Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
No
podemos dejar de sorprendernos del poder de las palabras. Tienen toda la razón
los que hablan de que con ellas se abren distintos "marcos" con los
que se interpretan los hechos. Según las palabras que les apliquemos, nuestro
sistema enciclopédico se fusiona con el emocional, que les atribuye un valor u
otro. Hay palabras que despiertan miedo como otras nos traen alegría, unas
traen confianza y otras recelo. Una vez puestas en marcha, las palabras van
tirando unas de otras hasta formar ante nuestros ojos esa "realidad"
teñida de colores emocionales que nos dejan en un determinado estado. Ya lo
sabían los retóricos, lo saben los neurolingüistas y los cognitivistas que
trabajan en la triple relación entre lenguaje, mente y mundo. El lenguaje actúa
de mediador ordenando nuestro cerebro y haciendo que percibamos el mundo de una
determinada manera.
Por
algún extraño motivo la palabra elegida para destapar nuestros miedos en esta
semana es "robot". Digo en esta
semana porque uno de los factores para que ocurran estas cosas —es al menos
mi teoría— puede ser el estreno de la llamada "Terminator 5" o
"Terminator Génesis".
Cuando
revisaba anoche la prensa me encontré con el siguiente titular del diario El
País: "Un robot mata a un técnico de Volkswagen en Alemania". El
verbo "matar" tiene una serie de connotaciones que personalizan la
acción y parecen, en ciertos casos, sugerir la voluntad de hacerlo. No se dice,
por ejemplo, "Muere un técnico de Volkswagen muere en un accidente
producido por el mal funcionamiento de un robot". "Matar" crea
una figura del lenguaje que implica cierto grado de voluntad. En algunos casos
la figura retórica no va más allá y no crea una respuesta que nos saque del
marco del "accidente laboral". Pero la palabra "robot"
lleva un tiempo en candelero con preguntas sobre los peligros de la
"inteligencia artificial" cuya traducción al imaginario popular se
representan en los robots.
A ello se ha llegado desde el odio a la máquina del
siglo XIX representados por los luditas,
los artesanos irlandeses que se rebelaron contra el uso de una máquinas que les
dejaban sin trabajo. Con la excepción de los futuristas y su amor por las
máquinas, con Marinetti al frente, las máquinas han tenido mala prensa. Primero
por la pérdida del trabajo y la deshumanización social; después porque podían
destruir el mundo (la bomba atómica es una forma de máquina o artefacto) y
finalmente porque al dotarlas de "inteligencia", puedan controlarnos y
esclavizarnos. Aquí las palabras también juegan con la apertura de los
"marcos".
"Inteligencia
artificial" supone situar a la máquina en un "marco" en donde
su "inteligencia" es más poderosa que la humana. Las máquinas ya eran más
fuertes, más hábiles, más rápidas, más precisas. Ahora "piensan". Y ese "pensar" las
hace temibles. El titular de El País juega con esa percepción de la voluntad de
la máquina. "¡Ya está! ¡Ya ha ocurrido!", reaccionarán los profetas
de apocalipsis de las máquinas, los que les cogieron manía a Hal en "2001,
una odisea espacial", no se dejaron engañar por la simpatía de los robots
de La guerra de las galaxias y definitivamente ven en Terminator el futuro. Y
ese futuro ha llegado.
Así nos
lo cuenta El País:
Un técnico ha muerto golpeado por un robot en una planta de Volkswagen cerca de Kassel,
Alemania. Según informa el Financial Times, el joven de 21 años era un
contratista externo que estaba instalando el robot junto con un colega cuando fue golpeado en el pecho por el robot y
aplastado contra una placa de metal. Más tarde murió a causa de las heridas
sufridas, según informó Chris Bryant, el corresponsal del diario en Fráncfort.
Los fiscales han
abierto una investigación sobre el accidente. Las
víctimas mortales relacionadas con robots son casos muy poco habituales en las
plantas de producción occidentales, ya que los autómatas se mantienen detrás de
rejas de seguridad para evitar el contacto accidental con los seres humanos.
