Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
gobierno español tiene dos problemas, la realidad y sus declaraciones. Su
capacidad para dispararse tiros en sus propios pies es infinita, como acaba de
demostrar el ministro Garzón que tratando de evitar quedarse en la oscuridad
veraniega ha salido con unas pintorescas y ecológicas declaraciones en contra
del consumo de carne, para irritación
del gremio. El ministro se ha empeñado en que reflexionemos ante un
filete cuando el problema es que mucha gente lo tiene racionado. Parece que
existe cierta competición en ver quién asume el rol de ministro pintoresco y
Garzón se postula.
En un
universo complicado, los miembros de nuestro gobierno se han especializado en
aquella vieja técnica de crear un problema para tapar otro. Quizá la estrategia
la hemos entendido mal y se trata de colar todo sobre el fondo de la pandemia,
pero creo que es más bien inoperancia y un cierto afán de protagonismo por si,
como llevan tiempo rumoreando, hay una crisis de "ministros" (más que
crisis de gobierno, que eso no se debe mencionar) y alguno se va a casa
quedándose sin decir algo interesante.
La
ministra Darias, por su parte, sigue empeñada en ser el "hada madrina de
la juventud", compañera de tranquilidades del presidente, quien por su
parte se ve cada día más traicionado por esos gestos que desvelan presión
interior, arrinconamiento de los hechos, cierto desbordamiento. La oposición,
con mucha mala intención, se pregunta "dónde está" cada vez que hay
un problema y se responde como el alcalde de Madrid, "¡en Lituania!",
cosa que es cierta tanto en sentido geográfico como si se le quiere dar lectura
simbólica, ya que lo que se quiere decir es que no está donde debe ni a lo que
debe.
Y es
ahí donde entra el segundo enemigo, que es la realidad misma, la de los datos y
cifras, que comienza a formar un consenso general sobre la metedura de pata de
lo de la mascarilla. Le está bien empleado. Pedro Sánchez ha querido y sigue
queriendo que las Autonomías asuman el desgaste de las medidas restrictivas,
que son siempre impopulares. Por lo que decidió "volver de Lituania" (es metafórico) y hacer una reentré
gloriosa anunciando el comienzo del paraíso y el fin de la mascarilla. La
pobreza de esta estrategia y medida oportunistas se ha demostrado más rápido de
lo que se pensaba.
Los que
esperaban que la nueva ola llegara a final de verano, con la gente ya morenita,
con los hosteleros contentos, el ocio nocturno poniéndole velas y los turistas
extranjeros secándose una lagrimita mientras se subían al avión de vuelta a sus
países, se han visto frustrados por el cacao
instantáneo que se nos ha formado, con el chupinazo
juvenil de los contagios.
En
RTVE.es se han hecho la pregunta prohibida, la que no tendría que haberse
hecho, es decir, la periodísticamente relevante "¿Tiene el resto de Europa
un problema con la incidencia en jóvenes?". Esta pregunta es la que se
temían los que justifican lo que está ocurriendo de diversas formas, desde los
que dicen que "¡claro, pobres, lo que han sufrido con tanto sacrificio!"
hasta los que lo consideran solo "un problema de vacunación". La
respuesta que nos dan en el medio estatal es la siguiente:
España ha entrado en una nueva fase de la
pandemia: la preocupación se centra ahora en la incidencia del coronavirus en la población joven, que no está
vacunada. Mirando al resto de los países europeos vemos que el problema que
afronta nuestro país no se reproduce
entre sus vecinos. En Francia, Italia o Alemania no se aprecian cifras de
contagios alarmantes en dicho grupo ni grandes diferencias con el resto de la
población. La vacunación abierta a todas las edades y las restricciones más
duras permiten una situación controlada. Solo Portugal muestra una imagen
parecida.*
Por si
alguien tiene dudas, le han puesto negritas a lo esencial. Esto es en España, esto es un caso español. Puede que suba la
incidencia, pero no se percibe que sea un problema de edad o, si se prefiere,
generacional, como aquí.
Los que
hablan de que "tenían muchas ganas", "han hecho
sacrificios", etc. vuelven a chocar con la realidad que ha sido la
constante presencia de los botellones y fiestas privadas de todo tipo,
normalmente los fines de semana, desde que se levantó el "estado de
alarma". Es decir, aquí solo se ha privado de la celebración el que ha querido,
el que no ha tenido más remedio o el que ha sido responsable por su situación
familiar, laboral, etc.
La
prueba más escandalosa de ello ha sido el llamado "turismo de exceso"
que ha venido a Madrid (imagino que a otros lugares) a hacer aquí —como ellos
mismos manifestaban— "lo que no podían hacer en su país".
