viernes, 9 de julio de 2021

El imbatible chuletón

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Dice el Secretario General de la Mesa del Turismo, señor Carlos Abella, que "las noticias no ayudan", un lamento de impotencia desde un sector que cae ante la retirada de las medidas decretadas por el gobierno, con lo que quería transmitir confianza, positividad y alegría cañera para los españoles y los de sus alrededores, es decir, a los tentados por el turismo.

No sé si se trata de un error casual de un lapsus porque en la entradilla de RTVE.es se dice: "Carlos Abella, Secretario general de la Mesa del Turismo, ha sido entrevistado por Carlos Franganillo en el TD2. Al ser preguntado sobre la recomendación del gobierno de no viajar a España: "Las noticias estas no ayudan, pero es cierto que ya no estamos en abril o mayo de 2020"". Los duendes malignos se han comido por sublimación del inconsciente lo de "francés", ya que ha sido el gobierno de Francia el que ha hecho esa recomendación.



"Las noticias no ayudan" debería reescribirse como "los hechos no acompañan", ya que confundir unas y otras no es buena señal. Las noticias son las que difunden los hechos, que son los que deben cambiar para que lo hagan las noticias. Pero en estos tiempos, claramente, importan menos los hechos y más cómo se cuentan o se silencian. Afortunadamente (por ahora) no estamos como ciertos países en los que hablar en los medios sobre la pandemia u otro factor (el terrorismo, por ejemplo), se considera "traición a la patria", perjudicarla transmitiendo malas noticias. Insiste el señor Abella en que junto a esas malas noticias están la buenas. No se pueden negar los contagios, pero la parte "positiva", nos dice, es que los turistas no vienen a hacer botellón, sino a hoteles con protocolos de seguridad. Es una forma de verlo, claro. Lo malo es que las buenas noticias que nos enumera pueden volatilizarse en apenas unas horas al surgir otras, entre ellas la de los botellones, una sensación mundial.



Pero más allá del sector turístico, hay muchos problemas "españoles" son de consumo interno, nunca mejor dicho.

Empieza a ser una ironía hablar de "socios de gobierno". Las guerras internas se aproximan ya a las que mantienen con la oposición. No es nuevo y se podrá seguir en esta línea en la que cada uno actúa para ganar su parcelita de apoyo con vistas a unas futuras elecciones en las que volverán a competir los unos contra los otros tratando de evitar esta condena que es compartir celda política. Cuando llegue ese momento, cada uno exhibirá sus logros y dirá haberlos conseguido sacar adelante pese a la resistencia de sus ahora socios. Será lo que se entiende como un "mal divorcio", con peleas por la custodia de los votantes y un conflictivo reparto de los bienes gananciales.

Lo más sorprendente es la copia estilística de Díaz Ayuso en todos los órdenes y espacios, vista la rentabilidad que le ha sacado a las grandes palabras que se convierten en una, "libertad", en las elecciones autonómicas. Ya no se trata solo de que Pedro Sánchez juegue a ser "liberal" y presionar a las Autonomías para que se desgasten con las medidas restrictivas. El propio líder del PP se ha sumado a la misma estrategia Díaz Ayuso. La misma reacción de Sánchez al declararse carnívoro del en su punto, es fácil imaginársela en boca de la presidenta madrileña. Pablo Casado, por su lado, la imita también y ataca el "intervencionismo de izquierdas" con el mensaje de que dejen a cada uno actuar según su propia decisión.



Lamentablemente la decisión española va más allá de si "carne o verdura", de si una "fake" hamburguesa de berenjena o unos "nuggets" de zanahoria son eficaces contra el calentamiento global. Las elecciones personales o, si se prefiere, la falta de responsabilidad de algunos (unos cuantos), están echando por tierra las expectativas de recuperación de los diferentes sectores que pasan de la esperanza a la decepción en apenas 10 días. Como si fueran fichas de dominó, uno tras otro van arrastrándose en la caída. 

Lo más llamativo en el "caso del chuletón" —el nuevo populismo comunicativo de Sánchez le obliga a ponerle "cara" a la carne— es  que quien sí le ha puesto cara  ha sido Garzón, la suya. Hasta ahora, los ministros presentaban la campaña, pero ahora la campaña es él. No se trata de que "no se coma carne", sino de que "veamos a Garzón diciendo que no comamos mucha carne", velando directamente por nuestra salud. No es "siga el consejo", sino "siga al líder que da el consejo". ¡Qué aburrimiento que hayan leído todos el mismo libro!



Le han contestado que España es uno de los países con la expectativa de vida más elevada, que vivimos más que muchos países que, según las teorías, deberían vivir más. Las teorías fallan. Sea por lo que sea.

Conforme los desastres avanzan en forma de aumento de contagiados y descenso de turistas (los belgas acaban de "evacuar" a un grupo de turistas porque ya tenían gran cantidad de contagiados), la presión por pasarse la responsabilidad aumentará, con lo que las disputas subirán de tono. Nadie se quiere enfrentar al sector electoral de los más jóvenes, porque ven allí su semillero de votos, y como nos dicen las cifras, es allí donde está el problema. No olvidemos que Podemos propuso el descenso de la edad de voto a los 16 años. Tomar medidas contundentes para evitar los contagios se sale del plan.



Confiar, como nos dicen, en el plan de vacunación es de una gran ingenuidad, si como nos avisan, sigue el aumento de variantes que surgen en otros lugares, en pocas semanas están aquí y en un par de meses son mayoritarias. Cuantas más se produzcan y más alejadas menos eficaces serán las vacunas. Pfizer ya habla de una tercera dosis para compensar su descenso de eficacia ante las nuevas variantes.

Pero aquí preferimos las polémicas estériles en el peor momento. La contundencia de la contestación de Sánchez al protagonismo de Garzón, las quejas de ministros implicados (como el de Agricultura), presidentes autonómicos (Cantabria) y políticos de a pie deja ver que las fisuras son amplias fallas en el gobierno que no se entera de lo que hacen por su cuenta algunos. A Garzón le han salido algunos simpatizantes, a los que trataba de localizar para futuras campañas. Aquí cada uno busca votos donde puede y le dejan. 

Así que ya tenemos otra polémica absurda servida en mal momento y a la espera de la siguiente. No nos aburrimos. O, quizá, un poco, sí.



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