Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los
espectáculos ofrecidos especialmente por Polonia y Hungría no deberían alertar
sobre la "cuestión europea". Mientras se nos habla de una dolida
Macedonia, en puertas muchos años de ser aceptada en la Unión Europea, otros
países, como los señalados al inicio, hacen el juego contrario.
Me comentaba
ayer una querida colega, con un té por medio, el prácticamente nulo
conocimiento de Europa que las nuevas generaciones de alumnos en nuestras aulas
tienen. Este desconocimiento de Europa y su papel en nuestro país obedece a esa
pertinaz idea de que las cosas siempre han sido tal como las vemos cuando
llegamos al mundo. El olvido de Europa es el olvido de la historia de España y
de las consecuencias que ha tenido en nuestras últimas décadas. Esto es fruto
de una malas políticas que hemos resaltada aquí en ocasiones, la pretensión de
los políticos nacionales de ser el límite y de plantear siempre a Europa como
el "otro lado", aquel al que hay que convencer, presionar, reclamar,
etc. Pero la Historia no es el fuerte de nuestra educación, lanzada a un practicismo
ciego, irreflexivo, como esa zanahoria que se nos pone falsamente por delante.
Pero lo
que ocurre en países como Polonia y Hungría es mucho más grave ya que suponen
un retroceso, declarando a Europa como enemiga y vendiendo ese enfrentamiento
con el gran monstruo burocrático y desalmado como una política de salvaguarda
de unos nacionalismos populistas, patrioteros que no hacen sino engañar a sus
propios pueblos con victimismo sin fin.
Europa
es, a sus ojos y en sus voces, la gran enemiga. Es lo que llevó al desastre del
Brexit a Reino Unido, cuyo carácter le llevará a no reconocer nunca el inmenso
error cometido a manos de políticos mentirosos e interesados en ganar fácilmente
el favor electoral convirtiéndose en adalides de la historia nacional. Los
británicos sufren en cadena los problemas creados por ellos mismos y su
"cuento de la lechera" no ha dado mucho más de sí.
RTVE.es nos informa de otro golpe más al vínculo europeo en Polonia:
El Tribunal Constitucional polaco ha
dictaminado este miércoles que parte del Convenio Europeo de Derechos Humanos
es incompatible con la constitución polaca, en un nuevo desafío a la justicia
de la Unión Europea.
"Otro intento de injerencia externa e
ilegal en el sistema polaco detenido por el Tribunal Constitucional", ha
tuiteado el viceministro de Justicia polaco, Sebastian Kaleta, en referencia a una
decisión del TEDH en la primavera sobre una controvertida reforma del sistema
judicial polaco, acusado por Bruselas de socavar la independencia del poder
judicial.
En otro mensaje posterior el viceministro ha
celebrado que este miércoles sea "Un hermoso día para el estado de derecho
y la soberanía polacos", gracias a la sentencia del Tribunal
Constitucional.
El Ministerio de Justicia polaco había pedido a su Tribunal Constitucional que se pronunciara tras una sentencia del TEDH, en mayo, que cuestionaba la legalidad del nombramiento de los jueces de dicho Tribunal Constitucional.*
La
noticia permite ver con claridad cómo la sintonía del Tribunal con
"su" gobierno es absoluta, que eso es precisamente lo que se
planteaba, la inexistencia de una justicia independiente.
Según
avanzamos en el camino histórico europeo vamos comprobando cómo la propia
esencia de la democracia, consistente en la estabilidad de los principios y la
variabilidad de las circunstancias, actúa contra un espacio común. Si la
voluntad comunal es mantener unos principios para todos, existe también una fuerza
disgregadora, destructiva que tiende a la marginalidad, al rechazo de lo común
tratando de mantener distinciones que favorecen a los gobiernos según su
tendencia. La europeidad deja de ser algo compartido y se convierte en frente
de batalla en donde se extiende una mano para recibir mientras que la otra se
agita con violencia.
Polonia
y Hungría van hacia un nuevo tipo de situación sin precedentes. Puede haber
disconformidades, pero esto es otra cosa, es un desafío claro a algo que afecta
al estado de la democracia compartida. La pregunta (y hay muchas) es hasta
dónde se llegará en un asunto de este orden.
¿Está
condenada la Unión a sufrir estas tensiones internas por efectos de la
diversidad de planteamientos cuando se supone que se ha ingresado en ella
precisamente por lo que ahora se rechaza?
En
muchos momentos de este blog hemos señalado los peligros políticos de convertir
a Europa en el blanco de nuestros errores. Hemos advertido de las consecuencias
de convertirla en "obstáculo" a los ojos de los electores para
conseguir un rendimiento político y, sobre todo, para tapar las vergüenzas
políticas. La política española está tan enzarzada en sus rencillas
barriobajeras que difícilmente mira hacia Europa. Pero hay que mirar hacia
Europa para que no sea objeto de indiferencia ni el blanco de todos los
problemas cuando las cosas se tuercen. Nosotros somos Europa, cada uno de los
ciudadanos que la habitan. Ser contra Europa es un sinsentido estando dentro de
ella a menos que esa sea la intención.
Hay
enemigos exteriores de Europa, los que buscan su debilitamiento y pérdida de
capacidad referencial y de influencia. Pero hay muchos otros dentro, ya sea
desde los populismos opositores de los gobiernos o de los propios gobiernos
populistas que la toman como el enemigo al que hay que doblegar, como ocurre
ahora con Polonia o Hungría. Si el antieuropeísmo les permite cobrar entidad e
identidad electoral interna, un sentido a su vida política, lo seguirán
utilizando. La cuestión es que esta forma de entender la política se cronifica.
No te interesa dar el paso que dieron los británicos, sino mantenerte en la
tensión conflictiva necesaria y suficiente para la situación. Los resultados
del Brexit han sido aclaradores en este sentido. Es mejor una batalla eterna
que una resolución drástica que te deje sin enemigo al que culpar y flotando en
el vacío.
El uso
del antieuropeísmo es peligroso. No estamos dando sentido a Europa, sino
moviéndonos por ella. La generación que ha crecido dentro lo ve como una
posibilidad de Erasmus y poco más. Hay que incidir en la Europa de la Cultura,
del pensamiento, del arte, crear una identidad europea para explorar su inmensa
riqueza y no repetir sus errores. Sin embargo, a pesar de lo que vemos,
seguimos sin dar sentido a nuestras instituciones y herencia.
La "alegría" del dirigente polaco al ver declarar "ilegales" los principios europeos, los que todos compartimos es de una irresponsabilidad infinita, además de un desafío arrogante. Polonia tiene un inmenso vacío por delante. Eso lo sienten millones de polacos. Muchos salen a la calle, como en otros países, a defender su "europeidad" frente a los juego antieuropeos que sus gobiernos practican. Temen quedarse indefensos, sin protección alguna ante el autoritarismo creciente que vislumbran en sus países.
*
"La Justicia polaca dice que parte de la Convención Europea de Derechos
Humanos es incompatible con su constitución" RTVE.es/Agencias 24/11/2021
https://www.rtve.es/noticias/20211124/polonia-inconstitucional-convencion-europea-derechos-humanos/2233886.shtml
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