Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Sabía
que ocurriría, solo se trataba de saber cuándo. No quería ser agorero, pero
sabía que era inevitable. Cuanto más se celebrara el éxito de Rami Malek,
cuanto más arriba llegara, antes aparecería la homofobia egipcia. Y si los
Oscar se dieron el fin de semana, han sido poco más de 48 las que ha durado la
celebración como "héroe egipcio" de Malek.
Egipto
es una trituradora, una maquinaria social que necesita de figuras a las que
elevar para mostrar el poder de lo "egipcio" (justamente o no) y a
las que destruye después mediante procesos de calumnias, insultos o
denigraciones. Hay algo perverso en todo ello y que implica el enorme riesgo de
ser popular en un país que tiene como deporte destruir a sus mitos,
especialmente si el éxito llega de fuera, lo que los hace inmediatamente
sospechosos. Eso vale de Moh Salah a Rami Malek, de Sherine a Bassem Youssef.
El
éxito cinematográfico internacional de Malek en la interpretación de Freddie
Mercury —merecedora de todos los premios importantes— le ha hecho convertirse
en un centro de atención doble, por un lado los que aplauden su éxito y tratan
de hacerlo suyo, y los que intentan hundir su prestigio, el gran deporte
nacional.
Egipto
sigue sin asimilar las causas de su emigración, que van desde el sectarismo de
los que deben huir por no poder vivir conforme a sus ideas (políticas,
religiosas) o los que no consiguen vivir como desean (económicas) y salen a
buscar fortuna.
La
narrativa estándar del emigrado tiene una formulación inicial: el emigrante
sale fuera, fracasa y regresa para que los que se quedaron le reprochen su
salida, lo vano de su idea de encontrar un sitio mejor que Egipto. Nada produce
más satisfacción que el regreso con la cabeza baja, el regreso pidiendo perdón
por haber pensado que hay un lugar mejor que Egipto en el mundo. Esta narración
tiene variantes, pero se mantiene como la deseable.
Por el
contrario, la narración más irritante es la del éxito migratorio. Tener éxito
fuera no se perdona y acaba siendo fuente de ataques. La razón es sencilla y va
más allá de la envidia, que —como se decía antes— es muy mala. El triunfo
fuera, el éxito de emigrante, es la confirmación del fracaso propio, de la
falta de oportunidades para triunfar en un país en donde el triunfo se penaliza
como casi cualquier hecho individual, cualquier hecho al margen de los
mecanismos de control y vigilancia social. Son los que no perdonan y esperan el
momento de preparar la caída.
El
triunfo exterior es una traición. Al momento del éxito, el que el pueblo celebra
con ilusión, como una posibilidad de salida de la miseria y el control al que
se le somete, le sigue el de la caída, el del linchamiento mediático. Hace poco
tratamos aquí los ataques al exitoso futbolista Moh Salah: "ya no comes
nuestra comida, ya no bebes nuestras aguas", le dijeron.
El caso
de Malek tiene su propia peculiaridad en dos puntos: es hijo de emigrantes
coptos, lo que le convierte en un peligroso modelo y sujeto a doble control, y en
segundo aspecto, el derivado del personaje interpretado, el de Freddie Mercury,
al que se muestra como homosexual. Estos dos puntos se entrecruzan en los
ataques.
Con el
titular "MP criticizes Rami Malek over homosexual role", Egypt Independent
señala:
Egyptian MP Mohamed Ismail, secretary of the
Housing Committee in the House of Representatives, commented on
Egyptian-American actor Rami Malek winning the Oscar for Best Actor by saying
that he aims to spoil the morals of Egyptian youth.
Ismail said during a phone call to Hadret
al-Mowaten broadcast on Al-Hadath Al-Youm satellite channel, “I was surprised
by the Egyptian media’s celebration of Rami Malek, because the role played by
Rami Malek in the film is far from his real character. He is trying to [spread]
homosexuality among the youth.”
He added, “If he wins the Oscars, it doesn’t
mean we have to celebrate him, because the main objective behind obtaining the
prize is spreading something rejected by all religions – homosexuality.”
“The award has a specific goal, which is to
corrupt morality in the Arab world. Rami Malek is a bad example. If he was in
Egypt, he would have been hanged,” Ismail added.
Egyptian-American actor Rami Malek won the
Oscar for Best Actor at the 91st Academy Awards for his exceptional portrayal
of Freddie Mercury, the legendary frontman of the British rock band Queen, in
the biopic film “Bohemian Rhapsody”.
Besides his brilliant performance in “Bohemian
Rhapsody”, Malek is known for his role in the USA Network television series
“Mr. Robot”. He has received several awards for his biggest role so far,
including the Golden Globe, Screen Actors Guild Award, BAFTA, and more.
As the son of Upper Egyptian parents thanked
the late Mercury, he looked to Queen’s surviving members, lead guitarist Brian
May and lead drummer Roger Taylor, who were almost in tears, saying, “This is a
monumental moment… Thank you, Queen, for letting me be the tiniest part of your
phenomenal, extraordinary legacy… I’m forever in your debt.”*
El ataque tiene mucho de amenaza (cuando se señala lo que le
podría ocurrir si estuviera en Egipto), pero lo es sobre todo para aquellos que
lo celebra. Es el mismo Egipto del que ayer su ministro de Asuntos Exteriores,
Sameh Shoukry, presumía de ser adalid de los Derechos Humanos ante la Unión
Africana que preside.
