Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
titular en pantalla de los informativos de la CNN se reproduce en su página
web: "Egypt debates bills that could see Sisi serve as president until
2034". Es cierto en la fecha, pero no lo es tanto al afirmar que es
"Egipto" quien debate, ya que se trata en este caso de algo más que
el juego retórico de tomar la parte por el todo. En realidad, en los sistemas
autoritarios, la retórica se hace literal y el apropiarse de la voluntad
general deja de ser un juego para convertirse en una triste realidad, en la
constatación de que otros hablan por ti.
Pero no
nos engañemos. Lo que la CNN plantea como una noticia, que al-Sisi siga en el
poder hasta 2034 al reformar la constitución, es algo sabido desde antes de que
entrara en el palacio presidencial. De la presidencia en Egipto solo se sale
renunciando, destituido o asesinado. Desde 1952, año en que se creara la
República, no se ha producido esa alternancia esencial en cualquier democracia
que vaya más allá de la retórica. Nasser murió en el cargo, Sadat fue asesinado
y Mubarak y Morsi derrocados por algo llamado irónicamente "revolución"
y "rectificación de la revolución". Al-Sisi solo saldrá del cargo por
alguna de estas tres vías, la muerte en la cama, la muerte fuera de ella o el
derrocamiento. Las demás opciones son estadísticamente irrelevantes. Al-Sisi es
la cuarta pirámide, mientras no se demuestre lo contrario.
Hay
algo en la mentalidad egipcia que les hace disfrutar profundamente en el autoengaño
colectivo. Las ficciones, los "cuentos", que diría nuestro poeta León
Felipe, con los que son "mecidos" son aduladoras e infinitas. Basta
leer el preámbulo de la Constitución que hoy se quiere enmendar para entender
los sueños de su dormir profundo. Estar despierto es doloroso (y peligroso);
vivir en sueños tiene al menos la gratificación de vivir dentro de esa burbuja
creada por todo un aparato retórico y adulador.
Escriben
en el artículo de la CNN:
Supporters of the changes say they will bring
stability to Egypt's economy, which is struggling to recover from the political
turmoil of recent years, along with bolstering security amid an ongoing deadly
Islamist insurgency.
But opponents of the proposals described them
as a further step toward authoritarianism.
The 26-page draft proposal of 22 constitutional
amendments will need to go to committee then be voted on by the full parliament
before a national referendum can take place, Egyptian state media Ahram Online
reported.
The draft proposal, according to Ahram Online,
argues that the amendments were "one of the demands of the 2013
revolution, which erupted to save the country from an unprecedented
constitutional and political crisis."*
¿Qué estabilidad trajeron a Egipto los treinta años de
gobierno de Hosni Mubarak con la Ley de Emergencia tras el asesinato de Sadat?
La de la represión y la corrupción. A eso no se le puede llamar "estabilidad",
pero es el periodo que se ha idealizado con la estrategia de hacer caer la responsabilidad
de la "revolución" que lo destituyó de todo lo que ocurrió después.
Es importante entender lo que ocurrió después. El régimen
egipcio ha generado su propia narrativa de la salvación nacional, como se puede
apreciar en las líneas finales del segundo párrafo citado. Ocurra lo que
ocurra, pase lo que pase, los militares egipcios han de estar en el centro.
Ellos son los que hacen triunfar la revolución del pueblo y son ellos los
llamados a "rectificar" la revolución para evitar el desastre. Los
militares siempre han estado ahí y quieren seguir estándolo. Estabilidad es,
literalmente, que haya un militar en el poder. Después puede ocurrir cualquier
cosa.
El régimen de al-Sisi, según todos los informes, está siendo
mucho más represivo que el de Mubarak, que ya era malo. El problema de al-Sisi
es que, al igual que Muamar el Gadafi, necesita "ser amado"; necesita
de la mitomanía a la que es tan proclive la mentalidad egipcia, tan necesitada
de héroes en todos los terrenos, del cine y la canción a los campos de batalla.
Necesita llorar y reír, besar las imágenes de los que les cantan o torturan, de
los que les divierten y les amargan la vida. ¿Una especie de "síndrome de
Estocolmo" nacional?
Convencidos por aquellos que les protegen y vigilan que
son el objetivo de oscuras maquinaciones que les impiden ser los líderes
naturales del mundo desde el origen de los tiempos, el egipcio se ha
acostumbrado a aceptar las situaciones y a cambiar de ser revolucionario a pedir
el regreso de la dictadura entre cánticos y festejos.
Desde que al-Sisi dio su golpe de estado, el
"no-coup" habló, como ya había hecho Sadat respecto a los
nasseristas, de "rectificar la revolución". "Rectificar" es
otra de las palabras esenciales para entender los movimientos egipcios de
eterno retorno hacia los que les oprimen. Con la esperanza de que nunca les
tocará a ellos si no se meten en líos, las dictaduras se llevan con cierta
fatalidad alegre, como una alternativa patriótica al caos que se les asegura
que traerá dejar que los acontecimientos sucedan por su discurrir.
En lo profundo, está la idea de que si las cosas simplemente
discurren, el final será el caos, la destrucción, por lo que el deseo de figuras fuertes, dotadas de la adecuada
retórica patriótica —una mezcla de nacionalismo, un futuro semejante al paraíso
en su estadio final, y de miedo hacia las fuerzas oscuras del pasado y del
presente—. Para evitarlo, Dios, el destino lo la Academia Militar —los tres a
la vez— les manda unos personajes que les guían en su travesía nacional.
Al-Sisi ha ido más lejos y ha aprendido de todos aquellos
que le precedido en el palacio presidencial. Alimenta de sueños y miedos por
igual. Le falla el mundo exterior, que no acaba de entender sus métodos o que
cuente que cumple órdenes del más allá llegadas en sueños visionarios, que él
simplemente obedece.
La reforma constitucional es, como otras tantas cosas, un
simple maquillaje interno para perpetuarse en el poder. La promesa es que
Egipto necesita "estabilidad" para que se produzca la llegada de la
riqueza en forma de inversores y turistas. Pero eso es otro mito. Lo que hoy se
quiere enmendar hoy es lo que se aplaudió en su momento porque se hizo en
nombre de la democracia y la alternancia política. Los Hermanos había sacado en
solitario una constitución para islamizar el estado y perpetuarse. Urgía
entonces enmendarla para que garantizara que no se volvería a dar otro caso
Mubarak, el querer perpetuarse en el poder. Pero la diferencia es que lo que
hizo entonces Mubarak con el mantenimiento de una ley de circunstancias
especiales, hoy lo quiere consagrar al-Sisi en la constitución. Es una especie
de absurdo lavado de imagen con barro. El régimen es cada vez más monolítico y,
por ello, necesitará de más represión cada vez. Si se trata de que al-Sisi siga
en el poder, ¿qué ocurre con las próximas convocatorias de elecciones presidenciales?
Se vuelven inútiles y, lo que es peor, peligrosas porque dejan en evidencia al
régimen y su autoritarismo.
*
"Egypt debates bills that could see Sisi serve as president until
2034" CNN 13/02/2019
https://edition.cnn.com/2019/02/13/africa/egypt-presidential-term-amendments-sisi-intl/index.html
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