Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Entre
la avalancha de noticias en la prensa egipcia sobre los atentados, como el que
acabó con la vida del fiscal general, los ataques en la península del Sinaí,
las redadas y detenciones de sospechosos, los tiroteos y demás situaciones relacionadas
con la violencia, puede que haya pasado desapercibido un artículo que considero
destacable en este contexto de violencia. Me refiero al publicado en Egypt
Independent con el título "Between virility and debauchery"*, firmado
por el presentador de la que fuera primera tv privada egipcia, el doctor Khaled Montasser.
Quiso
el destino académico que me tocará participar esta misma semana en el tribunal
de una magnífica tesis doctoral sobre los "feminicidios" en Ciudad
Juárez en la que se analizaban los mecanismos y estrategias de desinformación y
ocultación de una situación gravísima a la que nadie parece poder poner fin.
Las mujeres desaparecen y unas son encontradas muertas y otras sencillamente no
aparecen. Una situación así revela la profundidad y el arraigo de la violencia
contra las mujeres y la solidez del silencio que la rodea.
El
primer acto de cualquier situación de este tipo de violencia es romper ese
silencio que ignora, justifica o disculpa una violencia cuyos límites pueden
oscilar pero que se mantiene porque tiene un arraigo cultural ancestral
resistente a los cambios y a las leyes modernizadas, que son ignoradas. Las mismas
autoridades justifican la existencia de esa violencia responsabilizando a las
víctimas, ya sea por cómo visten, por dónde caminan, cómo hablan o haber
abandonado el paraguas protector del macho familiar, bajo cuya sombra están
seguras al coste de su propia libertad o independencia. El patriarcado es el mismo en su origen, aunque difiera en sus justificaciones. Da igual que venga de dios o del diablo, religioso o civil, aquí o allí. En unos casos actúa desde la criminalidad y en otros desde las leyes mismas que lo defienden y justifican.
El
artículo de Montasser es un repaso a velocidad de vértigo por los males que
aquejan a las mujeres en la sociedad egipcia, al diferente rasero con el que se
mide a mujeres y hombres en una cultura en donde las leyes y su interpretación
nacen de varones, jueces, partes y verdugos. Montasser va desgranando con un
escalpelo fino las realidades que la costumbre hace invisibles por cotidianas y
aceptadas socialmente sin cuestionar:
When adultery is committed in Egypt and a
husband catches his wife red-handed and kills her, the community demands a
light punishment for him, taking into consideration that his manliness cannot
tolerate such a thing.
But when a wife catches her husband red-handed
and kills him, the community demands that she be hanged in a public square for
killing the man who paid her dowry to enjoy her and sleep with her. She is then
required to forgive him when he slips.
When a woman is harassed on the street, the
community blames her for what she was wearing, as women should not wear clothes
that arouse the frustrated hormones of men, as if only men have hormones. They
do not realize that this is an insult to men, depicting them as raging bulls
that cannot control themselves if they see a woman’s heel, lock of hair or
earlobe.
And when a famous actor refuses to undergo a
DNA test because a famous actress filed a lawsuit against him demanding he
prove he is the father of her children, the community sides with the male
stallion and stabs the woman with a sword soaked in poison for daring to expose
herself.
The actor said the woman cheapened herself when
she slept with him under an Urfi (unregistered, informal) marriage.*
Khaled Montasser se limita a decir lo que forma parte de una
mentalidad que tiene un doble rasero para medir las mismas acciones, que
responsabiliza de las acciones masculinas a las mujeres presentándolas como
perturbadoras de su camino hacia la perfección. Es la mujer como obstáculo en
la carrera hacia una santidad hipócrita en la que todos los varones se
encuentran embarcados atendiendo a la llamada de la divinidad. Ellos quieren, sí, pero la mujer les
dificulta el camino distrayéndoles con sus provocaciones, con su risa obscena,
con su cuerpo seductor, con su charla insustancial, con su coquetería sin
límite, que ha de ser vigilada por su tendencia a la lascivia sin límite.
Es el sistema del patriarcado en estado puro que concentra
la negatividad en la mujer y cuya única respuesta es la vigilancia y el castigo.
Vigilar y castigar en la mejor acepción foucaltiana. Antes de que exista el
estado, el poder se ejerce de forma "natural" sobre la mujer, forma
parte del orden instaurado por un Dios Padre que encomendó al hombre esa tarea.
Una antigua costumbre afgana, que se sigue practicando, permite a los padres
vestir como chico a una de sus hijas hasta llegar a la edad casadera para
compensar la maldición y la vergüenza
social de los que no han sido bendecidos con un hijo. La niña ha de disfrazarse
durante años para satisfacer a la familia y a la sociedad, que comprende el
dolor del padre por no tener un sucesor.
