miércoles, 7 de noviembre de 2012

El regreso del silencio

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La editora del Daily News-Egypt, Rana Allam, contaba ayer en su periódico, con el título "We will not be silenced", la historia de cómo había sido consciente por primera vez de los problemas de la libertad de expresión. Cuenta Allam que cuando tenía trece años hizo un viaje en coche con sus primos por la carretera que va de El Cairo a Damasco. Para el viaje había cogido un libro que pronto le pareció absolutamente tedioso, insufrible. Se trataba de una obra sobre el Rey Faruk y el palacio real. A sus trece años, Rana no podía leer más de dos páginas seguidas de aquel texto tan aburrido, por lo que el libro quedó en el suelo del coche.
Cuando llegaron a la frontera siria, se dispusieron a echar las horas necesarias esperando para pasar al otro lado. Cuando les tocó finalmente pasar el control, el guardia que miraba los documentos e inspeccionaba el vehículo reparó en el libro del suelo. Lo tomó y revisó. —¿De quién es este libro?—preguntó. Cuenta Rana Allam que sus tíos se echaron a temblar ante lo que podía ocurrir. El guardia cogió el libro y lo entregó a sus jefes que llevaron a la niña "to a room that looked like the interrogation rooms you see in movies, with the single light bulb hanging just above my head, the far small desk where the officer sat and asked questions."* Aquella, dice Allam, le pareció una habitación siniestra. Allí estuvo un buen rato respondiendo preguntas sobre el libro, por qué lo leía, de dónde lo había sacado, y porqué estaban en Siria, dónde iban, etc. Finalmente, después de rebuscar en todo el coche y los pesados interrogatorios, los dejaron partir hacia Damasco.

Explica Rana Allam que no entendió nada de lo que había ocurrido con el libro:

The first thing I did was read the book, all of it, despite how boring it was, just to find out what was so “bad” about it. I found nothing, it only spoke of royalty and for the life of me I could not understand what the officer was thinking.*

Por más vueltas que le dio al libro, que leyó de cabo a rabo, no consiguió entender porqué se había montado tanto revuelo con algo tan aburrido. Una vez en Damasco, Rana se extrañaba de que cuando iban a contar algún chiste que afectara a "Mubarak, Gadafi y Assad", se metían dentro de la casa y procuraban hacerlo en voz baja, por si acaso, le explicaron, alguien estaba escuchando y los denunciaba. Eran chistes con sordina, muy bajito para no ser escuchados y que el poder se sintiera molesto. Explica la periodista el sentido de traer ahora estos recuerdos:

I was reminded of these stories when I read about Ayman Al-Brince, who was talking to a group of friends at a cafe and criticising some political moves made by our president.  Al-Brince is now facing charges of “insulting the president.”*

El Rey Faruk
En efecto, cuando repasamos la prensa egipcia, cada vez nos encontramos con más denuncias y protestas de unos y otros. Unos son denunciados por "insultar" al presidente y otros por faltar a las Fuerzas Armadas. No hablemos ya de los que son acusados de insultos al Profeta, al Corán o a la religión en sí. Si te metes, por ejemplo. con las "barbas", también corres riesgos porque entienden que los que llevan barbas las llevan por motivos piadosos y, por tanto, estás siendo irrespetuoso o beligerante con la religión si las criticas. La barba, según parece, no es algo que te sale en la cara, sino algo que algunos les sale del alma, barbas históricas, inmortales e intocables. De esta forma no puedes criticar a nadie y todos buscarán la excusa que mejor les cuadre para hacerte callar o intimidarte.
Sorprende, por ejemplo, que el artículo de Rana Allam en su periódico —Daily News Egypt— se titule " We will not be silenced", mientras que el mismo artículo, reproducido al día siguiente en Al Arabiya News, se titule " We will not silenced by the Brotherhood and our president", mucho más personalizado y acusatorio  señalando claramente quiénes son los que quieren silenciar. Creo es un ejemplo lo suficientemente claro de lo que ocurre, de las limitaciones que se van acumulando en cuanto a la libertad de expresión. El temor crece y por eso el titular busca desterrar el miedo.


Suele ser característico de las mentalidades —vamos a utilizar un eufemismo— "poco liberales" compensar con silencio su ineficacia. El gobierno islamista  ha hecho entre poco y nada desde que llegó al poder. Los egipcios siguen con la sensación de que entre que el palacio presidencial esté vacío u ocupado apenas hay diferencia para ellos.

