Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hace
unos días se trataba de defender la España cristiana; ahora de quemar a los
obispos por estar del lado de la Ley. Hay que advertir que esta Ley es humana y se llama
"Constitución", algo que les sobra desde que Moisés bajó del monte
Sinaí con las "tablas" en la mano y las correspondientes "normas
de aplicación", que no venían escritas, pero para eso estaban profetas y
visionarios. Si la religión necesita de profetas, la ultraderecha populista es
un semillero, por lo que escuchamos en cada intervención que los medios nos
brindan.
El
"caso Jumilla" —como mucho nos temíamos— ha revuelto a la ultraderecha
a la española, católica preconciliar y de muchos concilios atrás. Para este
discurso, Abascal y los suyos tienen que convencer al mundo de que están en
comunicación directa con Dios y con los Reyes Católicos. El primero les dio la
"verdad" y la "autoridad" en exclusiva; los segundos la idea
de "unidad" y la "expulsión de los moros", momento identitario
de máxima felicidad.
El presidente de Vox, Santiago Abascal, ha cargado este domingo contra el "silencio" de parte de la "jerarquía eclesiástica" y ha sugerido que su falta de críticas al Gobierno de Pedro Sánchez esté motivada por "los ingresos públicos que reciben". Sus críticas llegan después de que la Conferencia Episcopal Española trasladara su apoyo a la comunidad musulmana tras la moción aprobada en Jumilla, que prohíbe los actos religiosos en las instalaciones deportivas.
En una entrevista en el canal Bipartidismo Stream en YouTube, Abascal ha asegurado que está "perplejo y entristecido" pues, en su opinión, una parte de los obispos no se oponen a la política migratoria o el "islamismo extremista que avanza" sino que están en "silencio" ante el Gobierno de Sánchez por sus "políticas de género".
Abascal, que también ha acusado a los islamistas de "imponer una ideología totalitaria" y creer "que esta tierra es suya", se ha mostrado "perplejo" ante el posicionamiento de los obispos.
"No sé a qué se debe", ha manifestado el líder de Vox, que ha planteado que esta posición de los obispos no sabe si obedece "a los ingresos públicos que obtiene la Iglesia y que le dificultan combatir determinadas políticas de los gobiernos"; o a los ingresos que reciben "como consecuencia del sistema de ayudas a la inmigración ilegal", en el cual "probablemente no todo el dinero va a esas personas supuestamente necesitadas, sino también al sostenimiento de estructuras", ha añadido.*
Difícilmente se puede ser más rastrero y eso que el listón está alto. Las palabras del líder de Vox dejan en evidencia lo que supone la intimidación ante cualquier discurso o acto que discrepe con su adquisición en exclusiva del cristianismo español, que debe regresar a las "guerras de religión" y a la hoguera en las plazas, su mejor momento. A esto se le llama "progreso inverso". Caminamos hacia el pasado como si fuera el futuro.
Abascal
definió hace unos días el islam como una ideología "que encierra a las
mujeres y quema a los homosexuales". Lo cierto es que en esto no difiere
mucho de las políticas de Abascal, que califica el "género" como
"ideología" y la "diversidad" como una perversión mundana
que ataca los valores familiares. Pero aquí vale todo.
Abascal
ha ido más lejos en el arte que la ultraderecha ha desarrollado de Trump para
abajo, el de la insinuación, el decir sin decir:
Abascal también ha cuestionado
que los casos de pederastia en la Iglesia igual "la tienen absolutamente
amordazada ante las acciones de determinados gobiernos liberticidas"
que van contra de la libertad y la fe "en muchos casos".
[...]Por otro lado, el líder de Vox también ha reprochado en su entrevista que los obispos criticaran a Vox cuando propuso en Castilla y León escuchar el "latido fetal" para evitar abortos. "Recibimos el reproche del secretario general de la Conferencia Episcopal", ha censurado Abascal, que también ha lamentado la posición que tuvo "una parte de la jerarquía eclesiástica" con el Valle de los Caídos.
No obstante, el dirigente político ha limitado estas posiciones a determinados cargos de la Conferencia Episcopal. "Asisto perplejo a estas posiciones, pero que cada palo aguante su vela", ha dicho. "Soy católico, pero tengo una responsabilidad política y la voy a ejercer. Si otros no ejercen su responsabilidad, pues tendrán que dar cuenta en otras instancias", ha zanjado.*
Con su idea perversa de la "unidad" en todos los terrenos, lo que se busca es hacerse con la cabecera notoria destruyendo cualquier tipo de diálogo, El juego de Abascal es que los cristianos vean en la Iglesia, en los partidos, etc. algo que va contra su origen y "verdad histórica", algo que ellos representan.
