martes, 12 de junio de 2012

Emociones al volante

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hace apenas unos días, nuestros noticiarios televisivos nos asombraban con la noticia de que un coche con un invento español había recorrido cien kilómetros sin la mano de un humano en el volante. De hecho se nos mostraba a los experimentadores que viajaban rodeados por la Guardia Civil —para garantizar que la Ciencia no se desparrame— leyendo un libro mientras el vehículo se dirigía firme a su destino. La verdad es que aunque la parte racional y científica de su neocórtex se sentía segura con el invento, la intranquila parte emocional se percibía en la mirada inquieta con la que los ojos se les iban automáticamente por encima del borde del libro hacia la carretera. Y es que el instinto de supervivencia es mucho instinto y, por precaución, nos dice que aunque sea un gran invento, te la puedes pegar con que haya una interferencia, un mal cálculo, un bache, un qué sé yo, que desajuste el vehículo un instante y acabes contra una farola o Despeñaperros abajo acordándote del inventor que lo patentó  y de quien lo trajo al mundo. Las máquinas fallan, te dice una vocecita. Para leer tranquilo, se coge uno el tren.


Tras decirnos que han sido necesarios quince años de trabajo, nos confesaban con sinceridad compungida que aquel gran invento, hoy por hoy, es ilegal, ya que si es delito hablar por el móvil, lo es más que el conductor o conductora —consideración absurda desde ese mismo momento, ya que nadie conduce— vayan leyendo el periódico, que una cosa es distraerse y otra desentenderse. Pero la Ciencia tiene esas cosas, prescinde de los detalles triviales, y en cuanto que en el futuro se levanten estas restricciones tontas, seguro que este invento será un éxito y no te seguirá la Guardia Civil como ahora.


Se planteaba un lector, entre los múltiples comentarios del foro, otra cuestión importante: ¿a quién le pondrán las multas? Porque si el coche no comete infracciones, lo que se habrá inventado es el “coche sin multas”, forma mucho más atractiva de presentar comercialmente el invento. Pero con lo que saca el Estado de las multas, no sé yo si esto se autorizará. ¡Con lo que hemos invertido en radares!
Para ver lo absolutamente imprescindible que es que los seres humanos dejemos el volante para la mejora de la humanidad, que tendrá más tiempo libre para formarse, se nos da a conocer ayer, apenas unos días después, una transcendental investigación sobre las emociones y sus efectos sobre los conductores que las padecen, que son casi todos.

Nos lo cuenta el diario El Mundo —todo el mundo se ha hecho eco— y, desde luego, nos deja sumidos en reflexiones y perplejidades. La patronal de las aseguradoras es la que está detrás del estudio y no sé muy bien qué provecho sacarán de él, pero seguro que se les ocurre alguno. En esto de los seguros ya se sabe que cualquier información es importante. Las compañías de seguros han sido tradicionalmente las grandes agrupadoras de información en la que ven emerger pautas que les permiten ajustar sus primas a los inocentes asegurados, que no saben hasta qué punto se encuentran encerrados en las redes deterministas de los grandes números. Pero así es la vida; no somos nadie.
Nos dice El Mundo:

El estudio -patrocinado por la patronal de las aseguradoras Unespa en el II Premio de Seguridad Vial- revela que solo siete de cada 100 conductores mantienen un control emocional correcto y equilibrado a lo largo de su recorrido. Mientras, el 72% conduce con un control emocional bajo y el 17% restante lo hace sin ningún control emocional, "convirtiéndose en un peligro para sí mismo y para el resto de conductores".*

Como puede apreciarse, el vínculo complementario con la noticia del coche sin conductor es absoluto, la otra cara de la moneda. Si las emociones son tan peligrosas como nos dicen, lo mejor es apuntarse al ciberconductor automático que nos lleve a casa hasta que nos pase el cabreo, porque ¿a quién le pedimos, tal como están las cosas, que conduzca con control emocional? El 7% de templados me parece demasiado en estos tiempos. Aquí, “correctos” y equilibrados emocionalmente, deben quedar Punset y cuatro más.