Según cuenta el Financial Times, en este caso
el contratista estaba de pie dentro de la jaula
de seguridad cuando ocurrió el accidente. El segundo empleado estaba fuera de las rejas y salió ileso. Un
portavoz de Volkswagen destacó que el robot no era uno de la nueva generación de robots colaborativos
que trabajan codo a codo con los trabajadores en la línea de producción y están
fuera de las jaulas de seguridad. VW dijo que el robot no había sufrido un defecto técnico. *
Hemos
puesto en negrita las frases que construyen ese marco del robot. No leemos intentando
ver lo que hay al otro lado de las palabras; construimos con lo que leemos. El
texto crea la realidad que representa. Aunque nos cuenta los hechos, la forma
de presentarlo no lleva a la inquietud pues las palabras tienen un sentido
subyacente que también se va amontonando en la lectura. Se usa "golpeado"
por un robot —y es cierto— pero en el marco
de voluntad que se ha generado mediante la construcción del texto tiene un
componente de peligro.
El
segundo párrafo es una obra maestra de la ambigüedad. Comienza hablando de "accidente"
pero lo hace apelando a otros contextos de recelo: "Los fiscales han
abierto una investigación sobre el accidente". Lo que es un accidente
laboral llama la atención de los fiscales y hace que se abra una investigación.
Cualquier accidente laboral conlleva una investigación para establecer las
responsabilidades. Pero el hecho de decirlos de esa manera parece darle una
excepcionalidad que no tiene. Pero eso se refuerza en la segunda frase cuando se
habla de lo poco habitual de las muertes en estos accidentes. Se levanta de
nuevo el recelo ante el hecho poco frecuente.
El eje
del recelo se establece en la frase "los autómatas se mantienen detrás de
rejas de seguridad para evitar el contacto accidental con los seres humanos".
¿Quién esta "enjaulado", el humano o la máquina? En realidad, hablar
de "seres humanos" en vez de "operarios" o "trabajadores"
nos vuelve a situar en el "ellos" y "nosotros". Quienes
están en la jaula de seguridad son los trabajadores para evitar precisamente
ser golpeados por algún movimiento de las máquinas en la cadena. Es
precisamente lo programado de sus movimientos lo que hace que haya que dar
garantía de que no se va a acceder a las zonas desprotegidas en las que se
pueden producir accidente. Pero la imagen que se crea es más parecida a los
submarinistas que se encierran en "jaulas" para evitar ser mordidos
por los tiburones. La jaula implica un contexto de agresividad y peligro. La muerte le llegó por no estar en la jaula.
La "humanización" de robot se muestra con ese trabajar "codo con
codo". Se les llama colaborativos. Hay otros que, en cambio, hay que
vigilar porque son peligrosos.
Mi sorpresa
fue cuando pase a ver el diario El Mundo y me encontré con el siguiente titular
"Lo que ocurre cuando la 'protagonista' de Terminator tuitea sobre robots
asesinos". Evidentemente se estaba refiriendo al mismo caso, el accidente
de la Volkswagen, pero esta vez el eje sobre el que construir el texto era otro
distinto: el de la periodista que lo había tuiteado en su cuenta personal desde el Financial Times. País solo mencionaba como fuente al Tinacial Times sin dar más detalle sobre la periodista que creó —de forma inconsciente sostiene ella— el "chiste" entre el robot, la película y su nombre.
Así comienza el diario El mundo su texto:
Que un robot mate a un trabajador en una
fábrica de Volkswagen es una desgracia. Y noticia, claro. Incluso podría servir
para reabrir el debate sobre el uso de máquinas en lugar de trabajadores y las
consecuencias que esto puede tener. Sin embargo, en Twitter se ha convertido en
mucho más por un motivo muy diferente: quien tuiteó la noticia fue Sarah O'Connor.
