sábado, 24 de julio de 2021

Barrios ricos

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

 


Los datos de la pandemia, cuando se ponen sobre la mesa, nos acaban diciendo cosas que no nos gusta escuchar públicamente por lo que tienen de retrato social, de radiografía del país con sus ocupantes dentro. Es cierto que esto es ya una situación larga, pero es igualmente cierto que esto no es nuevo y que seguirá siendo larga por bastante tiempo.

Hace unos días, un titular llamaba la atención por su propia generalidad. Venía decir que los "jóvenes serios" se quejaban de que se les considerara responsables de lo que las cifras, las imágenes y los relatos nos mostraban sobre la evolución de la pandemia en España. Es evidente que el lenguaje es siempre injusto en esto. Para evitarlo se han creado otras herramientas que permiten separar el trigo de la paja poniendo cada cosa en su lugar. Sencillamente, el que cumple no debe darse por aludido. Los que incumplen tampoco se dan por aludidos y siguen incumpliendo, claro.

Conforme la pandemia se desarrolla en el tiempo y es posible tener más datos y, sobre todo, analizar la evolución de esos datos, sus aspectos relevantes van apareciendo con mayor claridad.

RTVE.es ha elaborado un magnífico trabajo, firmado por Paula Guisado y Cristina Pozo García, tanto en el análisis de los datos como en su representación gráfica para que puedan ser comparados y comprendidos. Estos datos permiten sacar algunas interesantes conclusiones. Tras un análisis general de los datos de la pandemia, se introducen los aspectos relacionados con los espacios donde hay mayor incidencia actualmente y se comparan con los del año anterior. Nos señalan partiendo de los datos acumulados:

 

Hace un año, al acabar el primer estado de alarma -ahora inconstitucional-, se señalaba el impacto de la COVID en las familias con rentas más bajas. Los brotes entre temporeros fueron los más comentados, pero también entre aquellas personas que no podían permitirse teletrabajar y tenían que acudir presencialmente a su lugar de trabajo. La segunda ola dejó una situación similar.

En Madrid, el distrito de Puente de Vallecas registró una incidencia de más de 950 contagios, con Usera y Villaverde rozando los 850. En Barcelona -con menor incidencia en general-, Nou Barris, Ciutat Vella y Sants-Montjuïc superaran los 400 casos.

¿Qué tienen en común esas seis zonas? Son los distritos con las rentas medias por hogar más bajas de sus respectivas ciudades. Y es que al principio de la segunda ola se podía ver una relación inversamente proporcional entre la renta y la incidencia: a menor renta, más casos.

En cambio, el brote que comenzó a finales de junio apunta a una situación inicial distinta. En la Ciudad Condal, que lleva más de una semana de adelanto con respecto a los incrementos a nivel nacional, los datos mostraban la tendencia contraria: a más renta, más casos. Y una situación similar registra la capital unos días después, donde los distritos con las rentas más altas -Chamberí, Salamanca, Moncloa-Aravaca o Chamartín- ocupan ahora los primeros puestos en cuanto a incidencia acumulada.

La tendencia se va suavizando a medida que pasan los días y el virus se expande. Y tanto en Madrid como en Barcelona hay excepciones: por un lado, el distrito Centro, cuya singularidad podría contribuir a que la tasa de contagios sea tan elevada -900 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días- aunque su renta no esté entre las más altas; y por otro, Ciutat Vella, que se acerca a los 1.000 contagios a pesar de ser el distrito barcelonés con menor renta.

Pero los datos de renta e incidencia por distritos sugieren una diferencia socioeconómica respecto a las olas anteriores que habrá que analizar con más información desagregada, pero que para Saúl Ares "tiene sentido, desde la premisa de que en este caso los contagios se piensa que se dan más en el ocio que en el trabajo". Más del 80 % de los brotes identificados en la última semana en la Comunidad de Madrid estaban relacionados con el ámbito social. "Y sabemos que quien tiene más posibilidades es quien tiene más ocio", reflexiona el experto.* 

 


Y hay mucho que reflexionar, desde luego. Los datos son los que son y, en el tiempo, adquieren sentido mostrando una perspectiva más ajustad de lo que tenemos delante.

En la primera ola, en los Estados Unidos, al igual que en otros países, salieron a la luz las desigualdades sociales y económicas. Se manifestaban en los hacinamientos en los hogares más pobres, en la falta de condiciones higiénicas en muchos espacios de trabajo, igualmente hacinados, en la falta de asistencia médica, etc. En Estados Unidos se tradujo rápidamente a cuestiones étnicas. Si eras "blanco", tenías más posibilidades de vivir en una casa grande, no tener que usar transporte público, teletrabajar, tener un seguro médico que te habría permitido tener una mejor salud, etc. Si eras un afroamericano o un inmigrante del sur, tus probabilidades de tener algunas de esas ventajas descendían.



Lo que los datos de RTVE.es nos ofrecen es un panorama distinto. Lo interpretamos de diversas maneras, incluyendo la que salta a primera vista: ahora son los "ricos" los que se contagian debido al ocio. Pero esta explicación requiere muchos matices y perspectivas. Oponer "ocio" y "trabajo" es un error porque hoy del ocio vive toda una industria. Mis alumnos extranjeros se reían cuando les explicaba, hace algunos años, el número de fiestas que tenemos los españoles. Es una forma de trabajar. Ir a los sanfermines, a las fallas, a la feria de abril... a todas y cada una de las fiestas de tus barrios, pueblos, ciudades y comunidades; los "puentes" y "acueductos", etc. son en realidad la estructura de una economía inversa que se basa en el "ocio" para que otros puedan trabajar. Este sector —que va del turismo a la hostelería, de las agencias de viajes a los vehículos, etc.— necesita personas que gasten, que se desplacen, etc. Esto ha ido generando un "ocio" activo, que ya no es alternativa al "trabajo", sino alternativa a sí mismo. El auténtico "ocio" es el que se produce entre dos "actos ociosos", el intervalo que no genera gasto.




