Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No sé
si era predecible, pero sí que era inevitable. Los medios nos dan cuenta de la
aplicación de la IA que fusiona imágenes de cuerpos y rostros, con carácter
pornográfico, en la figura de la cantante Taylor Swift, un icono actual en el
mundo mediático. Swift ha dejado de ser una fantasía erótica para convertirse en
una virtualidad pornográfica. Lo que antes quedaba a la imaginación
calenturienta de algunos de sus fans obsesivos, ahora es una curiosidad de los
que gustan de compartir estas cosas. Hay gente para todo... y cada vez más para
lo mismo.
En el caso
de Taylor Swift se ha empezado por arriba en la escala.
Swift está en la cumbre y sus imágenes se siembran por el planeta a la velocidad del rayo. Pronto irán
cayendo en la lista Margot Robbie, Jennifer Lawrence, Emma Stone... o la vecina
de arriba que no se quita los tacones desde que se levanta. Ya sea por
admiración o por venganza, la imagen desnuda añade al aburrimiento pornográfico
la gracia de lo prohibido o de lo inexistente creado por el morbo.
En un mundo donde la imagen es casi todo, por encima de la propia realidad, que se elude o esconde, este tipo de aplicaciones recicladas como erótico pornográficas son la mejor promoción para aquellos que las crean. Con estas imágenes alimentan el deseo doble de poseer, a la persona (a la que manipulas) y a la herramienta (que te permite hacerlo por un módico precio), que es posible comprar o alquilar por usos con precios de mercado, al alcance de cualquier aburrido con pocos recursos e imaginación.
Muchas
de las críticas se refieren a que —por ahora— los ataques (o devociones mal
entendidas, como quieran) se centran en las mujeres. Es cierto. La mujer es
víctima de esta venganza del machismo sistémico y ancestral. Es sorprendente
cómo los avances científicos y tecnológicos acaban siendo utilizados para
viejas cosas, las de siempre, para aquello que se encuentra cada día (y noche)
en la mente de los hombres decir, de los varones calenturientos. Ya desde la
creación de la imprenta, nos cuentan los historiadores, se imprimían biblias y,
a la vez, textos pornográficos. Una de cal y otra de arena, una vela a Dios y
otra al diablo.
En
Antena3 nos explican que no es un caso único:
El nombre de Taylor Swift es uno más de una larga lista de mujeres que se han visto afectadas por esta práctica, como la influencer Laura Escanes, la artista Rosalía o el caso de las niñas de Almendralejo, de las que modificaron imágenes para ponerlas desnudas y publicarlas en internet.
En el caso de Taylor Swift, sus imágenes estuvieron disponibles en la red social durante 17 horas hasta que se pudieron eliminar y suspender el perfil del usuario, ya que incumple la política de 'X'. Las fotos falsas llegaron a acumular, nada más y nada menos, que 45 millones de impresiones.*
17 horas son muchas horas en esto de la Sociedad de la Información. Es un siglo en términos de difusión. Esos 45 millones de accesos lo confirman. No hay muchos estudios sobre la velocidad de difusión en términos de verdad o falsedad de los mensajes. ¿Una buena noticia corre más o menos que una mala noticia o una noticia falsa? Esta ha corrido a gran velocidad. Y no se ha frenado sola; ha sido X quien lo ha frenado y jurado ocuparse seriamente de este caso. !7 horas son muchas horas para bloquear una cuenta.
Como se dice en el texto, si hasta los niños de Almendralejo se pueden permitir estas cosas con sus compañeras de cole o insti, ¿dónde está el límite? Creo que es lo más preocupante, la creencia en que esto es natural por normalizado, por habitual. Todos lo hacen. Una gracia, vamos. ¿Por qué te pones así?
Taylor Swift paga así su éxito, su presencia en los medios, sus millones de seguidores. Es el precio del éxito, dirán algunos. Pero no debería ser así.
Como siempre, lo que sorprende es la estupidez de la maldad o, si se prefiere, la maldad de la estupidez. En el fondo hemos creado una sociedad vacía, hueca, que necesita entretenerse para seguir no pensando. Y si piensa es en algo malo.
Que sean las mujeres las mayoritariamente agredidas, degradadas con estas prácticas, ya nos anticipa que no hay reducción del machismo patriarcal, que es algo profundamente arraigado y que, rotos los consensos, se pasa a considerar una nueva virtud, una vuelta al estado de naturaleza, al orden divino, que hizo al varón el centro del universo y a la mujer su entretenimiento y paridora de descendientes.
Es triste ver cómo fallan los auténticos sistemas de educación en la civilidad, que es la base de cualquier otro aprendizaje y de la convivencia, lo más importante. Curiosamente, la misma IA que va a permitir cerrar millones de trabajos por todo el mundo nos ofrece el entretenimiento para los que se aburren y se desahogan con risas tontas ante su incierto (o demasiado cierto) futuro. La mediocridad, por definición, no suele tener buenas ideas.
El titular de Antena 3 responsabiliza a la IA. No creo que sea justo, pero vende, sobre todo el deseo de acercarse a ella y hacer visibles esas fantasías, envidias y venganzas de género.
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