viernes, 22 de septiembre de 2017

El nacionalismo callejero o cómo se ha podido llegar hasta aquí

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hablo con una amiga recién llegada a Barcelona. Participa como profesora en un Máster en una de las universidades públicas. Hace varios años que se le pidió que dejara de dar las clases en español y que lo hiciera en francés o inglés. No es una novedad. Algunos de mis alumnos extranjeros que iban a Barcelona para mejorar su español durante antes de matricularse en el Máster de Periodismo dejaron de ir por motivos evidentes: les era difícil practicar un idioma que la gente evitaba. Los ejemplos podrían multiplicarse como las denuncias crecientes por la persecución de los castellano hablantes desde las propias instituciones.
La situación actual de Cataluña plantea la inversión de los efectos y las causas. Se ha mantenido el viejo discurso victimista del anti catalanismo mientras que se practica lo contrario, la depredación, desde la ocupación institucional de la Autonomía. Jugar al victimismo y pedir libertades es un ejercicio de cinismo e hipocresía que es difícil ignorar. Sin embargo, se ha hecho. Durante años, el éxodo de personas que veían cerradas sus posibilidades profesionales por no ser nacionalistas ha hecho que muchos acabaran acogidos en el resto de España. Hemos escuchado, por ejemplo, a profesores que se alejaban para opositar fuera de Cataluña ante la barrera que se les imponía. Allí solo se admitía a un tipo de persona. Las quejas por el derecho a recibir una educación en castellano se han multiplicado en años hasta dejar de ser noticia por lo rutinario.
Recogimos aquí en su momento la definición que Artur Mas, presidente de la Generalidad catalana, iba dando en sus viajes por el mundo. A su llegada promocional a Nueva York definió a España como una "piedra en la mochila catalana". Durante décadas, la idea tópica de la brecha norte-sur se repite también en España. Durante décadas, el insulto permanente se basaba en ideas simples como la de Mas: España no trabaja, parasita a los virtuosos catalanes. Tópicos y más tópicos.


Lo que ocurre hoy en Cataluña es el resultado de una política de largo plazo, la de los nacionalistas, practicada desde el día siguiente en que se creó el Estado Autonómico, y las de la "nueva política" que surge en España tras el 15-M. Los primeros no creen en "España", los segundos solo creen en la calle y en las instituciones cuando las ocupan.
Puede que algunos no recuerden lo que ocurrió en Cataluña durante la época del 15-M. Un mes después, las fuerzas callejeras rodearon el parlamento catalán escupiendo y zarandeando, increpando a los diputados autonómicos que intentaban entrar. Para algunos, aquel espectáculo era una peculiar venganza del Consejero de Interior, que había sido criticado por los políticos por la actuación de los Mozos, la policía autonómica.
El diario barcelonés La Vanguardia contaba así los incidentes de junio de 2011:

Redacción / Agencias (Barcelona).- Algunos diputados del Parlament de Catalunya han sido víctimas del acoso de parte de los cerca de 2.000 'indignados' que permanecían esta mañana a las puertas de la cámara catalana. Pese al amplio cordón policial implantado para asegurar el acceso de los políticos a la cámara, algunos diputados han sufrido pintadas, empujones y el impacto de alguna piel de plátano lanzado por los manifestantes.
Así, el ex conseller Ernest Maragall ha recibido algunos empujones y el ex número dos de Interior, Joan Boada, ha visto como le pintaban la cabeza con un spray. Boada finalmente ha conseguido entrar al parque de la Ciutadella tal y como lo han hecho otros diputados de la cámara: entre abucheos, algún momento de tensión y escoltado por la policía.
Otros miembros de su partido también han sido increpados. Al secretario general de ICV, Joan Herrera, que iba acompañado de Jordi Miralles, le han tirado una piel de plátano. La ex consellera socialista Montserrat Tura ha sufrido una pintada en forma de cruz negra sobre la espalda de su gabardina blanca. Por lo demás, todo fueron gritos en contra de los políticos, insultos y gritos.
Tura ha dicho que si el movimiento quiere ganar prestigio "no se puede basar en el spray y marcar a las personas como si fueran dianas", y ha reprochado que recuerdan formas que utilizaban regímenes autoritarios que "marcaban a los diferentes".
En declaraciones a TV3, la ex consellera ha afirmado que no se puede sentir representada por la gente que se ha manifestado ante el Parlament, y ha criticado que no se puede impedir la entrada a aquellos diputados escogidos por los ciudadanos: "Se han equivocado". Tura ha asegurado que puede compartir su lucha contra la economía especulativa y por una sociedad más justa, pero que desde determinadas prácticas "no". La diputada socialista espera que representantes del movimiento rechacen las prácticas que se han llevado a cabo contra los políticos y trabajadores del Parlament.
Por su parte, al diputado de CiU Gerard Figueras (JNC) le han robado uno de los dos maletines con los que iba al Parlament y le han tratado de sustraer el otro. Muchos diputados han sido insultados, han recibido 'escupitajos' y les han tirado agua cuando han tratado de acceder a pie a la cámara, como a Albert Rivera (C's), el propio Figueras y Alfons López Tena (SI).
Para tratar de pasar desapercibidos entre los indignados y poder entrar más fácilmente en el Parlamento catalán, algunos se han sacado la corbata, pero para la mayoría de diputados ha sido una misión imposible.*