Dicen que "más del 80 % de los brotes identificados en la última semana en la Comunidad de Madrid estaban relacionados con el ámbito social". El "ámbito social" es un eufemismo para decir todo tipo de encuentros y reuniones, de los familiares a los amigos, todo aquello que no es obligado por el trabajo.

El ámbito laboral es un espacio vigilado y sometido a determinadas prevenciones, con una autoridad responsable; igual ocurre en el educativo. No ocurre —como vemos cada día— con el ámbito del ocio, no porque no se intente, sino porque se incumple por la sencilla razón de que es prácticamente imposible hacerlo. Es la cuadratura del círculo. La gente se reúne para estar junta, no separada. Y si está junta es para verse, no para usar una mascarilla. 

La retirada de la mascarilla ha hecho recuperarse a sectores que caían en picado. Hasta la moda se ha visto sacudida ante el aumento del interés por las piezas superiores de la ropa frente a las inferiores que apenas se lucen en las videoconferencias. ¿Para qué zapatos nuevos si no sales a lucirlos a la calle? Me gustaría que salieran a la luz todos estos datos que apenas son señalados y se encuentran dispersos en artículos de diferentes medios.

Basta con que recuerde qué hacía una semana cualquiera antes de la pandemia y piense en lo que hace ahora. Se dará cuenta inmediata de que hay muchas cosas que hacía dentro de su normalidad y ahora no hace.



Decía antes que mostrar la distinción económica de los distritos y barrios puede darnos una impresión engañosa. El "ocio" es un poderosísimo sector económico en España y mucho más variado de lo que pensamos. Incluye espacios y actividades, viajes y estancias.

Los jóvenes que se han contagiado en el macro brote de Mallorca han realizado un viaje y una estancia en hoteles financiados, claramente, por sus familias. Las actividades que han realizado y en las que se han contagiado representan el retrato de su oferta por edad y disponibilidad económica, del "botellón" al "concierto" al que asistieron, junto con las actividades conjuntas que realizaran, de las charlas de habitación a los baños grupales en la playa o piscina. Los medios han reconstruido, local a local, el recorrido de los contagios.



El "ocio" es un macro sector ramificado y especializado en ofrecer lo que puedas pagar, de un restaurante de cinco tenedores a un perrito caliente callejero. La misma cerveza la puedes tomar en una comida en un restaurante, comprar en un supermercado o a un vendedor callejero que te la lleva fresca a la arena de la playa o se pasea por en medio del gentío del botellón en la noche. Lo que quieras, alguien te lo sirve.

Hace mucho que no abordamos las causas de muchas cosas que nos ocurre; preferimos afrontar las consecuencias como si salieran de la nada. Hoy nos enfrentamos a lo que parece una epidemia de irresponsabilidad. Pero no es nueva; es el resultado de esa "satisfacción garantizada" que hace que, como suele decir, España sea un país "donde se vive muy bien", un paraíso donde puedes hacer lo que quieras... si lo pagas. Ahora vemos la contrapartida.

No es casual que todo haya girado en España, de los empresarios a los políticos, sobre la llegada de veranos, vacaciones, puentes, festividades, etc. que son el auténtico "calendario laboral" español por el perfil que nuestra economía ha ido creándose. Compañías aéreas, de ferrocarriles, hoteles, restaurantes, ropa, etc. todo esto dependen de nuestro ocio. Puede que tengamos ropa de trabajo, pero seguro que tenemos mucha más ropa para salir, para lucirnos en los encuentros sociales.



En poco más de una semana, las cifras se han disparado tanto que asusta ver las curvas, auténticos cohetes hacia el récord. Hay muchos factores que lo han impulsado, desde dentro y desde fuera; falsos mensajes y oscuros intereses sectoriales que necesitan que todo esto siga en marcha pese a la vidas que pueda costar. Lo hacen detrás de grandes palabras y principios, pero no ocultan su verdadera naturaleza egoísta, interesada, económica.

Ahora los datos reflejan esta situación. Es en esos barrios donde queda el dinero que hay que sacar. La locura de los viajes de fin de curso es un buen ejemplo. Han ido los que se han podido pagar vuelo y estancia. Las posibilidades de gasto muestran las posibilidades de contagio. Unos se contagian en un hotel, otros en un descampado, según su disponibilidad.



Ahora muchos se resisten a que se impongan los "pasaportes" porque saben que sería un primer paso en la toma de conciencia de la peligrosidad en la que se insiste no piensen. Es cierto que muchos no necesitan que les insistan; desgraciadamente, parece que el "ocio" es el "centro" de su vida, algo a lo que no pueden renunciar porque, en muchos casos, no hay más y no se ofrece más.

Sin embargo, la única forma de poder salir de esto es afianzando la seguridad, por un lado, y reformando los sectores reduciendo su peso en el conjunto, abriendo otras posibilidades que se han ido perdiendo. Los otros males, los que arrastramos hace mucho, son más difíciles de erradicar cuando hay tanta gente viviendo de ellos.

 

 

* Paula Guisado, Cristina Pozo García y DatosRTVE "Barrios ricos, perfil joven y variante Delta: claves de la quinta ola de COVID" 24/07/2021 https://www.rtve.es/noticias/20210724/claves-semana-barrios-ricos-perfil-joven-variante-delta/2137060.shtml

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.