Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
editora del Daily News-Egypt, Rana
Allam, contaba ayer en su periódico, con el título "We will not be
silenced", la historia de cómo había sido consciente por primera vez de
los problemas de la libertad de expresión. Cuenta Allam que cuando tenía trece
años hizo un viaje en coche con sus primos por la carretera que va de El Cairo
a Damasco. Para el viaje había cogido un libro que pronto le pareció absolutamente
tedioso, insufrible. Se trataba de una obra sobre el Rey Faruk y el palacio
real. A sus trece años, Rana no podía leer más de dos páginas seguidas de aquel
texto tan aburrido, por lo que el libro quedó en el suelo del coche.
Cuando
llegaron a la frontera siria, se dispusieron a echar las horas necesarias
esperando para pasar al otro lado. Cuando les tocó finalmente pasar el control,
el guardia que miraba los documentos e inspeccionaba el vehículo reparó en el
libro del suelo. Lo tomó y revisó. —¿De quién es este libro?—preguntó. Cuenta
Rana Allam que sus tíos se echaron a temblar ante lo que podía ocurrir. El guardia cogió el libro y lo
entregó a sus jefes que llevaron a la niña "to a room that looked like the
interrogation rooms you see in movies, with the single light bulb hanging just
above my head, the far small desk where the officer sat and asked questions."*
Aquella, dice Allam, le pareció una habitación siniestra. Allí estuvo un
buen rato respondiendo preguntas sobre el libro, por qué lo leía, de dónde lo
había sacado, y porqué estaban en Siria, dónde iban, etc. Finalmente, después
de rebuscar en todo el coche y los pesados interrogatorios, los dejaron partir
hacia Damasco.
Explica Rana Allam que no entendió nada de lo que había
ocurrido con el libro:
The first thing I did was read the book, all of
it, despite how boring it was, just to find out what was so “bad” about it. I
found nothing, it only spoke of royalty and for the life of me I could not
understand what the officer was thinking.*
Por más vueltas que le dio al libro, que leyó de cabo a
rabo, no consiguió entender porqué se había montado tanto revuelo con algo tan
aburrido. Una vez en Damasco, Rana se extrañaba de que cuando iban a contar
algún chiste que afectara a "Mubarak, Gadafi y Assad", se metían
dentro de la casa y procuraban hacerlo en voz baja, por si acaso, le
explicaron, alguien estaba escuchando y los denunciaba. Eran chistes con
sordina, muy bajito para no ser escuchados y que el poder se sintiera molesto. Explica
la periodista el sentido de traer ahora estos recuerdos:
I was reminded of these stories when I read
about Ayman Al-Brince, who was talking to a group of friends at a cafe and
criticising some political moves made by our president. Al-Brince is now facing charges of “insulting
the president.”*
El Rey Faruk |
En efecto, cuando repasamos la prensa egipcia, cada vez nos
encontramos con más denuncias y protestas de unos y otros. Unos son denunciados
por "insultar" al presidente y otros por faltar a las Fuerzas
Armadas. No hablemos ya de los que son acusados de insultos al Profeta, al
Corán o a la religión en sí. Si te metes, por ejemplo. con las
"barbas", también corres riesgos porque entienden que los que llevan
barbas las llevan por motivos piadosos y, por tanto, estás siendo irrespetuoso
o beligerante con la religión si las criticas. La barba, según parece, no es
algo que te sale en la cara, sino algo que algunos les sale del alma, barbas
históricas, inmortales e intocables. De esta forma no puedes criticar a nadie y
todos buscarán la excusa que mejor les cuadre para hacerte callar o
intimidarte.
Sorprende, por ejemplo, que el artículo de Rana Allam en su
periódico —Daily News Egypt— se
titule " We
will not be silenced", mientras que el mismo artículo, reproducido al día
siguiente en Al Arabiya News, se
titule " We will not silenced by the Brotherhood and
our president", mucho más personalizado y acusatorio señalando claramente quiénes son los que
quieren silenciar. Creo es un ejemplo lo suficientemente claro de lo que
ocurre, de las limitaciones que se van acumulando en cuanto a la libertad de
expresión. El temor crece y por eso el titular busca desterrar el miedo.
Suele
ser característico de las mentalidades —vamos a utilizar un eufemismo— "poco
liberales" compensar con silencio su ineficacia. El gobierno
islamista ha hecho entre poco y nada
desde que llegó al poder. Los egipcios siguen con la sensación de que entre que
el palacio presidencial esté vacío u ocupado apenas hay diferencia para ellos.
Es esa
inoperancia y, sobre todo, esa falta de agenda política verdaderamente posible y
no un intento de pintar de un solo color el país entero, lo que muchos egipcios
están empezando a notar con claridad.
