Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No, no hay metáfora en lo de la mudanza. Sencillamente me he tenido que mudar de casa. Mientras España arde, los políticos discuten y se insultan; mientras los equipos empiezan la liga con los últimos fichajes y otros ciudadanos acuden a las fiestas de su pueblo; mientras otros se ponen morenos sobre las ardientes arenas y aguas de las costas, etc. etc., yo me dedicó a cambiar de casa.
Dicho así parece sencillo, pero como soy de la generación que tenía cosas raras como libros, después me apunté al cine con la llegada de vídeos, después DVDs, después Blurays y ahora 4K. También a la música desde los 12 años con eso que ahora llaman “vinilos”, después cassettes y después CDs. Como además, mis intereses siempre iban hacia atrás porque no solo me gustaba lo que me daban masticado, sino que siempre me gustó buscar raíces, navegar por el mundo anterior, etc., lo acumulado en esos años es una barbaridad.
Pero esto de la mudanza tiene dos perspectivas, la personal y la social.
En lo personal es una especie de recorrido por tu propia vida. Fotos, cartas, dedicatorias, textos propios y ajenos, etc. te permiten repasar tu trayectoria vital a través de todos estos objetos guardados. Descubres qué poco recuerdas de lo que has vivido, cómo esos años quedan en penumbras, llenos de lagunas. ¿Cuándo leí este libro subrayado; quiénes son esas personas que están a mi lado; dónde fue este congreso o conferencia...? Algunas cosas salen a tirones, pero otras muchas se han perdido en ese pasado que nos resulta esquivo.
La mudanza nos enfrenta a estos objetos. Tiramos unos y conservamos otros. Nos damos cuenta de la cantidad de cosas acumuladas que no tienen mucho sentido; cosas que se repiten, cosas inútiles pero que nos han parecido útiles en algún momento. Cambiamos en el tiempo, aunque pensemos que somos siempre los mismos. Los cambios de gusto que reflejan los objetos que aparecen nos enfrentan a esa realidad. Cambiamos, sí.
La otra dimensión es la social. La vivienda se ha convertido en un problema nacional de primer orden. Encontrar piso es cada día más complicado y especialmente se ha rodeado de un mundo especulativo en todos los órdenes e intereses.
Comprendes el drama de muchos jóvenes por conseguir aquello que antes se veía como una necesidad, la emancipación. Pero las condiciones laborales apenas lo permiten a aquellos que tienen un sueldo suficiente como para ir más allá de una habitación o amontonarse.
Se ha creado toda una red especulativa alrededor de la vivienda. Ya no hablo de en propiedad, donde te hipotecas de por vida y con la inseguridad del empleo puedes perderlo todo en un momento dado.
En alquiler pueden llamarte en cualquier momento y decirte que dejes la casa, que el propietario la necesita. Conozco tres o cuatro casos (entre los que me incluyo) en los que los inquilinos han tenido que abandonar sus casas por estas peticiones, Es la otra cara del problema de los “okupas”, a estos por lo que parece no hay forma de echarlos, aunque no pagan. Pero el inquilino, aunque pague religiosamente, se debe marchar ante la invocación de la necesidad.
No dudo que hay casos en los que esta necesidad sea real, pero sé que en la mayoría de los casos es la forma de volver a alquilar con los “nuevos precios” especulativos. A ello alientan las informaciones diarias de los medios al corear las subidas de los precios. Algún día habrá que estudiar estas conexiones mediáticas del capital para justificar la especulación. De los constructores a los propietarios de pisos turísticos pasando por los fondos de inversión hay demasiadas conexiones y lados oscuros.
Después de 23 años en el mismo domicilio he tenido que mudarme. Ha sido duro y angustioso, pero me ha permitido ponerme en el lugar de muchas personas que lo están pasando bastante peor que yo, sobre todo gente joven.
Hacer una mudanza con estas olas de calor ha sido una auténtica odisea. Agosto es un mes para la especulación. Todos están de vacaciones y los precios se desorbitan para todo. Poco y caro
Nada de esto habría llegado a este nivel sin el sacrificio personal de Joaquín Jr. y Anita, que han tenido compasión y se han volcado en ayudarme. Les estaré agradecidos eternamente. En tiempo de mudanzas, afortunadamente hay cosas que no cambian.
En un momento la vida se reduce a cajas vacías que hay que llenar o cajas llenas que hay que vaciar.
PD: este post ha sido escrito ya en la nueva casa tras otro largo día de mudanza.
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