Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
fotografía me sorprende. Comprendo que esconde alguna clave simbólica que me
dice algo pero que yo, ignorante, no logro comprender a la primera y no sé si a
la segunda. No sé porqué sigue todavía allí la foto; es de agosto del año
pasado. Pero sigue allí, tan firme, inamovible como ella.
La
fotografía de China Daily nos muestra
a una mujer sosteniendo un cartel en mitad de la calle. Como no entiendo chino
y no sé que dice el cartel, pienso inicialmente que se trata de una protesta de
una ciudadana china molesta por algo, alguien que protesta contra algún
corrupto, pide internet libre, se queja por el número de servicios públicos
tras las Olimpiadas —como ya contamos en el pasado—, o por la mejora de los
derechos humanos.
Pero
no. El cartel que la desconocida sostiene impertérrita dice: "Jiang Guo,
peso 500 gramos menos que ayer. ¿Cuándo te vas a casar conmigo?" ("Jiang Guo, I weigh 500
grams less than yesterday. When are you going to marry me?"). Inmediatamente me embarga una
ternura infinita hacia la mujer y un infinito desprecio hacia el exquisito
Jiang Guo, que trabaja de albañil en una obra cercana al lugar, y se permite
hacerle pasar este trance público de humillación.
Ella
sostiene su cartel como si ambos formaran parte del mobiliario urbano de la
zona, como si fuera el cartel de "giro obligatorio a la derecha" o
"centro de ciudad". El escueto pie de foto nos informa que ella ha
perdido ya diez kilos. ¿Hasta cuándo piensa tenerla adelgazando; hasta cuándo en
la calle con el cartel? Pienso que el albañil Jiang Guo, exnovio que la dejó
por sobrepeso, la tiene absolutamente obsesionada y que ella puede, como "El
increíble hombre menguante" —aquella fantástica película de
ciencia-ficción de los 50— seguir encogiendo hasta quedar reducida a una
partícula subatómica que sostenga un cartel proporcionado a su tamaño que diga:
"Jiang Guo, ya no podremos tener una cita; solo una probabilidad de
encontrarnos". Y es que una vez que te adentras en la Escala de Planck,
estás perdido para el amor.
Me centro
en su frase final, que me parece reveladora: "I don't care if he can see
me or not, it's helpful to lose some weight." Y entiendo entonces
que el tontarras de Jiang Guo no es más que la motivación para conseguir su
objetivo, que más que amor es pundonor. La desconocida ha utilizado esta forma
de motivarse para perder ese sobrepeso que Jiang Guo utilizó para dejarla
plantada. ¡Hay que tener una gran fuerza interior!
China Daily no nos
cuenta el final de la historia, al que nosotros —lectores curiosos— tenemos
derecho. Queremos saber qué ocurrió con la mujer y con Jiang Guo. Ante la
ausencia de información podemos imaginar muchos finales posibles: que Jiang
dejó lo ladrillos y se postró a su pies pidiéndola perdón y esperan un primer
vástago (final tradicionalista); que un millonario no corrupto paró su Rolls
Royce —con asientos de leopardo— junto al metro y la recogió, llevándosela a
pasar su noche de bodas en el casino de Adelson, el Sands de Shanghái (final cenicienta);
que uno de los nuevos líderes del partido la convirtió en asesora de la cúpula
dirigente (final político); o, finalmente, que la mujer se hartó de esperar a
Jiang Guo y se fue haciendo footing a su casa (final neorrealista). Sin
embargo, todos estos finales se nos escapan entre los dedos ante la ausencia de
continuidad informativa. ¡Queremos saber!
Pero una duda me asalta. Es sobre mi capacidad para entender
realmente lo que tengo delante. Me pregunto por las motivaciones de la
desconocida y su relación con Jiang Guo. Pero he dejado de preguntarme por qué
aquella foto lleva allí más de un año. En China, cualquier medio es bueno para
hacer didactismo y estamos en el periódico oficial. Quizá estoy leyendo como no
debo.
Me adentro por la red y encuentro decenas de artículos y
estudios sobre un problema acuciante en China desde hace unos años: la
obesidad. El aumento de la riqueza y el consiguiente cambio de los hábitos de
consumo ha desatado el problema de salud pública. Leo en una publicación chilena
especializada en alimentación la siguiente nota de Reuters:
Los niveles de obesidad en China
están creciendo con rapidez, con más de un cuarto de la población adulta
aquejada de sobrepeso u obesidad a medida que se va añadiendo más carne y
productos lácteos a su dieta, lo que causa graves problemas de salud, según un
nuevo estudio.
