Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Entre
los reajustes desde Europa a nuestros pronósticos y el optimismo
gubernamental se encuentra la realidad. Con la realidad de la economía se puede
especular mucho pero después acaba cayendo por su propio peso, como señala el
dicho.
Por
mucho que el gobierno se empeñe, la epifanía económica se produce cuando abres
la cartera, te llegan las facturas o miras los ahorros en el banco. Entonces se
produce esa revelación que nos hace entender, como en un estallido de luz, la
triste realidad.
Desgraciadamente
el optimismo de los gobiernos es una resultado vicioso de su propia esencia. Un
gobierno pesimista es una contradicción y necesita de
culpables extra gubernamentales para desviar la responsabilidad.
En
España (supongo que en más sitios) es cada vez más difícil ser optimista a
menos que se sea un optimista profesional, financiado por alguna institución. El optimismo se estudia en las escuelas de
comunicación, lo único que lo llaman "positividad", algo que un
político o cualquier otro dirigente debe transmitir. La mejor
forma de hacerlo es pintar un oscuro panorama inicial, asegurar que solo tú
tienes las soluciones y esperar a que la gente se lo crea y te vote. Después es
más complicado, pero puedes echarle la culpa al pasado, a la oposición o a
cualquier otro elemento.
Pero
con la economía a la baja, es difícil mantener esa positividad, ese optimismo sin que te saquen los colores.
Las palabras del presidente Sánchez asegurando que a final de año la cuenta de
la luz sería finalmente la misma del año pasado se ha demostrado como
merecedora de algún premio al ilusionismo, por llamarlo de alguna manera. ""La
luz tendrá que bajar el 40% en lo que queda de año para que Pedro Sánchez
cumpla su promesa", explica el titular del diario El País hoy mismo.
Vender
futuro es mucho más barato que arreglar el presente. La política ha acabado
importando el célebre cartel de "Hoy no se fía, mañana sí", que antes
existía en muchos bares. "Hoy no se arregla, mañana sí" debería estar
en letras de mármol a la entrada de todos los ministerios, consejerías y
presidencias de este país.
Hasta
los empresarios han aprendido esta fórmula. Por ejemplo, desde hace algún
tiempo, si pide alguna reforma para salir del agujero, el presidente de la
patronal repite "No es el momento", una fórmula también de cursillo
comunicativo. No es un no rotundo y
no compromete a nada. Es una estupenda fórmula para no comprometerse demasiado.
"Hoy no es el momento, mañana sí" es el resultado de todas estas
operaciones retóricas optimistas con la que nadie arregla nada.
Lo que
no se arregla nunca es el marco en el que vivimos: precariedad de los empleos,
bajos sueldos (excepto para algunos empresarios, ejecutivos y políticos). Tenemos el mayor
desempleo y, especialmente, el mayor desempleo juvenil. Nuestras cifras asustan a todos menos a nosotros que nos hemos acostumbrado a este baile para estar siempre en el mismo sitio. Este marco lleva sin
moverse desde hace mucho tiempo. Se ignora con toneladas de propaganda por
parte de la clase política, pero lo cierto es que no se arregla y son ya muchos
años.
Ahora
estamos ante una crisis generalizada que supone una nueva reducción del nivel
de vida, de la capacidad de consumo y que puede dar al traste con todo nuestro
crecimiento, que se seguirá reduciendo si no se hace nada. Y la realidad es que
no se hace nada más que hablar en esta crisis cuyo origen está en el coste de
la energía, especialmente la eléctrica que es la que usamos todos para todo.
Nuestro mundo es eléctrico y el torpedo contra los precios de la electricidad
está haciendo volar por los aires todo, ya que como señalamos afecta a todo.
El otro
factor con el que se juega es el del transporte o la falta de él, algo que
afecta a la producción a niveles nunca vistos. Nadie recibe lo que debe y si lo
hace su precio se ha multiplicado. Las empresas recortan la producción porque
no les llegan los materiales; despiden a trabajadores o reducen los turnos para
repartir el trabajo que hay. Y todo es mucho más caro, menos los sueldos que
tienen que bajar para evitar los despidos.
En todo
sistema complejo (y la economía mundial lo es) hay puntos sensibles, aquellos
en los que cualquier presión crean un problema conjunto. Pero la incapacidad de
unos para arreglarlo y de otros para frenarlo hace ver que hay detrás mucho más
que la casualidad. Cuando se produce algo inesperado, tratamos de resolverlo.