junio 2011
Es bueno recordar escenas como estas. A los pocos días, los mismos políticos zarandeados y vilipendiados, con el presidente Mas al frente, conseguían que la gente les siguiera al ponerse todos detrás de la bandera catalana separatista desfilando por las calles. La carrera por mantener el poder había comenzado. Se trataba de canalizar el movimiento para lanzar el asalto al estado y seguir manteniendo a la misma clase política que había gobernado Cataluña desde el inicio autonómico.
Muchos de aquellos que escupían, insultaban, acosaban y denigraban a la clase política catalana y a las instituciones están de nuevo en la calle y algunos al frente de las instituciones. La falta de medidas políticas y la vertebración de lo que inicialmente era indignación poco organizada ha dado lugar a la explosiva situación actual.
¿Cómo se ha podido llegar hasta aquí? Son varios los factores que confluyen en lo que vemos hoy. El primero de ellos es la evidente mala fe de los partidos nacionalistas por el incumplimiento de los compromisos constitucionales. El estado actual, incluidas las instituciones catalanas, surge del acuerdo constitucional aprobado por la totalidad de España. El estatuto autonómico que vulneran es el resultado de su propia votación. Todos votamos la Constitución, en la que participaron todas las fuerzas políticas (izquierda, derecha, centro y nacionalistas) y sobre ella se hicieron los estatutos hasta donde la Constitución permitía. Es más, la conversión de España en autonomías regionales fue una concesión a los nacionalistas que convirtió partes de España sin vocación autonómica previa en autonomías solo para justificar tres de ellas, Galicia, País Vasco y Cataluña, que algunos llamaban "históricas" sin saber muy bien por qué.

El segundo factor es el fracaso de la clase política. La debilidad de los políticos ha hecho que se carezca de planes realmente de integración porque la base es el enfrentamiento. Dicho hasta el aburrimiento: la base de la política tiene que ser la consecución de acuerdos en beneficio de los ciudadanos. La política del enfrentamiento continuo solo esconde la incapacidad de muchos para la dirección del estado y las instituciones. La lucha continua debilita a las instituciones, que son atacadas por aquellos que quieren eliminarlas para sus propios fines.

España ha renunciado a los grandes pactos de Estado cuando más lo necesitaba. La mejor manera de demostrar la firmeza de las instituciones es actuar de forma coherente, defendiendo lo que debe ser defendido por todos para la convivencia. Pero la posibilidad de estos pactos y gestos conjuntos ha sido rechazado desde el cálculo electoral, el gusto por el conflicto y la presión de los nuevos partidos que captaban la política callejera finalmente organizada.
Los grupos de política callejera recogían la imagen negativa de la innombrable "España" (solo utilizable en las selecciones deportiva) por el absurdo "Estado español" habitual expresión de algo próximo a Felipe II y con capitalidad en El Escorial. La forma de afianzar la "nacionalidad catalana" era destruir la "nación española" negándola identidad en los discursos. Educados en escuelas y con libros de texto que daban esto por hecho, alentados por los nuevos intelectuales fabricantes de una Historia enfrentada al resto, la situación no podía ser otra.
El tercer factor son los estragos de la crisis económica en una generación que ha crecido descreída por las instituciones. Si hay algo que se puede reprochar con firmeza a la clase política de este país es el abandono a su suerte de una generación que está hoy en las calles protestando o viviendo en la indiferencia. Nada más corrosivo que la falta del sentimiento de pertenencia por sentirse abandonados. Es el caldo de cultivo del que salen las actitudes más radicales. La política callejera ha jugado con esos nuevos parias que son explotados, con bajos sueldos y mínimas expectativas de mejora. Son el universo precario que se adhiere a aquellos que no le dan esperanzas pero sí levantan su dedo señalando culpables.


La agenda nacionalista es la que siempre ha sido. Frenarla es cuestión de la resistencia que se pueda ofrecer. Ha escogido el momento de más debilidad para estallar. Es el punto de debilidad política que hace que haya un gobierno sin mayoría absoluta, necesitado de pactos; es el momento de mayor distanciamiento entre las fuerzas políticas nacionales tanto señalado por la debilidad del gobierno como por la debilidad del Partido Socialista (primero en la propia Cataluña con la crisis del PSC y después por su conflicto de liderazgo); y es el momento en el que las fuerzas indignadas han conseguido atraer a una juventud poco esperanzada, harta de retórica hueca, y fácil de convencer por la demagogia usada.


