Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La CNN
intenta acercar a los ciudadanos norteamericanos un explicación sencilla de lo
complejo, de por qué la inflación se está disparando por medio mundo. Una
explicación sencilla no supone una solución sencilla. Nunca es tan fácil,
aunque puede que sin una explicación convincente se tarde más en encontrar
soluciones.
El
artículo de la encargada de Economía en CNN, Allison Morrow, es claramente "didáctico",
es decir, no solo plantea un problema
sino que se plantea que ese problema se
entienda. Por eso comienza de lo más sencillo y llega hasta lo más
complicado. Comenzamos entendiendo que la "inflación" es una subida
de los precios, que esa subida es "buena" cuando se produce de una
forma pausada y constante, justo lo contrario de lo que tenemos hoy en los
titulares de medio mundo, que reflejan las enormes subidas de los precios.
Tras la explicación de la "normalidad" inflacionaria, escribe Allison Morrow:
All right, let's cut to today, and why
inflation is all over the news.
When 'inflation' is a
bad word
Inflation becomes problematic when that
low-and-slow simmer gets fired up to a boil. That's when you hear economists
talk about the economy "overheating." For a variety of reasons,
largely stemming from the pandemic, the global economy finds itself at a
rigorous boil right now.
In the United States, prices have climbed 6.2%
— the biggest increase since November 1990, and well above the Federal
Reserve's long-term inflation goal of around 2%.
And here's where Econ 101 merges a bit with
Psych 101. There's a behavioral economics aspect to inflation where it can
become a self-fulfilling prophecy. When prices go up for a long enough period
of time, consumers start to anticipate the price increases. You'll buy more
goods today if you think they'll cost appreciably more tomorrow. That has the
effect of increasing demand, which causes prices to rise even more. And so on.
And so on.
That's where it can get especially tricky for
the Federal Reserve, whose main job is to control money supply and keep
inflation in check.
How'd we get here?
Blame the pandemic.*
La idea
de recurrir no solo a la explicación económica sino también a la psicológica no
es casual. La historia económica está llena de "pánicos" y de
"profecías auto cumplidas". Por eso es tan importante controlar la
información para evitar los "pánicos" innecesarios. No es lo que
vemos. La pandemia es una parte importante porque, como bien dice Morrow,
supuso el frenazo en seco de una enorme parte de la economía, que se detuvo
como efecto del aislamiento. La evidencia más clara de esto fue, como sabemos,
el aumento del ahorro, es decir, la falta de circulación del dinero. También ha
sido un efecto del miedo, el temor a cuánto podría durar la situación; el miedo
de los inversores, pero también el de los consumidores. Unos nos sabían en qué
invertir; los otros cuánto podría durar la situación.
Sabemos
que hay sectores que han salido beneficiados con el cambio, como las
comunicaciones; otros, en cambio, se han visto perjudicados, como los viajes,
el turismo o determinados bienes de consumo.
Se nos
habla del automóvil, por ejemplo, que sufre una demanda fuerte por el temor a
los transportes públicos por el coronavirus. Eso ha supuesto también más ventas
de bicicletas y patinetes, por ejemplo.
Escribe
Allison Morrow:
Cars require an immense number of parts, from
an immense number of different factories around the world, to be built by
highly skilled laborers in other parts of the world. Getting all of those
discreet operations back online takes time, and doing so while keeping workers
from getting sick takes even more time.
Economists often describe inflation as too much
money chasing too few goods. That's exactly what happened with cars. And
houses. And Peloton bikes. And any number of other items that became hot ticket
items.
How's the supply chain involved in all this?
"Supply chain bottlenecks" — that's another one you see all over, right?*
Esto es cierto, sí, pero no es solo esto. El carácter global de la economía es un hecho y lo que unos producen, los otros lo montan en otra parte del mundo. Hace unos días se nos hablaba de falta de jeringuillas en España. Se nos mostraba el ejemplo de una empresa española que las fabrica. Pero, ¿produce lo bastante? La buena noticia es que la empresa había puesto al límite la producción... y había abierto una segunda fábrica para poder cubrir las demandas. Es una buena doble noticia porque nos permite no depender de otros. La demanda de jeringuillas se ha disparado por todo el mundo con los procesos de vacunación, por lo que es esperable que su precio se dispare. Si recuerdan lo ocurrido con las mascarillas inicialmente —su precio desorbitado por la demanda—, también recordarán su posterior descenso.
Las jeringuillas pueden ser fabricadas aquí y no tener que depender de ellas. El problema se plantea cuando tengan que enfrentarse a la opción de venderlas aquí o en lugares donde se las compren a mayor precio. Ese fue uno de los escándalos iniciales en la fabricación de las vacunas, donde no llegaban a unos países las comprometidas mientras que se estaban vendiendo a otros porque las pagaban mejor. Este proceso es propio del mercado en donde se corre siempre en dirección al mejor precio y no hay sentimientos que lo hagan cambiar.
Hay muchos procesos de este tipo. Como hemos tratado aquí en muchas ocasiones, el aumento de los contagios obliga a las restricciones y esto afecta a nuestra industria turística, además de otros sectores relacionados, como por ejemplo el transporte aéreo o de cualquier otro tipo.
Cuando Europa dice que España desciende en sus expectativas de recuperación se están refiriendo a escenarios más pesimistas en aquello que nos afecta. Pese a que el presidente del gobierno siga con su optimismo natural, lo cierto es que si aumentan los contagios en Europa, el turismo tendrá que descender por motivos obvios. Se presionará de nuevo sobre el turismo interior y eso aumentará también los contagios.
