Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Mientras
España arde los políticos buscan la forma de responsabilizar al otro en juegos
sobre este país multinivel que hemos construido y que va de Europa al más
pequeño pueblecito semiabandonado (o completamente abandonado) en cualquier
zona del territorio. En este amplio espacio dividido y jerarquizado, España se
debate entre echar balones fuera de unos y la exigencia de acciones reales, de
sentido común o técnicas.
Los
fuegos no salen de nuestras primeras planas, ya sea por superar tristes
récords, por muertos y heridos o por el cabreo de los ciudadanos que ven
destruido lo que les rodeaba, posesiones y una vida de recuerdos, que reviven
la sordera ante sus avisos.
En
RTVE.es nos dan un titular de la quinta entrega de la serie "España se
quema", de Daniel Rivas desde Sanabria (Zamora), ""¡Se me quema
la casa!": el grito de los frustrados vecinos del Parque Natural de Sanabria
que "nadie cuida""*.
Hemos
pasado de las autoridades a los técnicos y, especialmente, al pueblo que sufre
estos incendios y que ya pide cabezas de los que no les atendieron, de los que no
hicieron caso de las advertencias:
El cielo es naranja y flotan virutas de ceniza. El
viento aparece, remueve el polvo del suelo y, sin dar más explicaciones, se
ausenta. Él y el calor van a marcar la supervivencia de las poblaciones. Censi,
la hija de Elena, califica el incendio de "predecible".
En su opinión, los ganaderos ya avisaban este
domingo de la evolución de las llamas de un fuego cercano y sus consecuencias
si se acercaba a los núcleos de población. "Conocen el monte mejor que
nadie, pero ninguna autoridad les pregunta por su opinión". Cristian
y su familia tienen caballos en la zona y, hace dos días, los bajó
al río para rodearlos de agua e intentar salvarles. Desde entonces, ayuda a
otros ganaderos a poner a resguardo a sus animales.
"Estamos muy enfadados", recoge Censi. Y explica que en su localidad hay tractores y, si alguien les hubiera coordinado, hubieran podido hacer cortafuegos: "Antes los incendios los apagábamos todos juntos, ahora no nos dejan".*
Las
quejas de este tipo se multiplican en todas partes: no se ha hecho caso a los
que conocían la zona, a los que advertían de lo que podía ocurrir.
La
conversión de los montes en zonas "controladas", donde
"control" significa que nadie puede tocarlas y, a la vez, que quedan
a expensas del abandono, una muy mala forma de entender la naturaleza y su
protección.
La idea
ahorrativa de una naturaleza que se cuida a sí misma y de la que hay que
mantener alejados a los seres humanos, se encuentra con la terrible
constatación que eso que algunos llaman "protección" no es más que "abandono".
Una naturaleza sin control es una naturaleza abocada su destrucción a la más
mínima incidencia o, como sucede ahora, a la "tormenta perfecta" de
todas las coincidencias: olas de calor, vientos fortísimos, grandes cantidades
de lluvia en las estaciones anteriores, etc. Un rayo, una chispa, un
incendiario... hacen el resto.
Ese "antes los
incendios los apagábamos todos juntos, ahora no nos dejan" con que
se cierra los párrafos del texto citado está lleno de una queja muy común: que
nadie escucha a los que viven allí, que ya sea por la lentitud burocrática, por
el desconocimiento de muchos de los que ocupan desde la política responsabilidades
en la prevención de catástrofes, por la mala gestión de recursos o por la
contratación temporal mínima al periodo de incendios del personal-
La paradoja es que cuanto más se controla la naturaleza más graves son las
consecuencias. Quizá deberíamos revisar los dos conceptos, el de "vigilancia"
y el de "naturaleza" para ver dónde nos estamos equivocando porque es
seguro que lo estamos haciendo a la vista de los resultados.
Hay que desechar un concepto naif y romántico de la "sabia
naturaleza" pensando que quizá es precisamente el origen, que dejar a su
aire el crecimiento es un error y que lo que llamamos "proteger"
tiene un efecto contrario, el de la acumulación de elementos peligrosos de
difícil control.
Quizá habría que revisar a la vez la idea de "vigilancia" y
centrarnos en la "prevención", que es mucho más un concepto
"activo" que exige más tiempo, todo el año, y no solo algo que se
aplica en el periodo veraniego.
Como se hartan de repetir, "los incendios se previenen en
invierno", que es cuando se desarrollan los problemas. Hay que empezar a
pensar que cada árbol, cada bosque, cada zona protegida o no, es causa de
incendio si no se controla cuando se puede.
Hoy, que aplicamos tecnologías de última generación a la mayor tontería, podemos aplicarla a la prevención de muchas maneras, comprendiendo su funcionamiento y midiendo los grados de peligro y probabilidad. Podemos saber qué debemos cortar o recortar ante la posibilidad que chispa o rayo hagan de las suyas.
En la España vaciada hay que vigilar lo que no queda tan vacío como se pensaba. Declarar "patrimonio" enormes zonas no significa dejarlas a su suerte, sino justamente lo contrario, una mayor responsabilidad.
Los destrozos están dejando una España calcinada en lo que es tomado de una
forma fatalista: los incendios ocurren el verano. Pero los veranos, cuando los
pueblos atraen a sus fiestas, tenemos esos otros invitados. El fatalismo viene
de la falta de prevención, es decir, de inversión y buena gestión técnica de
los recursos.
Me gustaría que se convocaran más congresos, grupos de investigación, ediciones
científicas, para proponer soluciones, formas de estudio, análisis de las circunstancias,
etc. Me gustaría que se escuchara a la gente que tiene experiencias de cómo se
controlaban anteriormente estos desastres.
Me gustaría que los incendios fueran una emergencia que dejara de un lado laos reproches entre unos y otros, que fuera un factor de unión para evitar que este desastre, que afecta a los ciudadanos de cualquier color político, no se volviera a producir. Sería una señal de responsabilidad que muchos desean ver. No es lo que estamos viendo.
*
Daniel Rivas "¡Se me quema la
casa!": el grito de los frustrados vecinos del Parque Natural de Sanabria
que "nadie cuida" RTVE.es 19/08/2025
https://www.rtve.es/noticias/20250819/incendio-forestal-sanabria-frustracion-vecinos-nadie-cuida-arda/16700349.shtml





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