Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Ayer mencionábamos, al hablar de los desprecios y ataques de Donald Trump al Dr. Fauci, el experto al frente del COVID en los Estados Unidos, cómo el populismo trumpista y lo que hay detrás, hicieron de la pandemia un juego político tratando de hacer ver que la vacuna era una manipulación y que el "virus chino", como lo llamaba el entonces presidente, era una tontería. Esto no era solo ignorancia (que lo era), sino una forma premeditada de hacer ver una especie de infravaloración de la Ciencia, un desprecio público. Puede que recordemos la salida a la ventana de la Casa Blanca, el gesto soberbio y despectivo de Trump al quitarse la mascarilla después de haber pasado contagiado por el hospital y sometido a un tratamiento que no tuvo ningún otro paciente.
El COVID fue un arma de Trump, un elemento más al servicio de sus políticas negacionistas que le copiaron, como comentábamos ayer, los populismos de diversas partes del mundo. El ejemplo más claro fue su imitador brasileño, Jair Bolsonaro, calificando de "gripecita" al COVID. Ni el número de muertos por todo el mundo ni las terribles consecuencias que tuvo para la salud de los Estados Unidos este negacionismo obsceno fueron suficientes para calmar ese furor contra la Ciencia y los sanitarios, vistos como activistas de las libertades.
Todo esto me ha venido de nuevo a la memoria al leer las noticias en el diario El Mundo. El titular del artículo "Risto Mejide y Miguel Lago declararán como imputados por un supuesto "delito de odio" contra los no vacunados", firmado por Sara Polo, nos explica:
Risto Mejide y Miguel
Lago declararán como imputados por un presunto "delito de
odio" debido a sus declaraciones contra los no vacunados contra
el Covid-19 en plena pandemia en el programa de CuatroTodo
es mentira. Los dos comunicadores deberán responder ante la
justicia, acusados de "promover la discriminación contra una
minoría".
Según ha adelantado 20 Minutos y
ha podido confirmar EL MUNDO, los hechos denunciados se remontan al otoño de
2021, cuando el magacín vespertino de Cuatro seguía con especial atención los
vaivenes informativos en torno a la pandemia. La juez decide así reabrir un
caso que había sido sobreseido.
El detonante de la denuncia fue la
siguiente manifestación de Risto Mejide, como comentario a las
medidas restrictivas impuestas en algunos países contra las personas que no
tuvieran en regla su pasaporte vacunal: "Son medidas que prácticamente
convierten a los no vacunados en apestados, cosa que a mí me parece bien. Si
decides no vacunarte, allá tú. Todo el mundo es respetable, pero no todas las
ideas son respetables ni merecen un respeto".
La acusación parte de la Asociación Liberum, que igualmente presentó el pasado verano una querella contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por las "restricciones a los derechos humanos" que supusieron las medidas de control de la pandemia entre marzo de 2020 y julio de 2023, y que animaba a los ciudadanos a recopilar cualquier información referente a dichos "delitos" para unirse a su causa, entre otros procedimientos iniciados contra el reglamento del Estado de Alarma.*
Creo
que nos estamos excediendo en la cuestión de los "delitos de odio" y
esto es contraproducente para el propio concepto y su aplicación. Nos dicen que
el caso había sido sobreseído y que ahora vuelve de nuevo.
Hay
además una clara intencionalidad. Los argumentos son los trumpistas: que alguien
se tenga que vacunar atenta contra las libertades y los derechos humanos. De la misma
forma, según ese argumento, los activistas que no se vacunan podrían considerarse como
"criminales" que buscan con su propio odio contagiar a otros.
El argumento, decimos, es claramente trumpista y proviene del deseo de aglutinar fuerzas negacionistas amparándose en una especie de anarquismo de derechas, ese mismo principio que enuncia el derecho a llevar armas o a la autodefensa, algo propio de ese liberalismo radical surgido en los Estados Unidos que parece estamos importando y dando alas.
En el
texto se explica el sentido de la apertura de nuevo del caso:
Según el escrito de la juez María
Ángeles Velázquez, titular del Juzgado de Instrucción número 27 de Madrid, al
que ha tenido acceso EL MUNDO, el motivo de la apertura de juicio oral contra Risto
Mejide y Miguel Lago sería la "reiteración de
una conducta que por su gravedad, reiteración o entidad discursiva pudiera
provocar, directamente o indirectamente, sentimientos de odio".
"Sus manifestaciones resultan
contrarias y no se ajustan a la información oficial ofrecida por los órganos
públicos competentes", subraya el escrito, que incide en la reiteración de
las críticas a los no vacunados en "sucesivos programas" con
"elevada audiencia", y en el efecto que tienen en "la creación
de un clima de hostilidad e intolerancia hacia un determinado grupo de
personas".
