martes, 2 de enero de 2024

Reivindicación (necesaria) del periodista

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

El diario El Mundo dedica este día del año al triste balance de periodistas muertos por el mundo. Lo hace con dos textos y un podcast. El primero de ellos, firmado por Nuria López y Alberto Rojas, lleva por título "Año negro para los defensores de la información en el mundo"*; el segundo es un editorial titulado "Proteger a los periodistas para preservar la democracia". El podcast hace informa de la concesión a diversos profesionales de los Premios Internacionales de Periodismo de El Mundo ; lleva por título "el trabajo valiente de Carlos Dada y Ece Temelkuran", a los que se les han concedido respectivamente los premios 'Mejor labor periodística' y 'Libertad de Prensa'.

El primero de los textos nos da cuenta del año trágico que ha supuesto para el mundo informativo el pasado año2023:

"El periodismo no es un oficio de héroes o, al menos, no debería serlo", reflexionaba Carlos Dada, informador salvadoreño, fundador y director de El Faro, en una entrevista con motivo de la entrega del Premio Internacional de Periodismo de EL MUNDO. En un planeta cada vez más convulso, en el que la búsqueda de la verdad es más importante que nunca y, sin embargo, la persecución al que defiende esa libertad de prensa persiste, la heroicidad se convierte en una cualidad para los que ejercen el oficio en entornos hostiles.

Los organismos independientes que monitorean los asesinatos y hostigamientos contra periodistas alertan sobre la letalidad en las zonas de guerra. Hacía muchos años que no se registraban tantas muertes de periodistas en medio de enfrentamientos. Aunque la guerra de Ucrania se combate en un tamaño enorme con respecto a la de la Franja y lleva mucho más tiempo activa, casi dos años, no se han registrado las brutales cifras de reporteros muertos vistas en Gaza. Tampoco es que podamos decir que las fuerzas rusas tengan un gran respeto por los periodistas, ya que se conocen casos de reporteros abatidos en el frente, como Pierre Zakrzewski, camarógrafo de la cadena estadounidense Fox, perfectamente identificado como tal y asesinado a corta distancia, o Maks Levin, fotógrafo ucraniano ejecutado por soldados rusos, según una investigación de Reporteros Sin Fronteras (RSF).*


La conversión de los periodistas en "objetivos" permite comprender la importancia de su labor en un mundo que ha hecho de la información y la opinión pública un campo de batalla. La existencia de nuevos medios y herramientas, la nueva capacidad de generar información de los contendientes, convierten a los periodistas en testigos molestos o en incómodos intérpretes de lo que sucede. Hoy, como en tanto otros campos, la escenificación es parte de la acción. La eficacia político-militar de la guerra se mide en términos de audiencias y de sus movimientos de opinión pública.

Es previsible que sigan aumentando las muertes de informadores en los conflictos, que se siga reprimiendo la información no deseada para favorecer la acción informativa propia. La necesidad de imponer una narrativa, que se elabora en los propios centros político-militares, hace que el informador contrario sea una molestia de la que no se duda en prescindir por eliminación directa, detención, censura, etc.

En el segundo texto de El Mundo, se explican estas circunstancias internacionales, su agravamiento con el crecimiento de los conflictos. En él se nos señala que

El periodismo acaba de cerrar un año de luto por el centenar de informadores muertos en el ejercicio de su profesión, convertida en oficio de alto riesgo en medio del pulso iliberal que regímenes como Rusia y China libran contra la democracia en todo el mundo. Las autocracias han convertido a los reporteros en objetivo de una represión dirigida a eliminar testigos incómodos de sus abusos contra las libertades. Por eso también los encarcela: 521 se hallan en prisión, según Reporteros sin Fronteras. Otro récord para un año negro en el que China se mantuvo como la mayor cárcel de periodistas del mundo y en el que el planeta se llenó de puntos negros para los informadores: de Birmania a Argelia pasando por Nicaragua o Marruecos.**

 

No hay mucho de nuevo en todo esto. Es la suma fatal de lo que se ha ido produciendo a lo largo de este año nefasto, el 2023, para la profesión informativa y para el mundo del que se trata de dar testimonio.

Sin embargo, en este texto no quiero incidir en esos datos, sino en las respuestas de los lectores que se recogen al final de las noticias, una justificación, casi una celebración de esas muertes, detenciones, etc. Leerlas al pie de las noticias de los que han muertos es un acto que revuelve el estómago, por decirlo de una manera clara y directa.