La ingenuidad de Malek le llevó celebrar sus orígenes
egipcios y dirigirse directamente a los jóvenes. Él, dijo, estaba escribiendo
un segundo capítulo en un país que acogió a su familia y que le deba ahora la
oportunidad de hacer cosas importantes y que estas fueran reconocidas.
Durante el tiempo de éxito de su serie televisiva, "Mr
Robot", Malek ha sido citado a menudo con la etiqueta "actor egipcio
norteamericano". Es frecuente que esto se haga ya que sirve para halagar
el ego egipcio sin querer preguntarse por el hecho de que el éxito es algo que
se produce y reconoce fuera.
Como señala el diputado homófobo y piadoso, no hay nada que
celebrar pues es un "mal ejemplo". Pero lo interesante es que la
cuestión no queda ahí. Hay dos
elementos de maldad puramente
egipcia: 1) "He is trying to [spread] homosexuality among the youth";
y 2) “The award has a specific goal, which is to corrupt morality in the Arab
world. Rami Malek is a bad example. If he was in Egypt, he would have been
hanged,” Ismail added.
Ya no se trata de que el diputado Mohamed Ismail y las
religiones estén en contra la homosexualidad. Se trata, nos dice, de una "campaña",
de una "conspiración" para corromper a la juventud. El segundo punto
señala que esa conspiración tiene un "objetivo específico", que es "corromper
la moralidad en el mundo árabe".
¡Cuánta conspiración mundial contra la pureza moral, contra la perfección!
Puede que alguien piense que es una paranoia de un chiflado.
La cuestión es que este tipo de paranoias conforma la vida cotidiana del mundo
árabe y, en especial, del egipcio, que es la cima de la perfección moral, el
lugar donde todo empezó y al que todo debe regresar, el espacio donde los
presidentes siguen llamados por enviados divinos a enseñar a los egipcios y al
mundo entero cómo se debe gobernar en nombre de Dios, la única lección aceptable.
Desde esta perspectiva que ahora se trata de expandir, Malek
es un agente extranjero, un traidor a patria (Egipto) y religión (copta), cuyo
objetivo es, como el de otros tantos, la destrucción de aquello que tantos
esfuerzos cuesta al régimen, la protección de la voluble juventud, que un día
pide la salida del presidente y otro agita banderas irisadas en conciertos de
músicas perversas. Desde ese momento, Malek no es un actor de éxito, hijo de emigrantes
egipcios, sino un mal ejemplo que hay que evitar celebrar en nombre de la
pureza, las buenas costumbres y las leyes de Dios. Que no venga, porque podría
ser encarcelado o peor.
Pero la cuestión no se queda ahí. En Egyptian Streets, con el titular "Somebody
to Love? Rami Malek Without Freddie Mercury", nos ofrecen otra
perspectiva que acaba con consecuencias negativas. El artículo está firmado por
Miray Philips y critica el énfasis puesto por Marek en la cuestión de sus
orígenes egipcios tratando de obviar otros elementos concurrentes en el caso de
Freddie Mercury. Tras señalar inicialmente el gran éxito de Rami Marek en los
premios, encadenados uno tras otro por su interpretación del cantante, se entra
en la cuestión central, la sexualidad:
Unlike Rami, Freddie is bisexual. And
unacknowledged in the celebrations of Rami’s success is the significance of
representing the sexuality of a brown immigrant on screen. My Facebook feed is
engulfed with images of Rami Malek winning awards, and none of his role playing
Freddie Mercury – a flamboyantly androgynous and queer legend.
Erased from their Facebook posts –
intentionally, I think – is part of Rami’s speech where he emphasizes that the
film is, indeed, “about a gay man, an immigrant, who lived his life just
unapologetically himself.” The selective celebration of immigration and not of
queerness is blatant, and the heroization of Rami Malek as an immigrant makes
me wonder if he would have been so quickly claimed as “one of us” had he,
himself, been queer.
Si el diputado egipcio acusaba al actor de ser un mal
ejemplo y de expandir la homosexualidad para corromper a los jóvenes egipcios,
nos encontramos ahora con el caso (casi) contrario en el que las acusaciones son
por haber intentado borrar la cuestión de la "bisexualidad" de
Mercury en beneficio de un discurso migratorio de éxito. Para la autora, Malek
es culpable de no haber mostrado más fotos del personaje y su significación
sexual en beneficio de las fotos del éxito, las que consagran al emigrante triunfador.
También aquí la clave es egipcia. En el mundo de Trump, que
es el entorno en el que viven la Academia y los norteamericanos, la cuestión
sexual de Mercury no tiene la misma importancia que la del inmigrante de éxito,
línea en la que se encaminaron muchas de las intervenciones de la noche de los
Oscar, incluido, por ejemplo, el discurso de Javier Bardem. El énfasis, pues,
no estaba tanto en la bisexualidad, como el de la inmigración en un país cuyo
presidente quiere levantar un muro y acusa a los que llegan por el sur de ser
criminales, violadores, traficantes, etc.