Sarah O'Connor (@sarahoconnor_) es una
periodista del Financial Times (es decir, es normal que publicase la noticia en
su cuenta). El problema es que Sarah Connor -sin o- es una de las protagonistas
de la saga Terminator. En concreto, la madre de John Connor (que es el líder de
la facción humana que lucha contra las máquinas) y a quien trata de asesinar el
robot interpretado por Schwarzenegger en la primera película.**
La
línea seguida por El Mundo es diferente a la de El País, pero ambos juegan con
los marcos, que en este segundo caso se revelan como parte del equívoco. Lo notamos inmediatamente en las fotografías. Donde el País pone la cadena de montahe, El Mundo pone una agresiva foto del terminator. El
País juega al equívoco a través de la ambigüedad del texto; El Mundo, por el
contrario, hace del equívoco la
noticia ocultando que se trata de un accidente.
Lo que ha atraído su atención es el juego con el nombre de la
periodista respecto al nombre de la película Terminator, que constituye un
icono para los millones de seguidores de la popular serie de películas. Todo el
mundo sabe quién es Sarah Connor, menos Sarah O'Connor.
El Mundo acumula los tuits
de Sarah O'Connor y plantea las reacciones de los lectores como el centro de la
noticia. Por eso debe separar al principio el hecho (el accidente) del equívoco.
Es la forma de evitar ser acusado de frivolizar una muerte en accidente. El
tono solo se puede mantener si se realiza esa "cortesía". Por ello se
desentiende del accidente inmediatamente y se centra en la broma:
Esto hizo que cuando O'Connor tuiteó el
artículo, el mensaje comenzase a ser retuiteado por los usuarios que vieron la
conexión. Actualmente supera los 5.600 retuits y los 3.000 favoritos. Además,
claro, fueron muchos quienes preguntaron a la periodista si tenía relación o
cómo iba su lucha contra Skynet. Iba tirando a mal. "Debería haber pensado
sobre mi nombre y sus asociaciones antes de tuitear esto", escribió.**
Esta
segunda transformación del hecho es significativa porque supone una segunda
fase respecto a lo realizado por El País. Podemos considerar que son, en
efecto, dos "noticias", pero son dos grados de distanciamiento
respecto al accidente: su redacción en clave equívoca y los resultados del equívoco
de forma explícita en relación con la cultura popular.
El
diario El País trata en otra de sus secciones el mismo hecho. Liberado de la
noticia, se incide en los elementos explícitos (el accidente) y en los
implícitos o subyacentes, el juego con la imaginación colectiva. Así comienza
el artículo:
La muerte de un trabajador a manos de un
robot en una planta de Volkswagen en Alemania ha despertado las peores
pesadillas relacionadas con la robótica: por un lado, la posibilidad muy remota
de que máquinas con capacidad para tomar decisiones puedan hacer daño a seres
humanos de forma voluntaria, por otro, la creciente presencia, muy real, de
robots en las plantas industriales y en la agricultura, que acaben reemplazando
a los trabajadores humanos.
La muerte, que está siendo investigada por la
fiscalía alemana, tuvo lugar el lunes en la planta de la compañía
automovilística alemana de Kassel-Baunatal, situada unos 100 kilómetros al
norte de Frankfort, en el centro del país. El joven de 21 años trabajaba para
otra empresa y estaba en la planta para instalar maquinaria, informa Luis
Doncel desde Berlín. Las primeras investigaciones apuntan a que un compañero
que se encontraba fuera de las instalaciones accionó por error al robot, que
aprisionó al fallecido por el tórax, arrastrándolo hasta una placa metálica,
según explicó el portavoz de la compañía, Heiko Hillwig. Tras el accidente, el
joven fue trasladado al hospital de Kassel, pero el servicio de emergencia ya
no pudo hacer nada por su vida. La fiscalía investiga el caso, pero su portavoz
dijo que era demasiado pronto para atribuir responsabilidades. La planta de
Baunatal cuenta con 800 robots.***
Excluye
el autor que las peores pesadillas de la
robótica son inducidas en gran parte por los artículos que las fomentan
presentando los hechos de esta manera sensacionalista. Aunque se añadan
atenuantes, como "posibilidad muy remota", eso no es más que una
forma retórica de colas que existen esas posibilidades. Da igual que luego se
explique que fue un compañero quien accionó por error la maquinaria que se puso
en marcha atrapando al operario. ¿Quién va a renunciar a comenzar un artículo
diciendo "la muerte de un operario a manos de un robot"?
