miércoles, 13 de febrero de 2019

Los tenderos del conocimiento o fin del milagro

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En su momento celebramos el regreso por reconocimiento de su papel de la Filosofía a los planes educativos en España. Nos parecía una muestra de cordura, la palabra más en desuso en nuestro país y que cuando se manifiesta lo hace junto al reconocimiento de una carencia.
El diario ABC publica una carta firmada por Concha Roldán Panadero, presidenta de la Asociación Española de Ética y Filosofía Política, y María José Guerra Palmero, presidenta de la Red Española de Filosofía, en la que se expresa el malestar profesional y lo absurdo de la situación creada por la falta de criterio manifestado por los responsables de las instituciones educativas ante el caso.
En la carta se comienza constatando la ignorancia de lo acordado anteriormente:

En la presentación del anteproyecto de una nueva Ley Educativa, el pasado 14 de diciembre, nos encontramos con la desagradable sorpresa de que no cumple plenamente con el acuerdo parlamentario sobre la recuperación de un ciclo formativo de Filosofía organizado en tres cursos. La Lomce había suprimido dos de las tres materias de este ciclo: la Ética de 4º de la ESO y la Historia de la Filosofía de 2º de Bachillerato. El pasado 17 de octubre, en la Comisión de Educación del Congreso de los diputados, se lograba una suerte de milagro político, aunque el acuerdo debería ser lo habitual en el terreno educativo. Se alcanzaba un consenso entre los cuatro partidos mayoritarios (PP, PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos) acerca de la vuelta y la restitución de la Filosofía. Tras el fracaso del Pacto Educativo en la anterior Legislatura, el acuerdo sobre el ciclo de Filosofía fue recibido como una magnífica noticia por la opinión pública. No hace falta decir que dar estabilidad al sistema educativo es una demanda del profesorado, los padres y madres de familia y del mismo alumnado. La educación es el pilar sobre el que descansa no sólo la misma democracia sino el desarrollo y la prosperidad de cualquier país.*



No está España para "milagros" y si los hay son como los de Berlanga los jueves. Lo señalado demuestra que el sistema educativo se ha convertido en un ejemplo de encastillamiento autónomo que defiende más los intereses creados que pasan por esta suerte de resistencia al cambio de materias. De hecho, una de las cosas más sorprendentes es la adscripción de la Ética a la Ciencias Sociales, despropósito que solo tiene como explicación el fenómeno del colonialismo educativo, consistente en la colocación de profesorado sobrante en áreas que se les habilitan. Primero un pie, luego el otro. 
El problema es lo que eso significa e implica a todos los efectos, tanto laborales como de enfoques de las materias. Por decirlo así, primero están los intereses de los grupos y estos dan forma a lo que se ofrece.
En la carta se señala con claridad cuál es la percepción que el ministerio tiene sobre esta cuestión y cómo afecta a la cuestión de las materias impartidas y —lo esencial en estas luchas— quién lo imparte.

El proyecto del Ministerio se decanta por la denominación de Valores cívico-éticos con una asignación horaria mínima y no adscritas al profesorado de Filosofía. La Ética queda reducida, de facto, a una mera educación en valores que no llega a plantear la reflexión rigurosa sobre las cuestiones básicas de la libertad, la felicidad o la justicia, ni proporciona las herramientas lógicas, argumentativas y deliberativas que conforma el acervo de la filosofía moral. El modelo se asemeja a la formulación de la enseñanza moral y cívica del sistema francés, pero no le da la relevancia debida al eliminar la Ética en el último curso de la enseñanza obligatoria. De esta manera, no hay reflexión explicita sobre los derechos y los deberes, ni se sistematizan los elementos requeridos para la construcción de la autonomía del individuo y para vertebrar la reflexión sobre su futuro profesional en términos que conjuguen la autorrealización personal y la responsabilidad social. A los quince años es cuando se empieza a tener madurez cognitiva y emocional para afrontar conscientemente la asunción de derechos y deberes y reflexionar con seriedad sobre el papel a desempeñar en la sociedad y en el mundo. El final del Educación Secundaria es un momento de toma de decisiones con gran repercusión en las opciones futuras de los jóvenes.*

Como procede en el caso de personas del campo de la Filosofía intentan razonar con un ente poco razonable, investido de autoridad y sabedor de que sus intereses se manifiestan en un momento en el que la atención política se concentra en el caos que nos rodea, probablemente producido por personas cuya falta de formación y criterio es manifiesto a la vista de los resultados. Por decirlo así, estamos pidiendo respeto, reconocimiento y aplicación para la Filosofía en un mundo lleno de cantamañanas.
El sistema educativo se nos ha llenado de "gerentes" y "gestores", también de "tenderos" (en un sentido nietzscheano) con pretensiones. De un mundo educativo que ha hecho suyo el lema "¡los libros no cuentan!", no en un sentido narrativo sino contable, como méritos., se puede esperar cualquier cosa.
Creo que los argumentos de las dos firmantes de la carta se pierden en el horizonte presupuestario desde el momento en que creen que eso de la "madurez cognitiva" o de la "reflexión con seriedad" les importa algo a aquellos que deberían escucharlo. No. No es ese el caso, para nada.
El hecho de que hayan relegado a la nada las propuestas del parlamento implica, a demás, una actitud distanciada y soberbia respecto al parlamento, al que saben inmerso en sus propias luchas. El acuerdo histórico (son pocas cosas las que pueden producir este milagro) es sencillamente ignorado por aquella parte del "aparato" que ya tiene lo suyo y no necesita ideas de fuera, aunque esto implique al parlamento.
Las autoras de la carta se quejan de los malentendidos respecto a la Ética:

