lunes, 27 de diciembre de 2021

Atraídos hacia el futuro virtual

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

El futuro planificado tiene problemas. Tienen problemas, quiero decir, aquellos que invierten en planificar nuestro futuro y luego la realidad no se ajusta a sus deseos. La "realidad", en muchos casos, somos nosotros, que decidimos crear otro tipo de futuro que nos atraiga o convenza más que el que nos proponen. Lo digo en singular, pero lo cierto es que tenemos muchas propuestas de futuro.

Una de ella la hemos tenido en la revelación de "Meta", el multiverso imaginado por Mark Zuckerberg. Un multiverso es un espacio virtual compartido. Quiere decir que puede crearte un mundo propio en el que puedes interactuar con otros o que puedes entrar (si te dejan) en el de otros. Tienes un mundo totalmente propio o alterar en partes el que ya tienes conviviendo con otros avatares.

Esa es la propuesta, que ha sido lanzada al mundo precisamente durante la pandemia. ¿Casual? Algunos lo achacan a los problemas de Zuckerberg con la Justicia con la salida de filtraciones sobre lo poco que le importan a la compañía los efectos negativos que Facebook y otras marcas puedan producir mientras den dinero.

La evaluación del momento oscila entre la presión legal y mediática en contra de la compañía y la evaluación de los efectos de la pandemia con el aislamiento de las personas.

El Meta no pasa de ser un proyecto, una propuesta de futuro en el que, como por magia tecnológica, se superan los problemas personales y sociales, laborales y de entretenimiento a través de la virtualidad. ¡Que se vaya preparando nuestra hostelería y ocio nocturno! ¡Lo que nos faltaba!, dirán algunos.


El vídeo promocional de Meta nos trae ejemplos y explicaciones. Desde los dos señores, uno en Nueva York y otro en Barcelona, jugando su partida de ajedrez con los hologramas respectivos, hasta el teletrabajo con el espacio que te ahorras. Las reuniones son virtuales, parecidas a las que vemos de los superhéroes en el Universo Marvel, cada uno conectado desde algún lugar del espacio y el tiempo. El propio Zuckerberg selecciona el avatar con el que se siente más próximo y le selecciona la vestimenta adecuada. Aquí no hay problemas de talla.

El momento del lanzamiento de la idea es psicológicamente escogido: los confinamientos o simplemente el miedo a ser contagiado en nuestras interacciones sociales. Indudablemente, ya había un tipo de personas receptivas a este tipo de espacios virtuales en los que interactuar. En realidad, ya los usamos, lo que se nos ofrece es una mayor integración en nuestra vida diaria en todas sus dimensiones.

Una conversación a través de Zoom o Meet, por ejemplo, se escenifica en una pantalla compartida, un elemento que se ofrece como una barrera o límite para la interacción. Vemos a los otros y ellos nos ven a nosotros, pero existe un allí y un aquí. Lo que ofrece Meta es un punto de encuentro, ni aquí ni allí, sino en un espacio nuevo, virtual, creado por algunos de los participantes o creado para ellos por terceros.

Estos espacios han existido anteriormente, pero lo que se nos ofrece ahora es una mayor inmersión a través de un mayor realismo o, si se prefiere, fantasía. El grupo de amigos de Zuckerberg en el video de presentación está cuidadosamente seleccionado para hacerte ver que puedes ser cualquiera o cualquier cosa, una interesante distinción.

En su función anticipatoria, el arte —la literatura y el cine en especial— nos han mostrado universos de este tipo. Pensemos en películas como Ready Player One o la más reciente Free Guy. La visión de estos universos virtuales alternativos no suele ser muy positiva. En el primer caso, tiende a esconder una realidad negativa; en la segunda, el problema se plantea desde otro lado, el de los personajes de ese mundo virtual y la posibilidad que las IA que estamos creando desarrollen conciencia propia.

En estos tiempos de aislamiento, en los que los psicólogos y sociólogos insisten en nuestra sociabilidad como un valor humano esencial y se preguntan por las secuelas psicológicas de los encierros; en un mundo en el que se manifiesta la preocupación por los efectos de los excesos de conexión desde edades cada vez más temprana, entre otras críticas, la propuesta del Meta puede no haber sido hecha en el mejor momento.

