jueves, 30 de diciembre de 2021

Justificaciones poco convincentes

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Cada decisión supone asumir un riesgo y dar una explicación. Comprendemos los riesgos, pero son las explicaciones las que no son convincentes. Ayer se aprobó por la "parte política" la reducción de las cuarentenas. Conozco casos de personas que estaban de baja hasta el día 1 y que fueron llamadas esa misma tarde para decirles que se tenían que incorporar ya mismo. Las llamadas fueron realizadas sin esperar a apagar el televisor.

Esta vez se ha pasado de los expertos y los políticos han hecho prevalecer su opinión en el momento en que se anuncia esta misma mañana que tenemos más de cien mil contagios en un día y la incidencia está por encima de 1.500 por cada 100.000 habitantes. Que en el momento de máxima expansión se reduzca la cuarentena no es una buena señal, pero las explicaciones deben ser tales y no simples excusas. Creo que a estas alturas los valores de la sinceridad son importantes.

Escuchar a la ministra Darias decir que se hace porque lo hacen en países como los Estados Unidos, Reino Unido y otros es sencillamente deprimente y nos muestra el grado de pérdida que tiene su ministerio en esto de la pandemia. Las estrategias que se dan por buenas son las que han llevado al desastre de los dos países citados, para nada ejemplares. También preocupa que se comience a hablar de la estrategia israelí de dejar que todo el mundo se contagie, que fue precisamente por la que Boris Johnson tuvo que pedir perdón públicamente por los efectos causados.


Cada vez escuchamos más excusas antes que explicaciones de lo que realmente significan las medidas que se toman. Esta vez los expertos han sido claros en su planteamiento: decretar menos días de aislamiento sin saber cómo es el comportamiento del virus en los días finales, cuál es su capacidad de contagio en esos momentos, no es bueno. Los expertos ha dicho que reducir esos días sin realizar una prueba final que muestre el estado del infectado es un lanzamiento al vacío.

No hay otro interés tras esto que el económico, como se temía. Por eso es tan indecente el uso que la ministra ha hecho de los más esforzados: se hace —nos ha dicho— para evitar que nos quedemos sin los servicios fundamentales, como enfermeros, bomberos, policías, etc. Esto es jugar sucio, manipulación, algo que me imagino no habrá sentado nada bien a los afectados, que no solo se contagian sino que tienen menos tiempo para recuperarse.

Las bajas, si realmente le importan esos sectores, se compensan con más personal, ya que el estrés que padecen no se debe al COVID-19 sino a la falta de personal. La solución es menor recuperación y más riesgo de contagio a los compañeros. ¿Es más caro contratar más personal? ¡Por supuesto! Pero esto se acabará produciendo si sigue aumentando el nivel de los contagios, como todos dan por seguro. No le echen la culpa a la variante Ómicron, sino a esta forma "normalizada" de querer volver a lo mismo sin que hayan cambiado las condiciones de contagio.


Lo que Israel quiere hacer se está haciendo aquí de forma escondida, pues es el mismo efecto el que se busca o se encuentra, el del contagio masivo. La respuesta, desde la frialdad de la economía y los negocios, es que se contagien todos para encontrar esa mítica "inmunidad de rebaño", que muchos siguen pensando que es la solución cuando está sobradamente falsa en este caso. En primer lugar, nadie es "inmune", la gente se sigue contagiando tras la decadencia del poder de las vacunas, donde ya se está hablando de las cuartas dosis. En segundo lugar, no existe el "rebaño" en un mundo abierto y con unas enormes asimetrías entre países o continentes; el rebaño se convierte en un elemento "teórico" que choca con la ausencia de barreras de contención que lo delimiten. En un país que, como España, depende del turismo, la posibilidad de un cierre o de un contagio generalizado son remedios peores que las enfermedades mismas. Entre contagiarnos todos y que venga el turismo deseado existe una enorme contradicción. Cuantos más contagios, estamos en más listas de países poco recomendados para viajar. Peor todavía: nos llega un turismo, como ha ocurrido con Reino Unido, al que nadie quiere recibir por sus propias tasas de incidencia. Ellos, por su parte, encantados de que los recibamos con los brazos abiertos. Era el mismo razonamiento de los turistas franceses de fin de semana en Madrid: "Venimos aquí porque hacemos lo que no nos dejan hacer en nuestro país". Ser el chiringuito permisivo de Europa no es precisamente algo de lo que enorgullecerse por este camino.