En cuarenta años de democracia hemos tenido cinco leyes educativas, en las que la Ética, o su versión degradada de educación en valores, ha sido a veces pensada como una alternativa a la enseñanza de la Religión, reforzando así un doble malentendido: que la Ética es un mero sustituto de la Religión para personas no religiosas y, a la inversa, que las personas religiosas pueden vivir sin conocer, por ejemplo, la sabiduría práctica o phrónesis de la ética aristotélica, o la exigencia universalista del imperativo categórico kantiano y su formulación de la dignidad humana. La Ética conlleva, frente al pluralismo religioso propio de una sociedad democrática, una exigencia de universalidad y de rigor que debe formar parte de la educación básica de todo el alumnado. Por otra parte, la impuesta reducción de la Ética, que es la disciplina filosófica que examina la validez de los juicios morales, a un mero listado de valores, la deforma y la empobrece. La comunidad filosófica española se congratula de haber consolidado un acervo de filosofía moral en el ámbito educativo que no debería ser desdeñado y que ha sido ampliamente reconocido en el mundo iberoamericano. La filósofa Adela Cortina, entre otros, ha puesto de manifiesto una y otra vez la necesidad y urgencia de la Ética.*

Nos encontramos ante una paradoja confirmante. Si el problema que nos afecta es, en gran medida, derivado de la falta de ética, elemento necesario para el mejor funcionamiento social, cuanto más necesitados estemos de la Ética más complicado nos resultará que nos hagan caso. La confirmación de que la Ética es necesaria es que la Ética no se considera necesaria o se transforma en esos sucedáneos inocuos de los que bien se quejan las autoras. Ahora bien, ¿cómo se resuelve el que una sociedad en la que la falta de ética es cada vez más manifiesta salga de su propia ceguera? Mal arreglo tiene.
Debemos hacer un examen de nuestros fines educativos. Entiendo que esa frase plantea problemas el "debemos" y "fines educativos". Precisamente la Ética daría sentido al "deber" y también cambiaría nuestros "fines", que hoy por hoy son individuales y gremiales. La misma orientación social hacia un sentido egocéntrico de la vida, favorecido en la educación a través de los baremos de méritos (lo que pides es lo que obtienes), ha dado un resultado, que es lo que tenemos: una sociedad que quiere que le dejen las manos libres para vivir sin remordimientos, que es el auténtico fin placentero, cuando se anulan las responsabilidades. La Ética, que, como bien dicen es una aberración separar del tronco de la Humanidades, es necesaria. Por eso se la ignora. La supresión de la Filosofía no es menos grave, ya que deshace el marco sobre el que se establece.
Todo es el resultado de un mal entendido pragmatismo que ha producido el mundo en el que vivimos. La reflexión es un obstáculo, como lo es el compromiso social, el comportamiento responsable, etc. Vivimos en un mundo disperso y hemos pasado el punto crítico. La Educación es el fiel reflejo de nuestras aspiraciones, de lo que queremos ser, porque es proyecto de futuro. La invasión de los tenderos deja claro las aspiraciones, que al llegar la noche la caja cuadre.
Los campos filosóficos en los que hoy se puede entrar con provecho son muchos y sirven para fundamentar el conocimiento y su propia crítica. Me refiero a campos como la Filosofía del Conocimiento y de la Ciencia, de Lenguaje, etc. que sería la forma de apuntalar los conocimientos que hoy se prenden con alfileres y sobre los que no se reflexiona. La Ética es fundamental en la media que no  solo me afecta a mí, sino a mi relación con los demás. Pero el sistema prefiera lo "light" antes que las "luces". Es más cómodo para todos. Los resultados los vemos cada día en las aulas y en la prensa.
La carta publicada termina con una pregunta desafiante: "¿quién teme hoy en España a la Ética cuando es más necesaria que nunca?" La respuesta está implícita en la pregunta.
Yes, we Kant.


* "El maltrato del Gobierno a la Filosofía en la educación secundaria, en la universidad y en la investigación" ABC 13/02/2019 https://www.abc.es/sociedad/abci-maltrato-gobierno-filosofia-educacion-secundaria-universidad-y-investigacion-201902130127_noticia.html




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