En la magnífica película saudí (la primer ay dirigida por
una mujer), "Wajda. La bicicleta verde", la niña ve cómo su padre ha
borrado del árbol genealógico el nombre que ella había escrito. Allí solo deben
estar lo varones, que son los que existen socialmente. Las mujeres sirven para
darle herederos y si no pueden hacerlo, como ocurre en la película, son
repudiadas con el beneplácito de las familias. Las hijas son cortes en la rama
del árbol genealógico: son ramas podadas que pasan a ser pertenencias de las
familias con quienes se casan. Se negocia y se vende.
Lo que hace Montasser es enfrentar a esa importante parte de
la sociedad egipcia que presume de ser tradicional
y que en esas tradiciones se encuentra su virtud, a su incongruencia. Y recuerda otro caso de este doble
rasero: "This reminds us of the story of the Salafi MP who was caught in a
car with a girl and how he was praised by his colleagues in parliament."*
El caso se refiere a lo ocurrido en 2012 cuando un diputado
salafista fue arrestado por estar con una chica en un coche. Egypt Independent lo contó entonces así:
The girl reportedly caught in an obscene act
with Salafi MP Ali Wanees in his car is not his niece as he previously claimed,
security services determined after an investigation.
The girl, whose name is Nesrine Ramadan, is a
university student of agriculture from the village of Moshtohor.
The girl told investigators that she went to
see Wanees to borrow money from him for a friend. Her father denied she
performed an indecent act, saying he trusts his daughter and that she would
never do anything of the sort.
Prosecutors have summoned Wanees for
investigation.
Wanees denied taking part in an obscene act as
well.**
El "puro" salafista, el que solo está en la Tierra
de paso hacia la gloria, resulta patéticamente obsceno en sus mentiras. Ambos
fueron condenados, pero Wanees en ausencia y de él nunca más se supo. The Daily
Telegraph dio la noticia y especuló si aquel caso erosionaría el creciente
ascenso de los islamistas y su moralidad
exhibida como una marca. No contaban en el periódico con que ese acto se daba
en un país en el que el 95% de las mujeres dicen sufrir acoso sexual, un triste
récord que no es casual, sino que refleja esa hipocresía social profunda que
les hace manifestarse como protectores de las mujeres para luego abusar en
cuanto se dan las circunstancias.
Las mujeres egipcias —aquellas que no respaldan estas
prácticas— son las que han luchado y luchan por mantener un espíritu que no las
iguale a los hombres —no es un objetivo apetecible, la verdad sea dicha— sino que
los supere, pues son ellas las que encarnan la modernidad del país, su futuro
real, su incorporación al flujo de la Historia.
El descrédito que sufren muchas de ellas acusándolas de que
el "feminismo" es algo "occidental" que atenta contra la
tradición, la familia y el país no deja de ser una muestra más de la ruptura
social existente en muchos países, pero en Egipto de forma más marcada. Es la
incapacidad para la modernización más allá de las apariencias y los discursos.
En el fondo la sociedad sigue siendo profundamente patriarcal porque el
patriarcado es la forma de dictadura que puede ser ejercida en cualquier hogar,
en todos los niveles. Es la fórmula que permite al varón ser un dios, un rey, un
amo de las mujeres, hermanas e hijas.
El artículo se cierra con un párrafo demoledor:
We are a sick community that has double
standards. We are a community that secretly commits certain acts, but then
condemns them publicly. We are a community that promotes virility for men and
debauchery for women. We are a community that limits religiosity to wearing
certain costumes and growing beards. We are a hypocritical community with no
conscience and no future.*
Este ejercicio de sinceridad dolorosa debería ser
comprendido en lo que tiene de abatimiento y desesperación. La denostada
Primavera egipcia, ahora resultado de conspiradores extranjeros para acabar con
la grandeza única de Egipto, abrió la
posibilidad de un cambio encarnado por una juventud con más formación, sobre
todo mujeres, que tuvieron un papel esencial en las peticiones de cambio porque
ellas mismas habían cambiado y reclamaban el cambio también a la sociedad.
Episodios de violencia como el conocido como "la mujer del sujetador azul"
se convirtieron en icónicos porque sacaban a la luz la violencia sin freno contra
las mujeres en una sociedad que presume de ser piadosa. Pero las barbas no son las mentes. Su cuidada barba, no
libró al diputado salafista de su maldad.
Me imagino que Khaled Montasser se sentiría descorazonado al
escribir el artículo, al cerrar con ese párrafo sin esperanza, sin futuro. La
doble moral y la hipocresía se mantienen sin apenas cambio. Forman parte de las
raíces y eso es difícil de cambiar. Por eso es necesario apoyar mucho a quienes
lo intentan para que su soledad sea menos dolorosa.
*
"Between virility and debauchery" Egypt Independent 29/06/2015
http://www.egyptindependent.com//opinion/between-virility-and-debauchery
**
"Girl reportedly caught with Salafi MP in obscene act not his niece"
Egypt Independent 10/06/2012
http://www.egyptindependent.com/news/girl-reportedly-caught-salafi-mp-obscene-act-not-his-niece
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