Es esa inoperancia y, sobre todo, esa falta de agenda política verdaderamente posible y no un intento de pintar de un solo color el país entero, lo que muchos egipcios están empezando a notar con claridad.
Los periodistas son sancionados por "mentir", como el caso del editor en jefe de Al-Gomhuria, Gamal Abdel Rahim, que publicó una información sobre el Mariscal Tantawi que fue posteriormente desmentida, lo que dio lugar a una rectificación en el periódico, como suele ser habitual en estos casos. Se tomaron la publicación como un insulto a las autoridades y, por contra a lo habitual, en vez de intervenir el Sindicato de Periodistas —que es el habitualmente encargado de investigar estas cuestiones de las rectificaciones— intervino directamente el Consejo de la Shura, controlado por los islamistas.

“This is the first time in the history of our country that the head of a newspaper was removed by the Shura Council," [Ahmed] Badawi [Al-Gomhuria Vice President] said. “We absolutely reject any and all outside interference in a newspaper's internal issues."
Omran said that the paper had followed all the guidelines regarding their article, which included printing an apology and retracting their story. “In the 30 years that [former president] Hosni Mubarak was in power, not once did he violate press freedom to the extent that President Mohamed Morsy has," Omran said, calling for the reinstatement of Abdel Rahim.
Journalists from other publications also joined the protest. Eissa Gad Al-Karim, a journalist for Rosa El-Yousef newspaper, said while he does not consider himself an Abdel Rahim supporter he was against his dismissal based on the freedom of the press. “This is the start of a chain of strikes," Gad Al-Karim declared. “The Muslim Brotherhood has taken control of the Shura Council and rejects our role as the fourth authority [government branch] responsible for monitoring the other three authorities."
Many journalists expressed fear of persecution by the government. “What happens to the journalists when not even the biggest names are safe from persecution?" Mohamad Kamel Hassan, a television presenter for the Amni Masr show, asked. “It is strange to see the very people defending others being punished."***

Ahora los tribunales han obligado a reponer en su cargo al editor sancionado por el Consejo de la Shura, una de las noticias más celebradas por la prensa, que ve recortado el control islamista sobre ella.
Son muchos y constantes los casos. Lo cierto es que con los islamistas en el poder, la mayoría coincide en que están aumentando las denuncias de vulnerar la libertad de expresión. La peculiar mezcla  terrenal y celestial que reviste el pensamiento islamista no acepta —en su visión preclara del mundo— la divergencia, algo absolutamente necesario si quieren que el sistema tenga algún tinte democrático más allá de una urnas caciqueadas permanentemente por el poder de turno.


La prensa egipcia debe jugar un papel esencial en el desarrollo de la democracia. Sin ella es imposible denunciar las presiones y corrupciones existentes, los resquicios oscuros del viejo régimen y del nuevo, que ya los tiene también. El intentar silenciar a los periodistas no es más que un intento de escapar a las críticas que la falta de eficacia trae. Las teorías conspiratoria de la prensa se resuelven con algo de eficacia política, algo de lo que hasta ahora el gobierno no ha dado muestras. Meter el Consejo de la Shura, controlado por la Hermandad Musulmana, a intervenir en las cuestiones de información es un grave error político ya que no abre perspectivas de una prensa independiente, sino de una prensa atemorizada por las amenazas constantes.



Nada bueno para nadie. Egipto tiene que salir de un mundo de mentiras oficiales y entrar en la confrontación con su propia realidad, con sus problemas reales. Para ocultar y volver invisible la realidad ya tenían a Mubarak.
No es fácil de entender que la revolución haya abierto los caminos a nuevas formas de silencio. La prensa sufrió bajo Mubarak, bajo los militares y ahora bajo la Hermandad Musulmana de Morsi. No se puede tener una prensa con sordina, obligada a reducir su volumen hasta que las palabras que surjan sean del agrado del poder. Y esa parece ser la tónica del poder egipcio, independientemente de quien lo ostente. La prensa dice lo que no gusta escuchar porque lo que se ve no gusta a nadie.
El recuerdo de lo que Rana Allam aprendió en su particular camino de Damasco vuelve a ser recordado. Pero esta vez muchos no se resignan al silencio.

* Rana Allam "We will not be silenced" Daily News Egypt 5/11/2012 http://dailynewsegypt.com/2012/11/05/we-will-not-be-silenced/
** Rana Allam "We will not silenced by the Brotherhood and our president" Al Arabiya News 6/11/2012 http://english.alarabiya.net/views/2012/11/06/247882.html
*** "Journalists protest government meddling" Masres - Daily Egypt News 21/10/2012 http://www.masress.com/en/dailynews/170134





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