Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Fue uno
de los temas durante la comida. La información dada por el CIS sobre la
creencia del 44% de los hombres que piensan que son ahora discriminados se puso
sobre la mesa. Pronto se conectó con
otros datos, como, por ejemplo ese que se nos ha ido dando del negacionismo de
la violencia machista entre los jóvenes, que afecta a uno de cada cuatro. El
fenómeno que se está dando empieza a aflorar en los datos de las encuestas que,
con toda la limitación que se quiera, empieza a ser inquietante en muchos
sentidos.
En
RTVE.es lo resumían así:
Un 44,1% de los hombres cree que "se ha llegado tan lejos" en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se les "está discriminando", una postura que mantienen también el 32,5% de las mujeres consultadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). En cambio, esta afirmación es falsa para el 65,5% de las mujeres.*
Como en toda encuesta, no se nos dan "verdades", sino "opiniones", "creencias" respecto a algo que se les ha preguntado. Algunos en la mesa apuntaron a la forma de formular la pregunta y sus efectos sobre las respuestas. En cualquier caso, pone al descubierto una cuestión que está empezando a ser problemática. No se trata solo de los que los datos dicen, sino también de cómo los datos pueden ser usados con fines diversos.
La creación de lo que se empieza a llamar "manosfera", es decir, un ámbito de opinión creado en torno a la idea de que los hombres son las víctimas sociales y que deben agruparse para "defenderse", para organizar una respuesta activa, empieza a tener protagonismo.
La lucha política diaria tiene michas veces las actuaciones del CIS como centro. Los políticos tienden a presentarlo como una herramienta de Pedro Sánchez utilizada para lanzar titulares a la prensa. Al margen de esas polémicas, los datos reflejan muchas cuestiones que sí vemos en el día a día. Insistimos que no se trata de la "verdad", sino de lo que pensamos, de cómo contemplamos el mundo y de cómo creemos que ocurren las cosas en él. Es lo determinante porque es la creencia lo que nos mueve.
Si se están agrupando para crear una tendencia en un sentido determinado es para mover en una dirección determinada a la opinión pública. Y esto se ve a través de acciones, de respuestas diversas que se mueven por las creencias.
Aquí hemos estado tratando, ya desde hace algún tiempo, el crecimiento de este movimiento antifeminista que presenta a los hombres como víctimas de las mujeres y trata de acusar al pensamiento feminista responsabilizándolo de una serie de situaciones. Hablamos en singular del feminismo, pero lo cierto es que es un pensamiento plural, con estrategias diferentes y programas de actuación diversas. Las divergencias son frecuentes y los objetivos concretos según las situaciones o abstractos, como la idea de "igualdad", que debe traducirse después a hechos concretos.
Que un 44´1% se sienta "discriminado" necesita de algo más que los números. Necesita de una explicación de esa creencia que se expresa en las cifras. Que empiecen a organizarse grupos (ya los hay y algunos muy activos) en los que se expresa un "victimismo" creciente ante las mujeres es realmente preocupante. Sobre todo porque basta los leer los titulares diarios para comprobar lo contrario.
Pese a los casos diarios de muertes, violaciones, de todo tipo de acciones contra las mujeres en los ámbitos laborales, familiares o de otros escenarios, la respuesta es esa opinión del 40,1%, según los datos del CIS. Con esto se manifiesta una especie de frenazo a lo que ha sido un movimiento sociocultural y jurídico para abandonar el machismo discriminador característico de la sociedad española.
Hay un movimiento neotradicionalista que justifica la discriminación bajo la etiqueta de la separación natural de los sexos y la asignación de funciones específicas. Esas funciones diferenciales son las que usa para establecer un tipo de imposiciones discriminatorias que se justifican convirtiendo en "natural" muchas cosas que son claramente roles culturales impuestos.
Creer que la pérdida de los muchos privilegios acumulados es una forma de "discriminación" y no de "justicia" igualitaria puede generar ese sentimiento. A todos corresponde educar e informar para que no se perciba de esa manera.
Lo preocupante es cómo estos grupos empiezan a tener un discurso influyente contrario al igualitario, que consideran ahora discriminatorio. Quizá haya que empezar a "cuidar" los discursos igualitarios porque puede que algunas estrategias sean contraproducentes o poco afortunadas. Hay que actuar inteligentemente, con objetivos claros, y tratar de evitar algunos efectos que los contrarios a la igualdad aprovechan para sembrar el rechazo. Los datos son preocupantes.
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