domingo, 25 de julio de 2021

Trump y las décimas de Arizona

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



La CNN nos da nueva cuenta de los mítines de Donald Trump en Arizona, sobre su nueva gira para mantenerse en el candelero político. Son muchos los intereses del ex presidente en volver a la Casa Blanca (él percibe a Joe Biden como un "okupa"). No es el único interesado, ya que hay toda una ristra de políticos republicanos con interés en poder recoger la cosecha del apoyo popular. La gran esperanza es el mantenimiento del electorado, por encima de los 73 millones de norteamericanos, que le votó. A Joe Biden le faltaron unos cuantos votos para llegar a los 80 millones. Pero, para Trump, todo ha sido un robo y un gran fraude.

El daño que ha hecho Trump a los Estados Unidos ha sido doble. En el exterior, la pérdida de confianza en el país se ha incrementado ya que ha mostrado una faceta autoritaria y arbitraria ante los asombrados aliados. El papel de Estados Unidos en el terreno mundial hace que cualquier cambio, especialmente de ese doble cariz, se viva como una enorme incertidumbre y como una forma de agresión. La salida de USA de los grandes acuerdos ha sido una forma de irresponsabilidad que le permitía mantener sus propios intereses por encima de los acuerdos.



Desde el punto de vista de la política interior, Trump sembró la discordia entre los norteamericanos y arrastró a las instituciones debilitando el sistema democrático. Favoreció el amiguismo descarado, desde los negocios a los indultos a los "fieles". Su carencia absoluta de sentido político le llevó, dentro y fuera, al uso de la fuerza por encima de cualquier tipo de acuerdo o diálogo. Para Trump, el poder se ejerce, lo que significa no tener que recurrir a los otros, que solo pueden salir derrotados. El narcisismo de Trump no admite otra cosa y es lo que transmitió al país en su presidencia. Estados Unidos se volvió, como se presidente, en narcisista y arbitrario, ejerciendo el poder porque podía. La humillación de los enemigos se extiende a los "amigos", que solo pueden ser siervos y admiradores. La herida del asalto al Capitolio del 6 de enero quedará abierta por generaciones.

Trump vuelve a la carga. La CNN lo califica desde su titular como el "perdedor escocido", el que no acaba de aceptar su derrota y sigue buscando explicaciones conspiratorias para explicar lo imposible: que perdiera. Por eso ha estado moviendo todo lo movible, mandando correo, haciendo que los suyos presionaran hasta momento en los que se excedieron. Había que evitar que se perdieran esos estados en los que se perdió por décimas, como Arizona, para poder continuar la idea del robo.




No aceptarlo ha llevado a Trump a muchos conflictos, pues dudó hasta de la honestidad de aquellos estados republicanos en los que ganó Biden. Sus llamadas y correos exigiendo a los funcionarios que "contaran bien" quedarán como uno de los casos más vergonzosos en la historia del sistema electoral norteamericano. Sigue, nos cuentan, atacando a todos los republicanos —"débiles" para él— que aceptaron la victoria de su rival. Todos ellos, del Fiscal General al ex vicepresidente Pence, le traicionaron y traicionaron al país. Es lo que sigue contando para delirio de sus seguidores que siguen clamando porque les encierre en oscuras mazmorras cuando sea el "próximo presidente".

En el artículo señalado de la CNN —"'Sore loser' Trump reaps fruits of election lies in Arizona", firmado por Stephen Collinson—, leemos:

 

It doesn't actually matter to Trump or his supporters if the allegations made in the audit are true or not. Trump's list of supposed irregularities that he spouted in a speech, which was often incoherent, made very little sense. But the conspiracies help fuel the massive nationwide lie that Trump created in order to avoid admitting he lost the election. Any morsel of information, no matter how quickly it is discredited, further expands the big lie. And as months pass, those who buy in travel so far from the truth that facts become meaningless.

The impact on American democracy, however, of millions of Americans losing faith in the election system — which is actually remarkably free of fraud — is deeply corrosive.*

 


Tiene razón Collinson. Cada vez vemos de forma más clara que el poder de la mentira se basa en su repetición, en ser imperturbable, ante la crítica. Queremos vivir en un mundo de fantasía porque queremos seguir creyendo que es verdadero. Negar la realidad y crear una realidad alternativa es un elemento seductor, algo que a muchos atrae. ¿Por qué vivir en un mundo que no quiere darnos lo que le pedimos cuando podemos vivir una fantasía colectiva que nos permite reajustar nuestros deseos por alejados que estén?

La misma farsa que vive Trump —¿controlada, incontrolable?— a asumida por aquellos que le siguen en su peregrinación fantasiosa. El problema, en efecto, es la perversión que supone del sistema democrático que, como un estado de madurez, implica la aceptación de un mundo que no nos gusta, de un resultado contrario. Por el contrario, el sistema de Trump es infantilismo puro, la rabieta incontenible cuando al niño se le quita el juguete de las manos. Es la pataleta porque le privan de lo que sirve para alentar su fantasía.

Recordemos que Hilary Clinton consiguió más votos que el propio Trump en el denominado "voto popular", pero que fueron los delegados republicanos los que le permitieron llegar a la Casa Blanca. Con el tiempo se fue convenciendo que había conseguido más votos que Clinton. Igual ocurrió con el acto de toma de posesión. Rechazó todas las fotos que mostraban que había habido mucha más gente que en la suya.



Trump es un niño malcriado peligroso para todos los que le rodean; mucho más para el propio país y el resto. Todo lo que no se ajusta a sus deseos desencadena procesos de diversa naturaleza. Su inteligencia no ha sido la de la política, sino la del poder, que no son lo mismo. Supo sumar apoyos de la radicalidad extra política y del republicanismo más rancio, que le vio como una figura alrededor de la que agruparse y de la que muchos se han distanciado al percibir que son meros juguetes en sus manos.

Ahora vuelve a hacer su campaña. Sabe que necesita llevar a los republicanos al poder para que estos le apoyen en la siguiente votación como representante republicano. Si Trump consigue llevar a sus candidatos a las cámaras y cambiar el orden existente, es más que probable que lo veamos camino de las próximas presidenciales. Ahora pide "Action" en Arizona, donde los resultados fueron 49,4% para Biden y el 49,1% para él. Se comprende la "obsesión" con el estado  —como con Georgia, con dos décimas de diferencia— y piense que puede cambiar ese estrecho margen.

Todavía le queda mucho mal y mentiras que repartir.

 


* Stephen Collinson "'Sore loser' Trump reaps fruits of election lies in Arizona" CNN 25/07/2021 https://edition.cnn.com/2021/07/25/politics/donald-trump-arizona-audit-fraud-lies-election/index.html

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