Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hace unos días hablábamos aquí de "ecoansiedad", término desarrollado en la web de RTVE. Unos días antes hablábamos también de un "apocalipsis carencial" interpretando que los mensajes de que nos iba a faltar de todo —desde el microchip del coche, que no llega, a los juguetes navideños pasando por todo tipo de carencias. El repaso de la prensa nos muestra que sigue siendo un problema comunicativo o si se prefiere una muy rentable de informar.
Frente
a los hechos, el futuro tiene muchas ventajas. En Antena3, en estos instantes,
la cima de "Las más vistas" es "Lo que debes comprar para el
gran apagón en Europa". En la página principal de la misma web existe una
sección de encuestas en la que la segunda nos pregunta: "¿Cree que estamos
preparados para un apagón?" En la web de RTVE, por contra, en su sección
de "VerificaRTVE", se nos advierte "Apagón en España: cuidado
con estas informaciones alarmistas".
Hace
unos días, una reportera desplazada a una tienda nos mostraba aparatos que la
gente compraba ante la proximidad del apagón. Nos enseñaba lo que creo que era
una especie de hornillo solar para que no nos falte de nada sobre el prometido
apagón que tanta atención atrae.
Hasta no hace mucho las expresiones "¡se ha ido la luz!", "¡se han fundido los 'plomos'! o "¡ha saltado el automático!" formaban parte de nuestra vida cotidiana. Bastaba alguna tormenta o que la gente encendiera más cosas de las debidas para que nos quedáramos sin luz. Una tormenta fastidiosa podía dejar sin luz a un barrio o a una ciudad. Hasta no hace mucho tiempo, la televisión decía que el apagón producido en Madrid se había iniciado en mi pueblo, que como pueblo nuevo era manifiestamente mejorable en esto. Más de una vez perdías tu trabajo del ordenador por una maldita subida de tensión o te levantabas con la luz en fuga.
Pero
ahora, esto que comenzó llegan de la Austria militar, como otra advertencia
sobre los riesgos de sufrir apagones europeos, varias veces al año añadían. Eso
significa que los austriacos pasan de los apagones o viven en perpetua tensión
por si se quedan sin luz.
Cuando
veo todo esto sobre lo que nos puede fallar y faltar en caso de apagón europeo
y sobrevenido, me acuerdo de aquellos mercadillos (hace tiempo que no voy) en
los que los vendedores repetían "¡que se agotan, oiga, que se
agotan!" pese a tener sus artículos amontonados. No sé si funcionaba o no,
pero me imagino que algún efecto tendrá si se repetía tanto.
Al
igual que hacemos hoy, no hay mayor estímulo para las ventas que la idea de que
algo se agota. El miedo a que algo nos falte nos hace comprar y guardar, como
se suele decir, "para cuando no haya". La mentalidad carencial es un
estado variable según las personas. La gran mayoría hace de la prevención su
estrategia. Son lo que compran dos botes de lo que sea para no quedarse sin
nada cuando se termine el primero, que reponen siempre para tener uno de
reserva. Ves a gente llevarse cantidades variables en los supermercados. Los
que se lleven uno, dos, tres o más botes de algo frente a los solitarios
compradores que no temen quedarse sin ellos porque consideran que siempre habrá
en los estantes. Es pura psicología, puro comportamiento traducido en compras.
Y los
que venden lo saben. Sabe, por ejemplo, que amontonar demasiados botes de algo
no es bueno. Que si dejamos unos pocos habrá gente que piense que se agotan
rápidamente y se lleve "por si acaso".
Ahora,
cuando voy a pagar en la caja, la cajera me pregunta "¿ha encontrado todo
lo que buscaba?". Me explica que es para que la próxima vez que vaya lo
encuentre. Cuando le digo lo que no encontré me responde que es cuestión de stocks.
Sé de sobra que en este hipermercado, hay cosas que aparecen una vez y no
vuelven a traer por los motivos que sean. Pero ellos insisten en que la próxima
vez encontraré lo que esta vez no encontré.
En Antena3 nos hablan de lo que se agota para las Navidades y se nos dice que los ayuntamientos y comercios han adelantado en algunas poblaciones la decoración navideña para estimular las compras, que el año pasado fue un poquito flojo. Señalan:
La gente se está adelantando, también para
asegurarse de que, para las fiestas, no faltará de nada en sus casas. La crisis
en la cadena de suministro global está dejando algunas tiendas más vacías de lo
normal.
En algunos supermercados se ha agotado alguna
marca de turrón y en muchas jugueterías los encargos se están disparando. “Se
están adelantando en las compras”, asegura Rosario, encargada de una tienda de
juguetes en Sevilla. Hay miedo a que algunos regalos no lleguen a tiempo o a
que algún lote se agote y no se reponga. De hecho, asegura Rosario, los
juguetes están llegando con mucho retraso. “Estamos recibiendo paquetes ahora
que deberían haber llegado hace dos meses”, reconoce.
Pero, aparte de los retrasos, también
preocupan los precios. Este año, muchos artículos serán más caros porque los
costes del transporte se han disparado. “Hace un año, traer un contenedor de
Asia a España costaba entre 2.000 y 3.000 euros. Ahora mismo está entre 15.000
y 20.000”, asegura José Antonio Pastor, presidente de Asociación de Fabricantes
de Juguetes. Eso, sumado al encarecimiento de las materias primas, repercutirá
inevitablemente en el consumidor final.*
¿Es el
miedo al apagón apocalíptico compatible con el estallido navideño de luz?
