Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Si hay
algo que el régimen egipcio procura camuflar es su carácter "eterno".
Solo pueden entenderse desde esa contradicción inicial y definitiva: todo
funciona para que nada cambie. Hay que aparentar que cambia, claro. Pero en
realidad todo sigue igual. Es como el que corre sobre una cinta fija, por mucho
que corra está siempre en el mismo sitio. Es lo que el poder enseña en Egipto
desde el comienzo de los tiempos, que el mundo cambia, pero el poder no. Y el
poder son los militares y el universo que han construido para mantenerse en el
poder bajo cualquier circunstancia.
Andan
muy preocupados los miembros del parlamento, perfectamente diseñado desde el
poder para servirle, porque la constitución les parece circunstancial y
necesita plegarse a lo que necesitan, que no es más que justificar la presencia
del presidente Abdel Fattah al-Sisi en el sillón presidencial más tiempo del previsto o del anunciado, que sería más ajustado a la realidad.
Recordemos
que la constitución de 2014 es la que contaba con lo que no había tenido la elaborada
por los Hermanos y los salafistas, vencedores de las elecciones, el consenso de
todas las demás fuerzas políticas. Como era lógico en Egipto y está en todas
las constituciones democráticas, se fija la duración y el número de los
mandatos presidenciales. En el caso egipcio, como en tantos otros, dos mandatos
de cuatro años. Esto era la primera prevención en un país en el que el presidente
Mubarak había estado treinta años en el poder gobernando con una ley de
excepción y con un partido nacional.
La
constitución de 2014 se hizo con consenso y desmontando todo lo que los
Hermanos Musulmanes, en el poder, habían hecho para asegurarse el control. Por
ello fueron advertidos por la Unión Europea, por boca de Angela Merkel, entre
otros. Como siempre: nadie tiene que decirles lo que deben hacer. Fueron las
ganas de poder de los Hermanos y las zancadillas militares las que precipitaron
a Egipto de nuevo en el abismo del que es difícil que salga.
Ahram
Online no vuelve a contar la "necesidad" de cambiar la constitución
para ajustarla a las necesidades del presidente, es decir, del propio régimen.
Este tema ha estado sobre la mesa desde hace mucho tiempo. Primero como un
temor lejano, como una sospecha. Cuando se inició el segundo mandato, comenzó
la cuenta atrás para asegurarse que el poder no cambia de manos.
La
cuestión tiene más calado que la mera perpetuación pues supone la constatación
de la incapacidad del régimen de afrontar relevos, la base de una democracia.
Cuando el presidente al-Sisi esgrime a la defensiva que las circunstancias de
Egipto son excepcionales se olvida decir que esa excepcionalidad envuelve a la
incapacidad de generar relevos más allá de los de tipo dinástico, como intentó
Mubarak tras treinta años, es decir, dejar heredero a su hijo Gamal. Puede que
ese fuera el factor decisivo de su caída de mano de sus propios compañeros,
saber que el viejo autócrata no aceptaba más relevo que la familia, lo que
suponía ignorar a la otra familia, la militar.
Ahram
Online advierte que se espera para hoy domingo que se mande al presidente de la
cámara la petición de enmendar y la lista de las enmiendas. No creo que coja a
nadie por sorpresa. Lo único interesante es saber qué excusas son las que dan
en el interesado parlamento para seguir sus mandatos a la sombra del presidente.
Estas son algunas de las razones dadas por los serviciales parlamentarios:
Meanwhile, MPs were keen to issue statements on
the constitution, arguing that it was drafted in a hurry and at a time Egypt
was facing international pressure, particularly after the removal of the Muslim
Brotherhood regime from office.
MP Mahmoud Badr tweeted today that "I,
with a group of my colleagues in parliament (representing a fifth of MPs) have
just signed a petition, asking that some constitutional amendments be submitted
to the parliament speaker tomorrow (Sunday) in order to prepare for the
necessary measures in this respect."
President El-Sisi was elected in March 2018 for
a second term of four years. He was elected for the first time in May 2014.
Ismail Nasreddin, a MP from Cairo's south
district of Helwan, told Ahram Online that "the four-year term is too
short for any elected president, and that it should be extended to six years so
that he can implement and complete his election programme.”
MP Rashad Shoukri, a member of the tourism
committee, also told Ahram Online that "the constitution is not a Quran or
a Bible and Egypt needs constitutional amendments to make the country more
stable in the coming period."
"The current constitution was drafted in
very exceptional circumstances, and under tremendous pressure to serve an
interim period, but it is now the right time that some of the articles of this
constitution be reconsidered, and at the end it is up to the Egyptian people to
vote in favour of these amendments or reject them," said Shoukry.
MPs also ask that the amendments include a new
article recreating the old Shura Council, which was dissolved in 2013. They say
this council should be reinstated, and that its name be changed to "the
Senate", and it should have both legislative and supervisory powers.
MPs also said they want to change Article 147,
which states that the president can dismiss the government or introduce a minor
cabinet reshuffle only after getting the approval of the majority of MPs. They
want the Article to be amended to give the president greater flexibility in
making cabinet changes.*
Los argumentos, como se puede apreciar, son 1) fue hecha
apresuradamente y bajo presión internacional; 2) cuatro años son pocos para un
presidente egipcio; 3) mayor estabilidad para el país; 4) volver a implantar el
Consejo de la Shura bajo forma de Senado; y 5) dar más poderes al presidente y
quitárselo al parlamento (¡sí!).