Luego está lo de las distracciones, que no es poco. Nos dicen que

(…) se ha medido el impacto real de las principales distracciones al volante y entre los factores que más afectan a esa alteración se encuentran una conversación intensa por el móvil, que incrementa el riesgo de sufrir un accidente en un 41%, un altercado con otro conductor -37%- o una conversación tensa con su acompañante -26%-. Además, concreta que los conductores alterados multiplican por 2,5 el número de multas de tráfico que reciben.*

¡Esto es la precisión suiza de la Ciencia! No sé qué tipo de pruebas experimentales habrán realizado, pero, desde luego, una precisión de este tenor no se logra si no es con una cantidad enorme de llamadas irritantes a muchos conductores, altercados en cada esquina y conversaciones tensas presenciales y con móviles para ver qué cabrea más. No sé si este tipo de conclusiones podrían, por ejemplo, extenderse a otras actividades como el funambulismo, el cruce de las cataratas del Niágara o el ensamblaje de naves espaciales en órbita. Sería bonito conocer las estadísticas, porque seguro que nos llevábamos sorpresas. No entiendo muy bien qué quiere decir que "los conductores alterados multiplican por 2’5" las multas que reciben porque las que reciben son las que reciben, sin más vuelta de hoja. A lo mejor es una penalización por estar enfadados, no sé.

Como remate de toda la investigación, se riza el rizo con el “ranking del enfado”, que es la puesta en jerarquía de todas aquellas cosas que nos irritan sobremanera. Señala el diario:

En las conclusiones del estudio también se establece un 'ranking del enfado', en el que se explica que lo que más altera al conductor es -por este orden- tener un vehículo por detrás muy pegado, los atascos, la prisa por llegar a un destino, los vehículos que intentan colarse en una retención o en una incorporación, los que circulan a una velocidad que se considera lenta y los que no facilitan las incorporaciones o los cambios de carril.*

Debo confesar que esto último me ha dejado muchas, muchas dudas. Entiendo que te pongas nervioso cuando se te pega un coche por detrás. Pero también entiendo que a lo mejor no es lo mismo que se te pegue, por ejemplo, un acreedor que te persigue a que se te pegue un coche sin conductor, como el de la otra noticia, que aunque te pongan nervioso ambos debería haber diferencias. Además, cuando la gente se te pega sin coche, también te mosqueas porque hay ciertas distancias personales y sociales más o menos definidas. Los atascos, sí; eso no le gusta a nadie porque todos tenemos mucha prisa y son muy molestos. Y los atascos con claxon deberían producir más nerviosismo que los silenciosos. Los que van lentos o se cambian de carril también son molestos…


Además no solo se quedan en lo negativo porcentual, sino que dan buenos consejos para combatirlos desde una empresa especializada en algo que llaman el zen driving, que debe ser como la tila pero sin líquidos:

La mayor parte de las técnicas son de comportamiento y de estilo de conducción sencillas y de aplicación simple como, por ejemplo, dar una vuelta alrededor del coche antes de conducir, crear una frase que proyecte tu motivación o aprovechar las inercias de nuestro automóvil.*

No salgo de mi asombro ante tanto emprendimiento. Lo de dar vueltas al coche antes de conducir me seduce; tiene algo de ritual mágico, aunque no te dicen si debes hacerlo en el sentido de las agujas reloj o en el contrario. Me parece una forma innovadora de descargar lo que se nos va acumulando. No dejan claro si lo que se descarga es el enfado de la conducción anterior o si tiene valor para el siguiente trayecto, al que vas purificado. La frase es un hallazgo porque le da un toque creativo, siempre y cuando la frase no contenga tacos ni menciones a los familiares de los demás que eso, a pesar de lo que algunos piensan, no relaja según el plan zen. Lo de las inercias, sinceramente, no lo entiendo, pero a lo mejor es para una fase de conocimiento más avanzado, es decir, cuando hayas dado un número de vueltas grande y hayas proyectado tu motivación con muchas frases. Seguro que hay que ser más sabio para tener inercias.
Cuando hayas logrado un control de ti mismo y no te diferencies de la ausencia emocional del coche automatizado, habrás llegado a un nivel de perfección tal que las aseguradoras te rebajarán la prima.
Esperemos que la Ciencia siga avanzando y que, tras el coche, se investigue para prescindir de las debilidades emocionales humanas en campos más amplios hasta llegar, por ejemplo, a países sin gobernantes, que vayan solitos, a salvo de conductores inexpertos e inestables. Aunque si esto ocurriera, seguro que la gente conducía con más tranquilidad. 
¡Qué fuerte!

* "Discutir con el copiloto es como conducir bebido" El Mundo 11/06/2012 http://www.elmundo.es/elmundomotor/2012/06/11/conductores/1339415327.html



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