sábado, 17 de noviembre de 2012

Las secesiones o en todas partes cuecen habas

Nos cuenta la BBC que la frustración producida por la elección de Barack Obama entre los republicanos ha hecho que se produzcan solicitudes de secesión por parte de norteamericanos que no quieren seguir unidos al resto*. Parece que las primeras y más virulentas fueron en aquellos estados en las que había ganado Mitt Romney con más claridad, pero que luego el afán secesionista se manifestó por todos los estados de la Unión.
Explica la BBC:

Lo que empezó como una aparente reacción de enfado de ciudadanos de algunos de estados considerados afines al Partido Republicano por la derrota de su candidato, Mitt Romney, terminó por contagiar a todo el país.
Al punto que, casi dos semanas después, cada uno de los 50 estados de la Unión tiene su propia petición, planteada directamente al poder ejecutivo estadounidense.
Están en la página "We the people" (Nosotros los ciudadanos), una iniciativa lanzada por la propia Casa Blanca el año pasado con la intención de darle voz a la ciudadanía y recoger sus quejas.*


La iniciativa del presidente Obama era que se contestara a toda petición que llevara el aval de 25.000 y solo el Estado de Texas, en el que Romney sacó 15 punto a Obama, nos dice la BBC, ya hay más de 100.000. Las cantidades no son preocupantes para la unidad de los Estados, pero sí es interesante entender algunos de los motivos por los que parece ser se mueven.

[...] los argumentos de quienes piden la secesión en otros estados son, sobre todo, de carácter económico. Muchos ciudadanos consideran que su estado funcionaría mejor si fuera independiente y no tuviera que contribuir con sus recursos económicos al presupuesto federal.
Pero, como recuerda Dana Milbank, columnista de opinión del diario The Washington Post, muchos de los estados que más firmas han recabado reciben del gobierno federal más de lo que pagan.
Milbank cita como ejemplo los casos de Luisiana, Alabama, Carolina del Sur y Misuri, si bien reconoce que en el caso de Texas, que cuenta con la riqueza del petróleo, aporta más de lo que recibe.


Una de las consecuencias naturales de la conversión universal a la Teoría del Mercado es que todo el mundo se pasa el día con la calculadora en la mano discutiendo de contabilidad, mirando ingresos y gastos con lupa a ver qué le resulta más rentable. Por aquí sabemos algo de esto porque nuestros "debates" soberanistas, secesionistas, independentistas o como se quieran llamar pasan todos por el bolsillo. En el fondo, lo norteamericanos no apelan más que al pragmatismo del somos un federación de estados que nos unimos para que las cosas nos vayan mejor. No tienen problemas identitarios, por decirlo así. Están todos ahí porque primero fueron estados y luego se adhirieron a la Unión, cada uno con su fecha de incorporación específica, cada uno con su estrellita en la bandera.

A la hora de hacer cuentas —que no suelen ser sencillas— a todo el mundo le parece que paga más de lo que debe y está sosteniendo a vagos y maleantes, parásitos de diferente ralea. A todos nos gusta recibir y a algunos —muy pocos— dar. Por eso señala la fuente de The Washington Post, Dana Milbank, sorprende que algunos de los estados con más firmas para la secesión sean de los que reciben más de lo que dan. Parece que no llevan muy bien la contabilidad.
La BBC señala que no son las de secesión las únicas peticiones. Hay otras de signo diferente sobre la misma cuestión:

Hay una petición para que "Estados Unidos permanezca unido". Otras para que "retiren la ciudadanía de todos aquellos que han pedido la secesión". Y una más que pide "que aquellos que se separen, paguen todo lo que deben antes de independizarse".*



Unas y otras no irán más allá del desahogo, al menos por ahora, puesto que son minoritarias. La voluntad mayoritaria de los norteamericanos es evidentemente permanecer tal como están, incluso con la rica diversidad de sus disidentes que a muchos reafirmarán en su deseo de unidad. Con calculadora o sin ella, la gran mayoría quieren seguir.

