Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las
declaraciones del ex abogado de Donald Trump, Michael Cohen, han maravillado
pero han abierto una nueva crisis demócrata y hasta norteamericana, ¿cuándo
está el pastel cocinado? Como en todo proceso en el que se van generando
tensiones y expectativas, las discusiones surgen sobre el momento preciso en
que el pastel estará en su punto. Esto, traducido a la situación de Trump,
implica tomar la decisión de cuándo comenzar su proceso de
"impeachment", algo que nadie duda que se producirá —es cuestión de
pasar de la fe a lo jurídicamente consistente—, pero que todos discuten cuándo.
La "era
Trump" pasa a tal velocidad que todo parece que fue ayer. Desde el primer
día se desvelaron fallos y componendas, delitos y faltas, negocios turbios y
negocios más turbios. Pero nadie quiere que la pieza se le escape y se tiende a
esperar que aparezca, la "madre de todos los delitos", aquello ante
lo que Trump y los suyos no puedan poner cara de "¿y qué?" e irse a
jugar al golf. Es una especie de pánico escénico en el que todos quieren ser
protagonistas pero nadie quiere asumir la responsabilidad del protagonismo de
la obra, a sabiendas de los riesgos que supondría fallar. Es la tensión de
tirar del último penalti de la tanda.
La
verdad es que el retrato que Michael Cohen ha hecho de Trump ha sido demoledor,
pero lo que necesitan es otra cosa. La sorpresa es que alguien saliera hablando
bien del presidente. Pero todos quieren algo más para poner marcha el más
traumático de los procedimientos políticos y legales de los Estados Unidos, el
impeachment, la destitución del "comandante en jefe", el
procedimiento en el que se reconoce que se equivocaron eligiendo a un
delincuente, un irresponsable, un impresentable, es decir, a un Donald Trump.
Escribe
Pablo Guimón en el diario El País:
“La fe es subir el primer escalón, incluso
cuando no ves la escalera completa”. En el arranque de una jornada histórica en
Washington, Elijah Cummings, presidente del Comité del Congreso que el
miércoles interrogó a Michael Cohen, recurrió a Martin Luther King para
encomiar el paso que había dado el exabogado de Donald Trump de traicionar al
jefe al que sirvió fielmente durante diez años. Pero sus palabras, vistas en
retrospectiva, ilustran también el dilema al que se enfrentan los compañeros
demócratas del propio Cummings: el testimonio de Cohen alimentará la fe de
aquellos que quieren dar cuanto antes el primer paso hacia el impeachment del
presidente; pero los más pragmáticos advertirán de que la escalera completa, al
menos de momento, no se ve.
La importancia del testimonio de Cohen, más
que en el detalle de las acusaciones, estuvo en la descripción de primerísima
mano de la manera de actuar del presidente, un asombroso relato de un proceder
cuasimafioso, que funciona como poderoso complemento a la más técnica labor de
los fiscales federales que lo investigan. Su gran debilidad: Cohen es un
acreditado mentiroso, que ingresará en prisión, entre otros cargos, por haber
faltado a la verdad precisamente en la institución ante la que compareció el
miércoles.*
Es el
uso del "cuasi" lo que frena a los que no quieren precipitarse y que
se les escape la pieza. El "cuasi" en "cuasimafioso" es lo
que determina el resultado. Y nadie quiere fallar y asumir la responsabilidad.
Creo
que en el fondo hay mucho de ese miedo a tirar el penalti, a dar el paso que
deje a Trump fuera de combate definitivo. Tiene que ser por KO, porque "a
los puntos" Trump se escapa.
Es
difícil que con Trump ocurra como con Richard Nixon, que tenga un acto de
inteligencia y responsabilidad y salga por la puerta, con capacidad de sonreír
y saludar desde la escalerilla de un avión, rumbo a la tierra de Nunca Jamás.
No. Nadie duda que habrá que meter a Trump en el avión drogado y con una camisa
de fuerza y, ¡quién sabe! si no tendrán que asaltar la Casa Blanca para sacarlo
antes de allí.
Sabedor
del momento complicado de Trump, el líder sexy norcoreano se lo ha puesto más
complicado al levantarse de la mesa de las negociaciones. La frustración de
Trump por esto debe ser enorme porque era otros de sus golpes de efecto
pensados para presentarse como un líder mundial que aprieta pero no ahoga. Esto supone para Trump más problemas y para
los Estados Unidos el temor a que su presidente siga pensando en nuevos motivos
de gloria.
El
procesamiento por corrupción, entre otras cosas, de Benjamin Netanyahu, un buen
amigo, le habrá recordado a Donald Trump que los presidentes pueden caer y
están sujetos a las leyes. La idea de que él está por encima de todo, como se
ha demostrado en la declaración del estado de emergencia nacional para
conseguir la financiación del muro con México, es parte de su personalidad y
eso será lo que le pierda finalmente. Nadie es más débil que el que se cree
invencible.
Para
que una figura como Donald Trump haya estado tanto tiempo en pie, es necesario
que existan diferentes clases de Michael Cohen. Presentarlo como un mentiroso ahora,
confirma que Trump necesitaba estar rodeado de mentirosos. La cuestión está
ahora en de cuánta información dispone el mentiroso. Cuando le pides a un
servidor que proteja tus espaldas, este se asegura también de proteger las
suyas.
Los
debates y tensiones ahora se centrarán en que el pastel no se pase o salga crudo. La
pericia de los cocineros es saber cuándo ya está listo.
*
"El explosivo relato de Cohen agita el debate sobre el ‘impeachment’ de
Trump" El País 28/02/2019
https://elpais.com/internacional/2019/02/28/estados_unidos/1551380961_533939.html
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