viernes, 15 de febrero de 2019

Comida, agua y compañía

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No es fácil acertar en Egipto. Me refiero a que no es fácil ni para un egipcio hacerlo bien ante una comunidad que rápidamente se revuelve ante cualquier desvío o salida del ámbito controlado por el conjunto. 
Al que se va fuera no se le perdona y si tiene éxito, menos todavía. Eso sí, se le usa como propaganda, soslayando que se han tenido que ir para poder triunfar o simplemente vivir.
Cuando fue el Mundial de Fútbol el verano pasado, toda mi preocupación era qué iba a ocurrir con Mo Salah, cuánto tiempo iba a poder sobrevivir al éxito y a la más que previsible derrota, cuyo punto final fue el desastre ante los saudís. De hecho, solo Mo Salah estuvo a la altura, aunque se celebró mucho que el portero egipcio fuera el más veterano de la competición y pusiera un nuevo récord en esto de la veteranía.


Como sabemos, el fútbol en Egipto es un reflejo más del radicalismo y de la intransigencia generales. En sus campos ha habido matanzas de la Policía y matanzas  entre los aficionados, por lo que ha habido temporadas que se han celebrado a puerta cerrada. El motivo no es otro que evitar que la gente se mate. Esto no es tan obvio pues ha habido matanzas inducidas para hacer que se produjeran los conflictos y arremeter contra ellos. Las hinchadas tenían frecuentes enfrentamientos con las fuerzas de la Policía en la época de Mubarak y no se lo perdonaron. También durante el régimen de al-Sisi, el fútbol ha tenido sus muertos y sus matanzas. En estas páginas virtuales (que ya peinan canas) podemos encontrar su historia.
Pero la historia de hoy nos trae otras enseñanzas sobre el fútbol, Mo Salah y algunos personajillos que ya conocemos por andanzas anteriores. Me refiero al Jesús Gil egipcio, Mortada Mansour, político mandón y deportista sin nobleza.
La historia la traen en Egypt Independent, donde nos explican lo ocurrido:
Zamalek Club President Mortada Mansour criticized Liverpool star Mohamed Salah over the latter’s tweet in which he criticized the fans of Al-Ahly and Zamalek over the ongoing trade of insults between them.“I tell Mohamed Salah: mind Liverpool. Stay away from us. Stay away from this issue. You do not live with us, eat our food or drink our drink,” Mansour said in televised comments.Salah posted on his official Twitter account on February 11, expressing his disbelief. “I just can’t believe how fans of Egypt’s two biggest football teams are cursing each other all the time on social media,”Shocked by the continuous trading of insults on Twitter, Salah criticized the non-stop frustration between Al-Ahly and Zamalek supporters, which is clearly reflected in social media posts.There is unconfirmed news that the eighth round of the Egyptian League may get canceled due to other ongoing conflicts between the administrations of the Al-Ahly and Pyramids clubs.The international football star previously played for the Egyptian football club Al Mokaweloon Al-Arab between 2006 and 2010.*

El pobre Mo Salah, que ha conseguido ser admirado por algo más que por su juego no tenía más pretensión que la de evitar la guerra entre aficionados, frenar la escalada de insultos que puede dar al traste con el partido al elevar el riesgo de violencia que, como hemos dicho, no se para en los insultos sino que acaba con muertos, como ya ha ocurrido.
Convertido en figura e ídolo, Salah ha tratado de encauzar esa energía hacia causas más dignas e ideas más sensata. Pero el gusto por la polarización parece no tener límites y hasta que el adversario o rival no desaparece, no se frena nadie.
Pero fijémonos en el tono de lo dicho por Mansour, que es donde radica la verdadera esencia de la historia. Mansour se permite licencias poéticas y folclóricas: ”You do not live with us, eat our food or drink our drink”. Algo debe tener entonces el agua, la comida y la compañía que incita a la violencia hasta convertirla en patrimonio nacional, según un padre de la patria como Mansour. 
En vez de agradecerle su intervención para asegurarse la paz ante la gran escalada de la violencia a través de los medios, el presidente del club Zamalek considera que Salah haría mejor en ocuparse del Liverpool.
Esperemos que no ocurra ninguna desgracia porque Mansour quedaría en tal evidencia que, si estuviera en otro escenario, se tendría que retirar discretamente. ¿Lo haría? Es poco probable. La escalada de violencia forma parte no del fútbol, sino del conjunto, del ambiente, es una válvula de escape de la violencia reprimida, como ocurrió en la época de Mubarak.


Lo que Mortada Mansour le ha dicho a Mo Salaah es muy serio. Le ha dicho que ya no es egipcio, que es lo peor que se le puede decir a un egipcio, según el listado de ofensas. ¿”No es egipcio” por tratar de poner paz entre las dos aficiones cuyo conflicto se acrecienta? Pues no.
No son muchas las voces sensatas en el panorama egipcio. El enorme reconocimiento social concedido a Mo Salah se vuelve contra él desde el momento que supone cuestionar a estos individuos manipuladores y creadores de conflictos. No es el único que vive de azuzar el odio y la violencia.
No es fácil salir de Egipto y regresar a él. Siempre habrá reproches. Te usarán, te manipularán, pero no admitirán nunca que les digas lo que pueden o no hacer. Salah ha sido ingenuo al pretender tratar de calmar la situación peligrosa. Solo eso,  pedir calma, pero ya es mucho cuando la costumbre es la contraria.



* "Zamalek Club President fires back at Mo Salah’s critical tweet" Egypt Independent, 14/02/2019  https://ww.egyptindependent.com/zamalek-club-president-fires-back-at-mo-salahs-critical-tweet/

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