Llevamos
una temporada publicando noticias "inquietantes" sobre la
inteligencia artificial, la robótica y otros campos afines. Ya sea porque nos
encontremos ante unos temores colectivos inducidos por la fantasía popular y
los caminos del arte (como la reciente e interesante película Ex Machina), porque con las crisis
económicas las máquinas se ven como una amenaza, tal como ocurrió en los
telares de la revolución industrial, o porque se haya estrenado el 1 de julio
la última parte de Terminator.
Puede
ser que los medios esperen una mayor atención de los lectores —la lucha por la
atención con la sorpresa como arma— o que sencillamente ya no seamos capaces de
distinguir o no nos importe una noticia de algo que no lo es. Es peligroso para
el periodismo este tipo de prácticas, que en cambio se pueden realizar en otros
formatos que el periódico acoge. Lo malo es no diferenciar o jugar con las
formas de entender los hechos o los problemas. Todos los días hay accidente en
las fábricas y muchos de ellos con robots de montaje. Lo que ha llamado la atención
es que la periodista que lo tuiteó en el Financial
Times se llame como la protagonista de Terminator
(sin la "O", como dicen en El
Mundo). No sé si los caminos del periodismo deben ser estos o se contribuye
a la confusión y a la ignorancia tratando cuestiones importantes de forma
frívola. Una muerte no es motivo de broma o de especulación sobre si seremos
dominados por las máquinas.
The Financial Times titulaba "Worker at Volkswagen plant killed in robot accident"**** dejando claro desde el principio que se tartaba de un accidente e incluyéndolo en la sección de "automóviles", que es donde le corresponde por el sector industrial. Los comentarios que ha suscitado tienen, evidentemente, un tono y objeto muy diferentes a los que observamos en El Mundo o en El País. Hablan de cuestiones laborales y de los accidentes porque ese es el marco interpretativo que se ha establecido desde el primero momento. Incluso dan él pésame a la familia. Nadie ha sacado la consecuencia de que vaya a haber un fin del mundo a manos de los robots, aunque sea una posibilidad remota. Se dan las cifras de accidentes de este tipo y se explica qué es un robot "colaborativo" y qué no lo es. Nada alarmante al hablar de las jaulas de seguridad o de los detectores de presencia para evitar accidentes como el señalado. Se busca otra cosa.
Los
medios profesionales se contagian cada vez más de las redes sociales en las que
la información que circula tiene otro objeto, función y responsabilidad. Es un
peligro grande tratar de realizar informaciones para llamar la atención y ser "retuiteados",
considerándolo un gran logro. Informar es informar. Los medios se quejan de que
desaparecen, pero hacen todo lo que pueden por desaparecer transformándose en lo
que más temen.
Nos acercamos —tiempo al tiempo— al "hombre muerde robot" como paradigma de la noticia.
*
"Un robot mata a un técnico de Volkswagen en Alemania" El país
2/07/2015 http://economia.elpais.com/economia/2015/07/02/actualidad/1435838812_094380.html
**
"Lo que ocurre cuando la 'protagonista' de Terminator tuitea sobre robots
asesinos" El Mundo 2/07/2015
http://www.elmundo.es/enredados/2015/07/02/55951d5ce2704e6f7b8b4584.html
***
"El robot letal de la planta de coches" El País 3/07/2015
http://economia.elpais.com/economia/2015/07/02/actualidad/1435860177_671472.html
**** "Worker at Volkswagen plant killed in robot accident" The Finantial Times 1/07/2015 http://www.ft.com/cms/s/0/0c8034a6-200f-11e5-aa5a-398b2169cf79.html#axzz3epKZ2mfo
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