miércoles, 6 de febrero de 2019

Todo por la foto

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Un periódico es una representación diaria y cambiante del mundo. La selección de noticias que nos ofrece nos define lo visible que cada día lo integra. Ese "mundo editado" refleja las necesidades y gustos informativos de los lectores.
Existen, evidentemente, presiones que distorsionan esta realidad. Son aquellas que tratan de influir en el proceso selectivo mediático, por un lado, pero también aquellas que delimitan el mundo posible de aquello sobre lo que pueden ser informados los lectores. La censura o la propaganda, por ejemplo, son factores que evitan o sobrevaloran aspectos de la realidad exterior. La censura deja fuera elementos de la realidad evitando que se conviertan en parte del discurso y la propaganda resalta otros convirtiéndolos en prioritarios.
La manipulación de la información es consustancial al mundo mediático. Desde el momento mismo en que existen los medios, se produce ese intento por influir en ellos para así influir sobre la percepción del mundo que puedan tener sus lectores. Es la base de la creación de las corrientes de la opinión pública. Los factores de presión deberían ser contrarrestados por la defensa de los valores de los lectores o por los de la ética profesional. No siempre ocurre así.


Hoy hablamos con naturalidad de la creación de imagen, de as mejoras artificiales de reputación y hasta hemos hecho una profesión y negocio de ello. Munchos han sacado la consecuencia de que se puede actuar de cualquier manera porque después existen estos maquilladores de la realidad que te hacen un apaño por un precio acordado en función de la capa de maquillaje necesario para tapar las imperfecciones. El diario El País nos trae el enésimo caso de intento de maquillaje político. Lo hace con el titular "Un alcalde del PP contrató a la trama Púnica para ser tertuliano" y se nos explica:

El alcalde de Castellón por el PP entre 2011 y 2015, Alfonso Bataller, pidió ayuda en 2014 a la trama Púnica para conseguir participar como tertuliano en programas de televisión en un intento por mejorar su imagen después de que se le vinculase en los medios de comunicación con el caso Gürtel. Así lo recoge un informe de la Guardia Civil entregado recientemente al juez instructor del caso Púnica, Manuel García-Castellón, en el que los agentes concluyen que Bataller y uno de los concejales de su equipo de Gobierno, Juan José Pérez Macián, aún en el Ayuntamiento, cometieron un delito de fraude en la contratación pública municipal para sufragar, entro otros trabajos, estas gestiones. Bataller declaró en junio de 2015 como imputado ante la Guardia Civil, pero hasta ahora no ha sido citado para hacerlo en la Audiencia Nacional.
El documento policial detalla que las intervenciones telefónicas a varios imputados en la macrocausa revelaron que el hoy exalcalde y apartado de la política activa también solicitó a la red que le consiguieran un encuentro con Gonzalo Ferré, en aquel momento presidente de la empresa pública ADIF, la sociedad responsable de la ejecución de las infraestructuras ferroviarias. Bataller pretendía que aquella reunión quedase plasmada en una fotografía para, ante la cercanía de las elecciones municipales de 2015, poder anunciar públicamente como un logro de su mandato en el ayuntamiento la próxima llegada del AVE a Castellón. La trama gestionó dicho encuentro a través del diputado del PP Andrés Ayala, entonces portavoz del PP en la Comisión de Infraestructuras del Congreso, según detalla la Guardia Civil. Finalmente, Bataller no encabezó la candidatura de su partido en aquellos comicios tras verse implicado, precisamente, en el caso Púnica.*



Como alguien que se supone dedicado al bien común, a la atención de lo público, lo que nos revela lo anteriormente citado es que el único centro de sus obsesiones es, por el contrario, él mismo. O, si queremos ser más ajustados, su propia imagen.
La posibilidad de convertir la política en un acto mediático permanente con evaluaciones periódicas de la imagen, intenciones de voto, valoraciones de los líderes, etc., ha transformado el tipo de personas y las acciones.
Para los "nuevos políticos" el escenario político es sobre todo, eso, "escenario". La política en un mundo mediático es teatral, establece la diferencia entre el actor y el público, al que se percibe en términos de satisfacción con la ficción que se le ofrece desde ese escenario.
La información nos habla de dos actos de interés. El primero es la conversión en tertuliano, es decir, entrara a formar parte del elenco de la gran compañía teatral de la política. Se busca la familiaridad, en primer lugar; la popularidad después. La presencia habitual hace que se reconozca. Muchos se quedan en esa fase. El grado de histrionismo, de llamar la atención aprovechando sus ocasiones dependerá ya de sus condiciones de actor. Recordemos que Pablo Iglesias surgió de una tertulia de una televisión iraní en nuestro país. Primero se hizo familiar y después popular.


