Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Estos
últimos años nos están trayendo una revisión absoluta de lo que significa el
"poder" dentro y fuera de los países, además de su efecto en las
relaciones internacionales. Se ha modificado el sentido de ser poderoso, es
decir, los límites y formas de actuación y, esto es importante, que ha sido
tanto en las democracias y en las dictaduras. Ahora, ser poderoso es otra cosa porque son otras las formas de
demostración, sus signos y maneras. En esta nueva era mediática, ser poderoso
significa también parecerlo, manifestarlo
a través de una expansión de sus límites.
La confluencia en el tiempo de líderes como Donald Trump y Vladimir Putin está marcando esta época de anómalos liderazgos. La tradición democrática estadounidense se ve pisoteada por un presidente que derriba las barreras a golpe de "acciones ejecutivas" en el interior y aranceles en el exterior, que actúan como "sanciones" contra aquellos que simplemente no le gustan, como ocurre con Brasil, en donde "castigan" a su amigo golpista Bolsonaro.
En este nuevo mundo de los poderosos, estos no ocultan sus filias y fobias, no tratan de usar la "justicia" como excusa, sino que pueden manifestar sin rubor alguno sus arbitrariedades. Es una forma de manifestar ese poder: lo hacen porque pueden. No hay teoría del poder más allá de esta afirmación, que convierte a George Orwell en profeta de este mundo. El poder no razona, impone. Razonar es de débiles y cuanto mayor sea la arbitrariedad, mayor poder se percibe.
La
reunión de Putin y Trump en Alaska ha sido un gesto para la galería. Trump está
empeñado en ser Premio Nobel de la Paz, tal como le propuso otro aprendiz de
dictador, Benjamín Netanyahu, un discípulo aventajado. La forma de congraciarse
con el poderoso es apoyarlo en estas ridículas propuestas. Solo la vanidad le
mueve al encuentro del que todos han advertido que el único beneficiario es
Vladimir Putin, que le ha tomado la medida a la vanidad de Trump.
Putin,
cuyos opositores tienen la mala costumbre de caer de puentes y ventanas, envenenarse
con polonio y otras sustancias del mismo mortífero poder, se ha reunido con
Trump en Alaska, todo un símbolo. ¿Quién estaba en "casa"?
Si Trump
esperaba avanzar hacia el Nobel sacando algo de la reunión, se equivocaba. La "propuesta
de paz" es sencilla y clara. En 20minutos nos la explican:
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, habría exigido que Ucrania ceda las regiones de Donetsk y Lugansk en su reunión con Donald Trump en Alaska. Eso es lo que aseguran cuatro fuentes con contacto directo con las conversaciones entre los dos países al diario inglés Financial Times. Según este medio, el líder ruso habría exigido, así, que Ucrania se retirase de esas dos regiones a cambio de frenar sus ataques y de no llevar a cabo nuevas ofensivas.
Según el medio británico, además, Trump habría comunicado lo exigido por Putin al propio Zelenski, así como a otros líderes europeos a través de varias llamadas. En ellas, asimismo, Trump les instaba a abandonar sus esfuerzos para asegurar un alto el fuego desde Moscú.
De lograrse, esta medida le daría a Moscú el control total de un territorio que ha ocupado de forma parcial desde hace más de una década y donde sus tropas han ido avanzando más rápido desde el pasado mes de noviembre en el contexto de la guerra contra Ucrania. *
Putin
le tomó la medida a Trump hace mucho tiempo; comprendió bien su narcisismo
absoluto y su manejo de la imagen que el presidente norteamericano necesitaba.
Los argumentos de Trump necesitan concluir que el mundo le necesita para ir
bien y que todo lo que va mal se debe a otros. Lo repite una y otra vez: la
guerra de Ucrania no se habría producido con él en el poder; es la guerra de Biden. A él solo le cabe la
paz. El propio Putin le ha comprado el mensaje adulando el ego de Trump. A Putin le interesa un Trump en la Casa Blanca.
El
manejo de este tipo de recursos de interpretación favorable del pasado posible es
una de las características de Donald Trump. Es su destino histórico lo que le
convierte en la solución a cualquier problema existente. Increíblemente, le
funciona; la gente lo cree.
