domingo, 17 de febrero de 2019

Cómo distanciarse de Trump

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El vicepresidente Mike Pence sigue las sendas autoritarias de Mike Pompeo, Secretario de Estados, ambos discípulos autoritarios de su jefe Donald Trump. Las mismas maneras, el mismo mensaje. El grupo que rodea a Trump es más parecido a él que nunca, algo lógico por las salidas de todos los que han renunciado. Es un mecanismo natural: el grupo se va auto esculpiendo, haciéndose más uniforme. Al final los que queden serán clones de Trump en la medida en que este solo acepta a los que siguen sus directrices y aguantan sus veleidades.
Pence ha criticado los esfuerzos europeos para no tener que depender de los caprichos y precios de Trump. Y ha venido también a lanzar nuevas consignas sobre la grandeza de los Estados Unidos bajo la mano de Trump. La obediencia incluye ahora las amenazas por un nuevo foco o "emergencia" planteado por Trump: la posibilidad de un "nuevo holocausto", es decir, el ataque de Irán a Israel.
Toda la política de Donald Trump se basa en la creación de miedos, con el riesgo creciente de las profecías auto cumplidas. Esto es algo que no se puede desestimar en la relaciones internacionales. La agresión verbal constante a un enemigo, real o imaginario, acaba produciendo mayores probabilidades de conflicto real. Es lo que se suele llamar una "escalada verbal". Trump va más allá de la política del insulto, ya que ha roto los acuerdos existentes y pone en marcha nuevas sanciones que pretende que Europa respalde.


Todo estalla en la cumbre sobre Seguridad celebrada en Múnich. Ana Carbajosa nos cuenta los sucedido desde el diario El País:

Sensación de fin de era. Es la vibración que emite este año la Conferencia de Seguridad de Múnich, que acaba este domingo en un clima de crispación internacional. Con el fracaso del tratado de armas nucleares de alcance intermedio (INF), vigente desde la Guerra Fría, los desencuentros trasatlánticos, la creciente asertividad rusa y china, Venezuela, Siria, Irán y el Brexit, la incertidumbre se dispara. Pero sobre todo, cunde la sensación de que los consensos y equilibrios labrados con mimo durante décadas se deshacen como azucarillos. Que nos asomamos a una nueva era política en la que las potencias rivalizan por un nuevo acomodo en un tablero geopolítico por definir.
Lo dijo la canciller alemana, Angela Merkel, y lo repitieron en infinitas variantes mandatarios y expertos. “Vemos que la arquitectura que apuntala el mundo como lo conocemos es un rompecabezas que se ha roto en pequeños pedazos”, interpretó Merkel en un discurso muy ovacionado y en el que hizo una encendida defensa del multilateralismo, conscientemente ajena a los derroteros globales que caminan en dirección contraria. “Las estructuras con las que trabajamos son fruto de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y ahora están bajo una intensa presión, porque los desafíos actuales nos exigen que las reformemos”, sostuvo ayer la canciller en la capital bávara.
A Merkel le siguió en el estrado el vicepresidente de EE UU, Mike Pence, con un discurso severo y amenazante, que evidenció la sima transatlántica que separa a los aliados. Rusia, Irán, Venezuela fueron los ejes de una intervención en la que pidió a la Unión Europea que compartiera las enemistades de Washington y enterrara la búsqueda de consensos. “Muchos de nuestros aliados de la OTAN necesitan hacer más”, dijo en alusión a la contribución europea a la Alianza Atlántica.*



No es muy clara la definición de "era". ¿Qué se ha acabado realmente? Como mínimo, las buenas maneras. El tono de Pence es el de su jefe, "severo y amenazante", tal como nos dice el diario citado. La era Trump, por el contrario, es la de los malos modos, las imposiciones y las amenazas. Es la era maleducada, que tiene en Trump su máximo exponente y que sus apóstoles repiten por el mundo predicando un evangelio de exclusiones, sanciones, temores y nuevas tarifas.
El tono es importante en la relaciones internacionales porque marca las actitudes y lo que se puede esperar de quien practica este tipo de lenguaje de la amenaza. Los Estados Unidos de Donald Trump quieren imponer una forma de ver el mundo, como se aprecia en las exigencias a Europa o al mundo. No hay un intento de negociar; todo lo más de fotografiarse con algún líder peligroso (el norcoreano es perfecto para esto y por eso vuelve a repetirse el encuentro).
La necesidad europea de alejarse de los Estados Unidos, de distanciarse de tono y formas, es esencial para no contribuir a procesos irreversibles en la escena internacional. Con Trump, el campo siempre está seco y los fumadores pasean entre los hierbajos. El riesgo de incendio aumenta cada día. ¿Nos construirá también un muro?
La intervención de Angela Merkel ha sido juiciosa. Hay que dejar puertas abiertas para que se produzca un proceso de reconducción de la violencia latente y reducir las expectativas de un mundo caótico. Cuando se ha construido un sistema global, la fragilidad manifiesta del orden crea expectativas que en sí mismas son paralizantes y agravan las crisis. Estas expectativas negativas crean un miedo que se traduce en parálisis por la incertidumbre y esa parálisis se transforma en crisis que aceleran otras nuevas escalonadas.