De todos los países en desarrollo,
sólo México tiene una tasa de aumento de la población adulta con sobrepeso más
rápida que China, afirmó el estudio, publicado en el número de julio/agosto de
la revista Health Affairs.
[...] "Tenemos que encontrar las
inversiones y regulaciones adecuadas para animar a la gente a adoptar un estilo
de vida sano, o nos arriesgamos a encontrarnos con tasas de muerte, enfermedad
y minusvalía más altas y sus gastos asociados", añadió el experto.
La población china obtiene en la
actualidad mucha más energía de alimentos basados en grasa y productos
animales, como carne y huevos, de lo que lo hacía en el pasado, según el
informe.
"La dieta china clásica,
rica en verduras y carbohidratos con un mínimo de comida basada en animales, ya
no existe", indicó el texto.**
Los datos son de 2008, pero no han hecho más que empeorar. La cifras de obesidad —y con ellas el gasto en sanidad— se
han disparado. El paso de la sana y proletaria bicicleta al automóvil en la
ciudades se está pagando al conjugarse con el gusto por los hábitos
occidentales de comida, con mayores niveles de grasas. Leo más y más artículos
y encuentro, incluso, la moda china de celebrar las bodas en las hamburgueserías. La
comida norteamericana arrasa... ¡y engorda! Leo sobre los planes diseñados por
gobierno chino para tratar de controlar la obesidad mediante los precios, por
un lado, y por el regreso a hábitos más saludables, educación en la escuela,
deportes, etc.
¿Formará parte la desconocida del cartel de los planes
antiobesidad gubernamentales? Esto lo cambia todo y me demuestra que nada está tan claro como
parece. Mi historia inicial en la que la mujer era la heroína se me transforma por
el didactismo chino, con el que no contaba. El buen ciudadano pasa a ser ahora
el albañil Jiang Guo quien, obediente a la política institucional de
"menos grasa", exigió a su novia cumplir los indicadores sanitarios gubernamentales.
La mujer obesa pasa a ser un enemigo del pueblo al que ataca mediante un futuro
elevado gasto sanitario que habrá que invertir en ella si coge diabetes y todas
las enfermedades asociadas con la obesidad. Jiang Guo es un responsable
ciudadano; ella un despilfarradora de recursos. Merece la exposición pública de su falta, como es tradicional.
La fotografía con el cartel es un recordatorio de lo que te puede
ocurrir si tienes sobrepeso. No es una noticia; es un ejemplo. Y por eso sigue
allí, un año largo después, recordando que hay que estar en forma y dejar al
estado que invierta en otras cosas. Su reflexión final —"I don't care if
he can see me or not, it's helpful to lose some weight."— se me revela
ahora en toda su didáctica ciudadana. Una cosa es "crecer" y otra "engordar". China quiere lo primero, pero hay que tratar de evitar lo segundo, aunque parezca una consecuencia inevitable del desarrollo, un desarrollo grasoso y calórico. China tiene todavía que crecer mucho para recuperar la bicicleta, como ocurre allí donde el fast food y la vida sedentaria han hecho estragos.
Hace unos días, nos llegaba la noticia desde Estados Unidos,
de Cleveland, que una mujer había sido condenada por una juez a llevar un
cartel con el siguiente texto: "Only an idot would drive on the sidewalk
to avoid a school bus". El cartel incriminatorio es una práctica bastante
usada en muchos contextos. Tiene la doble acción del incriminarse y de la
exposición pública. Nosotros teníamos la picota.
Espero que nuestra mujer del cartel, en la vida real, desde
entonces, haya perdido el peso suficiente para los estándares y tomado una
decisión, ya que la tomada por el medio ha sido condenarla a pasar mucho tiempo
en la portada del China Daily como
ejemplo de lo que te ocurre si engordas más de la cuenta. Es la picota
mediática.
Si yo fuera ella, una vez usado a Jiang Guo como motivación
y me encontrara ya en plena forma, seguiría frente a la obra con un nuevo
cartel: "¡Jiang Guo, que te den!". En chino, claro. No sabrá el peso,
doble, que se habrá quitado de encima.
*
"Skinnier woman wants boyfriend back" China Daily 26/08/2012
http://www.chinadaily.com.cn/photo/2011-08/26/content_13198171.htm
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