Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El día
24, Le Figaro publicaba un artículo del director del suplemento Figaro
Histoire, Michel De Jaeghere, con el título "Manuel Valls, Lévi-Strauss
et la guerre de civilisation" en que escritor daba vueltas sobre las
declaraciones del primer ministro francés, Manuel Valls, tras el atentado en el
que el terrorista asesino se había hecho un selfie con su ex jefe decapitado.
Las palabras de Valls, con las que se inicia el texto, fueron: «Nous ne pouvons
pas perdre cette guerre, parce que c'est au fond une guerre de civilisation.»*
La
expresión "civilizaciones" le sirve al articulista para dudar inicialmente
sobre si el socialista Valls se ha pasado al vocabulario de la
"derecha" y trata de encontrarle, tras las matizaciones del propio
autor al día siguiente, un sentido en el que no se trata de enfrentar a dos
civilizaciones, sino una idea general de "civilización" opuesta a
otra de "barbarie". Señala el articulista:
Les civilisations ont, à gauche, mauvaise
presse depuis que Samuel Huntington a prophétisé en 1996 que, succédant aux
nationalismes du XIXe siècle et aux idéologies mortifères qui ont ensanglanté
le XXe, elles seront au cœur des grands affrontements qui pulvériseront,
demain, l'utopie d'une fin (pacifique) de l'Histoire. Pis encore: l'expression
renvoyait à la «croisade» par laquelle George W. Bush avait riposté aux
attentats du 11 septembre 2001 par une déclaration de guerre au terrorisme qui
semblait considérer l'ensemble du monde musulman comme un bloc et le désigner
comme un adversaire potentiel de l'Occident. Guerre perdue d'avance contre 1,6
milliard de croyants. Et stigmatisation qui se révélerait à haut risque dans un
pays (le nôtre) remodelé par quarante ans d'immigration, et qui compte
désormais plusieurs millions de musulmans sur son sol.*
La idea
de una "guerra de civilizaciones" es algo sobre lo que se puede
discutir en el negro sobre blanco del papel, pero que carece de sentido en la
realidad, en la que pesan muchas otras circunstancias. Si pudiéramos entrar en
la mente del decapitador, probablemente encontráramos allí una idea muy sólida
y clara sobre la "guerra" en la que estaba participando. Si
pudiéramos haber entrado en la de la víctima es probable que la idea fuera muy
distinta o inexistente.
Lo que
debatamos sobre el papel tiene muy poco sentido ante un fenómeno de una complejidad
única en la historia, pues jamás había habido una mezcla humana tan grande como la
existente ni habían existido los medios de interacción entre los distantes, como de los que disponemos hoy. Hay conflicto en la proximidad y también en la distancia en un
mundo que ha encogido hasta hacerse casi claustrofóbico.
La idea
de distancia ha desaparecido en el sentido de la instauración de una especie de
copresencia global. Las cosas ya no suceden allí
y aquí, sino que elegimos cuáles nos
afectan y cuáles ignoramos en un proceso constante de selección. Hay una
proximidad física y una proximidad emocional.
La idea
de dos "civilizaciones" separadas colisionando como si fuera "La
guerra de los mundos", de H.G. Wells, es absurda en sí misma pero puede
convertirse en una forma de creencia si así queremos representárnosla. Hay a quien le interesa hacerla realidad más allá de los libros y artículos.
La
verdadera lucha no es entre "civilizaciones" sino en el interior de
las propias "culturas". Esta lucha es fruto de un movimiento de aceleración
de los cambios debida a las interacciones constantes y a la resistencia a esos
mismos cambios. El conflicto, como ha mostrado la Primavera árabe con sus luces
y sombras, es producido por la resistencia al cambio en un momento en el que no
es posible aislar a las sociedades para mantenerlas bajo control. Otro mundo
existe fuera de ellas y no puede ser ignorado.
La
radicalización a la que asistimos no es una muestra de fuerza sino, por el
contrario, una muestra de debilidad de las estructuras que han funcionado hasta
el momento para mantener el control social. Algunos perciben que si se va más
allá históricamente, se producirá una disolución. Por eso los fundamentalismos
islámicos tras todos los grupos son profundamente involutivos y acusan a los
modernistas y adaptadores a los nuevos tiempos de herejía, de abandonar los supuestos "fundamentales".
Mientras
que en Occidente la idea de progreso nos dirige hacia el futuro, en el mundo
del fundamentalismo islámico, el progreso les saca de la Historia y es
necesario desandar el camino para evitar el desastre. No hay ningún movimiento
islamista que proponga más libertades o modernizaciones. Solo el regreso
medievalista hasta los orígenes. Por eso ese odio profundo a lo que implique
cambio. Su "cambio" es "regreso". Sus ideales están en el pasado, ya sea por las glorias de las
conquistas o por la santidad de la vida. Ellos son los "puros", los
que no se dejan desviar del camino. Ese retorno a la "pureza" tendrá
un premio: la reconquista de lo perdido
y la ganancia de la totalidad.