Hay que entender que no son solo los hechos los que actúan sobre la realidad, sino que nuestras expectativas, los miedos y temores, también lo hacen. A esto se añade la diversa naturaleza de las crisis abiertas y su interconexión. Esto solo parece ignorarlo Donald Trump, un ignorante, y aquellos que creen que un conflicto es energía para los Estados Unidos, a salvo en su plataforma continental, que ahora se trata de aislar más con el muro del sur.
El muro de Trump está hecho para contener los efectos de sus propias políticas de crisis, que se padecen de forma indirecta o directa, según los casos. Lo mismo ocurre con Europa, donde el sentido de las crisis —como hemos explicado en varias ocasiones y cada día es más evidente— tiene por objeto crear una mayor dependencia de los Estados Unidos ante la posibilidad de un salto en las crisis abiertas, Oriente Medio y Ucrania.
Europa sigue sometida a la violencia interior que provocan las dos grandes potencias, Rusia y Estados Unidos fomentando la división interna a través de la incentivación de las propuestas populistas y nacionalistas de distinto signo pero con la misma intención, debilitar la Unión Europea y romperla. Con Gran Bretaña se ha conseguido, dejando una pieza importante del diseño europeo fuera, tanto económicamente como aislándola mediante el retorno de las fronteras duras.


Los movimientos subterráneos emprendidos desde las distintas potencias buscan, como ya señalamos, la dependencia en defensa de los Estados Unidos y la dependencia energética de Rusia, sobre todo por la pieza clave, el gas a Alemania, motor de la Unión Europea.
Ahram Online recoge el discurso de Merkel, contestación al del vicepresidente de Trump:

His speech contrasted sharply with German Chancellor Angela Merkel’s robust defense of Germany’s foreign trade relations and ties with Russia, urging global leaders meeting in Munich to work together to tackle the world’s problems.
Speaking before Pence, Merkel questioned whether the U.S. decision to leave the Iran nuclear deal and withdrawal from Syria was the best way to tackle Tehran in the region.
She defended plans for a new natural gas pipeline from Russia to Germany that Pence again criticized.
Trump has accused Germany of being a “captive” of Russia due to its reliance on Russian energy, but Merkel argued:
“If during the Cold War... we imported large amounts of Russian gas, I don’t know why times should be so much worse today that we can say: Russia remains a partner.”
During a question-and-answer session, she added that it would be wrong to exclude Russia politically, but Pence said Washington was “holding Russia accountable” for its 2014 seizure of Ukraine and what the West says are efforts to destabilize it through cyber attacks, disinformation and covert operations.
“Geostrategically, Europe can’t have an interest in cutting off all relations with Russia,” Merkel said.
Trump has also criticized the large trade surplus that Germany, Europe’s biggest economy, has with the United States and has threatened to put tariffs on German cars in return.
“We are proud of our cars and so we should be,” Merkel said, adding, however, that many were built in the United States and exported to China.
“If that is viewed as a security threat to the United States, then we are shocked,” she said, drawing applause from the audience.**