Los
periodistas son sancionados por "mentir", como el caso del editor en
jefe de Al-Gomhuria, Gamal Abdel Rahim, que publicó una información
sobre el Mariscal Tantawi que fue posteriormente desmentida, lo que dio lugar a
una rectificación en el periódico, como suele ser habitual en estos casos. Se
tomaron la publicación como un insulto a las autoridades y, por contra a lo
habitual, en vez de intervenir el Sindicato de Periodistas —que es el
habitualmente encargado de investigar estas cuestiones de las rectificaciones—
intervino directamente el Consejo de la Shura, controlado por los islamistas.
“This is the first time in the history of our country that the head of a
newspaper was removed by the Shura Council," [Ahmed] Badawi [Al-Gomhuria
Vice President] said. “We absolutely reject any and all outside interference in
a newspaper's internal issues."
Omran said that the paper had followed all the guidelines regarding
their article, which included printing an apology and retracting their story.
“In the 30 years that [former president] Hosni Mubarak was in power, not once
did he violate press freedom to the extent that President Mohamed Morsy
has," Omran said, calling for the reinstatement of Abdel Rahim.
Journalists from other publications also joined the protest. Eissa Gad
Al-Karim, a journalist for Rosa El-Yousef
newspaper, said while he does not consider himself an Abdel Rahim supporter he
was against his dismissal based on the freedom of the press. “This is the start
of a chain of strikes," Gad Al-Karim declared. “The Muslim Brotherhood has
taken control of the Shura Council and rejects our role as the fourth authority
[government branch] responsible for monitoring the other three
authorities."
Many journalists expressed fear of persecution by the government. “What
happens to the journalists when not even the biggest names are safe from
persecution?" Mohamad Kamel Hassan, a television presenter for the Amni
Masr show, asked. “It is strange to see the very people defending others being
punished."***
Ahora los tribunales han obligado a reponer en su cargo al
editor sancionado por el Consejo de la Shura, una de las noticias más
celebradas por la prensa, que ve recortado el control islamista sobre ella.
Son muchos y constantes los casos. Lo cierto es que con los
islamistas en el poder, la mayoría coincide en que están aumentando las
denuncias de vulnerar la libertad de expresión. La peculiar mezcla terrenal y celestial que reviste el
pensamiento islamista no acepta —en su visión preclara del mundo— la
divergencia, algo absolutamente necesario si quieren que el sistema tenga algún
tinte democrático más allá de una urnas caciqueadas permanentemente por el
poder de turno.
La prensa egipcia debe jugar un papel esencial en el
desarrollo de la democracia. Sin ella es imposible denunciar las presiones y
corrupciones existentes, los resquicios oscuros del viejo régimen y del nuevo,
que ya los tiene también. El intentar silenciar a los periodistas no es más que
un intento de escapar a las críticas que la falta de eficacia trae. Las teorías
conspiratoria de la prensa se resuelven con algo de eficacia política, algo de
lo que hasta ahora el gobierno no ha dado muestras. Meter el Consejo de la
Shura, controlado por la Hermandad Musulmana, a intervenir en las cuestiones de
información es un grave error político ya que no abre perspectivas de una
prensa independiente, sino de una prensa atemorizada por las amenazas
constantes.
Nada bueno para nadie. Egipto tiene que salir de un mundo de
mentiras oficiales y entrar en la confrontación con su propia realidad, con sus
problemas reales. Para ocultar y volver invisible la realidad ya tenían a
Mubarak.
No es fácil de entender que la revolución haya abierto los
caminos a nuevas formas de silencio. La prensa sufrió bajo Mubarak, bajo los militares y ahora bajo la Hermandad Musulmana de Morsi. No se puede tener una prensa con sordina,
obligada a reducir su volumen hasta que las palabras que surjan sean del agrado
del poder. Y esa parece ser la tónica del poder egipcio, independientemente de
quien lo ostente. La prensa dice lo que no gusta escuchar porque lo que se ve no gusta a nadie.
El recuerdo de lo que Rana Allam aprendió en su particular camino de Damasco vuelve a ser recordado. Pero esta vez muchos no se resignan al silencio.
* Rana
Allam "We will not be silenced" Daily News Egypt 5/11/2012
http://dailynewsegypt.com/2012/11/05/we-will-not-be-silenced/
** Rana
Allam "We will not silenced by the Brotherhood and our president" Al
Arabiya News 6/11/2012
http://english.alarabiya.net/views/2012/11/06/247882.html
***
"Journalists protest government meddling" Masres - Daily Egypt News
21/10/2012 http://www.masress.com/en/dailynews/170134
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