Cualquier persona sensata se estará preguntando porque a los
egipcios les gusta hacer lo contrario de lo que suelen hacer los demás. Es una
buena pregunta y no es fácil de contestar, pero que se explica por la propia
realidad en que se dan. Las constitución de 2014 era un intento de enmendar con
espíritu democrático y de acuerdo lo que los islamistas habían montando desde
su mayoría absoluta, un soberbio rodillo basado en el engaño de todos al
asegurar que gobernarían de forma abierta, lo que les permitió conseguir muchos
votos. Pero los islamistas se sienten legitimados para mentir si con ello
consiguen sus santos objetivos, que no es otro que la reislamización del estado
y el control social.
Desde que el mundo se ha hecho global y mediático, no es tan
fácil mantener una dictadura y salir a dar la cara por las instituciones.
Cuando al-Sisi va a la asamblea general de Naciones Unidas tiene que aguantar
de todo. Cuando le entrevistan fuera de los sumisos periodistas egipcios de los
que se rodea, le ocurre como ha sucedido en la entrevista de la cadena
norteamericana CBS, en el programa 60 minutes, que le entra la risa floja
cuando le dicen que la gente le considera un dictador y le preguntan qué opina.
Las viejas dictaduras militares se quieren dar un aire democrático y gastan
mucho en imagen exterior, invirtiendo en publicidad en los medios o con amigos
multimillonarios que compran medios de los que desaparece el país (como
Euronews, comprado por el negociante en telefonía con Corea del Norte Naguib
Sawiris).
En cuanto a los argumentos expresados, el primero es
insulso. La constitución se hizo con una serie de enmiendas para corregir la
islamista, dogmática y restrictiva. Por lo tanto lo que se hizo fue tratar de
compensar democráticamente lo que los Hermanos y Salafistas habían forzado. Lo
de la presión internacional es realmente gracioso, sino fuese por el carácter
trágico final. La comunidad internacional ha intentado, como hemos señalado,
evitar que los Hermanos maltrataran a los sectores más débiles —cristianos y
mujeres— en lo que habían hecho. Fueron los egipcios de todos los grupos los que
quisieron cambiar la herencia islamista para desmontar el régimen. Lo hicieron
con el acuerdo de todos, pero luego el régimen empezó a cambiar. La presión
internacional fueron las advertencias sobre matanzas en el "nombre del
pueblo", como le gusta decir a al-Sisi. Por mucho que se quieran
justificar, exteriormente no se perciben. No es por simpatía a los islamistas,
como les gusta decir. Es simplemente, mire usted, que las matanzas no gustan a
nadie.
Los siguientes argumentos también tienen su punto de ironía
porque el argumento de que no termina su programa alguien cuyo programa era
precisamente la "hoja de ruta hacia la democracia", lo único que ha
dicho que ya se ha terminado. Para ser una persona que no tenía aspiraciones de
poder ni interés en que los militares accedieran al poder, resulta demasiado obvio
todo. El argumento de que la historia, Sadat y el pueblo le piden que siga
tampoco es muy convincente fuera de las fronteras egipcias. Pero el mundo es
muy reacio a estas cosas de perpetuarse en el poder, que tanto gustan a los que
llegan a él por cualquier vía en la zona.
Hay que tener también cuidado con la interpretación del
concepto de "estabilidad", no sea que se estabilice todo demasiado y
haya que dinamizarlo un poco. Hasta el momento la idea de
"estabilidad" ha servido para una mayor represión del conjunto de la
sociedad, sometida a una ley antiprotestas estricta. En estos días se ven
obligados a revisar la ley de las ONG, que les ha creado múltiples conflictos
exteriores.
La obsesión del control ha hecho cortar las subvenciones
exteriores. Recibir dinero del exterior para cualquier proyecto no revisado y
autorizado por el gobierno te convierte en un traidor a sueldo de los intereses
extranjeros. Es la forma en la que las ONG quedan dependiendo del gobierno y
sumisas, incapaces de críticas. Las que critican se quedan sin dinero exterior
o financiación oficial. Eso ha sumido muchos sectores en crisis por falta de
financiación. Pero el gobierno es insensible a estos problemas. El único
problema es controlarlo todo.
Volver a crear un senado en un país con un parlamento que no
funciona para lo que debe sino que se limita a servir al poder y colocar piezas
por el país repartiendo puestos es otro despropósito. En especial lo es con el
último argumento: el parlamento renuncia al control de los nombramientos de los
miembros del gabinete, dejando las manos libres al presidente.
Todo esto no lleva a más democracia, libertades o derechos, sino a dar más autoridad a un presidente que ha hecho ya bueno, según los criterios internacionales, al anterior, contra el que la gente se levantó. El régimen se blinda, pero lo hace a través de una mayor autoridad presidencial, es decir, militar. Se cierran así las posibilidades de que en Egipto pueda haber un régimen abierto, que respete los derechos de los ciudadanos y pueda ser equiparable a cualquier democracia moderna. El camino, por el contrario, es hacia un autoritarismo blindado por reformas constitucionales, que desmantela lo poco que quedaba del efímero periodo en el que todos remaban hacia adelante, apenas una ilusión. A lo mejor algunos egipcios piensan que esto es suficiente pues lo único que quieren es que les guarden las espaldas, pero esto siempre acaba mal.
En resumen, el presidente puede estar más años y con más
poderes. Cuando llegue al nuevo límite de los mandatos—siempre se llega al
final—, se les ocurrirá algo.
*
"Egypt's MPs call for constitution to be amended" Ahram Online
2/02/2019
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/324897/Egypt/Politics-/Egypts-MPs-call-for-constitution-to-be-amended-.aspx
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