Para
que haya una real "lucha de civilizaciones", el fundamentalismo
tendría que ganar su batalla en casa. Es allí donde se decide todo. Y esa
batalla es realmente cultural, pues no se deben repetir los errores coloniales
ni la hipocresía poscolonial. Seguimos prefiriendo tratar con dictadores que
reprimen y no transforman a sus pueblos, antes que abogar por una verdadera
transformación moderna esos países.
Curiosamente,
con todas nuestras tecnologías y estudios sobre la comunicación, esta se está
usando para ganar una batalla por las mentes frustradas, a las que llegan sin
dificultad gracias a nuestra ingenuidad.
Las
élites que han controlado el mundo árabe se han reservado los privilegios
mayoritarios y se han ido distanciando de sus propios pueblos, a los que solo
han apelado de forma interesada. Hoy existen voces que han quedado aisladas en
el desierto de la intransigencia; no ha tenido ni eco ni ayuda. No solo no han
sido escuchadas, sino que han aprendido a recelar de un Occidente que no se
involucra realmente más que a través de un beneficio económico, que no tiene
problemas en declararse amigo de explotadores, tiranos y mentes retrógradas si le viene bien a sus intereses.
Tras
hacer un recorrido por Roma y el mundo clásico, los valores republicanos, etc.,
el artículo de Le Figaro se decanta finalmente por el "espíritu":
Parce qu'ils estimaient qu'une telle
formation était seule susceptible de nourrir leurs âmes par l'exemple magnifié
des héros fondateurs comme par le spectacle des défaillances et des trahisons
qui leur avaient fait cortège ; d'aiguiser leur discernement par l'initiation
aux conflits de devoirs et aux cas de conscience qui forment la trame de
l'existence ; de les habituer à reconnaître l'ordre naturel du monde derrière
le désordre des apparences, et à orienter leur vie vers la recherche du Vrai,
du Beau et du Bien.
Ces disciplines ont un beau nom: celui
d'Humanités. Elles sont, depuis cinquante ans, considérées chez nous comme
inutiles, et vouées à devenir, peu ou prou, matières à option dans un système
éducatif orienté par la volonté de répondre chaque jour un peu plus aux
nécessités d'une professionnalisation technicienne, aux présupposés d'un
individualisme peu soucieux d'imposer des limites à la tyrannie des désirs
instables, non plus que de proposer à la liberté souveraine des exemples de
comportement. Elles ne visent, de fait, qu'à former des hommes dignes de ce
nom. On peut, sans elles, gagner des guerres contre toutes sortes
d'adversaires. On ne peut faire triompher la civilisation dont elles sont
constitutives, puisque leur propos même est de dominer le fond de barbarie qui
demeure tapi en chacun d'entre nous.*
El
recorrido del artículo es sorprendente. Comienza con las dudas sobre la "lucha
de civilizaciones", como la haya podido entender Valls, y acaba con un
texto digno del fiscal que condenó por inmoral Las flores del mal baudelerianas. Es de una ingenuidad pasmosa.
Le
preocupa más la corrección de las
palabras que la realidad misma, cuyo análisis no se plantea. Por mucha lucubración
que hagamos sobre si existe o no una "guerra de civilizaciones", de
lo que no existe duda alguna es de que existe una "guerra", aunque
también podríamos llamarla de otra manera, claro. Y esa guerra existe en la mente
de quien la declara contra todo aquel que se le opone. Da igual lo que creamos
o especulemos sobre ello; lo importante es lo que el otro quiere. Es mentira
aquello de que "dos no se pelean si uno no quiere".
El
texto revela que la única preocupación es que se produzcan más casos como el de
"lobo solitario" acogido en su clasicista Francia y que acabó
decapitando a su jefe y haciéndose un selfie con el cadáver, desgraciado
ejemplo de una mentalidad. Con todas mis simpatías para las Humanidades, pero
la solución, en el mejor de los casos, solo afectaría a Francia. Y el problema
de Francia es solo una parte del problema.
Mientras
no se produzca una modernización amplia, más allá de las élites, en muchos
países, el islamismo tendrá una voz
dominante porque es quien les confirma que el progreso es el mal y la
modernización el diablo; es quien les dice que la Ciencia miente y que todo
está en el Libro, que no necesitan más. Es quien les señala quiénes son los
herejes contra los que hay que dirigir la ira, las mujeres a las que hay que
linchar si dudan de la autoridad masculina, y quiénes son los
"faraones" a los que hay que derrocar. Son ellos los que dan las respuestas. Una respuesta no es una verdad; es algo que satisface unas
expectativas, y las suyas son simples, aunque no las comprendamos desde nuestros
parámetros.
