Joaquín Mª Aguirre (UCM)
The New York Times ha publicado un artículo firmado por la neurocientífica
de la Universidad de Seattle, Therese Huston, con el título "Are Women
Better Decision Makers?". El periódico no informa de que Huston está
preparando un libro sobre estas cuestiones que están en el candelero
constantemente. El hecho de que sean los neurocientíficos los que están
aportando sus resultados a cuestiones sobre la toma de decisiones se debe
esencialmente al cambio de marco (de paradigma, podríamos decir) que supone el
estudio del cerebro desde diferentes perspectivas.
Hasta el momento, las Teorías de Juegos y demás teorías
relacionadas con la toma de decisiones no habían tenido en cuenta la variable del
sexo. Eran consideraciones que trataban de encontrar las decisiones más
beneficiosas para los jugadores intervinientes prescindiendo de si eran hombres
o mujeres. Sin embargo, los descubrimientos en el campo de las neurociencias
van aportando diferencias.
RECENTLY, Senator Kirsten Gillibrand of New
York said that if we want to fix the gridlock in Congress, we need more women.
Women are more focused on finding common ground and collaborating, she argued.
But there’s another reason that we’d benefit from more women in positions of
power, and it’s not about playing nicely.
Neuroscientists have uncovered evidence
suggesting that, when the pressure is on, women bring unique strengths to
decision making.*
Mientras que por un lado la toma de decisiones se mecaniza introduciendo distintos
sistemas de evaluación y comprobación, por otro lado se ve haciendo más orgánica al introducir las diferencias
derivadas del sexo. Sometidos a estrés, nos dice la investigadora, hombres y
mujeres toman sus decisiones valorando de distinta forma los riesgos que se
asumen en cada momento.
No hace falta insistir demasiado en la elevación del nivel
de estrés que los años de crisis que llevamos vividos y seguimos viviendo. Parece,
de hecho, que el estrés se ha vuelto crónico en nuestras sociedades. Pero en
este caso no se trata de preocuparse por la salud pública sino por el campo de
las decisiones, un terreno muy productivo para los investigadores dado la
avidez de "variables" significativas para el análisis de los riesgos
que se asumen.
Vivir en la Era del Riesgo es vivir en la era de la toma de
decisiones, por lo que la forma en que estas se tomen y quiénes lo hagan pasa a
ser de gran importancia. La variable del sexo puede ser importante y abrir
finalmente el paso a más mujeres hacia los consejos de administración, hasta el
momento formados mayoritariamente por hombres. Y eso tiene su consecuencia.
Señala la autora del artículo:
Across a variety of gambles, the findings were
the same: Men took more risks when they were stressed. They became more focused
on big wins, even when they were costly and less likely.
Levels of the stress hormone cortisol appear to
be a major factor, according to Ruud van den Bos, a neurobiologist at Radboud
University in the Netherlands. He and his colleagues have found that the
tendency to take more risks when under pressure is stronger in men who
experience a larger spike in cortisol. But in women he found that a slight
increase in cortisol seemed actually to improve decision-making performance.*
El estudio del cerebro hace que cada vez veamos que lo que
llamamos nuestra mente está condicionado altamente por la organicidad del
cerebro. El hecho de que se puedan relacionar nuestras decisiones con nuestros
niveles hormonales es una redirección de nuestra forma de pensarnos
culturalmente.
Nuestras teorías sobre el "yo", la inteligencia o
la mente están fuertemente marcadas por nuestra cultura. El neurocientífico
Steven Pinker lo vio perfectamente en su obra "La tabla rasa, el buen
salvaje y el fantasma en la máquina" (2005), resumen de las ideas expuestas
en "La tabla rasa. La negación moderna de la naturaleza humana" (2003),
señalando los impedimentos culturales que nos hacen distorsionar los nuevos
conocimientos que la Ciencia nos trae. En este caso, sería la idea del "fantasma
en la máquina", es decir, la desconexión de lo orgánico en los procesos
mentales. Nuestra mente, en cambio, es un proceso emergente que surge desde
nuestra materialidad orgánica. Nuestro pensamiento, nos dicen una y otra vez, surge
del cuerpo y está condicionado por él. La distinción entre razón, emociones,
etc., es ficticia. Lo que la genética nos dice de nuestro destino, las
neurociencias nos lo dicen de nuestras decisiones: somos seres orgánicos, no ángeles
okupas.