"Por muy procedente y conformes que estamos con la conveniencia de la vacunación y aun existiendo una mayoría social en tal sentido, una ordenada defensa de los derechos que legalmente vienen reconocidos a cualquier ciudadano conlleva la defensa también de ciudadanos que puedan conformar minorías", asegura la juez, que da como hecho probado que los dos comunicadores "dirigieron varios programas con comentarios reiterados en contra del sector de la población que, en el ejercicio de su libertad y autonomía legalmente contemplada, decidían no vacunarse por los motivos que fuere".*
Difícilmente se puede crear violencia contra quienes no se manifiestan como anti vacunas. A nadie se le nota en la cara si está vacunado o no, algo sin embargo esencial para la convivencia saludable. De esta forma, "los que no se vacunan" son solo una categoría abstracta mientras no se le ponga cara. Y la cara se la suelen poner los que reivindican un derecho del que nadie les privó, el no vacunarse. Si en algunos entornos se exigió la vacunación no era, desde luego, por odio ni por deseo de oprimir a nadie; más bien se trataba de preservar un bien común, el de la salud.
España ha sido uno de los países con más eficacia en la vacunación y
no fue necesario obligar a nadie. El avance de la enfermedad era la mejor promoción de las vacunas. No hacerlo, en cambio, puede ser considerado como una
forma de violencia teniendo en cuenta un elemento esencial: los asintomáticos.
Uno se puede alejar de quien tiene síntomas visibles, pero difícilmente puede
defenderse de alguien que dé positivo pero no tenga síntomas. Hubo
manifestaciones por parte de algunas personas sobre su despreocupación por ser
asintomáticos y portadores, por ello, del virus. ¿Se puede considerar esto "violencia" contra los posibles contagiados? ¿Es discriminar mantenerse alejado del que no está vacunado? Creo que aquí también hay que precisar las palabras y su sentido contextual.
Creo que hay una enorme diferencia entre "no vacunarse" y ser "antivacunas". Esa misma diferencia es la del activismo, que ahora llevan a los tribunales para sacar rédito político. Que los tribunales caigan en este trampa política me parece preocupante. Los motivos e iniciativas de los denunciantes me parecen suficientemente claros y a la americana, una forma organizada que quiere darle le vuelta a algo. El mismo llamamiento es una forma de "reclutar" para un futuro. Estos casos son también formas de sondeo político, por decirlo así. Los nexos entre la antivacunación y el radicalismo en Estados Unidos está suficientemente demostrado sin necesidad de ir mucho más lejos. Aquí llevamos el mismo camino, el de la batalla política. Un caso mediático, como este, es una buena forma de promoción.
Un estudio publicado en julio de este año pasado en los Estados Unidos muestra el fuerte vínculo político en la mortandad. Es una muestra de hasta dónde nos puede llevar la manipulación partidista:
Registered Republicans
experienced a "significantly higher" rate of excess deaths than
Democrats in Florida and Ohio in the months after COVID-19 vaccines
were made widely available, a new study has found.
Why it matters: The Yale researchers note in their study, published in the journal JAMA Internal Medicine Monday, the findings "suggest that well-documented differences in vaccination attitudes and reported uptake between Republican and Democratic voters may have been a factor in the severity and trajectory of the pandemic."**
Creo que los datos son claros. Es peligroso hacer demagogia con estas cosas, que tienen una dimensión personal (enfermedad, muerte), pero también social (epidemia, contagios, etc.). Si todavía no lo hemos entendido...
"Provocar sentimientos de odio" es una expresión cada vez más disminuida precisamente porque se juega demasiado por ella. Así tenemos el despropósito actual de que los mismos que defienden el derecho a aporrear un monigote frente a la sede socialista de Ferraz, diciendo que es Pedro Sánchez, critican a los que no se querían vacunar. Me dirán que no son los mismos (aunque es probable que algunos coincidan).
Veremos en qué acaba este caso que, por tener caras conocidas, atraerá la atención.
* Sara Polo "Risto Mejide y Miguel Lago declararán como imputados por un supuesto "delito de odio" contra los no vacunados" El Mundo 5/01/2024 https://www.elmundo.es/television/2024/01/05/6597ecf7e4d4d812378b45cc.html
** Rebecca Falconer "Study: Republican deaths in Florida, Ohio linked to COVID vaccine politics" Axios 24/07/2023 https://www.axios.com/2023/07/25/covid-vaccine-death-rates-republicans-democrats-study
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