Hace algún tiempo escribimos aquí que no hay que dejarse quitar el patriotismo, que ellos dicen representar en exclusiva, que hay que ser patriotas militantes de otro patriotismo, uno democrático y social. La democracia no es algo contra España, sino uno de sus grandes logros pues consiguió que los españoles salieran de oscuridades y conflictos, que se pusieran a dialogar abiertamente y decidieran su futuro entre todos. Eso la ultraderecha populista no lo admite. "España" es para ellos algo "indiscutible" cuyos principios —¡qué casualidad!— coinciden con los suyos. Por eso hay que evitar el error de dejar que ellos se definan como "patriotas", lo que deja a los demás como enemigos de la patria, según su mundo maniqueo.
La solución no es aceptar este esquema, sino subvertirlo y demostrar que España funciona mejor sobre la democracia, superando un historial de exclusiones y conflictos que solo causar destrucción, odio y conflictos.
Igual sucede ahora con la "religión". Tampoco se puede dejar que se autodefinan como los "verdaderos católicos" y hacer ver que existe un cristianismo cuyo centro es el "amor al prójimo", sea quien sea, que busca la convivencia, que la fe no supone la hoguera para otros.
El movimiento de Vox es hacer ver que ellos son los verdaderos garantes de la religión, que existe la conexión divina; que ellos "son" España, la única España posible, el fin de la Historia.
Por eso es importante que los partidos y grupos políticos, las personas mismas, acepten su propio papel y no se dejen "definir" por la ultraderecha y su esquematismo reductivo. No son ellos nadie para decir quién es español o quien es cristiano. Reivindico mi derecho a ser patriota, a ser cristiano por encima de los estereotipos y estigmas que Abascal y los suyos aplican como ley divina, como ley universal.
El uso y abuso de la religión y del nacionalismo en etapas anteriores ha condicionado la respuesta de las instituciones, que querían dejar fuera cualquier nacionalismo o cristianismo "mal entendido". Hoy es necesario eliminar esos miedos y hacer, como han hecho los obispos de la Conferencia, una declaración comprometida con un claro acercamiento institucional. Para ellos lo cómodo era haberse quedado callados. No lo han hecho y han asumido los valores de la convivencia expresados en la Constitución española.
Los partidos políticos al margen de la ultraderecha populista no han acabado de entender que los grandes favorecidos por sus luchas continuas son precisamente los populismos. Las malas estrategias políticas ante el caso Jumilla han sido aprovechadas por Vox para reafirmar su "mensaje". Los partidos grandes siguen miopes atacándose uno al otro en vez de establecer unas políticas que les dejen fuera de juego. En vez de combatir desde la democracia y sus valores, se dedican a atacarse entre ellos.
Las estrategias seguidas por PP y PSOE son nefastas y solo los han hecho crecer, por eso lo que les ha hecho daño es la respuesta inesperada de los obispos. No esperaban que salieran reivindicando la convivencia cuando ellos, en nombre de la religión reivindicaban la exclusión y la reconversión para poder vivir en la "España reconquistada" frente a los "nuevos invasores", la inmigración.
La idea de que Jesucristo era un "refugiado" que le expresaron a Trump se respondió que era un inmigrante "legal". Pero el tiro dio en el centro de la diana al mostrar la incongruencia de un cristianismo para ricos, anti inmigración, etc. (véase "Trump y el dios de los ricos")
Durante décadas, los partidos políticos grandes trataban de no acercarse a la religión para evitar polemizar con el pasado del "nacional-catolicismo". Hoy ha pasado ese tiempo y el "nacional catolicismo" el que regresa cada día más fuerte y aprovecha esa debilidad nacional y religiosa para hacerse con el mensaje fácil y excluyente de ser defensores de la verdadera España y de la verdadera fe cristiana.
Lo que está en juego no solo es la reescritura del pasado que desde Vox proponen como "verdad histórica" o la vuelta de la Inquisición, sino el futuro de todos.
El caso Jumilla ha hecho mella en Vox y le obliga a enfrentarse con malas artes (subvenciones, pederastia, etc.) a la Iglesia española, que le gustaría tener a su lado. Antes eran los "curas rojos" el problema para el nacional catolicismo; hoy Abascal ataca con otras armas más rastreras: pederastia, subvenciones, etc. Como la iglesia claramente ha rechazado sus argumentos e intenciones ha pasado a ser un enemigo al que combatir y dividir. Lo veremos pronto.
Un cristianismo contra los más pobres y débiles, da igual de qué religión sean, no es cristianismo. Es es un "cristianismo" elitista y nacionalista, carente de amor, algo que va contra su humanitarismo y su universalismo. Lo demás es volver a la Edad Media e ignorar la historia; es sectario y peligroso. Hay muchas instituciones cristianas que practican la ayuda al prójimo sin pedir pasaporte o partida de bautismo. Y así debe ser.
*
"Abascal ataca a los obispos por Jumilla: "No sé si es por los
ingresos públicos que reciben o por los casos de pederastia"" RTVE.es
/ Agencias 10/08/2025
https://www.rtve.es/noticias/20250810/abascal-carga-obispos-posicion-jumilla-contra/16693024.shtml







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