La corriente contemporánea que trata de canalizar este hecho
parte del principio de que nuestra idea de racionalidad y de toma de decisiones
están determinados por factores biológicos. Y el sexo es una de las variables
obvias en este caso.
El hecho de que en situaciones de estrés hombres y mujeres
tomen decisiones valorando de forma distinta los niveles de riesgo es solo un
aspecto. Eso debería ampliar el papel de las mujeres en los lugares de las
tomas de decisión, especialmente en los momentos en los que se parece vivir en
crisis constante. Therese Huston señala:
If we want our organizations to make the best
decisions, we need to notice who is deciding and how tightly they’re gritting
their teeth.
Unfortunately, what often happens is that women
are asked to lead only during periods of intense stress. It’s called the glass cliff, a phenomenon first observed
by the University of Exeter professors Michelle K. Ryan and Alex Haslam, who is
now at the University of Queensland, in which highly qualified women are asked
to lead organizations only in times of crisis. Think of Mary T. Barra at
General Motors and Marissa Mayer at Yahoo, who were both brought in only after
things had begun to fall apart. If more women were key decision makers, perhaps
organizations could respond effectively to small stresses, rather than letting
them escalate into huge ones.
We can’t make the big jobs in government or
business any less stressful. But we can ensure that when the pressure rises,
there’s a better balance between taking big risks and making real progress.*
La idea del "acantilado de cristal" por analogía
al fenómeno del "techo de cristal", parece dar a entender, como
señala Huston, que solo en momentos críticos se llamaría a mujeres para hacerse
cargo de las situaciones, por una diferente capacidad de evaluación de los riesgos
que se asumen. Si los hombres tienden a asumir excesivos riesgos en situaciones
de estrés y las mujeres tienden a hacer lo contrario, las empresas sabrán qué
tipo de dirigentes necesitan en cada momento. Por los ejemplos señalados, parece
que se llama a las mujeres a la dirección cuando la situación es crítica.
Sin embargo, no se puede obviar que este tipo de estudios y sus
resultados se pueden interpretar de diferentes formas. En el fondo no están
guiados por un deseo de reconocer el papel social de las mujeres, sino por la
idea de mejorar la eficiencia de las empresas, es decir, por cómo aumentar
beneficios al margen de cualquier otra consideración ética o de comportamiento. Se habla de tomar decisiones mejores no de que estas sean más honestas. Sobre eso las hormonas no dicen nada, aunque algo tendrán que ver, a menos que estén en niveles parecidos.
En su columna de la prensa gallega, Carla Reyes Uschinsky, presidenta de Executives de Galicia, plantea la cuestión desde la perspectiva del escándalo de las "tarjetas opacas" de CajaMadrid y el papel de las directivas:
Ironías de la vida. En esta
columna en la que semana si y semana también denunciamos la falta de presencia
femenina en los puestos directivos fíjense ustedes cómo, ahora que vienen mal
dadas, esa ausencia nos favorece.
¿Podríamos sacar como conclusión
que las mujeres son más honestas? En absoluto. Sólo estamos ante un simple caso de proporcionalidad.
Esas cinco consejeras usaron esas
tarjetas de la misma manera que ellos,
de forma éticamente reprobable. Aún está por ver si ese uso puede convertirse
en delito fiscal o incluso penal.**
De todas formas, por el tipo de gastos que hicieron todos, no da la impresión de que estuvieran muy estresados.
La abundancia de este tipo de estudios —neuroeconomía,
neuromárketing, etc.— es más de tipo pragmático que de cualquier otra dimensión
que implique progreso social. Lo que se
busca es afinar la selección en el entorno de las direcciones empresariales. Se
habla de los que deciden, pero no de aquello que deciden hacer; se habla de los que mandan, pero no de los que obedecen, que suelen ser más.
En el fondo, tratamos de saber más para explotarnos mejor.
* "Are
Women Better Decision Makers?" The
New York Times 17/10/2014
http://www.nytimes.com/2014/10/19/opinion/sunday/are-women-better-decision-makers.html?hp&action=click&pgtype=Homepage&module=c-column-top-span-region®ion=c-column-top-span-region&WT.nav=c-column-top-span-region
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