Sin embargo, existe la propuesta contraria, la del uso de la realidad virtual en Psicología como forma de terapia. Hay que distinguirla de la consulta psicológica online, que es simplemente una forma de comunicación a distancia. En la "realidad virtual" nos adentramos en otro mundo y queremos ser otros, la primera elección, tal como vemos a Zuckerberg hacer y tal como vemos con las formas elegidas por sus contertulios en sus espacios creados.

La "realidad" se percibe ya como frustración o como fuente de frustraciones. La realidad alternativa nos permite librarnos, pero ¿regresamos a ella? Si todo está dentro de nuestra cabeza, se trata solo de entrar. ¿Funciona? El aumento de terapias virtuales alternativas en las redes puede hacer pensar que así es, pero ¿qué es funcionar?

La Vanguardia de ayer nos traía información sobre otro tipo de propuesta tecnológica cuyo futuro es, al menos, diferente al que se esperaba, Alexa el asistente de Amazon. Con el titular "Alexa te molesta más por este increíble motivo" (¡vaya forma de  titular!), se nos explica que el asistente diseñado para hacernos la vida más fácil presenta algunos problemas:

El asistente de voz Alexa está recordando a sus usuarios que puede hacer multitud de tareas. Este aviso, que se produce con insistencia y puede llegar a molestar, se debe a que Amazon, la empresa que ha desarrollado a Alexa, ha descubierto que los usuarios no están sacando todo su potencial o se cansan muy rápido.

Un informe interno de Amazon, al que ha tenido acceso Bloomberg, advierte que las tendencias de la compañía respecto a Alexa, que es uno de los asistentes de voz más conocidos, no son nada buenas. Por ello, la compañía ha decidido tomar cartas en el asunto.

De esta manera, Amazon ha hecho que Alexa tenga la capacidad de recordar a sus usuarios que puede hacer otras muchas tareas: "Por cierto, ¿sabías que podría...?". La compañía quiere que con este recordatorio se fomenten las interacciones entre Alexa y usuario para que, en definitiva, no caiga en el olvido.* 


La noticia, creo, es más que una anécdota y nos revela ciertos aspectos que pueden no ser tan favorables como se pensaba. En última instancia, todos estos elementos virtuales, de Alexa a los compañeros y espacios virtuales, necesitan de la atención constante de los humanos que están vinculados a ellos. Y esta tiene un límite.

Lo que nos dice la noticia sobre Alexa es que la gente lo compra, lo usa  en tres o cuatro funciones básicas y pasadas tres o cuatro semanas... se olvida. ¿Cuál es la diferencia entre lo entretenido y una vida distinta? Alexa trata de introducirse en nuestras vidas, en lo cotidiano, mientras que Meta busca que salgamos de ella.

El asistente de Amazon corre el riesgo de acabar desconectado en el fondo de un armario si sigue persiguiendo a aquellos que no usan sus funciones. Y es que el negocio está en las funciones, en el uso continuado, incorporando cada vez más elementos que puedan ser comercializados.

De la misma forma, el Meta de Zuckerberg corre un riesgo similar. Es indudable que tendrá aceptación en muchos campos, pero cualquiera de ellos supone un cambio en nuestra vida o, si se prefiere, apartarse de una forma de sociabilidad directa. ¿Ocurrirá con Meta lo mismo que está empezando a pasar con Alexa, es decir, que se vaya arrinconando y tenga que mandarnos recordatorios tentadores de que nos espera un espacio "fabuloso", literalmente, en el que poder salir de nosotros mismos y nuestro entorno?

Hoy, cuando muchos psicólogos detectan una suerte de fatiga por el exceso de vida virtual, aumentan las ofertas y con ellas la tensión que nos envuelve. Todo este universo a nuestro alrededor juega con nuestra atención, que es el punto central del negocio. Alexa quiere llamar nuestra atención para trabajar para nosotros ofreciéndonos servicios diversos, convirtiéndose en el centro del hogar y de la vida. Meta nos ofrece otro mundo, es más tentador con sus maravillas.

Pero este mundo que se nos presenta ante los ojos se convierte en un sustituto de una realidad más degradada, de empleos más precarios y mal pagados. El lujoso espacio virtual que nos muestra Mark Zuckerberg está próximo a su idea del lujo, pero son cada vez menos personas que pueden soñar con algo así. Si se nos dice que la generación joven actual y la próxima vivirán peor que las de sus padres y abuelos, ¿tiene sentido fabricar mundos virtuales en vez de arreglar lo que existe fuera?


