Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No sé si es por efecto de la Eurocopa pero las lecturas de
cualquier acontecimiento internacional se ve en clave de victorias y derrotas,
de finales y prórrogas, de tarjetas rojas y amarillas y, si me apuran, hasta de
tandas de penaltis. Las parcelas de la realidad muestran síntomas de contagio y
aparecen teñidas de fútbol en cuanto la metáfora lo permite. Y si no lo permite, tampoco importa mucho; se hace.
Las entrevistas a pie de calle realizadas a los italianos
tras su victoria frente a Alemania dejaban claro que ganarle al equipo de Merkel les había producido una
satisfacción suplementaria, una plusvalía gozosa. La victoria sobre Alemania ha
sido el equivalente a la batalla de Salamina en la que las ciudades griegas derrotaron
al imperio persa en el 480 a.C. A efectos económicos, todos somos un poco
griegos frente a esta Alemania rodillo.
Y es que la psique humana se contenta con estas cosas
pequeñas que amplifica hasta segregar todas esas sustancias gratificantes y
anestésicas, las “endorfinas”, con las que nuestro cerebro iguala coitos,
chocolate, drogas y victorias deportivas, entre otras cosas. Estas “morfinas
endógenas”, que se ligan etimológicamente con el dios Morfeo, aquel que sumía
en el sueño a los mortales para que pudieran escapar por unas horas de la dura
realidad y de los tejemanejes crueles de los dioses, cumplen su función. ¿Qué es hoy el deporte sino la ocasión para una huida momentánea
de la situación crítica en que vivimos?
La prensa italiana se recrea en el "pateo" a Merkel |
AthensWired recoge testimonios de los sentimientos doloridos
de los griegos ante su “segunda derrota” frente a Alemania:
“It’s just supposed to be football, and
everything outside those white lines of the field — the bailout, austerity,
politics — shouldn’t matter,” said Yiannis Mouzakis, 38, an economic content
specialist at a media company. “But, I have to admit, the best five minutes of
the last two years was when we scored that goal.”
El placer analgésico de meter el balón en la portería de
Merkel —sí, era Angela Merkel la que estaba bajo los palos de la
portería germana—, también produjo una motivación extra, un chorro de endorfinas,
en los cerebros de los delanteros que veían clara, nítida la figura de la
canciller alemana ante ellos a la hora de chutar. Puede que no se ganara, pero esos
dos goles a Alemania compensaron de muchos otras cosas. Los cuatro goles de Alemania
no se pueden comparar con los dos de Grecia, que han producido esos cinco minutos —a los
que se refería el economista Mouzakis— de gloria endorfínica, de placer hipnótico de
los que no apetece despertar. Pero se despierta, ¡vaya si se despierta!
Una pantomima realizada días atrás por activistas mostraba a
Merkel, Rajoy, Hollande, Monti jugando al fútbol frente a un portero con pinta
de ejecutivo, con maletín incluido. Las imágenes dieron la vuelta al mundo, un
ejemplo de campaña activista barata y eficaz. Aprovechas el momento de interés
e introduces tu idea. Su difusióm fulminante ha sido gracias a este
aprovechamiento del pensar analógico o paralelo constante desde que comenzó la Eurocopa.
Parece como si algunos países se tuvieran ganas. ¡Nos veremos en el campo!, parecían
pensar. Esto no era la Eurocopa; esto es el "todos contra Alemania" deportivo, devolución del "Alemania contra todos" económico a los ojos de muchos. Pocas veces un simbolismo se ha vivido tan intensamente. El cerebro necesita compensaciones.
Se ha señalado que Angela Merkel sufre más en los partidos que en las reuniones con grandes retos sobre la mesa. Ella también se desmelena en el fútbol. En cambio, su imagen celebrando
animosamente un gol de Alemania —afortunadamente— sería impensable tras una reunión en la que
hubiera ganado cinco cero a todas las economías de la zona euro. El deporte tiene cada vez más ese desahogo que da la falta de pudor que se
observa entre los seguidores de los equipos cuando vencen a sus contrarios.
Aquello de la corrección quedó en el pasado caballeresco de deportes como el
tenis. Ahora se va a los campos a meter goles a Merkel, a hacer cortes de mangas y a decir "¡toma, toma, toma!".
La
pregunta es, claro, ¿qué hubiera pasado si Alemania gana, apabullando a
todos, como hizo en su grupo de la primera fase y con Grecia después, y se planta en la final?
Al menos en lo deportivo, esto no ha ocurrido y tenemos una
final mañana de países potentes futbolísticamente y disminuidos económicamente.
No voy a entrar en si existe alguna correlación en ello. Recuerdo que hace
muchos años, cuando comenzó está conversión del fútbol en un gigantesco negocio
mediático internacional, se dio el dato de que la inversión en fichajes por
parte del Real Madrid y el Barcelona era equivalente al de toda la Bundesliga. Cada uno elige en qué invierte y cuánto.
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