Pero la perspectiva se desvía en el caso de Egipto
precisamente porque se invierten las direcciones de las líneas. Ya no se trata
aquí de "los que llegan" (inmigrantes), sino de "los que se
van" (emigrantes). Es lo que hemos explicado en el discurso homófobo del
diputado: los egipcios coptos se van
y sus hijos, fuera, vienen a enseñar
perversidades contra Dios que aprende lejos de nuestras piadosas fronteras. No
hay que ver a Malek, nos viene a decir, como un "héroe", sino como un
traidor y corruptor.
Pero el artículo, en esta línea, va más allá. La autora
escribe:
Perhaps, in some ways, Rami Malek has also
contributed to the invisibilization of queer people. He belongs to a legacy of
straight and cis actors who have won Oscars for playing queer roles. Additionally,
while Rami has acknowledged his Egyptian and Coptic origins – and quite
charmingly so –, and also even nodded to the violence against Copts in Egypt,
he has remained deafeningly silent about the horrific crackdown on queer
individuals in Egypt. For years, while LGBTQ+ Egyptians have been incarcerated
and tortured en masse, the Coptic Church and other religious institutions have
held conferences to “treat” homosexuality.
Once, I watched a Coptic Orthodox priest tell a
room of high-schoolers that no queer Copts exist. He said this during Sunday
School, in front of a room that was undoubtedly inhabited by queer and questioning
Copts. The claim is outrageous, and it both denies the existence of queer Copts
and justifies rampant homophobia and transphobia within Coptic communities. To
combat such instances, recent efforts by Coptic Egyptians – namely
CopticQueerStories and LGBT Coptic Christians – have sought to elevate the
existence, reality and theology of queer Copts. These platforms highlight the
struggle of queer Copts who often feel like they are “the only one” as they
navigate and juggle their multiple, and seemingly competing, identities.
So, in his speech, when Rami Malek says that
“we are longing for stories like this”, indeed, we are. We are longing for
queer, brown and immigrant success stories. And I am longing for a Facebook
feed, and broader communities, that celebrate immigration without
invisibilizing and erasing queerness. Any way the wind blows.**
Malek, finalmente, tiene la culpa por hablar o por callar,
por poner sus fotos con el Oscar o por quitarlas. Es el destino de las raíces
egipcias. Responsabilizarle de una cosa y la contraria explica el callejón sin
salida egipcia, el porqué muchos que podrían celebrar su éxito tratan de
alejarse porque el éxito de un egipcio siempre es amargo.
Rami Malek trató, como otros hicieron, de manifestar que la
sociedad norteamericana es múltiple, por más que tengan un presidente empeñado
en demostrar lo contrario. Fue la línea de los discursos contra el racismo y la
xenofobia, que ya hemos contado aquí suficientemente.
Pero a Rami Malek se le pide que se sume a causas nobles,
como es la defensa de la comunidad LGTB en Egipto, o que las abandone por
perversas y corruptoras. Si dice estar orgulloso de sus raíces coptas, se le
dice que los coptos son también una maquinaria de represión y control social,
como de hecho ocurre.
Todo ello demuestra, una vez más, que se egipcio es
complicado (más que complejo), un callejón sin salida porque fracases o
triunfes siempre será una cuestión polémica que te acabará quitando las ganas
de regresar o simplemente de recordar de dónde vienes.
Malek se ha llevado todos los premios internacionales
importantes de este año con su interpretación de un músico, Freddie Mercury,
bisexual. ¿Le convierte eso en un mal egipcio (algo que no es), en un mal copto
(cosa que no sabemos si le importa), en una mala persona? Para los que le
atacan sí, sí y sí. Unos por acción y otros por omisión. En un caso porque te
pasas y en el otro porque no llegas.
Malek ha entrado, como Moh Salah y alguna otra figura en el peligroso grupo de egipcio o medio egipcio que tienen un poder de influencia sobre un pueblo que vive alentado hacia la mitomanía y el caudillismo. El peligro de no poder controlar a estos "influencers" hace que se les destruya ante el temor de que su efecto sea nocivo para el poder. En el caso de Malek está claro en qué sentido y en caso de Salah en cuanto que empezó a mandar mensajes sociales o críticos.
La maquinaria egipcia es capaz de esto y mucho más.
Felicitaciones a Rami Malek por sus premios. Puede que se los hayan dado en la
perversa sociedad occidental, esa de
los derechos humanos, con la intención de destruir Egipto, pero a mucha gente le vale.
* "MP criticizes Rami Malek over homosexual role" Egypt Independent 27/02/2019
https://ww.egyptindependent.com/mp-criticizes-rami-malek-over-homosexual-role/
**
"Somebody to Love? Rami Malek Without Freddie Mercury" Egyptian
Streets 27/02/2019 https://egyptianstreets.com/2019/02/27/somebody-to-love-rami-malek-without-freddie-mercury/
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