Los tres factores son de índole interna. Los hay también exteriores. Los conflictos en Europa tienen sus beneficiarios y España no es el único país con conflictos. En cualquier caso, con las excepciones de Julian Assange, del pueblo "revolucionario" andaluz de Marinaleda y de Nicolás Maduro, prestigioso dirigente por el hundimiento y represión de su país, el desafío secesionista catalán se percibe como un disparate histórico. 
A finales de enero, el periodista de La vanguardia Enric Juliana escribía:

Rusia no quería saber nada de movimientos independentistas hasta que Estados Unidos y diversos países europeos, con gran activismo de polacos y bálticos, le hicieron jaque en Ucrania. Moscú se anexionó Crimea y armó a los ucranianos prorrusos. Esa guerra civil ha provocado ya miles de muertos. Desde el referéndum anexionista de Crimea, no reconocido a nivel internacional, Rusia ha pasado a mirar con simpatía los movimientos secesionistas, que pueden ayudarle a reivindicar la identidad política de las minorías rusas en el Báltico, en el Este de Europa y en Asia Central. El 25 de septiembre del 2016 tuvo lugar en Moscú una conferencia de movimientos independentistas de todo el mundo, titulada “El derecho de los pueblos a la autodeterminación”, a la que acudió un representante del partido Solidaritat Catalana, hoy extraparlamentario.
La tentación rusa existe y los gobernantes de la Generalitat la conocen. Hasta la fecha han sido prudentes. Carles Puigdemont, Oriol Junqueras o Artur Mas en el Kremlin es una imagen que seguramente no veremos. La tentación rusa existe y el europeísmo está en riesgo. El marco internacional cambia, los viejos carriles se han desdibujado y la propaganda ahoga la reflexión. En situaciones así, los errores se pagan caros. El año 17 será tremendo.**


Y lo está siendo, sin duda. Una parte del nacionalismo callejero está más cerca de Putin que de la "Europa de los banqueros", de la misma manera que hace pocos días, en pleno verano, asustaba a los turistas con su acciones anti turismo ante la indiferencia de la alcaldesa de Barcelona, un producto de la política callejera, y la irritación de los empresarios.
Si tenemos en cuenta la complejidad del Brexit, por ejemplo, la ilusión de la "desconexión del día después" se contempla como una osadía de negligentes e ignorantes. Europa lo ha dicho claramente: si Cataluña no es España tampoco es Europa
Se deben desenmascarar los intentos de victimismo y el arrogarse la de democracia y la libertad. Es bonito salir a la calle a gritar consignas y lucir pancartas. España es un estado democrático, con un papel de las instituciones y de su constitución, que es la de todos mientras los españoles —todos— no las cambiemos. Los ataques contra la Transición —un modelo de convivencia  celebrado por todo el mundo—, como era previsible, eran intentos de deslegitimar las leyes que todos nos dimos. Son las que hay y deben ser cambiadas por todos y no unilateralmente aduciendo que existían "reservas mentales" por las circunstancias del momento. No sirve el argumento, que solo muestra deslealtad.

2012
Solo cabe desear que la inteligencia se use para no ahondar más en un conflicto desleal, alimentado por años de mala fe y de persecución de aquellos que no lo compartían, condenados al silencio o a marcharse acusados de ser agentes del "enemigo español". Los años en los que los políticos nacionalistas catalanes han recorrido el mundo lanzando insultos contra un país del que renegaban no les han conseguido más simpatías internacionales para sus causas rupturistas. Han alimentado, sin embargo, la fabulación del discurso nacionalista diseminado desde las instituciones que controlaban. Los ejemplos son múltiples.


Cuando se han producido los recientes atentados en Barcelona, toda España ha estado con Cataluña. La manipulación de las manifestaciones y los insultos a quienes representaban al gobierno de los españoles y a España fueron evidentes en uno de las peores escenificaciones del nacionalismo callejero, para el que no hay reglas, solo manifestaciones de fuerza.
Es necesario trabajar en los tres frentes, hacerlo con eficacia y sin caer en las trampas que se están tendiendo para ampliar el conflicto y abrir una amplia brecha. Estas son las consecuencias de posponer soluciones y de subestimar los desafíos, de enzarzarse en pequeñas batallas e ignorar los grandes conflictos que requieren unidad y compromiso.



* "Los parlamentarios catalanes logran acceder al Parlament entre pintadas, empujones y abucheos" La Vanguardia 15/06/2011 http://www.lavanguardia.com/politica/20110615/54170903036/los-parlamentarios-catalanes-logran-acceder-al-parlament-entre-pintadas-empujones-y-abucheos.html
** Enric Jukiana "La tentación rusa" La Vanguardia 29/01/2017 http://www.lavanguardia.com/politica/20170129/413802225887/la-tentacion-rusa.html


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