El aumento del coste del consumo eléctrico repercute sobre todos y todo. Es lo que pone en marcha los costes de todo por lo que repercute en todo tipo de productos y hace aumentar los precios. Eso vuelve a producir eso que Allison Morrow llamaba "Psych 101", es decir, los miedos y pánicos que provocan parones y acelerones desajustando más la economía. Miedos y pánicos hace, en efecto, acaparar y dejar de comprar.
Los miedos y pánicos, por otro lado, son fácilmente manipulables y es aquí donde se establecen las técnicas profesionales del rumor para redirigir las compras, es decir, el dinero, hacia determinados puntos. El ejemplo más claro lo tenemos en ese "súper apagón" predicho sobre el que se sigue especulando y que, ocurra o no, está dirigiendo las compras hacia determinados sectores de forma nítida. Quien dice apagón, dice especulaciones sobre los juguetes, otro sector sobre el que se produce la compra anticipada por el miedo creado al desabastecimiento. Es una forma de poner en marcha de forma acelerada la producción. Muchos de esos juguetes están fabricados aquí. Lo mismo ocurre con la técnica de la técnica de la escasez de papel para libros, cuando las librerías no tienen ningún problema. Y podríamos revisar muchos sectores sobre los que además de la pandemia se está echando el desabastecimiento o el apagón. Todas son formas de miedo que acabarán siendo profecías auto cumplidas en muchos casos, ya que la demanda hará desaparecer los productos elevando además los precios de lo que quede.
Lo tratamos hace unos días en el post "¡Que se agotan, oiga, que se agotan!", señalando que efectivamente es una vieja táctica. Pero todo esto está creando inflación disparada que tiene un aspecto destructivo y que nos hace tratar de comprar todo antes de que suba, produciendo así un aumento de los precios al acaparar.
Por decirlo claramente: la inflación está devorando el ahorro anterior, que es lo que se trata de hacer aflorar desde aquellos sectores, especialmente el energético, sometido igualmente al parón general. El aumento del precio de la energía arrastra a todos los demás, que compiten por quedarse con algo de lo poco que va quedando.
La creación de pánicos no puede ser una solución contra el precio de la energía, que debe ser regulada antes de que se lleven por delante el conjunto de la economía y reduzcan a la miseria a economías ya debilitadas.
Allison Morrow habla de "cuellos de botella". La amenaza del infame dictador de Bielorrusia, el señor Lukaschenko, de cortar el suministro a Europa del gas a través del gaseoducto que atraviesa su país, ha tenido que ser cortado de raíz por su máster, Vladimir Putin, sobre el que ya hubo sospechas por parte de alguna ministra de que estuviera recortando el flujo de gas hacia Occidente. Lo ocurrido en el sur por los conflictos entre Argelia y Marruecos con los cierres de gaseoductos conlleva "negociaciones políticas" para asegurarse el suministro por el norte y el sur.
El gran problema es si esta dependencia global los unos de los otros puede ser manipulada como respuesta a las presiones de unos sobre otros. Es decir: ¿hemos construido una sociedad global de mercado mientras seguimos complicándonos la vida con los mecanismos anteriores de cercos y presiones "a la cubana"?
La pandemia ha sido el disparo de salida para una solución en la que se nos muestran poderes y debilidades. ¿Estamos volviendo a un punto en el que la energía, como ocurrió con las "guerras del petróleo", es el factor de presión? ¿Qué intereses reales se esconden tras los gigantes energéticos, monstruos en un mundo al que se le está intentando frenar la producción en mitad de los conflictos sobre el cambio climático? ¿Hemos tejido un mundo tan interdependiente con la globalización que las fuerzas se han convertido en dependencias y estas en debilidades? ¿Quiénes se benefician realmente de estas inflaciones?
Puede que además de pánicos y miedos, reales y provocados, hay poderes que desestabilicen. Se creó un mundo global cuando se pensó que se caminaba hacia una mayor armonía, a un mejor acoplamiento. Pero la realidad y los imprevistos están poniendo zancadillas a estos progresos. ¿Estamos viviendo una nueva fase? Mucho antes de la pandemia, Europa presionó a Rusia con las reducciones del gas. La gran beneficiaria fue China, que pudo comprar energía más barata a Rusia ante el frenazo de la compra. Ahora Lukashenko quiere jugar además de con los inmigrantes cortando la energía a Europa.
Hemos creado un sistema muy complejo y la pandemia ha sido el desencadenante, pero no la causante. La guerra comercial es hoy complicada porque los lazos que nos unen no siempre son fáciles de soslayar. El artículo de Allison Morrow es claro, pero no están todos los componentes de algo que los Estados Unidos de Trump contribuyeron a crear.
En España, los efectos están siendo demoledores para unas industrias que van al límite y que apenas pueden afrontar las subidas de los precios. Ya algunos hablan de fugas de empresas, lo que quiere decir que hay sitios donde la energía es bastante más barata que aquí, un lugar donde los precios tienen un comportamiento "extraño". Las diferencias de precios con países próximos, como Portugal o Francia, hace que la gente pasara la frontera para poder comprar muchas cosas que aquí estaban disparadas. Nuestra inflación no es solo de esas profecías auto realizadas evidentemente. Hay muchas cosas que habría que explicar respecto al comportamiento de determinados precios y la provocación de alzas.
No hay inflación sencilla y si la norteamericana se puede explicar con la pandemia, nosotros necesitaremos unas cuantas explicaciones más para que todo cuadre. Nos jugamos el futuro de la economía española en un país donde los desastres de los grandes los acabamos pagando entre todos y cuestan décadas de recuperación.
* Allison Morrow "Inflation, explained: Why prices keep going up and who's to blame" CNN 13/11/2021 https://edition.cnn.com/2021/11/13/economy/what-is-inflation-explainer/index.html
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