Necesitas esa grabación madre, esas primeras imágenes que serán distribuidas, multiplicadas, redistribuidas, colocadas en distintos escenarios. La capacidad de reproducción está en función de su excentricidad (como un Rufián) o de contundencia del mensaje. El demagogo tiene ventaja sobre el razonador; el payaso sobre el intelectual.
Eso es parte del drama político social. La acumulación de payasos y demagogos tiene un límite, el que las instituciones dejen de funcionar, que sean usadas para la promoción personal y seguir subiendo en sus expectativas crecientes.
El otro problema grave es el contagio. Los payasos y demagogos arrastran al resto. Para poder competir con ellos es necesario muchas veces actuar en el mismo sentido. Te roban el plano, por decirlo así. Los que sacan una pancarta o llevan una estrambótica camiseta tienen su plano asegurado. En un mundo de imágenes y donde la palabra queda reducida a eslóganes, lo "viral" (¡irónica metáfora!) tiene sus condiciones de simpleza.
El segundo caso que nos cuentan en El País es también revelador de esta forma de actuar, la "foto". Se nos dice que lo que el regidor necesitaba para su campaña era una foto que permitiera a la gente aceptar que el AVE llegaría a Castellón. La foto es primordial. No hay realidad, solo foto. Nuestras reflexiones sobre cómo funciona el mundo nos dice que la realidad no es comunicable más que como texto, a través de un discurso. Y el discurso es manipulable, reproducible, etc. De ahí a los "hechos" o "realidad alternativa" no va más que un paso. El mensaje se desancla de la realidad y avanza creando la suya propia, la discursiva. Es lo que hace Trump y por eso le someten al "fact checking" constante para determinar el número de mentiras, medias verdades y distorsiones que dice cada día. Son miles.


En la nueva política, lo importante no es la realidad —esquiva conceptualmente y escurridiza discursivamente— sin la apariencia, que es la comunicable. La comunicación es lo esencial en un universo mediático, como le habían dicho sus asesores en el mundo del posicionamiento, que no es otra cosa que la "apariencia de popularidad". No hay "ser", sino un "parecer". Lo importante no es que la mona sea una mona, sino quién le hace el traje de seda. Bastará que el traje sea llamativo para que se hable de él. Es juzgar el libro por la cubierta, valorar la seda, quedarse en la cáscara del huevo... Es lo contrario de lo que se necesita.
En este universo mediático, la política necesita tener los pies en el suelo. Pero el suelo no existe ya, solo las encuestas, que son las que te marcan los movimientos y determinan tu futuro.
Tenemos a la mitad de la familia política en la cárcel. No es un fenómeno exclusivamente español, por supuesto. Podemos mirar hacia muchos países y ver que pasan por la misma patología. Pero lo estamos padeciendo como descrédito institucional y como parte de los cantos de sirenas de los nuevos demagogos populistas que hacen lo mismo —usan los medios como un Trump, un Bolsonaro...— para conseguir el poder y la atención. No puedes conseguir el primero sin el segundo. Se llega al voto por el "like".


¿Cuántos personajes y personajillos políticos crean su imagen recurriendo a estos fontaneros de la imagen que les prometen acceso a los medios, popularidad, "posicionamiento"? Nos terminan de contar en el artículo:

El informe recoge que el alcalde contactó con el informático de la trama, Alejandro de Pedro, durante un viaje en tren en el que coincidieron casualmente en junio de 2014. En aquel encuentro, De Pedro le ofreció sus servicios y Bataller le puso en contacto con su equipo para que comenzara a trabajar en la mejora de su reputación en las redes sociales. La Guardia Civil destaca que en un correo electrónico intervenido la trama recalcaba que el político tenía una "necesidad acuciante para comunicar" y "mejorar las expectativas" electorales. Para ello, el informático propuso generar contenidos favorables sobre Bataller a través del diario digital Noticias Castellón, un periódico creado con ese fin por De Pedro.
El acuerdo incluyó también la compra de seguidores en las redes sociales (la previsión era gastar 1.000 euros al mes) y labores para situar solo noticias positivas del alcalde entre los primeros resultados que aparecían en los buscadores de internet cuando se tecleaba el nombre de Bataller.*

Una descripción sucinta y clara del funcionamiento del sistema. Estos "extraños en un tren" acordando la mejora de la imagen, la compra de "seguidores", la elaboración de noticias positivas en un periódico perverso (estaba hecho expresamente para mentir), el posicionamiento en los buscadores... Todo ello, desgraciadamente, constituye el funcionamiento de nuestra política y la de muchos lugares.
El descrédito de los políticos arrastra al sistema. Genera un vacío de ilusión por la vida pública que es llenado por la nueva demagogia, causa irritación e indignación, estados de ánimo que son pronto captados por los siguientes manipuladores que lo utilizan para llegar al poder. Y acabar haciendo lo mismo, con lo que el ciclo comienza de nuevo.
Mientras sigamos valorando lo exterior, la imagen, estaremos sometidos a los fraudes políticos. Hoy la imagen política es un gigantesco negocio del que participan las instituciones públicas y empresas. Hoy se enseña en nuestras universidades cómo engañar a la gente, aunque se busque un nombre más técnico. Hay empresas dedicadas a ello. En ocasiones, como hemos visto, caen y quedan al descubierto su vanidad y ambiciones, lo artificial de sus propuestas y lo limitado de sus cualidades. Toda la historia del falseamiento de títulos universitarios y tesis doctorales proviene del mismo sitio, de la necesidad de aparentar lo que no se es.
Mientras no cambiemos esto, seguiremos con el mismo problema. 



* "Un alcalde del PP contrató a la trama Púnica para ser tertuliano" El País 6/02/2019 https://elpais.com/politica/2019/02/05/actualidad/1549393099_600677.html

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