Mi hipótesis para este desastre —y lo plantee aquí entonces— es que Sánchez estaba jugando a ser Isabel Díaz Ayuso, con su desfachatez libertaria, a la vista de los resultados electorales obtenidos en la Comunidad Madrileña. El hecho de que mucha gente votara, desde anteriores opciones de izquierda, a la neoliberal presidenta, se explicaba porque preferían que no les controlaran la vida, que les dejaran tener abiertos los negocios, que no hubiera intervenciones o límites, que se plantaran en Madrid en un salto los que quisieran "divertirse"... Con esa perspectiva, gobierno y presidente al frente, decidieron hacer el populismo "a la madrileña", desde la retirada de la mascarilla y declarar la "liberté, egalité, fraternité" sin pasar por la Bastilla.
Las mismas
palabras de la ministra Darias pidiendo que no se "estigmatizara" a
los jóvenes, son puro populismo y ridículas cuando los medios —los número
cantan— hablan de una "ola joven", cuando ya se producen incidentes,
como los de ayer en Pamplona, con los que saben (o creen) que sus síntomas
serán leves y les importa un bledo lo demás.
Lo
cierto es que en ningún país, como nos decía RTVE.es, se dan las cifras de
este. Finalmente todo se remite a la economía y a la demagogia, conseguir
recuperar el voto haciendo populismo sanitario o, lo que es lo mismo, tirar por
la borda en poco más de diez días los sacrificios anteriores. Los niveles, por
encima de los 1.200 casos por 100.000 que se dan como cifras parciales en las
franjas de edad inferiores, son un verdadero escándalo político y, sobre todo,
social, ya que lo que muestra es una pérdida colosal de ciudadanía, concepto
que habría que empezar a reforzar en la escuelas y revisar en los libros de
texto.
Y en
esto somos responsables todos. La política española nos muestra que cada uno
tiene sus metas y que se es incapaz de encontrar, más allá de los discursos
retóricos, un sentido de comunidad, un espíritu de ciudadanía. Los efectos de esta
política a cara de perro, mezclada con los aspectos generacionales, han creado
una sociedad cada vez más indiferente al conjunto, más egoísta e insolidaria.
¿Cómo va a haber solidaridad intergeneracional cuando se nos dice cada día que
las próximas generaciones vivirán peor que sus padres, en un mundo de
precariedad, su seguridad de pensiones, con empleos mal pagados en caída, con
un descenso del nivel cultural apabullante, centrado en el espectáculo, la
trivialidad, en puro entretenimiento a la baja?
En Antena
3 nos muestran los titulares europeos respecto a lo que está pasando en España
y su repercusión sobre el turismo, el sector en que se centraban todas las
expectativas.
Inmersos en la época estival los hosteleros
cogían aire a principios de junio. La incidencia bajaba y las previsiones de
reservas volvían a subir, especialmente después de que Reino Unido diera el
visto bueno de sus ciudadanos a Baleares. Sin embargo, el nuevo pico de
contagios vuelve a poner en entredicho la seguridad de los viajes a nuestro
país por parte de la prensa internacional.
Es el caso del Financial Times, el tabloide apunta en un titular que: "La variante delta sitúa a España a la cabeza de la incidencia en Europa". El periódico ilustra este titular con una fotografía de la no fiesta del 6 de julio San Fermín en Pamplona (Navarra). En la imagen puede verse a gente en la calle abrazándose, la mayoría con mascarilla.**
Los
titulares de otros medios europeos importantes son del mismo tenor. La pertinaz
obcecación de ministros y presidente en desearnos un feliz verano y hacer poco
o nada para que lo tengamos va a ser especialmente intensa. No sé si esto le
llevará a enclaustrarse o, por el contrario, a seguir viajando por el mundo.
No se
puede tener todo ni contentar a todos. Pero la falta de medidas y remitir a las
Comunidades acabará pasándole factura de nuevo, porque el no hacer es siempre
el que es más fácil de atacar. Si hay algo peor que una decisión errónea es la
falta de decisión. En la guerra entre gobierno y Comunidades, el gobierno ha elegido el peor camino para ellos y, lo que es peor, para todos, porque el virus no entiende de banderías, ni de vacaciones, ni de pasaportes; solo de facilidades.
*
"¿Tiene el resto de Europa un problema con la incidencia en jóvenes?"
RTVE.es 7/07/2021
https://www.rtve.es/noticias/20210707/coronavirus-incidencias-vacunas-jovenes-europa/2122101.shtml
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