Joaquín Mª Aguirre (UCM)
¡Guerra
total! ¿Hay alguien que no esté en alguna trinchera, a cubierto de algún
bombardeo o, simplemente, lanzando napalm contra sus rivales, vecinos o
cualquier tipo de relación pública o privada?
A la pobre ministra que consiguió un poco de paz para salvar el Mar Menor fotografiándose con el presidente autonómico, la crucificaban por atacar a los jueces, dicen. Poco dura la paz en la casa española, da igual que sean pobres o ricos. ¿De dónde sacan todos tanta energía? Y sobre todo, ¿de dónde sacan tantas ganas de pelearse, de estar tirándose todo el día los trastos a la cabeza?
No se
trata ya de la política; todos los campos están revueltos. Si los jueces la
lían con lo de la amnistía, los árbitros de fútbol se encuentran en situación
complicada. Antes era por el Barça; ahora es por el Real Madrid, lo que
aprovechan los del Barcelona, con Laporta al frente, para lanzarse al cuello
blanco y al arbitral.
Mirar
la prensa en cualquiera de sus cabeceras o canales es un ejercicio de
contención de la respiración ante las batallas que se libran allí. Ya todo es
política, es decir, guerra.
De las guerras
que me ofrecen los medios, me quedo con lo que le están haciendo a Emiliano
García Page, persona consecuente y bien votada, algo que no consiguen muchos de
sus críticos.
Los enfados y ataques son disonancias en esta política de la unanimidad interna que contrasta con la jaula de grillos en que se ha convertido externamente. Si he entendido bien, en un panorama como el que tenemos, está mal que García Page discrepe. Eso hay que hacerlo en privado, según aseguraban dos de las ministras preguntadas sobre el caso. Incluso, algunos han hablado de posibilidad de "expedientes", algo tan tonto que no se merece ni ser bulo. EFE señala rápidamente que nadie se lo ha planteado en el PSOE. Por si acaso, García Page ha dicho "que hagan lo que quieran".
Lo que les fastidia de García Page no es que tenga razón o que haya mucha gente que piense lo mismo. Lo malo es que se pasan tiempo estudiando estrategias complicadas para "decir Diego" y luego aparecen disidentes que lo chafan todo. La unanimidad es refuerzo; todos dicen lo mismo, creado en los sótanos de la comunicación de los partidos. Lo importante es que salga con convencimiento, con sólida unanimidad.
Yo creo que lo que más asusta al PSOE es que si siguen avanzando en esta línea, empiece a desarrollarse una disidencia organizada. Nadie quiere ser el primero, pero una vez que alguien sale y da la cara diciendo lo que piensa, es fácil que mañana salga a la calle y le aplaudan, lo que pondría nerviosos a muchos. Los ejemplos de disidentes que acaban yendo por libre son demasiado próximos y con efectos muy claros.
A García Page, según el titular de EFE. le han llamado "frentista", que es un concepto muy peculiar y con un uso también peculiar en España. Literalmente, es el que se enfrenta, el que está en frente, al otro lado, que es algo más que señalarte con el dedo. No, no le sancionan, pero le estigmatizan.
En el
fondo, muchos empiezan ya a pensar que se están acercando al límite de tensión
de la cuerda y que si esta se rompe será complicado blanquear lo que se ha
hecho y dicho sobre terrorismo, la unidad española, etc. Eso creo que lo ven ya
muchos, aunque no discrepen en público.
Lo malo
de la parte "discursiva" de la política es cuando se habla mucho y se
reinterpreta después, una práctica cada vez más frecuente. Los
independentistas, por su parte, tienen un mensaje mucho más claro que el
gobierno se empeña en descafeinar con sus explicaciones. Hay que agradecer a los
independentistas que digan que la independencia es su objetivo (como su propio
nombre indica, que se decía antes).
Mientras,
el gobierno afirma estar tratando de reforzar la unidad de España haciendo lo
contrario, a lo que llama "arreglar" los problemas de España. El
diccionario, por mucho que se juegue con él, tiene sus límites; la realidad
también. Se juega con más facilidad con las palabras que con los hechos. En
especial, es peligroso jugar con las palabras peligrosas, como
"terrorismo". Pero si se puede hacer en otros lugares, ¿por qué no
aquí? A veces, las palabras suenan en el aire o se leen en los periódicos, pero
seguimos sin saber qué se quiere decir con ellas ante el baile de los
significados. Desde que "todo es comunicación" tenemos un serio
problema con la realidad.
Ya el
PSOE empezó a usar aquella expresión de "que no les entendían"
cuando se producía algún fiasco político. El problema, decían, era de
"comunicación", ¡minucias! Todo estaba perfecto, pero no todo el
mundo lo entiende. ¡Brutos que somos!
Los conflictos se están multiplicando y la gente se lanza el diccionario a la cabeza con demasiada facilidad. ¡Todos al ataque!, es el grito.
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