Para compensar la imagen, la Comunidad de Madrid acaba de dejar en evidencia a su Consejero de Sanidad y ha decretado la prohibición de las macrofiestas de Fin de Año, mientras que mantiene las discotecas y otros locales de ocio con algunas restricciones. Se mantiene la despedida del año con 7.000 personas como aforo en la Puerta del Sol y sin "uvas".


El otro asunto es la cuestión escolar. Lo han dejado para más adelante, es decir, la semana que viene, cuando decidirán si regresan a los colegios. La primera idea va a mantener a los más jóvenes (por lo que suponen de freno a los padres, que deberían quedarse con ellos, con los problemas laborales que eso crea) y grupos alternados en los mayores, que podrían llegar a la universidad, me imagino.

Desde el principio, los ministros han tratado de evitar que se creyera que anteponían los motivos económicos a los sanitarios. Parece que va contra su imagen, aunque no contra sus principios. La imagen "protectora" del político que vela por nosotros no cas muy bien con la de quien atiende las demandas patronales sobre el personal laboral. En este sentido, me parece muy revelador que esto se haya hecho a la vez que la Reforma Laboral, otro motivo de disputa.


El camino que se sigue no tiene el aval de los expertos en salud ni el de los virólogos y epidemiólogos. Tendrá el aplauso de los políticos y economistas. La tesis de que hay que "combinar" salud y economía es ya una toma de posición. Pero lo que no se puede hacer creer a nadie es que con una reducción de la cuarentena, del aislamiento de los infectados, se va a combatir nada. Sí aumenta, por el contrario, el riesgo de que aumenten los contagios, como está ocurriendo. No hay nadie más ciego, dice el refrán, que el que no quiere ver.

Cuando aumentan los contagios, vuelven a recurrir a la idea de la inmunidad de rebaño, que empezó con un teórico "70%" de contagio de la población y ha seguido creciendo hasta que se ha visto inútil. Es un mal síntoma que vuelva a estar en portada porque dentro de poco estará en boca de la ministra justificando las cifras elevadísimas de contagios que todos auguran para dentro de 10-15 días.


Los sacrificios se soportan mejor cuando se ve un fin cercano. Pero esta situación es como vagones enganchados a una locomotora. No vemos el final del tren. Eso debería llevarnos a unas estrategias distintas a aquellas que fallaron cuando se hablaba de "nueva normalidad". Creo que es más sensata la sinceridad por delante, la explicación real de los hechos y las decisiones y no decir que se toman medidas porque otros países lo hacen. Una vez más, padecemos nuestro propio sistema dependiente de demasiadas variables externas y con muy poca capacidad real de decisión. Lo sorprendente es lo poco que se cuestiona la debilidad estructural y lo poco que se habla de reformas reales para que este tipo de situaciones tengan una repercusión menor. No me refiero solo a la Sanidad, donde se llevan muchos años reclamando, sino en otros sectores, de los laborales a los educativos, pasando por todos los demás. Todo se enfoca como "provisional" y hay miedo a realizar cambios. Pero la vida misma es provisionalidad y cambio. Lo peor de todo es la constatación de nuestra resistencia o incapacidad de evolucionar.

Pese a lo que dice el titular de RTVE.es, los expertos son claros: 

José Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, ha asegurado en los micrófonos de RNE que reducir las cuarentenas, desde el punto de vista de la difusión del virus, podría contribuir a un aumento de los contagios, por lo que esta medida no estaría justificada sanitariamente.

“Muchas personas que estando infectadas, incluso estando bien vacunadas, aunque no tengan síntomas, podrían estar contagiando en su entorno, con lo cual desde el punto de vista técnico sería una medida que no contribuye a disminuir la difusión comunitaria del virus. Solo se entiende desde el punto de vista de la mejor gestión de los servicios de salud, de la mejor gestión de las bajas laborales y del funcionamiento de las empresas", ha valorado.* 


Es lo suficientemente claro. Es una medida económica y política. No hay justificación desde el punto de vista sanitario. Que los políticos teman dar explicaciones sobre las decisiones de este tipo es revelador. Han usado a los expertos para justificarse; hoy han llegado al punto en que los expertos no les avalan. Por eso hay poca sinceridad en sus argumentos y solo el que otros países, los del modelo anglosajón, precisamente los más reacios a tomar medidas y a que se cumplan (todo depende del auto cuidado), lo plantean. Nuestro modelo laboral, afortunadamente, tiene poco que ver con el suyo, aunque parece que vamos hacia él.

 


* "Los expertos avalan reducir las cuarentenas pero "solo para circunstancias concretas"" RTVE.es 20/12/2021 https://www.rtve.es/noticias/20211229/reducir-cuarentenas-solo-circunstancias-concretas/2245406.shtml

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