Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No
siempre es fácil olvidarse de la buena educación. Pero cuando la mala educación
se convierte en un gesto exigido entran muchas circunstancias en juego. Tener
la obligación de ser maleducado va en sentido contrario a lo que habitualmente
hacemos y puede ser malentendido.
En
RTVE.es recogen en "Una mirada europea" una noticia de la AFP
francesa en la que nos hablan de un olvido, de la imposición de la mala
educación, lo que nos muestra lo complicadas que pueden ser a veces las cosas
más simples. Se trata del caso de la tenista ucraniana Yelyzaveta Kotliar. Su
caso: haber dado la mano a su rival rusa después de finalizar el partido. El
artículo de la AFP señala que
La ucraniana Yelyzaveta Kotliar se mostró "profundamente arrepentida" tras las críticas de su federación de tenis por estrechar la mano de una rival rusa en el Abierto de Australia. Kotliar fue objeto de críticas en el primer Grand Slam del año cuando felicitó a Vlada Mincheva tras ser derrotada en la primera ronda del torneo femenino. El apretón de manos desafió una norma no escrita entre sus compatriotas ucranianas de no felicitar a sus oponentes rusas y bielorrusas mientras la guerra hace estragos en su patria. La Federación Ucraniana de Tenis lo calificó de "incidente desagradable", reiterando su postura de que "los tenistas ucranianos no estrechen la mano a representantes de países agresores".*
Yelyzaveta
Kotliar tiene 16 años y toda una vida por delante para escenificar cualquier
tipo de protesta, incluso ingresar en el Ejército para defender a su país
llegado el momento en que su edad se lo permita.
Evidentemente,
no dar la mano es un gesto, como lo
es darla. Arrastrados por las circunstancias bélicas y por el simbolismo
expansivo, allí no estaban jugando dos tenistas, sino que era un encuentro
entre dos países en guerra. La opción primera es no jugar. Como esto supondría
un desastre para el deporte y los jugadores, se reduce el gesto a un plano
simbólico de menor trascendencia pero que aumenta su significación: no darse la
mano.
Estos gestos, como todo gesto, manifiestan una actitud, o al menos eso es lo que suponen. Para evitar complicaciones en los torneos, se ha elegido como mal menor esta forma de descortesía. Pero cuando llevas un par de horas peloteando contra otra jugadora no es tan sencillo. No se puede dar esa última pelota y volver a reconectar con una guerra que está a miles de kilómetros. Se llama "concentración", algo además muy necesario en un deporte como es el tenis.
Una
tenista prometedora, que a sus 16 años está ya jugando el Melbourne, puede ver
comprometida su carrera si se la estigmatiza por este "error", este
despiste cometido al terminar el partido y por el que ya ha pedido perdón a los
ofendidos.
Ha
encontrado apoyo entre sus compañeras de cancha:
La ucraniana Dayana Yastremska defendió a
Kotliar cuando se le preguntó por el asunto tras vencer el miércoles a la checa
Linda Noskova, no cabeza de serie, para alcanzar las semifinales del cuadro
principal femenino. "Ya saben, los ucranianos tenemos nuestra
posición", dijo la jugadora de 23 años, que superó la fase de
clasificación en Melbourne. "No nos estamos dando la mano. Pero creo que
todavía es un poco joven, no tiene tanta experiencia. Puede pasar con todo el
mundo, ya sabes".
"No puedo juzgarla porque no sé lo que tenía en la cabeza. ¿Lo hizo a propósito o no? No lo sé. Pero estoy segura de que apoya a Ucrania, y estoy segura de que se emocionó demasiado y se confundió".*
No es incompatible defender a Ucrania y defender a Yelyzaveta Kotliar. Es defender el derecho a equivocarse, a estar concentrada en el partido, a tener 16 años y una carrera deportiva por delante dando muchas satisfacciones a los aficionados ucranianos.
Las
guerras son malas, ya lo sabemos. También es juzgar las cosas de forma radical,
sin tener en cuenta las circunstancias de las personas. Algunos ven en un choque de manos
demasiadas cosas; podemos ver también en ello la buena educación.
Los jugadores pagan su identificación "nacional" para conseguir más audiencias, aunque su participaciones no sean como seleccionados para representar a nadie. Ni ella es Ucrania ni su rival Rusia. El partido tampoco es la guerra. Quizá ese choque de manos es lo que necesitan, puestos a ser simbólicos.
*
"Críticas a una adolescente ucraniana por dar la mano a una jugadora rusa
en el Open de Australia" RTVE.es / AFP 24/01/2024
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