Nos
cuenta la BBC que la frustración producida por la elección de Barack Obama
entre los republicanos ha hecho que se produzcan solicitudes de secesión por
parte de norteamericanos que no quieren seguir unidos al resto*. Parece que las
primeras y más virulentas fueron en aquellos estados en las que había ganado Mitt
Romney con más claridad, pero que luego el afán secesionista se manifestó por
todos los estados de la Unión.
Explica
la BBC:
Lo que empezó como una aparente reacción de enfado de ciudadanos de
algunos de estados considerados afines al Partido Republicano por la derrota de
su candidato, Mitt Romney, terminó por contagiar a todo el país.
Al punto que, casi dos semanas después, cada uno de los 50 estados de
la Unión tiene su propia petición, planteada directamente al poder ejecutivo
estadounidense.
Están en la página "We the people"
(Nosotros los ciudadanos), una iniciativa lanzada por la propia Casa Blanca el
año pasado con la intención de darle voz a la ciudadanía y recoger sus quejas.*
La
iniciativa del presidente Obama era que se contestara a toda petición que
llevara el aval de 25.000 y solo el Estado de Texas, en el que Romney sacó 15
punto a Obama, nos dice la BBC, ya hay más de 100.000. Las cantidades no son
preocupantes para la unidad de los Estados, pero sí es interesante entender
algunos de los motivos por los que parece ser se mueven.
[...] los argumentos de quienes piden la secesión en otros
estados son, sobre todo, de carácter económico. Muchos ciudadanos consideran
que su estado funcionaría mejor si fuera independiente y no tuviera que
contribuir con sus recursos económicos al presupuesto federal.
Pero, como recuerda Dana Milbank,
columnista de opinión del diario The
Washington Post, muchos de los estados que más firmas han recabado reciben
del gobierno federal más de lo que pagan.
Milbank cita como ejemplo los
casos de Luisiana, Alabama, Carolina del Sur y Misuri, si bien reconoce que en
el caso de Texas, que cuenta con la riqueza del petróleo, aporta más de lo que
recibe.
Una de las consecuencias naturales de la conversión
universal a la Teoría del Mercado es que todo el mundo se pasa el día con la calculadora
en la mano discutiendo de contabilidad, mirando ingresos y gastos con lupa a
ver qué le resulta más rentable. Por aquí sabemos algo de esto porque nuestros "debates"
soberanistas, secesionistas, independentistas o como se quieran llamar pasan todos
por el bolsillo. En el fondo, lo norteamericanos no apelan más que al
pragmatismo del somos un federación de estados que nos unimos para que las
cosas nos vayan mejor. No tienen problemas identitarios, por decirlo así. Están
todos ahí porque primero fueron estados y luego se adhirieron a la Unión, cada
uno con su fecha de incorporación específica, cada uno con su estrellita en la
bandera.
A la hora de hacer cuentas —que no suelen ser sencillas— a
todo el mundo le parece que paga más de lo que debe y está sosteniendo a vagos
y maleantes, parásitos de diferente ralea. A todos nos gusta recibir y a
algunos —muy pocos— dar. Por eso señala la fuente de The Washington Post, Dana Milbank, sorprende que algunos de los
estados con más firmas para la secesión sean de los que reciben más de lo que
dan. Parece que no llevan muy bien la contabilidad.
La BBC señala que no son las de secesión las únicas
peticiones. Hay otras de signo diferente sobre la misma cuestión:
Hay una petición para que
"Estados Unidos permanezca unido". Otras para que "retiren la
ciudadanía de todos aquellos que han pedido la secesión". Y una más que
pide "que aquellos que se separen, paguen todo lo que deben antes de
independizarse".*
Unas y otras no irán más allá del desahogo, al menos por
ahora, puesto que son minoritarias. La voluntad mayoritaria de los
norteamericanos es evidentemente permanecer tal como están, incluso con la rica
diversidad de sus disidentes que a muchos reafirmarán en su deseo de unidad.
Con calculadora o sin ella, la gran mayoría quieren seguir.