La toma
de California por los marines y ahora la de Washington DC sustituyendo a los
responsables de seguridad ante los "peligros" de una
"delincuencia desbocada" es una forma insólita de ejercer el poder,
esta vez en el interior.
Trump
en este caso extrapola el presente al futuro. Gracias a estas acciones, esas
ciudades invadidas por militares no se convertirán en infiernos de delincuencia,
según su pronóstico. La rebelión contra esta forma de actuar no ha tardado en
producirse:
Este lunes Trump declaró una "Emergencia de
Seguridad Pública" y tomó el control de la Policía de Washington D.C.
También el presidente republicano confirmó la activación de unas 800 tropas de
la Guardia Nacional dentro de sus esfuerzos por "restablecer el orden
público", basado en una cláusula de la Home Rule Act.
Para el mandatario estadounidense, estas acciones son
necesarias debido a la "ola de delitos" que sufre la ciudad.
Sin embargo, las autoridades locales insisten en que las cifras actuales de los
crímenes han bajado desde el repunte de 2023.
Trump ya había nombrado el lunes a Cole para hacerse cargo del Departamento de Policía Metropolitana. El miércoles, el presidente de EE.UU. expresó que buscará extender el control federal sobre las fuerzas del orden en la capital tras considerar que los 30 días estipulados en la ley "no son suficientes" para "combatir el crimen".**
El uso
de cualquier estratagema de este tipo se basa solo en su palabra en la
valoración de las situaciones presentes y un futuro aterrador del que sus intervenciones
libran. Se trata, por supuesto, de castigar las zonas de voto demócrata y hacer
ver que él es la solución por sus decisiones extremas. Trump convierte las
decisiones excepcionales en acciones estratégicas contra sus rivales. De esta
forma, el poder se reconfigura y es usado de forma agresiva contra los
demócratas o cualquiera que se le oponga.
Esto
tiene su equivalente en la política arancelaria exterior, que ha quedado directamente
en sus manos y sirve para definir amigos y enemigos. Trump da peregrinas
explicaciones sobre estas decisiones, como que la Unión Europea fue creada para
"fastidiar" a los Estados Unidos.
Lo de
Rusia era una tradición dictatorial de toda su historia, dictaduras sostenidas
por nobleza, popes y comisarios políticos. Pero lo de Estados Unidos es
bastante novedoso y abre unos peligrosos caminos para muchos otros países que
se apuntan a este tipo de liderazgos en los que vale todo, en los que el poder
es el eje de actuación.
La
reducción de los valores democráticos atacando en el interior aprovechando el
presidencialismo personalista de Trump y apoyando dictaduras en el exterior
tiene consecuencias graves hoy y en el futuro. Trump ha subvertido el concepto
de "aliados" en torno a principios democráticos compartidos y lo ha
convertido en el de "cómplices".
Los
Estados Unidos hoy chantajean a los países con aranceles o con defensa, obligando a
comprar y vender lo que es su propio interés. Ya no se colabora; se impone. Todos los recursos de fuerza son válidos para
esto. Se penaliza a los que no aceptan sus condiciones. Eso vale para la venta
de armas a Ucrania y quedarse con sus recursos minerales o para castigar a las
empresas norteamericanas que produzcan fuera. Todo pasa por el Despacho Oval.
La forma de afrontar el poder desde Moscú y Washington va perdiendo diferencias en un mundo cada vez más manipulado y violento.
* "Putin propone a Trump quedarse con el
este de Ucrania a cambio de congelar la guerra" 20minutos / Agencias
17/08/2025
https://www.20minutos.es/internacional/putin-propone-trump-quedarse-ucrania-cambio-congelar-guerra_6236758_0.html
** "El Gobierno de EE.UU. retrocede
sobre el control absoluto de la Policía de Washington D.C." RTVE.es /
Agencias 15/08/2025
https://www.rtve.es/noticias/20250815/autoridades-washington-demandan-gobierno-trump-toma-hostil-policia/16698157.shtml








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