Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Tiene
razón José Ignacio Torreblanca en la conclusión de su artículo en El País:
"Tsipras ha fracasado, pero su fracaso es tan rotundo y deja detrás tanta
frustración que abre una nueva etapa de incertidumbre."* Es difícil ver un
ascenso tan meteórico y una distancia tan grande entre la cabeza y los pies.
Quizá Alexis Tsipras se esté preguntando ahora si los baños de multitudes que
se dio no hace mucho serían posibles ahora, si la euforia (bonita palabra
griega) tras el referéndum estaba justificada o si solo sirvió para que el
batacazo griego haya sido amortiguado por los ecos de las celebraciones. Es el
precio de vender el éxito.
Los
comentaristas oscilan entre el determinismo histórico, el económico y el
trágico. La tragedia radica precisamente en la falsa creencia en la libertad de
elegir que hace a los humanos sentirse gallitos ante el poder de los dioses.
Pero todo esto queda para aquellos que quieren convertir la pesadilla griega en
una retórica facilona llena de grandes palabras y metáforas. Pero el caso
griego no da para tanto y hay que moverse en parámetros mucho más profanos,
como que las leyes económicas no admiten burla y los acreedores, si necesitas
un tercer rescate y tienes los bancos cerrados y la gente haciendo cola en los
cajeros, puedes sacar pecho, pero tienes que estirar la mano. Finalmente
Tsipras, Grecia en sí, es víctima de su falta de fiabilidad. Todas las
maniobras acumuladas por Tsipras y gobiernos anteriores, se vuelven contra ti
cuando ya no quedan palabras con las que encubrir la triste y ruinosa realidad.
Los hay
que se empeñan en ver conspiraciones contra Grecia y demás. No creo que nadie
tenga interés en que se hunda quien tiene que devolverte el dinero. Creo que
Europa ha sido más sincera con Tsipras que Tsipras con Europa. La exigencia a
que se le somete es también una muestra de sinceridad. Esta vez va en serio. Es
lamentable que ocurra pero en la política se puede jugar con casi todo menos
con las cuentas. Y a Grecia no le salen las cuentas desde hace mucho, mucho
tiempo. Tsipras no es el responsable de lo que ha ocurrido, que viene de lejos,
quizá de haber creado falsas esperanzas y haber causado algún conflicto
innecesario. Tsipras era el recurso cuando habían fallado los otros recursos; era el plan B.
Los
antieuropeístas, como ya apuntábamos, afilan sus lápices y garras. En el fondo
les da igual Grecia, como les da igual cualquier otra parte de Europa. Su
argumento es que los demás son un elemento de deterioro de lo propio. El canto
al "no griego" que salió en el referéndum, entonado por Marine Le Pen, no es
por la libertad de nadie, sino por el deterioro de la imagen de Europa o, para
ser más precisos, por la posibilidad de contar de muchas maneras desfavorables
lo ocurrido en Grecia. La Historia, la Economía, etc. se vuelven disciplinas imaginativas al servicio de los intereses.
Señala
Torreblanca en El País:
Al final Tsipras se ha quedado sólo, y con
él, tristemente, Grecia y los griegos. Porque a pesar de los encomios desde el
frente soberanista y la elevación de Tsipras a la categoría de héroe de la
Reforma protestante anti-europea, lo que Marine Le Pen en Francia, Putin en
Rusia, Farage en el Reino Unido o Víctor Orban en Hungría necesitan es un
mártir, no un éxito, y un pueblo humillado al que señalar con el dedo ante sus
huestes. De ahí que no vayan a mover un dedo por los griegos. Lamentablemente,
como muestran los niveles de desconfianza y dureza introducidos en el acuerdo
alcanzado entre Grecia y sus socios, nunca vistos en la eurozona, algunos
miembros de la eurozona parecen estar bien dispuestos a colaborar con ese
empeño en dar armas a los populismos soberanistas de izquierdas y de derechas.*
No sé
si ese es el objetivo, pero bien puede ser el resultado. Veremos qué armas han
quedado en manos del populismo ultranacionalista de los "intelectuales"
de Amanecer Dorado. Pueden coger nueva fuerza ante la convocatoria de unas
elecciones anticipadas, que serán vistas por Europa como otra maniobra a la
griega. Si el próximo gobierno que sale de las urnas trae un parlamento que se
desdice de lo que pueda decir el actual en su aceptación de las condiciones, lo
que pueda ocurrir con Grecia quedará en manos de su propio destino, que desde
luego no es benévolo ni lleva al paraíso.
Los que
ya quemaban banderas del partido de Tsipras, lo hacen en nombre de sus palabras
y promesas. Entendieron mal lo que significaba votar en aquel referéndum que el
héroe caído les propuso antes de lanzarse a la batalla. Pero no era una
batalla, era una negociación en la que no cabe la heroicidad porque Grecia ya
había perdido todas sus batallas contra sí misma, contra su incapacidad de
canalizar positivamente lo invertido en sacarla de un destino escrito de su
puño y letra.
Lo que
le queda ahora a Grecia es considerar si ha llegado al final o si debe elegir a
otro héroe que le diga lo que quiere escuchar y no lo que debe hacer.
*
"El fracaso de Tsipras" El País 13/07/2015
http://elpais.com/elpais/2015/07/13/opinion/1436798884_077926.html
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