viernes, 9 de noviembre de 2012

¡Diviértete!

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Somos incapaces de crear puestos de trabajo, pero somos punteros en crear diversión. "Diviértete" es el nombre de la empresa responsable de la macrofiesta en la que murieron tres jóvenes en la noche de Halloween y otra pocas horas después. ¡Diviértete! Toda una declaración de principios. Macrofiestas y minijobs; pagas mucho por divertirte y no cobras casi nada por trabajar. Las grandes colas en España son las del paro y las de la entrada en las macrofiestas. En ambas están los mismos mayoritariamente: los jóvenes. Nuestro decálogo nacional (en esto sí hay acuerdo) se resume en un único mandamiento: "¡diviértete!".
La hipótesis de la bengala se diluye en la del exceso de codicia, la falta de celo y el asalto proletario del botellón cercano. Empobrecidos, las diferencias de clases se han traducido en los que se divierten dentro y los que se divierten fuera; entre los que tienen dinero para pagar una entrada y los que se conforman con escuchar la música desde fuera en el botellón alternativo. Ya no se asalta la Bastilla, ni el Palacio de Invierno; se toma al asalto la macrofiesta de pago.
Busquen culpables si quieren; pero culpables lo son todos. Unos por una cosa y otros por otra, con los matices y distinciones legales y de eficacia que quierab, pero moralmente lo somos todos como sociedad por lo que no somos capaces de dar y por lo que ofrecemos a cambio.  Frente al trabajo, diversión. ¡Diviértete!, tiene valor de patriótico imperativo kantiano.


No damos trabajo a los jóvenes; les damos la posibilidad permanente de vivir en esta diversión para mantener el "engranaje del ocio", los negocios del entretenimiento que nos convierten en un gigantesco centro recreativo que vive de festivos, puentes, fiestas patronales, eventos, etc. ¡Diviértete!

Mientras, se suceden las noticias de EREs y despidos, único camino a la recuperación, según nos dicen. ¿La recuperación de quién? Con una población cada día más empobrecida, con menor poder adquisitivo, la competitividad se hace a costa del despido, del recorte de personal que no hace sino reducir la capacidad del conjunto, hacer que bajen los precios, quedando nada más que una opción: mandar al paro a unos y condenar a la explotación con sueldos mínimos a los que quedan. Queda poco para vivir y menos para comprar. Pero debe quedar algo para la diversión.
Cada vez hay más mango y menos sartén.
Los datos nos dicen que se sigue destruyendo empleo estable y que lo que va quedando es una sociedad precaria y endeudada en la que cada vez será más difícil sostener los niveles de seguridad alcanzados porque los que trabajen no podrán aportar suficiente para mantener en funcionamiento el conjunto del sistema. No se trata solo de las pensiones; es el conjunto del sistema.


El fracaso en obtener algún tipo de beneficio sin despedir gente está convirtiendo España en un gigantesco solar en el que se vive de celebración en celebración porque es a esta industria a la que se le ha otorgado el dudoso honor de sacar adelante al país. Y lo ha hecho por retirada de las demás, por destrucción del tejido industrial, poco a poco, sin pausa, ante la ausencia absoluta de algo digno de ser llamado política económica, gobierno tras gobierno.
Nos lo acaban de indicar: España será el país que más tardará en salir de la crisis en la que vive la eurozona. La pregunta es ¿por qué? Eso es lo que hay que preguntar y preguntarse. ¿Cuál es nuestro error, por qué no podemos recuperarnos de una crisis que todavía no hemos acabado de entender porque no nos la acaban de explicar? Hay motivos para no hacerlo, porque no es más que la natural consecuencia de las nefastas políticas seguidas por nuestra clase política con la creencia de que la economía se puede dejar a su aire, que el mercado se autorregula, que hay que intervenir lo menos posible, etc.; la consecuencia es la debilidad de una economía que no logra recuperarse por falta de fuerza productiva.


El FMI nos da un buen consejo: si no invierten no saldrán adelante. Hay que ser necesariamente keynesianos ante un sector empresarial atomizado o volcado en negocios de pelotazos o de temporada o ante una inversión extranjera cuyo compromiso social es nulo y que busca sus propias gangas a la baja. Con recortes solo no salimos de esta; seremos pulcros cadáveres, adecentados para los que vengan al funeral y la subasta ruinosa de lo poco que quede.


Los periódicos nos presentan al mediodía la imagen de una mujer que se ha suicidado en Baracaldo* arrojándose por el balcón de la que había sido su casa. Mientras los funcionarios del juzgado subían por la escalera para ejecutar la orden de desahucio, ella se arrojaba al vacío desde el cuarto piso. Tenía 53 años y llevaba treinta trabajando en la misma empresa. Dejó de pensar que tenía una vida por delante.
Su cadáver yace bajo la ventana, en el jardín que rodea la casa. En una pintada en la pared, junto al cadáver, está escrito "Hell".
¡Diviértete! Si puedes.

* "Se suicida al arrojarse por la ventana en Barakaldo cuando iban a desahuciarla" El Mundo 9/11/2012 http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/09/paisvasco/1352452216.html




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