martes, 30 de noviembre de 2021

La injusticia sudafricana

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Hubo que esperar hasta la quinta noticia para escuchar algo positivo. Todo "se dispara": los contagios, la inflación, las cancelaciones... "Dispararse" parece ser la respuesta de estos tiempos a los cambios rápidos, explosivos por la amplificación de la información instantánea. "Las malas noticias vuelan rápido" solía decirse y es probablemente una de esas ideas que siguen siendo válida. Lo negativo corre más deprisa que lo positivo.

En un mundo interconectado, global y vertiginoso, cualquier noticia puede acelerar procesos. La velocidad de Sudáfrica al notificar la variante Ómicron se vuelve contra ella, según su propia queja. Los sudafricanos tienen razón: haber sido tan rápidos ha hecho que las reacciones mundiales hayan sido muy rápida, aislándolos del mundo en apenas unas horas.


En RTVE.es se señalan las grandes diferencias entre continentes y cómo África es el que tiene las cifras globales más bajas, el 7% de su población. Dentro del continente, la que tiene el nivel de vacunación más elevado, sobre el 24%, es la propia Sudáfrica donde se detectó el brote de Ómicron. 

La paradoja es que Sudáfrica, cuya capacidad investigadora para secuenciar el genoma del virus ha permitido detectar esta variante ómicron, se ve ahora señalada y aislada por el resto de países, afirma Ignacio López-Goñi, microbiólogo de la Universidad de Navarra, en declaraciones en Las mañanas de RNE.

Según el análisis de las pocas muestras disponibles, añade, "no es que esta variante haya explotado en Sudáfrica, sino que probablemente se viene moviendo por el planeta desde hace bastante tiempo". Sin embargo, los sistemas de vigilancia no la detectan hasta que no hay un brote, ha explicado el experto, que considera que no tiene sentido cerrar las fronteras con los países del sur de África y castigar al país que ha hecho su trabajo y ha sido transparente con el resto del mundo.

 


La rápida detección de casos de Ómicron por casi toda Europa y Asia, parte de África, parece dar la razón a López-Goñi. Es cierto que la mayor parte de los casos están vinculados a Sudáfrica. Los afectados tienen algún vínculo de viajes con ella: de los jugadores de golf que fueron a jugar a los equipos deportivos o personas que iban a realizar turismo o negocios. Desde Sudáfrica, los contagios se ven de otra manera; pero el hecho de que la gran mayoría tengan un vínculo sudafricano de contacto directo (viajes) o indirecto (en segundo o tercer grado) ha hecho que las alertas se hayan dirigido al país y a los movimientos de idas y venidas.


Sudáfrica, por boca de sus autoridades, se queja de que la aíslen, de que sea una medida drástica e injusta. Pero esto no tiene casi nada que ver con la "justicia" sino con movimiento de pánico y de supervivencia. Los gobiernos tienden a ser rápido en estas medidas y mucho más lentos en las medidas internas, mucho más impopulares y con resistencia en grado diverso.

A la pregunta de si es justo le sigue otra importante: ¿es útil? Desgraciadamente es nuestra movilidad la que lleva los virus de un lado a otro, por lo que las limitaciones son productivas, aunque esta forma quizá no lo sea tanto si a lo que lleva es a mayor movilidad interna. Con el virus circulando socialmente a través de nuestra relaciones y contactos, con el beneplácito de los sectores afectados, es evidente que el problema se plantea con una nueva variante cuyos efectos se desconocen y, lo más importante, no sabemos hasta qué punto la protección de las vacunas actuales le frena. Ante estos problemas, la respuesta del bloqueo se ha vuelto vertiginosa. Primero se cierra y después ya se verá si tenía sentido.


La rapidez ha servido para determinar con claridad los contagiados y sus motivos de desplazamiento, ocio y negocio. Mientras el sistema para fomentar los viajes sea fingir que todo "es seguro" seguiremos teniendo un gran peligro. No se ha cambiado la mentalidad porque esto supondría merma de las ofertas. Gran parte del negocio mundial consiste en llevarnos de un sitio a otro. Todos estos viajes y actividades, estancias, etc. son foco de peligro si no se toman las medidas adecuadas y es de ellas de las que se huyen. Los franceses e ingleses, los alemanes y holandeses han estado viniendo a España porque aquí se les dejaba hacer lo que no podían hacer en su casa. Lo decían ellos mismos cuando se les preguntaba. No van a los lugares más seguros, sino a los más flexibles y permisivos. Por eso los lugares turísticos o de gran movimiento han estado teniendo cifras de contagios diferentes en muchos casos.

Es duro tener que estar siempre sin bajar la guardia, vivir en la prevención. Pero esto es una cuestión de mentalizaciones. Mientras en los telediarios los científicos y expertos nos dictan unas normas, los anuncios de las pausas nos incitan a lo contrario. Las imágenes de la "nostalgia" de besos y abrazos, de viajes, cenas, de intercambiar regalos, etc. nos impactan en la libido después de que las noticias nos hundieran con sus cifras e imágenes realistas. Tras imágenes de pinchazos, exploraciones nasales, camas de UCI ocupadas, etc. nos llegan las alegrías publicitarias, con risas, con playas soleadas, con mesas y velitas junto al mar.

Lo mejor que podemos hacer para compensar la injusticia sudafricana es enviarles millones de vacunas, mandarlas a los países que les rodean y que padecen los mismos brotes. Para ellos el aislamiento es también una forma de muerte injusta porque dependen igualmente del turismo en tiempos poco turísticos.

La mejor forma sigue siendo organizar un mundo más seguro y no seguir la táctica del avestruz, negando el peligro y jugando a una especie de "ruleta rusa", que suele ser el método habitual en todas partes.

 


* "La alerta por ómicron destapa la desigualdad en el reparto de vacunas: África solo ha vacunado al 7%" RTVE.es 29/11/2021  https://www.rtve.es/noticias/20211129/alerta-omicron-destapa-desigualdad-reparto-vacunas-africa-solo-vacunado-7/2234669.shtml

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