La pregunta es complicada porque no sabemos si la imperfección creciente de la realidad —cambio climático, pérdidas de empleo, pérdida de poder adquisitivo...— nos lleva a meter la cabeza en los agujeros virtuales, como el avestruz. En un mundo con problema de materias primas, con problemas crecientes en los transportes, ¿es la realidad virtual la solución, producir productos digitales en vez de materiales, y moverse por los espacios virtuales ante la imposibilidad (pandemias, conflictos, tensiones internacionales...) de hacerlo por el mundo material?

Los futuros que se nos ofrecen son luminosos, pero agotables por la fatiga que producen. Dejan fuera a una parte de la humanidad, en donde las diferencias digitales van aumentando, ya que están ligadas a espacios altamente tecnificados, con sofisticados sistemas de redes y poderosos equipamientos capaces de permitir las interacciones. Es un futuro para el "primer mundo" digitalizado. El resto será penosamente material.

Las grandes compañías piensan en ese "primer mundo", un mundo tecnológico y aburrido, alimentado a través de las redes y los entretenimientos digitales, el teletrabajo, la educación a distancia, etc. ¿Puede ocurrir como con Alexa, que sea arrinconada y tenga que recordarnos lo que puede hacer por nosotros, perseguirnos?


Toda construcción virtual acaba siendo una tentadora oferta de futuro. Es más fácil crear mundos alternativos en los que evadirnos que dedicarse a arreglar el que tenemos como residencia material.  Es el mundo de los grandes, de los Google, Facebook, Amazon, los que crean el campo de juego, las reglas y permiten entrar a los jugadores creando demanda y expectativas de uso futuro.

La desmaterialización (a lo Ghost in the Shell) es un viejo sueño de la ciencia-ficción; a través de ella huimos de nuestro mundo material transformados en "información", término con el que sustituimos el clásico término "alma". La "carne", como se nos repetía en un videojuego, es un "error de diseño". Del cuerpo viene lo perecedero. Cada vez nos vemos más como seres "informacionales", acumuladores de experiencia o conocimiento, dentro de un cuerpo material que se resiste a ser perfecto, que envejece y enferma. Los placeres son cosa de la imaginación, satisfacción de deseos.

La tentación de ser en espacios virtuales como el desarrollado es grande, pero no deja de ser una ilusión, tanto más frustrante en cuanto que crezca la imperfección (y abandono) del mundo real, de las relaciones reales.


Se ha dicho muchas veces que nuestra evolución cultural es mucho más rápida que la que nuestro propio cuerpo admite, por decirlo así. Este cambio se ha acelerado y en una misma generación la gente ya siente que vive en un "mundo diferente", un mundo incompatible en muchos aspectos respecto al en que creció. El pasado apenas nos sostiene —sociedades sin apenas historia, atraídos, más que impulsados— y somos absorbidos por esos futuros que surgen de mentes visionarias y calculadoras. 


Sometidos a la lógica del mercado, quedamos huérfanos de casi todo demasiado pronto. Ya sea por incompatibilidad o por obsolescencia, cada día nos sentimos más desplazados y confundidos. Ahora se nos da la posibilidad de una transformación radical en la forma de relacionarnos y movernos en el mundo o, quizá sea mejor decir en los mundos, en plural. No es casual que vivamos en una crisis identitaria, individual y social, que muchos aprovechan para pescar en el río revuelto, ofreciendo nuevas definiciones, nuevos mundos, nuevos pasados.

¿Nos creeremos realmente que controlamos nuestras vidas por dejar de enfrentarnos a ellas? ¿Nos creeremos más poderosos porque podemos vivir esas vidas alternativas en manos de otros? ¿Seremos más dependientes en un sistema que trabaja con una combinación de mercados y adicciones?

Antes, los genios nos ofrecían tres deseos; ahora tendrían muy poco que hacer con tan poca oferta. 


* Héctor Farrés "Alexa te molesta más por este increíble motivo" La vanguardia 26/12/2021 https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20211226/7953628/alexa-recuerda-funciones-pmv.html

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