jueves, 16 de diciembre de 2021

La ola que llegó antes de tiempo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Hace días se escuchaba que las grandes diferencias en contagios entre el País Vasco y Navarra y las demás Comunidades se debían a una forma más eficaz de detectar los contagios. Un argumento de este tipo es el que usaba Trump en su época señalando que "si no detecta, no hay contagios". La "astucia", por llamarlo de alguna forma, de Trump es una indecencia que concede relevancia al discurso y no a la realidad que describe. Para Trump no hay "realidad", solo descripción manipulable de ella. La realidad es tozuda, pero los discursos son maleables, pueden ajustarse a los intereses o, incluso, ser "alternativos".

Pero decir que en esas Comunidades hay un recuento elevado porque se "cuenta bien", puede ser una excusa, pero también es una acusación: si yo lo hago bien, los demás lo hacen mal. Y esto tiene unas enormes consecuencias si fuera cierto. Los investigadores tiene la doble interpretación, nos dice, y que cada cual saque sus consecuencias: a) es algo real, una mayor incidencia; o b) es que ellos miden mejor que los demás, con lo que las cifras de los otros serían poco fiables, por decirlo así. Elijan.


El aumento de contagios sigue su ritmo acelerado. La idea de adelantar las Navidades por si llegaba la ola solo ha conseguido adelantar la ola al crear nuevas situaciones de contagios. Aquí hemos hablado de esos curiosos adelantos de la navidad en algunos pueblos que han pensado que mejor celebrar la navidad en noviembre que quedarse sin ella en diciembre. El ejemplo es ilustrativo de cómo seguimos sin entender cuál es el origen de las olas, que no es otro que nuestra mayor circulación.

Veo con frecuencia personas que están en las oficinas sin mascarillas y que se la ponen cuando alguien se acerca, sin tener en cuenta que ya han echado al aire todo lo que tenían que echar. Veo gente que se saca un bocadillo en el transporte público porque entiende que se puede retirar la mascarilla para comer. No quiere entender que no es el lugar de comer. Seguimos con lo de "mi cuerpo es mío", es decir, sin entender que su "cuerpo" está en contacto con otros cuerpos que tienen derecho a la salud, mientras que él reclama no solo su "derecho" a la enfermedad, sino al contagio.


La cuestión está ahora, para terror de sanitarios y personas conscientes, en qué nos queda por delante con tres-cuatro semanas de celebraciones, reuniones, besos y abrazos, etc. entrando en ellas con estas cifras disparadas y disparatadas. En vano se han hecho aplicaciones telefónicas con "simuladores de contagios", reproduciendo los posibles escenarios en salas con determinados. Algunas son tan concretas que se han diseñado para las cenas navideñas. Número de personas, metros cuadrados de las habitaciones, ventilación de las mismas, etc. son las variables que se manejan junto con lo esencial, cuántas personas hay infectadas en medio de los alegres y sanos comensales.


¿Sirven de algo todos estos avisos, estas informaciones más o menos detalladas de los riesgos? Pues —sinceramente y por lo que veo— creo de muy poco, porque camino de los dos años, con toda la información que se nos ha dado, los casos que se nos han contado, etc. sigue habiendo personas que no entienden de qué va esto. Ya sea por los intereses económicos de unos o por la falta de comprensión de otros, lo cierto es que lo que vemos en las calles, transporte, escuelas, etc. nos permite pensar que unos tienen cuidado y otros confían en que los otros lo tengan, que es mucho más cómodo. La persona que se sienta en el asiento que has dejado libre entre dos personas para mantener una distancia mínima de seguridad, sabe lo que hace (que te acabarás levantando tú), va buscando bronca (como hemos tenido casos) o sencillamente le da igual tú o ella misma, lo que la convierte en un riesgo especial ya que no mantiene ningún cuidado. Hay muchas personas así.

Sea lo que sea, nos dicen que han aumentado la venta de test más de un 500%, lo que está muy bien, de no ser que es precisamente un signo del aumento de las exposiciones al virus. Hacerte un test significa que llegar impoluto a la cena, que debes confiar en que los otros hagan lo mismo, que todos los que han bajado o subido en el ascensor antes de que tú entres han llevado la mascarilla puesta... y un sinfín de circunstancias que ningún simulador podrá establecer.


La variante Ómicron ha elegido el momento apropiado, aquel en el que el buen corazón de todos nos hace dudar del contagio por las "buenas causas". Los virus por aquí comenzaron en reuniones deportivas (partido con el Atalanta en Italia), funerales (con encuentros, abrazos, despedida y regreso a casa con el virus) y turistas (que habían estado antes no se sabe dónde). Pero el buen espíritu navideño reina entre nosotros. El coronavirus se disfraza de "papá Noel" y no necesita descolgarse por las chimeneas.


No existe el riesgo cero, es cierto; pero sí existe la estupidez infinita, de la que nos debemos prevenir y de la que desgraciadamente no hay documento que la acredite. Habría que inventar el "pasaporte tonto", el que impidiera a las personas despreocupadas ser factor de expansión del contagio. Al parecer solo las reuniones familiares son las que hacen extremar la sensación de responsabilidad por contagio. Nadie quiere cargar con la culpa de haber infectado a los familiares, es lógico. Pero también debería serlo para con los demás, con quien no parece haber más lazo que la diversión, la marcha y todo tipo de celebraciones anónimas, como botellones y otras variantes de concentraciones callejeras. ¡Cuídese y cuide de los demás más allá de los apellidos! Sea humano.

Hemos acelerado la ola de contagios al creer que así evitábamos los "atascos víricos" de navidades. Ha sido inútil; lo que hemos creado es una peligrosa pre navidad con mucho más riesgo para todos.  Con ella nos adentramos en las próximas fiestas, con unos índices disparados. Justo lo que había que evitar. Pero por temor a restricciones, se aceleró todo. A esto se le suele llamar la profecía autocumplida: por querer evitar algo, lo creamos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.