La visión que se expresa del periodista no solo es "negativa", sino que se les percibe como una especie de sicarios, criminales al servicio de cualquier causa, lo que justifica cualquier muerte o represión de los mismos.

"Solo hay que leer la prensa un minuto para saber en lo que se ha convertido el periodismo. Solo haya que leer los titulares y no hace falta leer entre lineas para saber lo que persiguen", "Desde que los periodistas se convirtieron en activistas, dejando a un lado su objetividad para servir a los intereses políticos de la editorial para la que trabajan, corren más riesgos, sobre todo ahora con las redes sociales y la rapidez de transmisión de la información", "Pues sí, pero vosotros también debéis dejar de ser activistas wokes promocionando la agenda de la izquierda. Hace ya tiempo que una gran mayoría habéis perdido la imparcialidad y os dedicáis a compartir opiniones de manera sesgada y no a informar", "El periodismo a (sic) pasado de ser vigilantes del poder a cómplices de los políticos", "En España la mayoría del periodismo es sicario del gobierno, son complices de criminales", "El periodismo ya no existe, Son panfletos a las órdenes de los grande capitales que lo utiliza para llevar o mantener en el Poder a sus amigos afines", "¿Defensores de la información? Que chiste más bueno", "Tengo malas noticias para el periodismo, el periodismo oficial es el brazo que mece la cuna del partido político las muchas más de las veces, hoy la opinión independiente está en las redes sociales"... Estas son solo algunas de las opiniones que se añaden al final de los dos primero artículos mencionados. El resumen claro es que los periodistas se merecen lo que les ocurre porque son solo sicarios al servicio del poder o de las agendas de empresas o partidos.

Esta situación no permite ver unas audiencias crispadas, radicalizadas (en las redes sociales está la verdad), enfrentadas a aquellos que les informan. Demandan una "verdad" que es la que quieren escuchar, ya que es difícil entender cómo acceden a la verdad si están rodeados de medios que no la transmiten. Sin embargo, ellos poseen criterios para juzgar lo que es verdad o mentira, términos maniqueos que aplican.

No hay una sola palabra en lo citado y en la mayoría de lo leído que crea que hay algo de verdad en lo que se transmite. Es una condena de los medios con los informadores dentro. Las muertes de los periodista no es más que un merecido destino por engañar, manipular, mentir, etc. a las audiencias o lectores.

Mientras unos matan, encierran, hacen desaparecer periodistas o silencian su labor, otros condenan su trabajo de forma radical. Todo es mentira y todos son mentirosos. Está justificado que se les elimine o, en el mejor caso, son prescindibles ya que no transmiten las verdades que ellos quieren escuchar.

La tendencia de los periódicos no es un asunto nuevo. La democracia dio como solución la diversidad informativa como alternativa a las verdades oficiales de los regímenes autoritarios. "No busquen en los medios; pregúntenme a mí", dijo un dictador árabe con total sinceridad. Él era la única fuente en la que se podía confiar; decir algo distinto es mentira y delito. Quizá, en el fondo de toda está peligrosa radicalidad negacionista solo hay el deseo de tener al propio dictador como informador, aquel cuyas palabras coinciden con nuestras ideas (no será por causalidad) y con el que nunca tendremos discrepancia y cuando la tengamos será ya demasiado tarde.

Podemos prescindir, pues, de todos aquellos que opinan de otra forma, de los que ven el mundo de otra manera y que extraen consecuencias distintas.

Pero esta relativamente nueva audiencia radical es militante. No se contenta con no estar de acuerdo. Lo manifiesta, pues parte importante de su tarea es desacreditar a los medios y a los profesionales que tenga dentro. Una vez más, la posibilidad de manifestarse hace manifestarse. ¿Es algo orquestado o solo la manifestación airada de quienes necesitan expresar esa "indignación" selectiva que nos caracteriza en un mundo de redes? La verdad está en la redes, decía uno de los comentarios.

Es triste comprobar este tipo de reacciones de condena de los medios. ¿Es ideológica, es generacional, es tecnológica? ¿Una mezcla de todo?

