sábado, 30 de junio de 2012

Victorias, derrotas y endorfinas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No sé si es por efecto de la Eurocopa pero las lecturas de cualquier acontecimiento internacional se ve en clave de victorias y derrotas, de finales y prórrogas, de tarjetas rojas y amarillas y, si me apuran, hasta de tandas de penaltis. Las parcelas de la realidad muestran síntomas de contagio y aparecen teñidas de fútbol en cuanto la metáfora lo permite. Y si no lo permite, tampoco importa mucho; se hace.
Las entrevistas a pie de calle realizadas a los italianos tras su victoria frente a Alemania dejaban claro que ganarle al equipo de Merkel les había producido una satisfacción suplementaria, una plusvalía gozosa. La victoria sobre Alemania ha sido el equivalente a la batalla de Salamina en la que las ciudades griegas derrotaron al imperio persa en el 480 a.C. A efectos económicos, todos somos un poco griegos frente a esta Alemania rodillo.
Y es que la psique humana se contenta con estas cosas pequeñas que amplifica hasta segregar todas esas sustancias gratificantes y anestésicas, las “endorfinas”, con las que nuestro cerebro iguala coitos, chocolate, drogas y victorias deportivas, entre otras cosas. Estas “morfinas endógenas”, que se ligan etimológicamente con el dios Morfeo, aquel que sumía en el sueño a los mortales para que pudieran escapar por unas horas de la dura realidad y de los tejemanejes crueles de los dioses, cumplen su función. ¿Qué es hoy el deporte sino la ocasión para una huida momentánea de la situación crítica en que vivimos?

La prensa italiana se recrea en el "pateo" a Merkel

AthensWired recoge testimonios de los sentimientos doloridos de los griegos ante su “segunda derrota” frente a Alemania:

“It’s just supposed to be football, and everything outside those white lines of the field — the bailout, austerity, politics — shouldn’t matter,” said Yiannis Mouzakis, 38, an economic content specialist at a media company. “But, I have to admit, the best five minutes of the last two years was when we scored that goal.”

El placer analgésico de meter el balón en la portería de Merkel —sí, era Angela Merkel la que estaba bajo los palos de la portería germana—, también produjo una motivación extra, un chorro de endorfinas, en los cerebros de los delanteros que veían clara, nítida la figura de la canciller alemana ante ellos a la hora de chutar. Puede que no se ganara, pero esos dos goles a Alemania compensaron de muchos otras cosas. Los cuatro goles de Alemania no se pueden comparar con los dos de Grecia, que han producido esos cinco minutos —a los que se refería el economista Mouzakis—  de gloria endorfínica, de placer hipnótico de los que no apetece despertar. Pero se despierta, ¡vaya si se despierta!


Una pantomima realizada días atrás por activistas mostraba a Merkel, Rajoy, Hollande, Monti jugando al fútbol frente a un portero con pinta de ejecutivo, con maletín incluido. Las imágenes dieron la vuelta al mundo, un ejemplo de campaña activista barata y eficaz. Aprovechas el momento de interés e introduces tu idea. Su difusióm fulminante ha sido gracias a este aprovechamiento del pensar analógico o paralelo constante desde que comenzó la Eurocopa. Parece como si algunos países se tuvieran ganas. ¡Nos veremos en el campo!, parecían pensar. Esto no era la Eurocopa; esto es el "todos contra Alemania" deportivo, devolución del "Alemania contra todos" económico a los ojos de muchos. Pocas veces un simbolismo se ha vivido tan intensamente. El cerebro necesita compensaciones.


Se ha señalado que Angela Merkel sufre más en los partidos que en las reuniones con grandes retos sobre la mesa. Ella también se desmelena en el fútbol. En cambio, su imagen celebrando animosamente un gol de Alemania —afortunadamente— sería impensable tras una reunión en la que hubiera ganado cinco cero a todas las economías de la zona euro. El deporte tiene cada vez más ese desahogo que da la falta de pudor  que se observa entre los seguidores de los equipos cuando vencen a sus contrarios. Aquello de la corrección quedó en el pasado caballeresco de deportes como el tenis. Ahora se va a los campos a meter goles a Merkel, a hacer cortes de mangas y a decir "¡toma, toma, toma!".

La pregunta es, claro, ¿qué hubiera pasado si Alemania gana, apabullando a todos, como hizo en su grupo de la primera fase y con  Grecia después, y se planta en la final?
Al menos en lo deportivo, esto no ha ocurrido y tenemos una final mañana de países potentes futbolísticamente y disminuidos económicamente. No voy a entrar en si existe alguna correlación en ello. Recuerdo que hace muchos años, cuando comenzó está conversión del fútbol en un gigantesco negocio mediático internacional, se dio el dato de que la inversión en fichajes por parte del Real Madrid y el Barcelona era  equivalente al de toda la Bundesliga. Cada uno elige en qué invierte y cuánto.
El lunes, mientras España o Italia vivirán eufóricos el sueño endorfínico de los campeones, para los derrotados alemanes será un día más. Se levantarán e irán a trabajar. ¡Qué suerte!




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