Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Un
periódico es una representación diaria y cambiante del mundo. La selección de
noticias que nos ofrece nos define lo visible que cada día lo integra. Ese "mundo
editado" refleja las necesidades y gustos informativos de los lectores.
Existen,
evidentemente, presiones que distorsionan esta realidad. Son aquellas que
tratan de influir en el proceso selectivo mediático, por un lado, pero también
aquellas que delimitan el mundo posible de aquello sobre lo que pueden ser
informados los lectores. La censura o la propaganda, por ejemplo, son factores
que evitan o sobrevaloran aspectos de la realidad exterior. La censura deja
fuera elementos de la realidad evitando que se conviertan en parte del discurso
y la propaganda resalta otros convirtiéndolos en prioritarios.
La
manipulación de la información es consustancial al mundo mediático. Desde el
momento mismo en que existen los medios, se produce ese intento por influir en
ellos para así influir sobre la percepción del mundo que puedan tener sus
lectores. Es la base de la creación de las corrientes de la opinión pública.
Los factores de presión deberían ser contrarrestados por la defensa de los
valores de los lectores o por los de la ética profesional. No siempre ocurre
así.
Hoy
hablamos con naturalidad de la creación de imagen, de as mejoras artificiales
de reputación y hasta hemos hecho una profesión y negocio de ello. Munchos han
sacado la consecuencia de que se puede actuar de cualquier manera porque
después existen estos maquilladores de la realidad que te hacen un apaño por un
precio acordado en función de la capa de maquillaje necesario para tapar las
imperfecciones. El diario El País nos trae el enésimo caso de intento de
maquillaje político. Lo hace con el titular "Un alcalde del PP contrató a
la trama Púnica para ser tertuliano" y se nos explica:
El alcalde de Castellón por el PP entre 2011
y 2015, Alfonso Bataller, pidió ayuda en 2014 a la trama Púnica para conseguir
participar como tertuliano en programas de televisión en un intento por mejorar
su imagen después de que se le vinculase en los medios de comunicación con el
caso Gürtel. Así lo recoge un informe de la Guardia Civil entregado
recientemente al juez instructor del caso Púnica, Manuel García-Castellón, en
el que los agentes concluyen que Bataller y uno de los concejales de su equipo
de Gobierno, Juan José Pérez Macián, aún en el Ayuntamiento, cometieron un
delito de fraude en la contratación pública municipal para sufragar, entro
otros trabajos, estas gestiones. Bataller declaró en junio de 2015 como
imputado ante la Guardia Civil, pero hasta ahora no ha sido citado para hacerlo
en la Audiencia Nacional.
El documento policial detalla que las
intervenciones telefónicas a varios imputados en la macrocausa revelaron que el
hoy exalcalde y apartado de la política activa también solicitó a la red que le
consiguieran un encuentro con Gonzalo Ferré, en aquel momento presidente de la
empresa pública ADIF, la sociedad responsable de la ejecución de las
infraestructuras ferroviarias. Bataller pretendía que aquella reunión quedase
plasmada en una fotografía para, ante la cercanía de las elecciones municipales
de 2015, poder anunciar públicamente como un logro de su mandato en el
ayuntamiento la próxima llegada del AVE a Castellón. La trama gestionó dicho
encuentro a través del diputado del PP Andrés Ayala, entonces portavoz del PP
en la Comisión de Infraestructuras del Congreso, según detalla la Guardia
Civil. Finalmente, Bataller no encabezó la candidatura de su partido en
aquellos comicios tras verse implicado, precisamente, en el caso Púnica.*
Como
alguien que se supone dedicado al bien común, a la atención de lo público, lo
que nos revela lo anteriormente citado es que el único centro de sus obsesiones
es, por el contrario, él mismo. O, si queremos ser más ajustados, su propia
imagen.
La
posibilidad de convertir la política en un acto mediático permanente con
evaluaciones periódicas de la imagen, intenciones de voto, valoraciones de los
líderes, etc., ha transformado el tipo de personas y las acciones.
Para los
"nuevos políticos" el escenario político es sobre todo, eso,
"escenario". La política en un mundo mediático es teatral, establece
la diferencia entre el actor y el público, al que se percibe en términos de
satisfacción con la ficción que se le ofrece desde ese escenario.
La
información nos habla de dos actos de interés. El primero es la conversión en
tertuliano, es decir, entrara a formar parte del elenco de la gran compañía
teatral de la política. Se busca la familiaridad, en primer lugar; la
popularidad después. La presencia habitual hace que se reconozca. Muchos se
quedan en esa fase. El grado de histrionismo, de llamar la atención aprovechando
sus ocasiones dependerá ya de sus condiciones de actor. Recordemos que Pablo
Iglesias surgió de una tertulia de una televisión iraní en nuestro país. Primero
se hizo familiar y después popular.
Necesitas
esa grabación madre, esas primeras imágenes que serán distribuidas,
multiplicadas, redistribuidas, colocadas en distintos escenarios. La capacidad
de reproducción está en función de su excentricidad (como un Rufián) o de
contundencia del mensaje. El demagogo tiene ventaja sobre el razonador; el
payaso sobre el intelectual.
Eso es
parte del drama político social. La acumulación de payasos y demagogos tiene un
límite, el que las instituciones dejen de funcionar, que sean usadas para la
promoción personal y seguir subiendo en sus expectativas crecientes.