No están tan claras las cosas por aquí, donde también la
gente se ha armado de calculadoras arrojadizas. En plena campaña electoral,
escuchando todo tipo de cifras y sentimientos, agravios y olvidos, a veces lo
más interesante es escuchar las voces lejanas que introducen el pragmatismo y
hacen sonar el despertador de la Lechera. El diario El Mundo recoge una respuesta grabada por el Presidente del Consejo
Europeo, Herman Van Rompuy, en 2011, en contestación a la pregunta de una
ciudadana sobre los procesos independentistas en Escocia y Flandes.
"Nadie obtendrá nada del
separatismo en el mundo de hoy que, guste o no guste, es globalizado",
argumenta Van Rompuy, que seguirá al frente del Consejo Europeo para cuando se
celebre el referéndum en Escocia.
"Tenemos muchos retos
importantes que abordar y solo tendremos éxito si aunamos fuerzas, unificamos
nuestras acciones y tomamos las mismas direcciones. La crisis financiera global
nos está golpeando. El cambio climático está amenazando nuestro planeta. ¿Cómo
puede ayudar el separatismo? La palabra del futuro es unión", zanja Van
Rompuy.
La UE ha sentenciado que, en caso
de que Escocia o Cataluña se independizaran, tendrían que respetar el proceso
de admisión habitual, lo que implica que el rechazo de un único país de los
Veintisiete, véase Reino Unido o España, vete su adhesión.**
Esto, por
supuesto, es extensivo a todos los demás procesos. Los argumentos de Van Rompuy
pueden parecer triviales, si así lo decidimos, con esas cosas del cambio
climático, pero no se trata de los argumentos sino de la lectura entre líneas
de la voluntad europea de no "complicar" su propia unión con desuniones locales. No
nos movemos en el terreno teórico o histórico, sino en el del pragmatismo de la
historia de la propia Unión Europea: a su puerta llamaron estados y, a sus
efectos, es lo único que existe. Si ya es complicado un proceso de adhesión —que
es un proceso económico pero sobre todo político—, un proceso de fracturación,
traumático, afecta a la totalidad de la UE. No se independizan de sus estados,
se independizan de la Unión Europea. Y esto es algo con lo que se ha estado
jugando por parte de los dirigentes que encabezan los procesos de secesión. No
es un problema "local".
Mayores
dosis de pragmatismo político es el que ha planteado —también recogido por el diario
El Mundo— por John Kerr:
El ex embajador británico en Estados
Unidos y ex representante ante la UE, el barón Kerr de Kinlochard, ha indicado
que la entrada de Escocia en la UE dependerá del "estado de ánimo" de
España.
El miembro de la Cámara de los Lores
ha argüido que Madrid podría ralentizar el proceso de adhesión de Escocia, en
función del estadio en el que se encontrara la cuestión catalana, según ha
informado el diario 'Scotland on Sunday'.
"Si el Gobierno en Madrid
quiere demostrar a Barcelona que independizarse de España tendrá un precio en
términos de pertenencia a la UE, podrían hacer valer que el proceso es
largo", ha subrayado el lord británico.**
Las cualidades diplomáticas del Barón Kerr de Kinlochard son
indudables. Nosotros deberíamos señalar —siguiendo su ejemplo retórico político— que Reino Unido o Bélgica estarían interesados
en frenar la independencia de Cataluña o el País Vasco para no alentar a los
escoceses y flamencos secesionistas. El hecho cierto es que lo que John Kerr ha
señalado no deja de tener su punto de razón estratégica. Es evidente que ni
España ni Gran Bretaña ni ningún otro país van a alentar sus propios
secesionismos. Tampoco la Unión Europea, como están diciendo en todas las
instancias. Por eso es importante encontrar personas sensatas que definan objetivos sensatos para todos y no el aventurismo que estamos viendo y viviendo.
Los que decidan salirse y lo hagan, harán cola para entrar
en Europa. Está avisado. Y tendrán que pedirle la vez a Turquía en la cola.
* "¿Peligra la unidad de Estados Unidos?" BBC
16/11/2012
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/11/121115_internacional_secesion_en_estados_unidos_bd.shtml
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