¿Compra la gente compulsivamente y con esto se agota todo y, además, se elevan
los precios por la demanda excesiva? Es decir, ¿nos estamos disparando en el
pie o nos están disparando ellos?
Si el
año pasado no se vendió tanto por temor a la pandemia, que promovió un enorme
ahorro en los hogares, este año está saliendo ese dinero al exterior por la
inflación que causamos con nuestra demanda concentrada y compulsiva. El miedo a
apagones, a carencias de productos o de cualquier servicio está disparando las
compras y, como dice la noticia, ya se han agotado algunos turrones y juguetes.
A eso hay que juntar eso que "no encuentro" cuando voy al supermercado,
que me recuerdan cuando voy a pagar. La próxima vez que vaya, me acordaré y me
llevaré dos. Eso esperan.
En el
tiempo que he escrito esto, una noticia ha superado a la anterior en "Las
más vistas": «Fernando Valladares, en "¿Lo hablamos?": "El gran
apagón es inevitable y debemos estar preparados"». ¡Vaya por Dios!
Como
sigan insistiendo, guardaremos turrones y juguetes para varias navidades
seguidas. Todo por si acaso. Si nos siguen metiendo miedo sobre una Europa
oscura (una especie de nueva glaciación que deberemos afrontar sin televisión),
si nos siguen diciendo que los supermercados serán una especie de páramos por
los que pulularán jabalíes y otras especies en busca de restos con los que
alimentarse, y que tras esos estantes tribus de humanos escondidos tenderán trampas
a esos jabalíes para regresar con la caza al fuego del hogar antes de que
anochezca, etc. conseguirán que se cumplan las profecías apocalípticas
precisamente porque seremos nosotros los que hagamos que falten los productos,
que se encarezcan más de lo debido.
En unos
medios nos asustan, en otros nos calman. ¿Poli bueno, poli malo? Pasamos del
que nos deja helados al que nos tranquiliza para compensar este ejercicio
imaginativo de saber cuándo, cómo, etc. del apagón que traerá las tinieblas.
Nadie nos explica si serán cinco minutos, cinco años o cinco siglos. Da igual
el miedoso se pone siempre en lo peor. Nos dicen en los informativos que se
está vendiendo más leña que nunca. ¡Pobres árboles! Todo es una cadena y cada
acto se descompone en miles de acciones anteriores, es el "efecto confeti",
más que el "mariposa". Todo afecta a todo, por una vía o por otra, y
el apagón afecta a todo.
En los Estados Unidos hace muchos años que muchos amontonan víveres y armas por si pasa algo así. Es un algo que va de una traición del gobierno federal a una invasión rusa o la llegada de extraterrestres hostiles. Ocultos en sótanos o en zulos enterrados en los bosques, los norteamericanos temen un futuro apocalíptico y beligerante a lo Mad Max. Esta moda parece que se nos está pegando en diferentes términos pero con un mismo fondo temeroso. Nosotros acumulamos turrones y espirituosos ante la fatídica falta de almendra o de cristal o de azúcar o de tapones, que ya no hacemos con corcho extremeño, sino que llegan en un barco que se ha quedado atascado en el Canal de Suez en medio de una mala maniobra a cargo de una capitana inexperta, como la machista prensa egipcia trato de justificar echándole la culpa a una mujer, que —ya sabemos— son causa de desgracias y hundimiento de los imperios. Esto vale para Eva, para Helena de Troya y para alguna joven hermosa que causó el hundimiento de una dinastía china obnubilando al emperador de turno.
El
miedo, los temores a que nos falte de todo son la peor pesadilla en un mundo
consumista como el nuestro. Ese miedo es usado como principal motivación en casi todo, de la
política (¿qué hacen todos los partidos sino sembrar el miedo al
"otro"?) al papel higiénico pasando por el turrón y los juguetes. ¡Que se acaban, oiga, que se acaban!
Muchos de estos miedos son manipulaciones para liquidar lo que hay en
almacenes, justificar subidas y dejarnos aterrados ante las noticias del día. Y hay que tener mucho cuidado con el miedo que creamos porque nunca se sabe cómo acabará.
Curiosamente
nadie se ha preguntado cómo afectará el "gran apagón" al "ocio
nocturno", una pregunta interesante, teniendo en cuenta que es lo que más
nos preocupa desde hace dos años. A lo mejor algunos se pasan varias noches de
ocio en previsión de que el apagón obligue a cerrar. "¡Que se apaga, oiga, que se apaga!" gritarán algunos en las puertas de sus locales nocturnos invitándonos a entrar antes que la oscuridad se lo trague todo.
* Jara Laliena "Ya es Navidad…casi dos meses antes:
luces encendidas, balcones adornados y turrón agotado" Antena3 Noticias 4/11/2021
https://www.antena3.com/noticias/economia/navidadcasi-dos-meses-antes-luces-encendidas-balcones-adornados-turron-agotado_2021110461842f3710944100018bcc1b.html
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