El otro
problema grave es el contagio. Los
payasos y demagogos arrastran al resto. Para poder competir con ellos es
necesario muchas veces actuar en el mismo sentido. Te roban el plano, por
decirlo así. Los que sacan una pancarta o llevan una estrambótica camiseta
tienen su plano asegurado. En un mundo de imágenes y donde la palabra queda
reducida a eslóganes, lo "viral" (¡irónica metáfora!) tiene sus
condiciones de simpleza.
El
segundo caso que nos cuentan en El País es también revelador de esta forma de
actuar, la "foto". Se nos dice que lo que el regidor necesitaba para
su campaña era una foto que permitiera a la gente aceptar que el AVE llegaría a
Castellón. La foto es primordial. No hay realidad, solo foto. Nuestras
reflexiones sobre cómo funciona el mundo nos dice que la realidad no es
comunicable más que como texto, a través de un discurso. Y el discurso es
manipulable, reproducible, etc. De ahí a los "hechos" o "realidad
alternativa" no va más que un paso. El mensaje se desancla de la realidad
y avanza creando la suya propia, la discursiva. Es lo que hace Trump y por eso
le someten al "fact checking" constante para determinar el número de
mentiras, medias verdades y distorsiones que dice cada día. Son miles.
En la
nueva política, lo importante no es la realidad —esquiva conceptualmente y
escurridiza discursivamente— sin la apariencia, que es la comunicable. La
comunicación es lo esencial en un universo mediático, como le habían dicho sus
asesores en el mundo del posicionamiento, que no es otra cosa que la
"apariencia de popularidad". No hay "ser", sino un
"parecer". Lo importante no es que la mona sea una mona, sino quién
le hace el traje de seda. Bastará que el traje sea llamativo para que se hable
de él. Es juzgar el libro por la cubierta, valorar la seda, quedarse en la
cáscara del huevo... Es lo contrario de lo que se necesita.
En este
universo mediático, la política necesita tener los pies en el suelo. Pero el
suelo no existe ya, solo las encuestas, que son las que te marcan los
movimientos y determinan tu futuro.
Tenemos
a la mitad de la familia política en la cárcel. No es un fenómeno exclusivamente
español, por supuesto. Podemos mirar hacia muchos países y ver que pasan por la
misma patología. Pero lo estamos padeciendo como descrédito institucional y
como parte de los cantos de sirenas de los nuevos demagogos populistas que hacen
lo mismo —usan los medios como un Trump, un Bolsonaro...— para conseguir el
poder y la atención. No puedes conseguir el primero sin el segundo. Se llega al
voto por el "like".
¿Cuántos
personajes y personajillos políticos crean su imagen recurriendo a estos
fontaneros de la imagen que les prometen acceso a los medios, popularidad,
"posicionamiento"? Nos terminan de contar en el artículo:
El informe recoge que el alcalde contactó con
el informático de la trama, Alejandro de Pedro, durante un viaje en tren en el
que coincidieron casualmente en junio de 2014. En aquel encuentro, De Pedro le
ofreció sus servicios y Bataller le puso en contacto con su equipo para que
comenzara a trabajar en la mejora de su reputación en las redes sociales. La
Guardia Civil destaca que en un correo electrónico intervenido la trama
recalcaba que el político tenía una "necesidad acuciante para
comunicar" y "mejorar las expectativas" electorales. Para ello,
el informático propuso generar contenidos favorables sobre Bataller a través
del diario digital Noticias Castellón,
un periódico creado con ese fin por De Pedro.
El acuerdo incluyó también la compra de
seguidores en las redes sociales (la previsión era gastar 1.000 euros al mes) y
labores para situar solo noticias positivas del alcalde entre los primeros
resultados que aparecían en los buscadores de internet cuando se tecleaba el
nombre de Bataller.*
Una
descripción sucinta y clara del funcionamiento del sistema. Estos "extraños
en un tren" acordando la mejora de la imagen, la compra de
"seguidores", la elaboración de noticias positivas en un periódico perverso
(estaba hecho expresamente para mentir), el posicionamiento en los
buscadores... Todo ello, desgraciadamente, constituye el funcionamiento de
nuestra política y la de muchos lugares.
El
descrédito de los políticos arrastra al sistema. Genera un vacío de ilusión por
la vida pública que es llenado por la nueva demagogia, causa irritación e
indignación, estados de ánimo que son pronto captados por los siguientes
manipuladores que lo utilizan para llegar al poder. Y acabar haciendo lo mismo,
con lo que el ciclo comienza de nuevo.
Mientras sigamos valorando lo exterior, la imagen, estaremos sometidos a los fraudes políticos. Hoy la imagen política es un gigantesco negocio del que participan las instituciones públicas y empresas. Hoy se enseña en nuestras universidades cómo engañar a la gente, aunque se busque un nombre más técnico. Hay empresas dedicadas a ello. En ocasiones, como hemos visto, caen y quedan al descubierto su vanidad y ambiciones, lo artificial de sus propuestas y lo limitado de sus cualidades. Toda la historia del falseamiento de títulos universitarios y tesis doctorales proviene del mismo sitio, de la necesidad de aparentar lo que no se es.
Mientras no cambiemos esto, seguiremos con el mismo problema.
*
"Un alcalde del PP contrató a la trama Púnica para ser tertuliano" El
País 6/02/2019 https://elpais.com/politica/2019/02/05/actualidad/1549393099_600677.html
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