domingo, 28 de noviembre de 2021

Alarmas y alegrías

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Indudablemente, lo que ocurra fuera tiene efectos dentro. Más allá de nuestros contagios, cuya reducción era un aliciente para la atracción del turismo y la celebración de cualquier cosa, lo que ocurra fuera afecta nos directamente, tanto para las llegadas como para las salidas. Es decir, cancelar nuestros vuelos con Sudáfrica es una pequeña parte del problema. Los que piensan que lo sucede en el extremo sur de África no nos debería afectar se equivocan de pleno. En este mundo intercomunicado e interdependiente, global aunque nos pese, todo está a un tiro de contagio, a un cruce de vuelos en un aeropuerto. Todo está ya cerca, muy cerca.

La falta de información sobre lo que ocurre en África no significa que no pase nada. En Europa hay más casos porque nos movemos más, sí, pero también porque tenemos más información. De muchos países africanos apenas sabemos nada. A esta variante Ómicron se le llama ya la "sudafricana", justa o injustamente, porque es de allí de donde llegan aviones cargados de infectados.


La detección de la variante Ómicron abre un nuevo capítulo en la lucha contra el coronavirus y deja ver claramente que esto no acaba por lo que se ha explicado una y mil veces pero no hemos acabado de entender o simplemente querido hacerlo. En RTVE.es leemos sobre los primeros casos detectados, que son los que

 

La preocupación ante la nueva variante del COVID persiste y este sábado Alemania, Reino Unido, Italia y República Checa han notificado sus primeros contagios, seis en total que se suman al confirmado este viernes en Bélgica (el primero de Europa).

El Gobierno británico ha registrados dos, los mismos que la región alemana de Baviera, mientras que Italia y República Checa tienen uno cada uno.

Asimismo, se investigan los contagios de 61 pasajeros de dos vuelos procedentes de Sudáfrica que han dado positivo en coronavirus después de aterrizar en Ámsterdam, donde se les sometió a una PCR al llegar a Países Bajos cuando ya entró en vigor la prohibición de vuelos desde países del sur de África.

Y en Dinamarca, el Ministerio de Sanidad ha emitido un comunicado en el que reconoce que tiene una "sospecha razonable" de los que podrían ser los dos primeros casos de la nueva cepa, algo que se confirmará en los próximos días. "Las dos personas que han sido infectadas han estado en Sudáfrica y ahora está aisladas y las autoridades están en el proceso de rastrear un tercer vínculo (...) y están trabajando arduamente para hacer llegar este mismo aviso a todos los que estaban en el mismo avión"*

 


En fin, los que se han detectado son los primeros; antes están los casos no detectados, los que se han colado antes de que hubiera alarmas. ¿Se ha detectado pronto? Quizá el crecimiento de nuestros propios contagios en Europa haya actuado a nuestro favor y las alarmas hayan sonado pronto. Eso si hemos tenido suerte.

El proceso ahora en la reacción rápida de los controles y la detección aislante de los casos antes de que sigan contagiando. Hay que dar tiempo a que los científicos puedan tener disponible esa vacuna contra Ómicron, tiempo calculado en cien días. Pero cien días en estos tiempos de pandemia son muy largos, incluso dando lugar a la aparición de alguna otra variante.

El caso vuelve a traer a primer término la cuestión de las diferencias de vacunación entre muchos países. De poco sirve tener a la mayoría de la población vacunada si la variante que aparece tienes tantas mutaciones como Ómicron y las vacunas existentes no lo frenan. En los lugares en donde hay poca vacunación es más probable que surjan variantes nuevas por una sencilla cuestión estadística. Los científicos que han analizado la variante Ómicron se han mostrado sorprendidos por las 50 mutaciones que el virus acumula respecto a lo que conocemos. Esto significa que ha tenido relativa tranquilidad para expandirse y eso es muy malo para el futuro.


Cada vacuna que se envía a países que no disponen de ellas es un seguro para el planeta en su totalidad. No solo evita las muertes, sino que debilita la expansión del virus. Allí donde no se hace nada, el virus se diversifica en nuevas variantes que pueden ser contenidas con las vacunas existes o dar lugar a variantes con muchas mutaciones como este Ómicron que me temo no va a complicar bastante tiempo conforme empiecen a aparecer contagiados y focos.

Es la misma historia que hemos visto anteriormente. Las variantes se detectan y pronto se han extendido por el planeta. La cuestión está en la mortandad que produzcan y la rapidez con la que se expandan.


Las medidas, una vez más, son las mismas de siempre: mascarillas y distancia, higiene y ventilación. Seguimos tomándonos esto de forma poco adecuada, como una lucha entre placeres permitidos y prohibiciones, casi algo freudiano entre placer y autocontrol. En una sociedad de ocio y diversiones, de caprichos, como es la nuestra, no es fácil mentalizar a la gente sobre controles y restricciones. Hay demasiados intereses, como demuestran las caídas de las bolsas en todo el mundo. Nuestro mundo se ha construido sobre esos placeres para sostener una economía del dinero en movimiento, del gasto repartido. Y eso no funciona bien con la situación si no se redirigen los placeres a lo posible.

Nos hemos llenado la cabeza de temas como la "fatiga de zoom" y otros tópicos con los que se nos incita a salir a la calle y gastar, salir del país y gastar, salir de nosotros mismos y gastar. Por supuesto, todo esto estará muy bien para quien se lo pueda permitir. Ahora los virus nos llegan desde países con enorme pobreza del que regresan cansados turistas contagiados. Como ocurrió desde el inicio de la pandemia, la forma de vencer el miedo son las irresistibles tarifas turísticas, de hoteles, de vuelos, comidas, etc. La ley de la oferta y la demanda se convierte en una carrera entre el riesgo de contagio/muerte y ahorro/placer. Así nos va.

Las imágenes de las celebraciones estudiantiles en Salamanca, del patrón de la fiesta de Farmacia,  nos muestran que sigue fallando la comprensión del problema o que le importa a pocos. Mucha bata blanca y muy poca mascarilla. Es el futuro del sector, sí. Todo un ejemplo. Las alegrías de la celebración tienen que dejar de taparse como reacciones de hartazgo o aburrimiento y decir claramente lo que son y suponen, irresponsabilidad.

La foto que acompaña a la noticia en la CNN, con la que abrimos este post, nos muestra un grupo de africanos  manifestándose; uno de ellos sostiene un cartel: "we want a vaccine".  Algo muy distinto a los estudiantes que celebran  su patrón. Aquí no hay alegría, aquí no piden, como los turistas vallisoletanos que nos muestra el diario ABC,  que les saquen de Sudáfrica y les devuelvan a sus países del Primer Mundo. Allí, en Sudáfrica, los que piden vacunas es para sobrevivir y no para salir de marcha.

Las prioridades de unos no son las de otros.

 


* "Reino Unido, Alemania, Italia y República Checa confirman sus primeros casos de la nueva variante" RTVE.es 28/11/2021 https://www.rtve.es/noticias/20211128/reino-unido-alemania-italia-confirman-primeros-casos-nueva-variante-regresan-restricciones/2234486.shtml

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