No están tan claras las cosas por aquí, donde también la gente se ha armado de calculadoras arrojadizas. En plena campaña electoral, escuchando todo tipo de cifras y sentimientos, agravios y olvidos, a veces lo más interesante es escuchar las voces lejanas que introducen el pragmatismo y hacen sonar el despertador de la Lechera. El diario El Mundo recoge una respuesta grabada por el Presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, en 2011, en contestación a la pregunta de una ciudadana sobre los procesos independentistas en Escocia y Flandes.

"Nadie obtendrá nada del separatismo en el mundo de hoy que, guste o no guste, es globalizado", argumenta Van Rompuy, que seguirá al frente del Consejo Europeo para cuando se celebre el referéndum en Escocia.
"Tenemos muchos retos importantes que abordar y solo tendremos éxito si aunamos fuerzas, unificamos nuestras acciones y tomamos las mismas direcciones. La crisis financiera global nos está golpeando. El cambio climático está amenazando nuestro planeta. ¿Cómo puede ayudar el separatismo? La palabra del futuro es unión", zanja Van Rompuy.
La UE ha sentenciado que, en caso de que Escocia o Cataluña se independizaran, tendrían que respetar el proceso de admisión habitual, lo que implica que el rechazo de un único país de los Veintisiete, véase Reino Unido o España, vete su adhesión.**

Esto, por supuesto, es extensivo a todos los demás procesos. Los argumentos de Van Rompuy pueden parecer triviales, si así lo decidimos, con esas cosas del cambio climático, pero no se trata de los argumentos sino de la lectura entre líneas de la voluntad europea de no "complicar"  su propia unión con desuniones locales. No nos movemos en el terreno teórico o histórico, sino en el del pragmatismo de la historia de la propia Unión Europea: a su puerta llamaron estados y, a sus efectos, es lo único que existe. Si ya es complicado un proceso de adhesión —que es un proceso económico pero sobre todo político—, un proceso de fracturación, traumático, afecta a la totalidad de la UE. No se independizan de sus estados, se independizan de la Unión Europea. Y esto es algo con lo que se ha estado jugando por parte de los dirigentes que encabezan los procesos de secesión. No es un problema "local".

Mayores dosis de pragmatismo político es el que ha planteado —también recogido por el diario El Mundo— por John Kerr:

El ex embajador británico en Estados Unidos y ex representante ante la UE, el barón Kerr de Kinlochard, ha indicado que la entrada de Escocia en la UE dependerá del "estado de ánimo" de España.
El miembro de la Cámara de los Lores ha argüido que Madrid podría ralentizar el proceso de adhesión de Escocia, en función del estadio en el que se encontrara la cuestión catalana, según ha informado el diario 'Scotland on Sunday'.
"Si el Gobierno en Madrid quiere demostrar a Barcelona que independizarse de España tendrá un precio en términos de pertenencia a la UE, podrían hacer valer que el proceso es largo", ha subrayado el lord británico.**

Las cualidades diplomáticas del Barón Kerr de Kinlochard son indudables. Nosotros deberíamos señalar —siguiendo su ejemplo retórico político— que Reino Unido o Bélgica estarían interesados en frenar la independencia de Cataluña o el País Vasco para no alentar a los escoceses y flamencos secesionistas. El hecho cierto es que lo que John Kerr ha señalado no deja de tener su punto de razón estratégica. Es evidente que ni España ni Gran Bretaña ni ningún otro país van a alentar sus propios secesionismos. Tampoco la Unión Europea, como están diciendo en todas las instancias. Por eso es importante encontrar personas sensatas que definan objetivos sensatos para todos y no el aventurismo que estamos viendo y viviendo.
Los que decidan salirse y lo hagan, harán cola para entrar en Europa. Está avisado. Y tendrán que pedirle la vez a Turquía en la cola.

* "¿Peligra la unidad de Estados Unidos?" BBC 16/11/2012 http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/11/121115_internacional_secesion_en_estados_unidos_bd.shtml
** "Van Rompuy: 'Nadie obtendrá nada del separatismo'" El Mundo 4/11/2012 http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/04/union_europea/1352013491.html





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