Las diferencias de actitud y de expectativas de futuro, de estrategia para reducir la tensión, frente a los Estados Unidos de Trump son abismales. Mientras Trump sigue abriendo frentes en tres continentes, los dirigentes de la Unión Europea (los sensatos) tratan de apagar los fuegos que este produce. A Europa no le interesa el escenario que Trump nos dibuja.
Los efectos de la llegada de Trump a la Casa Blanca son hacer retroceder el mundo al estado de la posguerra, con un mundo de nuevo en Guerra Fría. No tiene nada de particular, pues los grandes beneficios de los Estados Unidos, sus grandes saltos hasta llegar a la cima como superpotencia han sido con la puesta en marcha de su maquinaria de guerra. Los lazos de Trump con el negocio de la "seguridad" global son evidentes y con la idea de exprimir a los "defendidos", como ya hemos expresado con anterioridad.
Trump juega en el límite de ese peligroso bosque seco y allí donde aparece la tensión aumenta, que es lo que busca.
Está deshaciendo un orden logrado durante décadas, conflicto tras conflicto. No busca otra cosa que lo que proclama y es su lema: "America First!" La idea es que Estados Unidos ha contribuido a que sus rivales asciendan al no presionar con la fuerza. Y es la fuerza lo que ha vuelto. Pero el mundo ya no es lo que era.
Trump es una fuerza destructiva que arrastra a los Estados Unidos tras él. Y a todo el mundo tras los Estados Unidos. Vemos cada vez mayor polarización. La foto de los dirigentes de Rusia, Irán y Turquía cerrando filas frente a Trump debería hacer reflexionar. Pero ese es un verbo que no está en vocabulario de Trump.
La estrategia del miedo sigue avanzando. Es importante que Europa no se deje arrastrar por los efectos del populismo nacionalista de Trump o de sus imitadores en Europa o América. Las alianzas que forman no son más que para llegar al poder y desde allí crear nuevos conflictos. El único beneficiado es el que vende la protección.
Europa es la única pieza que tiene interés en mantener el equilibrio y evitar el desastre al que nos arrastran. La pregunta de si hemos llegado al final de una "era" es pertinente. Lo esencial ahora es que en las próximas elecciones europeas no nos auto destruyamos como gran espacio de concordia y no nos dejemos seducir por los gritos atávicos de sangre y raza, de aislacionismo y levantamiento de diferencias.


No debemos renunciar ni a la idea de Europa ni a nuestro europeísmo, es decir, al mantenimiento de unos ideales comunes de desarrollo y justicia, de cultura y equilibrio, por los que hay que luchar. Europa no es el pasado, es el futuro. Es el viejo nuevo mundo, un mundo que surge de la comprensión de los errores cometidos, de los obstáculos interpuestos entre nosotros que hay que eliminar, y del papel mediador, rebajador de tensiones y buscador de equilibrios.
Trump solo entiende un lenguaje: el de la firmeza. Europa debe ser firme y no verse obligada a que venga el catequista Pence a dar instrucciones sobre cómo debemos relacionarnos con los demás o convertirnos en meros acólitos. Hay que distanciarse de las decisiones de Donald Trump por los efectos negativos que tiene para el desarrollo futuro. Hay que hacerlo lo suficiente, pero no más allá, para evitar que otros se aprovechen de ese distanciamiento. Cuanto mayor sea el peso de Europa, mejor podrá realizar este juego de equilibrios, y no de encaje.
La postura no es fácil porque nos tienen cogidos entre dos frentes, pero Trump ya ha dejado claro una y otra vez cuál es su objetivo, debilitar a Europa para que esta necesite de su protección. 


La mejor protección es la paz y el equilibrio justo para poder avanzar en seguridad. Lo demás es un juego diabólico y arriesgado. Cuanto antes nos demos cuenta y tomemos medidas ajustadas, mejor. No es fácil porque las presiones son grandes y sucias, mezclando lo militar y lo económico, buscando perjudicar a quienes se le oponen. Lo hecho con Turquía debería servir de ejemplo. Tras los ataques económicos, hoy la foto es con Putin y con el primer ministro iraní. No es la mejor foto, pero Trump sigue regalando aliados a sus enemigos.
El ex vicepresidente Joe Biden alentaba a los norteamericanos: "I promise you, as my mother would say, this too shall pass. We will be back. We will be back. Don't have any doubt about that."***. Eso esperamos. Y que todos aprendamos de los errores y de los riesgos que suponen para todos los que buscan los conflictos como forma de vida.
Los Estados Unidos de Trump ya no líderes de nada. Solo un país malhumorado que solo piensa en sí mismo, como reza el eslogan de su presidente. 



* Ana Carbajosa "El desorden mundial abre una nueva era de incertidumbre global" El País 16/02/2019 https://elpais.com/internacional/2019/02/16/actualidad/1550329620_232450.html
** "Pence chastises EU, rejects Merkel's call to work with Russia" Ahram Online 16/02/2019 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/2/9/325682/World/International/Pence-chastises-EU,-rejects-Merkels-call-to-work-w.aspx
*** "Biden says US should remain committed to its allies abroad" CNN 16/02/2019 https://edition.cnn.com/2019/02/16/politics/biden-showcases-foreign-policy-munich/index.html










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