Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
"incidente" de Jumilla deja en evidencia una vez más la debilidad de
la política española y el deseo de permanencia en el poder por encima de los
principios. Una política sin principios —o solo con el poder como objetivo—
está condenada a la debilidad y, lo que es peor, a la arbitrariedad y al
desarrollo del arte del desmentido, por llamarlo de alguna manera.
El
perjudicado, en este caso, es el Partido Popular al que se extienden la palabra
de su "socio" de gobierno. En gran medida le ocurre otro tanto al
gobierno con su propia debilidad, que tiene que sostener la causa de los
independentistas, que tampoco es cosa fácil de llevar, como podemos apreciar
cada día.
La
afirmación del concejal de Vox, que refieren los medios, sobre que "el que
quiera celebrar festividades musulmanas que se vaya a Marruecos" es lo
suficientemente clara como para ser camuflada con la retórica del PP de que
"no se va contra nadie" y rasgarse las vestiduras por la acusación de
xenofobia, aunque mal empleada, fruto del desbarajuste mental del partido Vox.
Para ellos "raza" y "religión" se identifican,
Ha sido
la Conferencia Episcopal Española —españoles y católicos— la que ha tenido que
salir a explicar el despropósito del asunto:
La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha apoyado
este jueves a la Comisión Islámica tras el acuerdo entre PP y Vox en el
Ayuntamiento de Jumilla de prohibir los actos religiosos en las instalaciones
deportivas de la localidad murciana. En su opinión, "hacer estas
restricciones por motivos religiosos es una discriminación que no puede
darse en sociedades democráticas".
Así se han posicionado los obispos católicos en un
comunicado hecho público este jueves, en el que han recalcado que "las
manifestaciones religiosas públicas, entendidas como libertad de culto, están
amparadas por el derecho a la libertad religiosa, un derecho humano fundamental
protegido por la Constitución española".
La prohibición forma parte de una iniciativa municipal del PP que modificaba y rebajaba una moción previa del grupo de Vox que proponía explícitamente que se prohibieran celebraciones islámicas en el municipio, de unos 27.000 habitantes y con una amplia comunidad musulmana.*
No se puede ser más claro en este mar confuso de la política española, donde el pequeño impone sus criterios ante los grandes por aquello que explica la metáfora: "tener la llave del poder". De esta forma no hacen falta votos, sino tener lo suficiente como para decidir lo que hay que votar. Democráticamente, los hechos dejan de ser cosa de los votantes para ser decidida en negociaciones donde el pequeño, Vox en este caso, decide.
Por mucho que el PP de Génova lo intente, a sus oponentes les importa poco Jumilla y les atrae arrastrar el asunto hasta Madrid y situarlo en el centro de la gresca política que necesita de renovación constante para atraer la atención.
Al final, el ciudadano español tiene la sensación que votar es un ejercicio frustrante en el que lo que aprueban sus partidos tiene en ocasiones poco que ver con lo que finalmente sale adelante.
La cuestión es que no son "detallitos", sino que cada vez afectan a cuestiones de principios, a modificaciones de aspectos sustanciales que los partidos tratan de disimular con retóricas que hacen sonrojarse a más de uno.
Convertir los espacios deportivos de Jumilla en un caso flagrante contra el derecho a la libertad de culto, como ha señalado la Conferencia Episcopal, es grave. El encaje de bolillos del PP para justificar la medida no ha funcionado porque el caso es importante para Vox, ya que refuerza su línea de lucha por la patria y el paraíso. A Vox, al contrario que al PP, sí le importa dar visibilidad extrema a lo que dice haber conseguido mediante su imposición. Así, mientras el PP trata de camuflarlo diciendo que "no va contra nadie", a Vox le interesa lo contrario, presentarlo como un logro frente a las invasiones "raciales" y "religiosas" de los musulmanes. Las palabras del PP se quedan en nada o, peor, en un intento de ver a la ciudadanía como estúpida.
Es además una provocación, pues es un llamado a incidentes para los extremistas musulmanes, que serán llamados a vengar la afrenta y persecución. Esperemos que esto no se produzca, pero el cántaro va demasiado a la fuente últimamente.
El coordinador de la Comisión Islámica de la Región de Murcia, Walid Habbal, cree que la decisión del ayuntamiento de Jumilla de prohibir celebraciones religiosas, como el fin del Ramadán, en instalaciones municipales deportivas es un "paso atrás" que ha dejado "en shock" a la comunidad musulmana de la población, que lo interpreta "más que como un ataque político, como una falta de respeto".
En una entrevista con RNE, Habbal ha explicado que es comprensible que el Ayuntamiento de Jumilla ha tomado la decisión de "administrar sus espacios públicos de la mejor manera que consideran para su pueblo y la sociedad". Sin embargo, pide "buscar alternativas" para no perder los avances de cohesión social por los que han trabajado estos años por una "decisión acelerada". "Se siente una falta de respeto que se utilice un tema como este para una lucha política (...) hay límites".
Habbal ha recordado que la comunidad musulmana de la Región se ha esforzado en lograr una convivencia y buenas relaciones con el resto de la sociedad, "siempre mirando al futuro a y nuestros hijos".*
Se intenta dar una salida a los hechos, pero no será fácil pues importa más el mantenimiento del poder en el ayuntamiento, según parece, que los valores de convivencia, que deberían ser los prioritarios.
Esta España múltiple no es algo contra lo que haya que luchar, sino tratar de que funcione lo mejor posible. Sin embargo, la política española ya no lo es de soluciones, sino de conflictos. Son estos los que se acaban convirtiendo en el centro. Es mucho más fácil crear conflictos que erosionen al otro, que encontrar soluciones que beneficien a todos.
La ultraderecha juega las bazas de la xenofobia y de las religiones sabedora que le va a proporcionar siempre el número de votos suficiente como para tener esa llave del poder que busca. Una vez se entra en las instituciones, como hemos visto en múltiples ocasiones, desde allí se practican políticas extremas y golpes de efecto que le sirven para la promoción. El que cede, el PP, en este caso, queda como "débil" y es presentado como la peor alternativa, haciendo crecer el electorado de la ultraderecha. Esto lo vemos cada día. Se vive del conflicto y lo que se propone para "superarlo" es la violencia que llama a más violencia.
Los obispos españoles, con gran sensatez, han tenido que invocar la Constitución española y la convivencia y el respeto que reflejan. Pero las leyes de la ultraderecha llegan directamente desde la divinidad (la auténtica). El mundo se nos está llenando de "pueblos elegidos" y de "mesías". También de "fieles" incorruptibles frente al mundo.
¿No hemos aprendido nada de Torre Pacheco? Esperemos que no tengamos "visitantes" dispuestos a "evangelizar" la zona o respuestas radicales de los que pueden "explotar" el agravio.
* "Los obispos dicen que impedir celebraciones "por motivos religiosos" como en Jumilla es "una discriminación"" RTVE.es 07/08/2025 https://www.rtve.es/noticias/20250807/obispos-reaccion-jumilla-murcia/16690398.shtml






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