No es lo que vemos aquí por ningún lado. Eso quiere decir que hay quienes se
benefician fuertemente de ello.
Parece
que tenemos un falso sentido sobre quién manda realmente. Todas las instituciones creadas tras la II Guerra
Mundial para tratar de evitar conflictos y resolverlos mediante acuerdos, todos los grupos creados en todos los niveles, las nuevas instituciones, etc. parece
que no tienen capacidad alguna para abordar esta crisis que se nos presenta
como "inevitable", que es la forma en que los poderosos disfrazan sus
acciones. La cuestión ahora es quiénes son "los poderosos" reales,
los que toman las decisiones o no toman ninguna cuando deben.
Esto
implica un enorme cambio de percepción sobre el funcionamiento real del mundo.
¿Vamos a asistir a un recrudecimiento del radicalismo debido a esta debilidad de
los gobiernos, incapaces de meter en cintura a todas estas fuerzas que especulan con
la economía mundial? ¿Forma parte todo esto de una guerra económica comenzada? ¿Se están creando cuellos de botella para devolver sanciones? ¿Quién se beneficia realmente de esto?
El titular de RTVE.es hoy mismo es claro: "El encarecimiento de la energía ahoga al campo y pone en peligro su viabilidad: "Nos estamos arruinando""* :
Agricultores y ganaderos alertan de una
crisis sin precedentes en el campo por la subida de costes de las materias
primas, una “tormenta perfecta” que se une al aumento desbocado del precio de
la luz, que ha elevado la factura eléctrica en el campo un 85 %, y a la
especulación sobre el abastecimiento. "Nunca jamás se había producido la
confluencia de tantos factores como ahora", señaló la pasada semana en
rueda de prensa uno de los miembros del gabinete técnico de la Unión de
Pequeños Agricultores (UPA) Javier Alejandre.
La organización estima que materias primas
fundamentales para su labor como los piensos se han incrementado hasta
septiembre entre un 18 % y un 20 % y los fertilizantes han llegado a subir
hasta el 80 % en el caso de los nitrogenados. El agua ha aumentado un 30 %,
mientras que el gasóleo lo ha hecho en un 45 % en esta campaña; además los
plásticos están sufriendo importantes crecimientos y empieza a haber problemas
de suministro en el caso de las tuberías para el riego. "Todo esto
conforma la 'tormenta perfecta' que se está trasladando a las
explotaciones", indicó.*
Hace
tiempo que usamos aquí el término "tormenta perfecta" porque es el
que mejor describe esta situación. El agrícola y ganadero es un sector importante para
España y para todos los españoles. Las quejas del campo no son nuevas, pero está vez
se han disparado. El sistema es salvaje y no tiene piedad
por los sectores más débiles. Pero todos acaban finalmente repercutiendo en los
consumidores.
Desde
todos los sectores se nos avisa que lo que está ocurriendo producirá más
cierres y despidos, como advierten los titulares de hoy del diario ABC de hoy, "La
industria alerta de que el alza de la luz provocará más cierres y
despidos". Desde todos los campos —la industria, las empresas, el sector
agrario, los consumidores— se nos advierte de la imposibilidad de seguir así.
Nuestra economía, por volver al principio, pasa de ser la que mayores expectativas de recuperación a estar en el furgón de cola. Nuestros sueños son frágiles y es fácil que se queden por el camino. Esto no se arregla sin cambiar nuestra perspectiva de lo que debe ser España... y Europa. Con empresarios diciendo "no es momento", pero aumentando enormemente las desigualdades sociales, hay mucho que hacer para tener un país más sólido ante las crisis, más solidario y más justo. Ahora no lo es.
Estamos ante una batalla que ya no es de empresas contra consumidores. Es una guerra entre sectores en donde los energéticos exprimen a empresas e industrias y donde todos finalmente lo hacen con los consumidores. Tirar mucho de la cuerda puede ser peligroso.
* "El
encarecimiento de la energía ahoga al campo y pone en peligro su viabilidad:
"Nos estamos arruinando"" RTVE.es 13/11/2021
https://www.rtve.es/noticias/20211113/precios-energia-campo/2220861.shtml
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