedades más valiosas que otras, según parece.
Nos dice The New York Times, recogiendo las declaraciones de los activistas, que ningún caso de violencia contra las mujeres recoge la pena de muerte. El robo a mano armada, en cambio, sí. Es lo que permitió ahorcar a uno acusados de violación múltiple. Si no hubieran ido armados ni se hubieran llevado nada, la sentencia habría sido otra mucho más leve. Hay propiedades más valiosas que otras, según parece.
La insistencia
del mulá en ser juzgado por las leyes tradicionales tenía su sentido:
Mullah
Amin’s two defense lawyers pleaded on Islamic grounds that he should be given
the Shariah law punishment for a single person accused of adultery, 100 lashes,
and then released. Judge Rasuli responded that such logic would require him to
order the girl to be given 100 lashes as well. “She cannot commit adultery; she
is a child,” he said. “This
is rape.”***
Al menos, no se salió con la suya y nos permite ver que
aunque las nuevas leyes sean imperfectas ante problemas de esta entidad y
extensión, el solo hecho de que un crimen cometido contra una niña —a la que
tuvieron que reconstruir mediante cirugía por las graves heridas causadas— no
sea considerado adulterio es un gran logro. Los cien latigazos no parecen demasiado
como para detener las agresiones contra las mujeres en países en los que se ve su participación en la vida pública, en las escuelas y centros de trabajo
como una destrucción del sistema, del orden patriarcal existente.
La imagen literaria con la que The New York Times cierra la información sobre el juicio en Kabul
es de un gran valor simbólico y nos muestra el funcionamiento real del perverso orden
social:
The victim’s father neither looked at nor spoke
to his daughter during the proceedings, and when they were over, he turned his
back on her and walked out. She followed him at a respectful distance, walking
past the mullah chained up in the hallway, who kept his eyes on the floor.***
Dicen que los activistas defensores de las mujeres le han
pedido a la familia que dejen a la muchacha en Kabul, en uno de sus refugios
infantiles, para que pueda asistir a una escuela. Desde que ocurrió la
violación, la familia no la ha dejado volver a clase para esconder su
vergüenza.
* "La ejecución de Yabarí, un duro golpe a los derechos
de las mujeres en Irán" El Mundo 21/10/2014
http://www.elmundo.es/internacional/2014/10/25/544bbb2eca474101258b4575.html
** "Irán ejecuta a una mujer que mató al hombre que
intentó violarla" El País 25/10/2014
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/10/25/actualidad/1414239914_706609.html
***
"Afghan Mullah Who Raped Girl in His Mosque Receives 20-Year Prison Sentence"
The New York Times 25/10/2014
http://www.nytimes.com/2014/10/26/world/asia/afghan-mullah-who-raped-girl-in-his-mosque-receives-20-year-prison-sentence.html?&_r=0
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