martes, 20 de julio de 2021

Les sobran los demás

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)




Antena3 hace un repaso de los distintos casos (recogidos) de agresiones por causa del no uso de la mascarilla*. La secuencia se repite: alguien entra en algún lugar sin la mascarilla puesta, otro le dice que se la ponga y el primero responde con violencia inusitada. Puede que algunos intervengan, pero en la mayoría de los casos mostrados es en favor del agresor, especialmente si es algún tipo de autoridad implicada, de un agente de policía a un vigilante.

La pandemia está sirviendo para mostrar muchas cosas que no son nuevas. Simplemente no las percibíamos por mirar a otro lado o, en la mayoría de los casos, porque vivimos aislados en pequeñas burbujas que nos hacen percibir a los otros como seres de otro planeta. No hay sentido de conjunto, solo un sentido territorial parcelado de la realidad. Las dimensiones de ese territorio son muy variables, del barrio o el pueblo al espacio del metro; puede ser fijo o moverse con nosotros mismo, que erigimos en territorio allí donde estamos implantando la ley.

Las personas que entran en un espacio público sin ponerse la mascarilla está diciendo dos cosas: yo soy mi propio territorio y no acepto vuestra ley, por un lado; pero, por otro, está diciendo no me importáis, sois invisibles para mí.

Las autoridades han tomado algunas decisiones sin tener en cuenta esta falsa sensación de conjunto, que implica la aceptación del espacio y la norma comunes. Pero el que lleva su propio reino con él no acepta más autoridad que la propia.



Percibir la sociedad verticalmente, donde las normas descienden, son aceptadas y cumplidas es un modo ingenuo de considerar el funcionamiento social. Hay cada vez más rechazo e incumplimiento, entre otras cosas, porque la propia idea de autoridad es erosionada por las propias autoridades mismas. ¿Cree alguien que esta continua refriega no erosiona la idea de autoridad?

En España, desde hace ya tiempo, se inició una peligrosa senda individualista que se expresa en la idea del "no va conmigo". Los argumentos se toman de boca de los propios políticos. El ejemplo más claro lo tenemos en estos días con la increíbles interpretaciones de la sentencia del Tribunal Constitucional, otro punto de fricciones que ha permitido a muchos (incluidos medios y partidos políticos) confundir una cosa con la otra y permitiendo a algunos sacar la conclusión que "han sido secuestrados", que no hay que cumplir ninguna medida restrictiva porque "son inconstitucionales". Lo escuchamos cada día y para lo único que sirve es para que más gente se desentienda del conjunto.

El ejemplo más claro lo tenemos en los "botellones", auténtica figura patrimonial española, en la que —pese a años de estar prohibido— se ha desarrollado con total impunidad en todos los municipios de España. Mi Facultad es la única de la Ciudad Universitaria que hubo que vallar hace un par de años porque era literalmente "ocupada", con pleno consentimiento de la autoridad, que los guiaba hacia nuestras praderas para evitar que se ocuparan (y mancharan) otras.

Después de estos años, ve a explicarle a un joven que esa actividad que lleva años realizando se tiene que interrumpir por un "virus" que se han inventado algunos para "controlar el mundo", por seguir las chifladuras de un Bosé, por ejemplo.



Otro de los fenómenos que contribuyen a esta peligrosa tendencia a la violencia callejera es la ambigüedad de las medidas. No se puede pretender que funcione algo en lo que hay que ir con un metro midiendo si estás a 1,5 m o no. Y así ha sido desde el principio.

Todas las normas que se han ido dictando contaban con lo único inexistente: la buena voluntad de muchos. Mucha gente lo cumple, sí, pero los conflictos son continuos precisamente por esa división entre los que los siguen y los que se ríen de ellos. La expresión tiene toda la intencionalidad, ya que el que no lo cumple se ríe descaradamente en la cara de quien si lo hace, que acaba estallando muchas veces. Forma parte de ese peculiar carácter español además del incumplimiento, la ostentación. No solo soy incumplidor, sino que los demás son idiotas por cumplir. Los ataques se producen cuando a alguien se le dice que tiene que cumplir como los demás. Pero el aludido, precisamente, rechaza ser como los demás, algo ofensivo para su peculiar forma de ver el mundo, la vida a los demás y a él mismo.

Dejar que se tomen en la calle las decisiones sobre si hay suficiente gente, a la suficiente distancia, etc. como para llevar o no llevar la mascarilla es abonarse a la discusión y al conflicto constante.

Muchos especulan sobre el aumento real de la violencia, que se manifiesta tanto en las casas como las calles. El terrible aumento de los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas tras el fin del estado de alarma se presta a diversas interpretaciones. Lo mismo ha ocurrido en otros ámbitos, como el transporte o los conflictos con los botellones, las luchas de los vecinos, etc.

Hay demasiadas discusiones sobre la mesa por falta de precisión en las medida y a esto contribuye la propia tensión que la pandemia genera con su inseguridad e incertidumbres.

La propia autoridad la ha generado con su confusión. En su momento lo señalamos. No se puede trasladar a la calle la discusión sobre qué hacer o no. Pero esto ha ido más lejos cuando en unos lugares se podía y en otros no, lo cual ha acabado creando un insostenible "relativismo" que la gente también ha interpretado a su manera.



Ayer nos hablaban de los traslados de los jóvenes a "hacer botellón" en el pueblo vecino, que no estaba con cierre perimetral. Evidentemente las diferencias de situación entre un pueblo y otro reflejan muchas cosas y no será casuales. La confirmación llega con el descaro de pasarse a otro a hacer lo que no puedes hacer en el tuyo. En el suyo no pueden hacerlo ahora precisamente porque lo han estado haciendo sin medida hasta ese momento.

Al incumplimiento se añade el descaro señalado. Las normas "no van con nosotros" es el mensaje. Dicen que los detenidos suelen ser varones de entre 36 y 55 años*, pero mucho me temo que esto sea porque en otras edades más tempranas los incidentes son ya parte de la vida cotidiana. Lo que sí se puede afirmar es que a ninguno les sobra el ego, sino los demás.

La erosión de la autoridad, el relativismo, las luchas entre poderes e instituciones, etc. están minando las bases sociales y las posibilidades de acuerdos, situando el conflicto permanente como una forma de vida. No debería extrañarnos que en un país con dirigentes tan beligerantes entre ellos, esto se traslade a la calle.

El hecho de que haya estado ocurriendo en otros países (especialmente en los Estados Unidos, con varias muertes) no es ningún alivio. El que coincidan con líneas ideológicas extremistas tampoco es una explicación pues todo ello se entremezcla de forma compleja con resultados parecidos.



* Ignacio Buenavista Prats "El uso obligatorio de la mascarilla, una de las causas de agresiones a policías y sanitarios durante la pandemia" Antena3 20/07/2021 https://www.antena3.com/noticias/sociedad/uso-obligatorio-mascarilla-causas-agresiones-policias-sanitarios-pandemia_2021072060f66fa06b7ef500010181b9.html

 

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