Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Es
difícil construir una Europa conjunta y resistente si se utiliza como chivo
expiatorio de los males locales. No me refiero exclusivamente al caso griego
que lleva hoy a sus ciudadanos a decidir si siguen o no vinculados con una
Europa contra la que se dirigen los ataques de sus líderes actuales desde antes
de haber llegado al gobierno. La llegada de Tsipras al poder fue con la promesa
de "domar" a Europa como, por otro lado, lo había hecho François
Hollande relevando al europeísta
Sarkozy, pareja junto de Merkel en la cabeza de la Unión. Hoy Hollande trata de
recuperar alguna décimas de popularidad intentando jugar al balance entre una Europa
que cree que los dirigentes griegos les toman el pelo y que Tsipras se lo tome
a él directamente.
Cuando
los líderes hacen las campañas contra
Europa, después se encuentran en la desagradable tesitura de tener que
recoger velas en la mayoría de los casos. Es más fácil hacer demagogia en casa
que política en Bruselas. La idea de que solo los países son democráticos mientras que el conjunto
menos uno mismo es un fascismo imperialista tiene que acabarse, pero ¡es tan
rentable!
La
reducción maniquea, con repartos de maldad y bondad, no lleva a ninguna parte.
O peor: lleva al fraccionamiento de una Europa que a muchos no interesa que
exista, dentro y fuera de la Unión.
Independiente
del fraccionamiento que ha producido ya en la sociedad griega —que tendrá
consecuencias durante mucho tiempo—, se está erosionando una Europa que muchos
quieren ver reducida a una especie de casero malhumorado que se desentiende del
estado de los pisos y solo quiere cobrar lo que le deben. Pero esta historia no
es nueva y llega después de muchos incumplimientos y desafíos.
Las
recomendaciones educadas a Alexis Tsipras de que no mintiera sobre lo debatido a su regreso de Bruselas era algo más
que una recomendación; era llamarle miembro desleal. Refleja el rechazo al
estilo de Tsipras y sus ministros que han ido con unas actitudes y gestos
alentados por sus propias promesas de doblegar Europa. Que lo primero que
hiciera Tsipras al llegar al gobierno fuese ir a ver a Putin —aquí lo comentamos—
era un gesto de mala voluntad hacia Europa
y sobre todo un insulto a la Ucrania invadida y desmembrada por el cinismo
ruso. Después ha continuado en la misma línea. Entre gestos de desprecio y de
osadía desafiante.
Tsipras
no ha intentado resolver nada. Ha seguido jugando con Europa hasta que se ha
roto la cuerda de los vencimientos. Solo hay una cuestión: a nadie le interesa
la bancarrota de Grecia. Al menos en Europa. Sí hay muchos intereses, en
cambio, en colapsar Europa. No hay que descubrir complots. Lo han dicho ellos
mismos: euroescépticos, ultranacionalistas y demás fauna que ha proliferado en
los últimos años. Para ellos, el caso de Grecia es una herramienta futura en
sus luchas locales por romper la Unión.
La
salida de Grecia del euro, si se produce finalmente, tendrá consecuencias
previstas y otras quizá más extrañas. En estos días se ha enfocado el problema
desde otra dimensión, la de la OTAN. Ha salido el dato de que Grecia tiene un presupuesto
militar del 2%, casi el doble de lo que tiene España. La intervención del
secretario de la Alianza Atlántica y la preocupación mostrada por el presidente
Obama respecto a la situación en Grecia no es casual. Tampoco que se vuelva a
resaltar la buena sintonía de Tsipras con Putin. Quizá haya que recordar las
ofertas de Putin de aliviar la deuda de Grecia que se recibieron al principio
de su mandato. Una Grecia fuera del Euro y de la Unión, con lazos demasiado
unidos con Rusia —la excusa es que son ortodoxos, decía hace poco un medio—
solo interesa a la propia Rusia, que debilitaría una zona de control del
Mediterráneo y Oriente Medio, además de sembrar la discordia.
La cuestión está en que la percepción de "lo europeo"
se va debilitando gracias a la erosión de la crisis económica general, los
errores de cálculo y los ataques de los eurofobos y la dejadez de los "eurotibios".
Lo que ocurra hoy con el referéndum en Grecia es importante para la historia de
Europa y para su futuro. No tanto por el hecho en sí, sino por las consecuencias
en la percepción de la Unión por parte de los miembros.
Las afirmaciones que se escuchan en boca de muchos políticos
que juegan a la eurofobia son preocupantes. Las hay que afirman que se trata de
un "golpe de estado", que se trata de "acabar con la democracia"
en Grecia, que se trata "humillar" a los griegos, etc. Todo esto es
de una irresponsabilidad absoluta y no hace más que ahondar en esta forma de
política que todos acaban practicando, la emocional, que no nos llevará nunca
por buen camino.
Tsipras se hizo con el poder a fuerza de esa emocionalidad y
de acusar a los gobiernos anteriores de estar vendidos a Europa. Los convirtió en títeres de una Alemania a la
que se representaba como si Hitler estuviera en el poder, reduciendo el mundo a
una caricatura maniquea en donde él y su equipo eran una nueva versión triunfadora
de "300". Con ganar sus elecciones ya estaba todo solucionado. Se ha visto que no es así. La demagogia hace
ganar elecciones, pero no resolver problemas. Tsipras no ha resuelto ninguno. De
hecho, ha creado algunos más. Y ha querido trasladarlos a Europa para
satisfacción de muchos. Entre otros de su socio de gobierno ultranacionalista.
Es evidente que Europa en su conjunto se ha equivocado de
muchas maneras. Pero también es evidente que los males de Grecia no vienen de
Europa sino de su propia incapacidad de resolver los suyos. Creo que los deseos
de los europeos en su conjunto están con que el pueblo griego —como cualquier
otro— sufra lo menos posible una situación difícil como la que llevan tiempo
pasando. Pero la solidaridad tiene muchos caminos y algunos límites.
Si en Grecia sale gana el "no", las posibilidades
son varias que no dependerán solo del pueblo griego, sino de lo que diga el
resto de Europa. Si sale el "sí", a Tsipras solo le queda dimitir y convocar
nuevas elecciones. Hasta ahora solo el ministro de Economía ha mencionado la posibilidad. El referéndum no resuelve nada, solo supone elegir el tipo
de problemas que Grecia intentará resolver.
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