Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hay
muchas preguntas flotando en el ambiente, como qué hacer con los que no se
quieren vacunar en los distintos países y dentro de ciertos sectores, como
funcionarios, personal sanitario y educación, que son los principales, pero no
los únicos.
El
negacionismo ya ha pasado de la fase del descontento a la fase del
desconcierto. No creo que les queden muchas opciones que no traspasen el
ridículo, por lo que simplemente protestan, que es una forma de exhibirse en
las calles con la esperanza de que se les sumen más. Pero en España no ha
funcionado.
Cada
vez recibimos más alabanzas por la vacunación en nuestro país. Las alabanzas
vienen, claro, de aquellos países en donde la gente no se ha vacunado ni tiene
intención o donde los procedimientos o sistemas son muy malos. Pero esto no se
traduce en lo que se reclama.
En
RTVE.es hay un completo artículo sobre nuestro problema principal, la
progresiva reducción del tamaño de la sanidad pública y los recursos que se le
destinan. Esta reducción hace que ya en tiempos de "normalidad" haya
un gran problema en las esperas y en la falta de personal.
Con el
envejecimiento de la población, si no disponemos de una sanidad pública
eficiente el futuro es muy oscuro. Los que abogan por una privatización de la
asistencia médica olvidan que está necesita de una serie de ingresos que la
mala calidad de nuestro empleo no puede realmente financiar. Seguimos sin
entender que esa mala calidad condiciona muchas cosas, incluido el futuro de
esas pensiones de las que tanto se habla en estos días. Si los que hay ahora
son los que tienen que financiar el sistema de pensiones, el futuro es poco
esperanzador. Si todo se debe sacar de unos sueldos malos e intermitentes,
difícilmente se podrá financiar nada ahora o en el futuro.
Esto
tiene que ver con ese modelo inexistente de país hacia el que avanzamos sin
remedio. Formamos a la gente en el sector sanitario que acaba yéndose allí
donde se les permite trabajar en condiciones laborables dignas y mejor pagadas
que aquí lo hacemos. Hemos aceptado una serie de indignidades laborales, como
esas decenas de contratos anuales, de entrada y salida, que son la ruina de un
país que aspira a tener una sociedad mejor, pero ¿alguien se plantea esto? Son
otras las guerras.
El
artículo de Sofía Soler nos hace un recorrido por los defectos e insatisfacciones
del sistema:
El primer reto está en la atención primaria.
"No solamente es la puerta de entrada, es el eje del sistema sanitario. Si
la atención primaria funciona, el sistema sanitario funciona". Antonio
Fernandez-Pro, presidente de Sociedad Española de Médicos Generales y de
Familia (SEMG) expresa la idea, aceptada por muchos profesionales, de que buena
parte del éxito de la sanidad pública española ha residido hasta ahora en ese
acceso sencillo y cercano a los centros de salud a pie de calle.
Tanto es así, que en ella se "podría
resolver entre el 80 y 90 % de los problemas de salud de la población",
según la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública
(FADSP), si estuviera dotada adecuadamente. "La atención primaria desde
hace muchos años es una cenicienta del sistema y con la pandemia ha sido
totalmente explotada, abandonada y deteriorada", manifiesta su portavoz,
el médico pediatra Marciano Sánchez Bayle, quien critica los retrasos para
conseguir cita y el exceso de atención telefónica en los últimos meses.*
Hace
muchos años que escuchamos las mismas quejas y no hay sensibilidad en aquellos que
deben tomar las decisiones. Mantener un buen sistema sanitario puede que no sea
barato, pero desde luego es necesario por lo expresado anteriormente: el
envejecimiento hace que sea necesario ampliar lo que, sin embargo, se está
reduciendo.
La
pandemia nos ha dado una dolorosísima lección de lo que ocurre cuando el
sistema se privatiza. Es el ejemplo de lo ocurrido con las residencias de
mayores, una auténtica carnicería en la que han muerto miles de personas precisamente
porque el negocio está en cobrar a cada anciano y si enferma meterlo en una
ambulancia y llevarlo a la Seguridad Social. Cuando no han podido hacerlo, las
muertes se han sucedido.
Cuando
esto ha sido lento, apenas se han percibido. Pero cuando el flujo ha aumentado,
nos hemos dado cuenta todos de lo que supone esta situación. Las protestas de años sobre esto se han hecho realidad ante la saturación. No sale gratis reducir personal en la atención primaria y colapsar el sistema. Toda nuestra vigilancia de la pandemia se ha basado y se basa en evitar colapsos más que en salvar vidas.
Hay dos
pilares de una sociedad moderna: la sanidad y la educación. Ambas son una prueba
de la calidad del modelo social. Cuando se toman en serio ambas, la sociedad tiene donde
apoyarse. Pero España hace mucho tiempo que no invierte ni cuida como debe
estos dos pilares. Desgraciadamente, esto parece que seguirá así.
* Sofía
Soler "La sanidad pública no remonta tras las olas de COVID: listas de
espera, menos camas y una atención primaria saturada" RTVE.es 14/11/2021
https://www.rtve.es/noticias/20211114/sanidad-publica-rescate-covid/2221301.shtml
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