En un mundo en el que los propios medios tienen que dedicar secciones especiales a la separación de lo que es verdadero de lo que son "fake news" es triste leer que la verdad está en las redes. ¿No son las redes lo primero que ocupan los diversos poderes precisamente para atenuar la capacidad de los medios? Los poderes ya no son simplemente los políticos, sino que la política se ha expandido a otros campos, como la economía, el desarrollo científico-tecnológico, etc. Hoy sectores enteros buscan influir en esa masa de la opinión, cada vez más fragmentada, multidimensional e interconectada. El fenómeno deja de ser local y podemos encontrarnos, por ejemplo, que el régimen iraní financia televisiones en España o que Putin escucha a los independentistas y radicales populistas de diversos países europeos. Mucho de esto se acaba canalizando a través de medios alternativos, de fuentes oscuras que inundan las redes con informaciones.


Tener un periodismo eficaz, múltiple y respaldado es esencial para las democracias. Eso es una obviedad que solo la mala fe, el narcisismo y el desprecio a las libertades es capaz de negar. Las diferencias entre las democracias y los regímenes autoritarios se van acortando en favor de las dictaduras, que cada vez son más aplaudidas por sus pueblos, convencidos de sus bondades gracias a las manipulaciones de sus propios sistemas informativos manipuladores.

Es cierto que la independencia informativa es cada vez más complicada, pero también lo es que en el profesional en donde resiste la esperanza de poder acceder a una información fiable. Los linchadores que claman contra los periodistas como un sector sicario del poder lo pueden hacer libremente porque viven en una sociedad al menos más libre que esas en las que los matan o silencian haciéndolos desaparecer.


En España, los ataques a la prensa son también ataques a los periodistas. Se acumulan los incidentes callejeros en los que son agredidos en las calles cuando realizan su labor. El odio al medio se convierte en odio y agresión a los que representan unas u otras cabeceras. Lo que se escribe, como hemos visto, se acaba poniendo en práctica. El riesgo ya no está solo en las zonas de guerra; lo tenemos aquí mismo. Es el resultado de esas audiencias irritadas, activistas y deseosas de imponer sus verdades.

Los deseos del poder de controlar los medios, especialmente los oficiales, no ayudan a la independencia. Colocar políticos en los medios no ayuda, como han denunciado los propios sindicatos de prensa. Pero el político también quiere que su "verdad" llegue. Quienes lo acaban pagando son los propios profesionales, que se ven arrastrados.

Federación de Sindicatos de Periodistas 17/11/2023

Es fundamental poner en valor el Periodismo y lo que suponen para la sociedad. Vemos, sin embargo, cómo se diluye en nuestras propias Facultades, desbordadas por neurociencias y demás herramientas psicosociales, como el neuromárketing, con el Big Data o la IA, con las que se asegura una opinión pública manipulada. 

Es necesario que los que llegan a las Facultades lo hagan con una vocación que no sea solo la de informar e influir, sino que lo hagan con una vocación clara de resistencia a esas fuerzas que buscan narrativas manipuladoras. Para esto, el que llega debe poder comprender el mundo que le rodea, no solo describirlo, sino criticarlo. Son necesarias formación y crítica, capacidad de análisis y capacidad der expresarlo ante las audiencias. No es fácil, pero estamos haciendo poco para conseguirlo.


No sé bien cuál será la opinión de nuestros futuros periodistas al darse cuenta de ese desprecio que hemos podido encontrar en el balance de las muertes del pasado año 2023. La mía desde luego ha sido la de tristeza por lo despectiva y por lo engañada, por la falta de comprensión de lo que es la tarea periodística, algo esencial para que esos que insultan, critican y desprecian puedan seguir haciéndolo con tranquilidad e indiferencia.

Pensemos en esos muertos, en esos presos, en esos profesionales silenciados. Hagámoslo con gratitud. Se han dejado la vida para contarnos algo, nos guste más o menos. Si es malo que se produzcan muertes en las zonas calientes, lo es también esta ira, este desprecio con el que se trata en el escaparate de los propios medios su labor. Estamos generando una sociedad de enorme violencia que estalla contra los mensajeros en cuanto que tiene ocasión.

Reivindiquemos ante esta ira el valor de la profesión, su sentido profundo, su valor social. Reivindiquemos y valoremos a las personas que ejercen este complejo oficio, tan necesario. 

 

* Nuria López y Alberto Rojas "Año negro para los defensores de la información en el mundo" El Mundo 2/01/2024 https://www.elmundo.es/internacional/2024/01/01/658eb012e85ecece3b8b45c1.html

** Editorial "Proteger a los periodistas para preservar la democracia" El Mundo 2/01/2024 https://www.elmundo.es/opinion/editorial/2024/01/02/6592d085e4d4d8fa718b45a4.html

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