Hace
poco más de una semana, Egypt Independent publicó un artículo del doctor Khaled
Montasser. El médico y presentador de
programas televisivos sobre salud dedicaba la primera mitad del artículo a las
últimas informaciones dadas por los científicos sobre Plutón con los datos
enviados por la sonda espacial. En la segunda parte del escrito señalaba:
This must have been shocking news to us and to
our famous preacher Zaghloul al-Naggar, who used to explain to us the
miraculous scientific aspects of the Quran in his weekly articles in Al-Ahram.
In one of his articles, Naggar talked about the
verse in Surah Yusuf that reads: “I saw one of eleven stars and the Sun and the
Moon prostrating themselves before me,” which he claimed to be a scientific
fact that was discovered only in 2003.
He then fabricated the number of planets in
order to arrive at the total number of 11, saying that the number of planets
was six in 1781, namely Mercury, Venus, Earth, Mars, Jupiter and Saturn. Then
Uranus was discovered, bringing the total number to seven. Then the asteroid
belt was discovered in 1801 between Mars and Jupiter, which was the result of a
planet exploding in this place, bringing the total number to eight. And then in
1846 Neptune was discovered, followed by Pluto and Sedna, bringing the total number to 11 in 2003.
This is how Naggar counted the number of
planets, so as to contrive the business of Quranic miracles. And in order to
rule out any possibility of discovering a twelfth planet, he said it would have
to be 90 astronomical units away from the Sun, in which case it would not be
affected by the Sun’s gravity and thus should not be considered a planet.
Naturally, the discovery of the 2,500
scientists in Prague turns Naggar’s talk into nonsense, because planets have
been and will continue to be added to the Solar System, whether Naggar likes it
or not.
This is the predicament that Naggar and others
put us in, when they made a connection between the absolute religion, which
knows answers, and science, which raises questions. Religion belongs to the
realm of certainty, while science belongs to the realm of doubt. And there is
no need to mix both of them, since this brings us to the trap of questioning
religion.
The Quran is a book of guidance, not a book of
biology, geology and astronomy. Its miraculous side lies is in its
revolutionary ideas, which will prevail, and not in scientific theories that
will change.
We defend the holiness of religion, but we also
defend the liberation of science.**
Esta es la verdadera lucha que se está celebrando, no la de
las civilizaciones sino la de las conciencias. Lo que hace aquí Montasser es
enfrentarse en el mismo terreno, en un artículo de prensa, a quien sigue
manteniendo el control de las mentes por las tergiversaciones que hace de los
textos coránicos. Dejando en evidencia su juego, Montasser se convierte en un
auténtico ejército, mucho más eficaz que otros muchos esfuerzos que se hace con
despilfarro de dinero y vidas. La guerra es de ideas, aunque los muertos, sus víctimas, sean desgraciadamente reales.
El escrito de Montasser en una batalla en sí mismo. Se
enfrenta a la manipulación y al sometimiento a la ignorancia. Los escritos en
Al-Ahram, el periódico más importante de Egipto y del mundo árabe, del
predicador Zaghloul al-Naggar buscan evitar que la ciencia se convierta en una
alternativa al pensamiento religioso, que debe explicarlo todo para que nadie
busque respuestas de ningún tipo fuera. Todo está ya dicho y lo dicho es verdad
absoluta. La "religión" es la "ciencia".
Las Humanidades que son válidas para Francia, según el
artículo de Le Figaro, necesitan de su propia versión en el mundo árabe.
Necesitan que palabras como las de Khaled Montasser se repitan en cada
periódico frente a los artículos ridículos y a las televisiones sonrojantes en
las que se dicen las cosas más increíbles sin que nadie se atreva a contestarlas.
Es el reino de la ignorancia orgullosa y del miedo. Por eso se persigue al que
les desafía. Montasser lo hace a menudo. Es un ejemplo. Por decir cosas así,
algunos tuvieron que salir al exilio porque sus honestos compatriotas les
denunciaron por insultar a la religión, la forma en la que tradicionalmente se
han frenado los intentos de cambios. Cada persona que se atreve a manifestar sus pensamientos sin temor a
ser considerado un hereje es una victoria para todos, no solo para ellos sino
para nosotros, Francia incluida. El título del artículo de Montasser es claro: "How they think and how we think makes all the difference". Es cómo pensemos lo que determina el resto.
Humanidades
y Ciencia; valores y conocimiento. Ambas son recetas eficaces contra el
desmoronamiento y la regresión constante, aquí y allí, hacia fórmulas irracionales
y violentas. Si no se ponen en marcha, se corre el riesgo de que no haya con quién establecer diálogo alguno.
*
"Manuel Valls, Lévi- Strauss et la guerre de civilisation" Le Figaro
Michel De Jaeghere Le Figaro 24/07/2015 http://www.lefigaro.fr/vox/histoire/2015/07/24/31005-20150724ARTFIG00213-manuel-valls-levi-strauss-et-la-guerre-de-civilisation.php
**
"How they think and how we think makes all the difference" Egypt
Independent 18/07/2015
http://www.egyptindependent.com/opinion/how-they-think-and-how-we-think-makes-all-difference
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